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por aguja, con el fin de sublevarse, quiso la Administración pública conseguirlo por medio de un Reglamento.

El plan era hermoso y digno de consideración; en tal concepto la reforma propuesta por el general Weyler, fué un adelanto siquiera no haya servido para el fin que se propuso el legislador; pues el empadronamiento está sin hacer y todo hace esperar, dados nuestros bizarros procedimientos, que en tal punto quedará por los siglos de los siglos.

En esto de reformas los españoles á la menor dificultad que se presenta imitamos á Alfonso VIII y pretextando muchas priesas fincamos el pleito y en tal estado. Es una fatalidad histórica que nos ha traido á la decadencia: no sabemos luchar sino con las armas en la mano, y el hacer leyes es cosa de la ciudad y no del campamento.

Cuantas disposiciones se dictaron aclarando, rectificando y añadiendo los preceptos legales en tiempos de los generales Terrero y Weyler fueron inútiles; y eso que hay que confesar que están bien hechas; las visitas domiciliarias tropezaron con dificultades que no se habían previsto, la resistencia pasiva de los chinos fué cada vez mayor, pusieron las principalías en juego sus misteriosos resortes y el censo salió según Dios quiso, como hecho a mano armada, sin tener entusiasmo más que los subalternos, que acabaron por comprender que a veces, la Gaceta no sirve para nada en ma nos de las autoridades.

En esta sazón el negocio ¿qué puede hacerse? El recuento es necesario, diremos mejor, imprescindible: Filipinas no puede tolerar sin peligro flagrante, más que un determinado número

de chinos; y el dejar en la sombra asunto de suyo tan importante, es falta de patriotismo ó cerrar los ojos para no ver que si el río de la inmigración china continúa, no será ya necesaria la inva ción amarilla; ella misma, al hachazo, saldrá como Minerva, armada de todas armas, de los tindahan de los chinos radicados en el Archipiélago.

Es preciso no ver solo en el chino inmigrante un tributo, una materia imponible, sino también un enemigo probable.

Hasta de ahora, por fortuna nuestra, fácil de

vencer.

Sin embargo no se olvide el legislador, de que su principal misión es leer y adivinar lo futuro.

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TAO-TE-KING DE YAN-TZU (1)

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CAP. 1.°

L Tao que puede ser comprendido no es el eterno Tao: el nombre que puede ser expresado, no es su eterno nombre. No puede nombrársele como principio del cielo y de la tierra: se le dá un nombre como madre del universo. No permite se vea su admirable naturaleza, más quiere se contemple su exteriorización; estos dos conceptos proceden igualmente, pero tienen diferente nombre; ambos son abismo y abismo insondable, conducto de todas las maravillas.

CAP. 2.o

Todo el mundo sabe que la hermosura de obrar lo bello, no es perfecta belleza y la bondad de hacer el bien tampoco es bien completo. Por esto el sér y no sér se producen mútuamente;

(1) Nombre con que siempre se conoce á Lao-zu. También se le llama Lau-tau y Lau-kong. La traducción está hecha por Fr. Salvador Masot O-P. misionero en China.

lo fácil y difícil se perfeccionan; lo largo y corto se configuran; lo alto y bajo se nivelan; el sonido y la voz se armonizan; y el antes y después se suceden también uno á otro. Esta es la razón porque el sábio vive en la quietud y ejercita un mudo magisterio. No hay cosa que rehuse: crea sin tener en algo lo que hace, obra sin presunción, y completa los merecimientos sin pararse en ellos. Porque no se envanece, no pierde el

mérito.

CAP. 3.o

No teniendo en mucho las excelencias, el pueblo no se las disputa; no apreciando las riquezas, difíciles de conseguir, el pueblo no piensa en ser ladrón; no mirando lo que excita las pasiones, el corazón no se perturba. Así gobierna el sábio: con el corazón vacío y el ánimo sincero, con voluntad suave y fortaleza invencible conduce al pueblo á la sencillez y lo aparta de la concupiscencia; hace que los sabiondos no se atrevan á obrar: con su quietud é inercia no deja de gobernar.

CAP. 4.

Llénese tú corazón del Tao y practícalo, pero de modo que no se derrame. ¡Oh! que abismo es el Tao! Asemejase al origen de todas las cosas. Lima tu dureza, explica lo confuso, armoniza tu brillantez y hazte todo con todos. ¡Qué tranquilo! Parece inmutable. No sé de quién es hijo: parece anterior al Soberano Señor.

CAP. 5.o

Si el cielo y la tierra no tuvieran compasión,

tratarían á los hombres como á la cosa más vil: del mismo modo si el Príncipe no tiene caridad, tratará á su pueblo como la cosa más despreciable.. El cielo y la tierra envuelven todos los séres como dentro de un arca: con anchura, y no las oprimen; en movimiento, y no las echan fuera. Muchas palabras agotan el arte: mejor es conservar el medio.

CAP. 6.0

El espíritu del valle es inmortal, llámase cerulea madre; la manifestación ó tránsito de esta cerulea madre es el origen del cielo y la tierra. Su permanencia es eterna y su ejercicio sin fatiga.

CAP. 7.o

El cielo es largo y extenso, la tierra firme y duradera. ¿Cuál es la razón de esto? Por qué no se crían por si mismo ni procuran para sí, sino para las cosas que contienen. Así el sábio: pone su persona detrás y se encuentra delante, considerase como afuera y se encuentra dentro. ¿Por ventura no es esto no pensar en su interés y perfeccionar su interés?

CAP. 8:0

La bondad en el Superior obra como el agua. Así como esta, fertiliza todas las cosas con suavidad ó sin pugna, así el sábio aún en las circunstancias más odiosas no se aparta del Tao: colocase en buen terreno, su corazón es abismo de bondad; comunicándose sabe aprovechar las ocasiones para practicar la benevolencia; en sus discursos sabe hacerse creer, en su gobierno sabe dirigir

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