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bida como castellanas en el Diccionario de la Lengua: tales son haldeta que usa Moratin en aquel verso de sus Naves de Cortés:

de azul y negro las haldelas de ante;

esmangamazos, que, sin el prepuesto privativo, leemos en aquellos versos del cancionero de Baena,

A ty mangamazo syn otra tonsura,

por mí será dada muy gran penitencia;

(Págs. 447 y 481.)

laminero, que tanto divierte á los castellanos cuando lo oyen á algún aragonés y que, sin embargo, no sólo es muy natural derivado de lamer, y muy parecido á lamistero y lamiscado, sino que se ve usado en el Arcipreste de Hita,

La golosina tienes goloso laminero;

á placer, que vemos en aquel romance:

en corte del rey Alfonso

Bernardo à placer vivía;

pintar, que usan nuestros pastores por tallar, aunque justo es decir que la Academia lo hace sinónimo de escribir, explicando bien ambas versiones aquellos versos encantadores de Gil Polo:

mas serate cosa triste

ver tu nombre alli pintado (señalado en mil

no creo yo que te asombre

tanto el verte allí pintada, etc.;

robles).

mueso, ó bocado. que derivado de morsus (de donde después almuerzo) se halla como provincial de Aragón y, no obstante, lo encontramos en el Poema del Cid:

Nol' pueden facer comer un mueso de pan,

y en el de Alejandro aunque con varia lección, y en los poetas del Cancionero de Baena:

E luego será de todo vengado

el mueso podrido que dió el escorpión

Mas freno sin mueso é chapa

vos daría aun emprestado;

peñora y carilalero que explican Berganza y Merino, dando á pennora el significado de multa y prenda, y á caritas el de refección de bebida tras la colación y lección espiritual; tastar, que si bien se halla en sentido de tocar, derivado de tactus, también tiene en Berceo el de probar ó morder en aquel verso,

Que de meior boccado non podriedes tastar;

macelo, cuyo derivado macelario no incluye la Academia, pero sí en sus vocabularios los eruditos PP. Berganza y Merino; vencejo, de vinculum, que aunque admitido por la Academia en significación de ligadura, sobre todo para atar las haces de las mieses, lo declara D. Tomás Antonio Sánchez privativo de Aragón al explicar el verso de Berceo,

Alzáronlo de tierra con un duro venceio;

cutio, que en Aragon significa constante, diario, no interrumpido, conforme con su etimología, quotidie, quotidianus, y que la Academia escribe y explica de otro modo, poniendo cutio, trabajo material, (1) y omitiendo absolutamente en su Diccionario el adjetivo cutiano (quotidiano) que leemos en el poema de Alejandro,

Un pasarï ello que echaba un grant grito
andaba cutiano redor de la tienda fito,

y en Berceo,

facie Dios por los omes miraclos cutiano,

y en el célebre Villasandino,

Pues memento mey cutiano disanto;

de, partícula expletiva que se usa en la frase me dijo de antes su parecer, y en otras parecidas, y que también usan nuestros clásicos como Cervantes <<tan bien barbado y tan sano como de antes,» y el obispo Guevara «y sus pueblos quedaron como de antes perdidos.»

Añadiríamos á estas algunas otras palabras y frases que, siendo muy familiares en Aragón, y no teniendo

(1) Vestida de color de primavera

en los dias de cutio y los de fiesta;

dice Cervantes en el cap. IV de su Viaje al Parnaso, y en este sentido la Academia admite día de cutio como día de labor.

nada de exóticas ni nuevas, están excluidas no obstante del Diccionario de la Academia, por donde oficialmente resultan no ser castellanas, mientras son positivamente, ya que no aragonesas, de uso aragonés; pero atribuyendo este silencio, no á decisión magistral sino á descuido inevitable de aquel sabio Cuerpo literario, no adicionaremos el anterior catálogo ni aun con las dos que por ahora nos ocurren. Es la una llevar la corriente, frase que hemos oido á castellanos puros y que usa el Duque de Rivas (poeta cordobés) en el romance último de su Moro Expósito,

«<le acaricia, le lleva la corriente.»>

La otra es la voz medicina que no se define por la Academia sino como «ciencia de precaver y curar las enfermedades del cuerpo humano,» y que en sentido de medicamento (1) es en Aragón vulgarísima, se usa mucho

por los facultativos y se lee con frecuencia en las Ordinaciones del Hospital de Zaragoza 1656, siendo además común á la lengua italiana y al dialecto catalán, pero que no puede formar parte de nuestro Diccionario cuando la vemos usada en todos los más distinguidos escritores castellanos, desde Cervantes á Espronceda, desde Quevedo hasta el poeta popular Trueba, y lo mismo en fr. Luis de Granada que dice, sin los tormentos de los médicos y las medicinas, en Mexia,

(1) En ese sentido la usa la misma Academia en la voz medicinar, pero repetimos que no define y por tanto no admite á medicina en sentido de medicamento; mejor lo hace Covarrubias que dice: «MEDICINA la facultad que el médico profesa y los remedios que aplica al enfermo.>

como el buen médico sus medicinas, en Guevara, y lo poco que las medicinas le han aprovechado, en Rhúa, que sana la herida con medicinas lenitivas.

Pasando ahora á uno de los más notables grupos en que pueden dividirse las palabras aragonesas, digamos en honor suyo que este pueblo ha conservado un gran número de las que constituyeron el habla antigua castellana, siendo ya consideradas como arcaismos, fuera de uso algunas, y no pocas que acá nos son del todo familiares, y que en parte componen el más usual vocabulario de la gente inculta, cuyos modismos excitan hasta cierto punto la compasión de quien los oye, ignorándose, áun por nosotros mismos, que así hablaron los padres del común idioma castellano.

Sería, en efecto, un trabajo muy curioso el de reunir las voces, incorrectísimas hoy, de las clases últimas del pueblo, y observar su perfecta identidad, no ya con las que se emplearon en los siglos primeros del habla, sino áun con muchas de los escritores que florecieron en el siglo XVI (1). Llegarían esas semejanzas hasta el punto de ser fácil componer todo un discurso, y áun todo un libro, con palabras tomadas del antiguo castellano, que sin embargo serían exactamente las que usa con predilección el pueblo aragonés; bien que muchas

(1) A fines de él, en 1593, se formaron é imprimieron los Estatutos y Ordinaciones de los Montes y Güertas de Zaragoza que se reimprimieron en 1672 <sin alterar ni mudar sustancia, sino algunos vocablos antiguos que se han puesto al lenguaje de ahora; y sin embargo en esa última edición se ven usadas las palabras, metad, tuviendo, hubiendo, imbiar, ciesped, estase, rabaño y otras parecidas, así como en las Ordinaciones del Hospital de Zaragoza, 1775, se habla de rudillas limpias, y en el Memorial de todo un Catedrático de teología (D. Manuel Cavós, 1755) de que en la Universidad podía resultar alguna trageria.

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