Revista española de ambos mundos, Volumen1

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Est. tip. de Mellado., 1853
 

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Página 398 - Lo común y mezquino desdeñando, Ansié por lo terrífico y sublime. - Al despeñarse el huracán furioso...
Página 401 - Al sostenerla en mis amantes brazos... ¡Delirios de virtud!... ¡Ay! desterrado, Sin patria, sin amores, Sólo miro ante mí llanto y dolores. ¡ Niágara poderoso ! Oye mi última voz : en pocos años Ya devorado habrá la tumba fría A tu débil cantor. ¡ Duren mis versos Cual tu gloria inmortal ! Pueda piadoso Al contemplar tu faz algún viajero Dar un suspiro a la memoria mía. Y yo al hundirse el sol en Occidente, Vuele gozoso do el Criador me llama, Y al escuchar los ecos de mi fama Alce...
Página 398 - ... del precipicio altísimo: mil olas, cual pensamiento rápidas pasando, chocan y se enfurecen, y otras mil y otras mil ya las alcanzan, y entre espuma y fragor desaparecen.
Página 395 - Precipita ante sí la muchedumbre De las olas del mar. Pueblos y reyes Viste hervir a tus pies, que combatían Cual hora combatimos, y llamaban Eternas sus ciudades, y creían Fatigar a la tierra con su gloria. Fueron : de ellos no resta ni memoria.
Página 579 - ¡Ved! ¡llegan, saltan! El abismo horrendo Devora los torrentes despeñados: Crúzanse en él mil iris, y asordados Vuelven los bosques el fragor tremendo. En las rígidas peñas Rómpese el agua: vaporosa nube Con elástica fuerza Llena el abismo en torbellino, sube, Gira en torno, y al éter Luminosa pirámide levanta, Y por sobre los montes que le cercan Al solitario cazador espanta.
Página 408 - Mis ojos doloridos no verán ya mecerse de la palma la copa gallardísima, dorada por los rayos del sol en Occidente ; ni a la sombra del plátano sonante el ardor burlaré del mediodía, inundando mi faz en la frescura que espira el blando céfiro.
Página 575 - Averno, ó bien se acoge á las inmensas alas de la clemencia celestial. Su polvo cubren los cardos y ominosa ortiga ; que sobre las reliquias de los muertos jamas brotaron apacibles flores, si no las riega del afecto el llanto.
Página 306 - EL FILÓSOFO Y EL BUHO Por decir sin temor la verdad pura Un filósofo echado de su asilo, De ciudad en ciudad andaba errante Detestado de todos y proscripto.
Página 579 - Miro tus aguas que incansables corren, como el largo torrente de los siglos rueda en la eternidad : así del hombre pasan volando los floridos días y despierta el dolor.
Página 411 - A nuestro amor los arrancó! La tumba Encierra las inmóviles cenizas; Los ligeros espíritus pasean En el aire sereno de la noche En torno de los que aman, y responden A sus dulces recuerdos y suspiros En misteriosa comunión. Creedme; No lo dudéis: por esto son tan dulces Las solitarias lágrimas vertidas En la tumba del padre, del esposo O del amante, y el herido pecho Ama su llanto y su dolor piadoso.

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