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de circunstancias de localidad, á que en general se dá escaso valor, pero que le tienen inmenso á los ojos de la ciencia.

Determinar, pues, la posicion astronómica, geográfica y topográfica de Toledo; fijar con rigorosa exactitud estos y otros datos igualmente interesantes, antes de descender á analizar los sucesos que nos proponemos describir, es más que una exigencia de método, un medio seguro de preparar la solucion á los importantes problemas que abraza en conjunto la historia de una ciudad, que puede atribuir en gran parte á causas meramente naturales su actual decadencia y abatimiento. Toledo sería ahora lo que fué en otra época, quizá más de lo que fué en el período memorable de los godos, en que se levantó á la mayor altura que ha alcanzado, si hubiesen sido otras su posicion y situacion, ó si el mundo no hubiera progresado, y á las costumbres guerreras de los tiempos primitivos no hubieran sucedido los dulces hábitos, frutos de la paz, y las blandas comodidades, hijas de la civilizacion refinada, que los reyes de la dinastía austriaca empezaron á introducir en España.

Anticipamos este juicio, que tendrá su completo desarrollo más adelante, porque se vea desde las primeras páginas de nuestra obra, que no somos utopistas, que no soñamos con imposibles. Creemos y hemos creido siempre, que las condiciones invariables de la naturaleza y las leyes del movimiento constante de la humanidad, hacen imposible la resurreccion de Toledo, sin un retroceso, que no es de temer, á la barbarie ó fiereza de los primeros siglos.

Vamos, por tanto, á escribir la historia de un pueblo que vegeta ahora falto de sávia y de jugo, á quien axfisia la atmósfera que le rodea, y que si no ha sucumbido ya entre las agonías y convulsiones á que le ha expuesto la amputacion dolorosa de sus miembros dislacerados, con el desprecio de los hombres y la accion corrosiva del tiempo, tiene que agradecerlo á la fuerza que le prestan la capitalidad y el municipio, esos dos principios modernos, verdaderas palancas de Arquímedes que sostienen la vida uniforme, casi unísona de todas nuestras ciudades.

El anciano impotente cargado de años y desdichas, sentado

bajo el árbol de sus antiguas glorias, ó al amor de la lumbre que reanima el muerto vigor de sus miembros ateridos, gusta de contar á las generaciones que han de sucederle, las gallardías de su primera edad, como para desquitarse de la debilidad que le agovia en la decrepitud. ¡ Rasgo natural de orgullo, del cual no están exentos los pueblos que envejecen! Por esta causa bien puede perdonarse á nuestra ciudad, madre legítima de la nacionalidad española, que desahogue su pecho en la desgracia presente, soltando al viento los ecos de sus grandezas pasadas; mostrando al mundo el sorprendente cuadro de su esplendor y poderío; cantando, en fin, á la manera provenzal, con el fuego suave de la poesía y el grave acento de la historia, las hazañas de sus héroes, los hechos memorables de aquellos claros varones en santidad, letras y armas, que la ennoblecieron é ilustraron desde las más remotas edades.

Sirvan tambien estas ideas para justificar la extension é importancia que daremos por via de introduccion á ciertos preliminares.

Continuemos.

II.

Toledo, considerada bajo el aspecto astronómico, se halla situada á los 39°52′ de latitud y 0°17'15" de longitud con relacion al meridiano de Madrid. Participa, segun Tolomeo, del quinto clima, titulado diarromes; predomina en ella el planeta primario Mercurio, el más próximo al sol, y está sujeta á las influencias de la constelacion zodiacal y signo de Virgo.

Sentadas estas pocas líneas, ¿qué ocasion más propicia puede ofrecerse á un historiador de la ciudad, para elogiar con trompa épica la inclinacion natural de sus hijos á toda clase de especulaciones científicas, su valor, su constancia y hasta su gentileza, debido todo al influjo de los astros predominantes en esta parte

del cielo? Alcocer, Pisa y el Conde de Mora no la despreciaron en efecto, y esforzando cada cual su estro en el estilo peculiar de cada uno, pintaron á los toledanos de oro y azul, como obras perfectas recien salidas de las manos del Criador para modelos de los Fidias y Praxisteles en lo físico, para tipos en lo moral de Alejandros y Trajanos.' La envidia y malquerencia despues se han desquitado en cambio, rebajándonos por iguales motivos hasta un extremo que sería risible, si no fuera por demás despreciativo. Pero al llegar á este punto, Toledo esclama con un poeta francés:

«Je n'ai point merité

ni cet excès d'honneur
ni cette indignité.»

Panegiristas y detractores, yo no merezco ni vuestros elogios desmedidos é imprudentes, ni vuestras sátiras cáusticas é irritantes. La verdad en su lugar. Los astros, los planetas y las constelaciones no lucen en el cielo solamente para mí: si á ellas

1 Los tres historiadores citados, casi copiándose los unos á los otros, sostienen que el signo de Virgo, casa y exaltacion del planeta Mercurio, como se expresa uno de ellos, ha sido y es causa de inclinarse los moradores de esta ciudad á las ciencias especulativas y artes de ingenio é industria, en que tanto han sobresalido, señalándose los varones por su carácter noble y apacible, y las hembras por su gentileza y hermosura. En cuanto á éstas, sin ser nosotros menos galantes que lo fueron aquellos autores, nos anticipamos á advertir que segun un escritor más positivo, pero no de más crédito, las toledanas deben la brillantez y tersura de su rostro á las aguas del Tajo, que por tal virtud eran solicitadas en lo antiguo desde remotas tierras como un cosmético natural de maravilloso efecto. Lo cual prueba de paso, que en todo tiempo ha habido mixtificadores literarios, Dulcamaras charlatanes que han explotado á sus anchas la credulidad pública, tratando de alhagar la presuncion y vanidad complaciente de ciertas personas.

2 Un poeta mimado de nuestros dias, á quien la naturaleza dotó de felicísimo ingenio y de una fecundidad pasmosa, dirigiéndose á Toledo, en una de sus mejores

composiciones, dice de esta célebre ciudad:

· Hoy solo tiene el gigantesco nombre
Parodia con que cubre su vergüenza,
Parodia vil en que adivina el hombre
Lo que Toledo la opulenta fué.

Tiene un templo sumido en una bondura,
Dos puentes, y entre ruinas y blasones
Un alcázar sentado en una altura

Yun pueblo imbecil que vegeta al pié. ▸

Esta última licencia poética se la permitió Zorrilla, para redondear la octava, en un momento de mal humor, olvidando que en este imbecil pueblo recibió su primera educacion literaria y escribió acaso esa misma composicion, como otras muchas que acreditan su nombre, al lado de un tio suyo, sacerdote instruido y virtuoso.

La calumnia se propaga como el tizon y las malas yerbas. Por eso, el quilibet audendi æqua potestas, que Horacio concedió solo á poetas y pintores, se le han apropiado muchos que no son lo uno ni lo otro; y en gracia no de Dios, desde que el verso copiado empezó á correr con la fama de su autor, anda por esos mundos el nombre toledano considerado como un sambenito, que no alcazan á borrar las más exquisitas pruebas de limpieza de sangre.

debo alguna disposicion natural buena ó mala, algun influjo favorable ó adverso, del propio beneficio ó de la misma desgracia disfrutan otros pueblos que se encuentran bajo iguales paralelos.

Nosotros opinamos que la posicion astronómica de nuestra ciudad, á que los autores citados daban explicaciones tan poco satisfactorias, puede recibir hoy, merced á los adelantos de las ciencias, una que aclare aunque solo sea la superficie de los misterios que encierra la historia de los tiempos adelónicos ó desconocidos.

Nadie ignora el estrecho consorcio que ligaba á la fábula con la astronomía en las épocas primitivas del mundo. Antes que los conocimientos físico-matemáticos, poderosos auxiliares de esta ciencia sublime, aplicados á la misma por los Copérnicos, Kepleros y Newtones, dieran por resultado la creacion de los sistemas que explican el mecanismo celeste con arreglo á las leyes inmutables de la naturaleza, los sábios antiguos acudieron al caudal inagotable de su imaginacion, para representarse, con nombres y sucesos fantásticos, los fenómenos que la observacion constante les descubria en la bóveda del cielo. Si la mitología es hija de esta observacion, ó si ella solo prestó sus materiales para el lenguaje convencional de que se valieron los observadores, punto es de no mera curiosidad, sino muy importante, sobre el que se ven divididos escritores notables. A nuestro plan no conduce entrar en estas averiguaciones; pero siguiendo la opinion de Porfirio, creemos que muchos sucesos mitológicos, señaladamente la célebre relacion de los doce trabajos á que Juno condenó á Hércules, antes de concederle la inmortalidad, son ingeniosísimas metáforas astronómicas, con que se representa el tránsito del sol, en su carrera anual, por las doce constelaciones del zodiaco.

En este supuesto, cuando el rey de los astros atraviesa los signos de Cáncer, Leo y Virgo, partes mínimas de la larga constelacion titulada la Hidra, y se van eclipsando una despues de otra, sucesivamente y por su turno, primero la cabeza, luego cuerpo y al fin la cola, hasta que vuelve á reaparecer la cabeza

el

en su orto helíaco que dicen los astrónomos, se figura el triunfo contra el mónstruo de siete cabezas, renaciente del lago de Lerna, que Hércules abrasó despues de pisotear al cangrejo que le auxiliaba, dando de este modo felice cima al segundo de los trabajos que le habia impuesto la exigente esposa de Júpiter.

¿Quién no vé en este mitho, de puro sabor oriental, la filiacion de Toledo, atribuida primero al héroe egipcio, desfigurada y mal entendida despues por los que se la aplican al alcides griego del mismo nombre? Si esta explicacion no satisface por completo, convengamos, sin embargo, en que derrama un rayo de luz sobre las espesas tinieblas de la antigüedad, que hasta ahora se habian creido impenetrables.

Y no es esto solo.

la

Virgo, segun la teogonía antigua, significa la rusticidad y sencillez de los tiempos semíticos, á la vez que la virilidad У fuerza de las creaciones adelantadas, la justicia junto con la sabiduría, la experiencia que enseña seguida del desengaño que mata. Ora es la triforme Diana, hija de Júpiter y Latona, la Hécate enamorada del gentil cuanto infortunado Endimion, que con sus sesenta ninfas oceánidas recorre los bosques y florestas, los montes y cañadas, persiguiendo la caza y recogiendo los ópimos dones de la naturaleza todavía vírgen; ora la misteriosa Céres que une en la tierra á los hombres con el lazo del trabajo, y hace caer bajo su guadaña las doradas mieses, y da ser á la agricultura, primer eslabon de la cadena con que ató el destino á los pueblos al salir de su infancia. Ya simboliza á Rhea ó Cibeles, la caligenia ó gran generatriz de la especie humana que saca á la tierra del caos, dando principio á la vida que se realiza en el espacio, y á los sucesos que completa el tiempo. Ya representa á Themis y Minerva, polos del mundo moral y científico. ¡Qué más? Virgo es la Sibila de Virgilio que sentada en su trípode anuncia á las gentes los oráculos del Dios de Delos, la Deitóbia de Cumas que pide la inmortalidad para su cabeza, y desesperada ó abatida ve desaparecer ante sus ojos valor y juventud, generaciones é imperios, pueblos y reyes, antes de soltar los últimos granos de arena acumulados en

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