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de ellas no dejan de ser comunes con el ya bárbaro dialecto que todavía conserva el estado llano en toda España, Sean ejemplo de esta observación, sin que por eso abultemos con ellas nuestro Diccionario, las palabras niervo, omecida, gomitar, buticario, reconvinió, proluengan, filicidad, tuviendo, entreviniendo, abellota, quisiendo, previdencia, risistir, pidir, dicir, recebir, vieda (veda), siguidilla, ambrolla, crocodilo (latino puro), virificar, ogepcion, asasinar, etc. Séanlo también mesmo, trujo (1), agora, escuro, enantes, dende, que los poetas dicen con frecuencia. Séanlo igualmente estentinos, malmeter y rancar que usa Juan Lorenzo de Segura; emparar que se lee en Berceo; bulra, estoria, estruir y mandurria que emplea el arcipreste de Hita; churizo (2), previlegio y rétulo, que nos dice Covarrubias; rabaño y aspárrago que forman más con la etimologia hebrea y latina; pedricado, que dice el rabí D. Santob; cantacio, estentino y otras muchas que se ven en el Cancionero de Baena; empués, que dice Marcuello (pero también Berceo); agüelo y cudicia Aldrete; acontentar el autor del Diálogo de las lenguas; inconvinientes, encorporar y muchas otras Zurita; riguridad Tirso de Molina; mesmamente el P. Isla; aguacil, asperar, ceminterio, concencia, conocencia, dormiendo, entroducion, irnos (vamos), iñorancia, jatara, sabo y

(1) Es muy curiosa, sobre este vocablo la opinión del autor del Diálogo de las lenguas: dice que es más suave truxo que traxo, aunque en latin es tracit y que por la misma razón que ellos (los cortesanos, caballeros y se ñores) escriben su traxo escribo yo mi truxo, y añade que escribe saliré y no saldré porque viene de salir.

(2) Rosal pone en su Vocabulario churizo y no chorizo, é incluye algu. nas palabras de las primeras que llevamos citadas.

saba, (sé y sepa), estroperar, y foribundo el dramático Lucas Fernández; deciembre los Estatutos de Zaragoza en 1564; regueijo, cumpletas, mochachos, rediculo y salvaje unas Relaciones de Fiestas; perjuiciales, desanchar y pedestralillos, el P. Martón; cuenta y ojebto el analista Sayas; catredal el Conde de Villahermosa D. Martin; argulloso, is (vais), devantar y atorgar D. Jerónimo Urrea en su novela inedita D. Clarisel de las Flores; probes, niervos, traducio y destruiciones el famoso poeta Herrera en su defensa propia contra el ataque del Preste Jacopín á propósito de las Anotaciones de Garcilaso.

Pero estas palabras no son otra cosa, aunque saludadas con el nombre de barbarismos, sino ligeras desviaciones eufónicas de otras verdaderamente castellanas: las hay que siendo notadas en Castilla como arcaismos, son en Aragón bastante corrientes, y de ellas citaremos (aunque no hagamos uso de todas en el Diccionario): abejera, aconsolar, afigir, afirmar, almuestas, aplegar, apoticario, árcaz, asin, asisia, asumir, azarolla, bahurrero, batifulla, batimiento, bogeta, buco, cadillo, calendata, cablieva, canso, capacear, casada, cocote, coda, espedo, fajo, fendilla, ferial, fosal,, interese, marzapan, mayordombria, mida, mueso, nano, ostaleros, otri, pasturar, peñorar, tardano, tributación, etc., de cuyo catálogo, que pudiéramos no sin dificultad engrandecer, se deduce lo que ya hemos indicado, es á saber, la religiosidad con que el pueblo ha guardado la antigua manera de hablar, haciendo en él la ignorancia las veces del respeto.

No son menos recomendables, pues son igualmente

puras y perfectamente conformes con la índole ó genio del idioma, las palabras compuestas que ostenta el aragonés. No hay para qué decir la belleza y el número que de los compuestos resulta; ni la facilidad con que la lengua española los admite, merced a sus terminaciones vocales y á la buena proporción en que entran estas letras; ni la condensación que producen, economizando circumloquios y particulas; ni el uso que de ellos hicieron las lenguas antiguas, principalmente la griega: todo es demasiado conocido para necesitar explanarlo, y mucho menos aquí en donde por otra parte no tiene su principal asiento. Pues bien: de estas composiciones que deben tomarse, si no es en las ciencias, dei fondo que ofrece el propio idioma (según lo insinuó Mayans con acierto, tomando cabalmente por ejemplo una voz aragonesa), hay algunas, entre las muchas, que á cada paso inventa la conversación, como aguacibera, aguallevado, aguatiello, ajoarriero, ajolio, alicáncano, alicortado, antecoger, antipoca, apañacuencos, arquimesa, arrancasiega, babazorro, botinflado, cabecequia, carasol, casamuda, cizamoscas, contrayerba, entrecavar, escondecucas, gallipuente, habarroz, hurtadineros, malbusca, matacabra, matacan, miramar, paniquesa, rabiojo, sobrebueno, sobrecielo, tragacantos, zabazequias.

Y si de los compuestos pasamos á los derivados, que son una parte tan principal, y por ventura la más numerosa de los idiomas, ¿cuántos nos encontraremos en Aragón, cuya mayor parte debieran adoptarse por la Academia? Permitasenos ofrecer de ellos una muestra, la cual, contribuyendo á esclarecer este punto, dejará

también probado que en la conservación tenaz de sus modos de hablar, generalmente proceden los aragoneses con una lógica instintiva, muy ajena de la especie de extrañeza depresiva con que son saludados sus provincialismos, Véanse sino, las palabras aceitero, adinerar, afascalar, agramar, aguachinar, agüera, ahojar, aladrada, alaica, anzoleto, añero, apabilado, apenar, aquebrazarse, arrancadero, arrobero, asolarse, azutero, bajero, boalage, bolsear, brazal, cabecero, cabezudo, cabreo, calorina, callizo, canalera, cantal, capolado, capucete, casera, comprero, collete, cresarse, crujida, cuaternado, culturar, cunar, chorrada, defenecer, dentera, desbravar, descodar, desgana, encerrona, engafelar, enzurizar, esbafar, escorchon, escorredero, estribera, frontinazo, galgucado, helera, huevatero, jetazo, juguesca, lavacio, manifacero, mañanada, maseta, matacia, mitadenco, molada, ocheno, oleaza, parejo, pastenco, peduco, picoleta, plantero, pulgarillas, racimar, repaso, saquera, simoso, sondormir, sudadero, tardada, ternasco, cenderia, volandero.

Hay otras muchas palabras que difieren muy poco de las correspondientes castellanas, resultado necesario de la varia eufonía de las provincias, á veces de la mayor ó menor fidelidad etimológica, y no pocas del simple decurso de los tiempos, que refinan 6 adulteran, pero no para todos, el idioma. Vocablos hay que varían la terminación, como abejero por abejaruco, ancheza por anchura, apuñadar por apuñear, azanoriate por zanahoria, balsete por balsilla, blanquero por blanqueador, capaza por capacho, cargadal por cargazón, corrinche por corrincho, chaparrazo por chaparrón,

dalla por dalle, exigidero por exigible, friolenco por friolento, perera por peral, pescadero por pescadero, picor por picazón, rocador por rocadero. Unos se han sincopado en Aragón, como abrio por averio, albada por alborada, cartuario por cartulario, censalista por censualista, cobar por cobijar, chapear por chapotear, mida por medida, zanguilon por zangarullón: otros al contrario, se han alargado por epéntesis, como aliron por alon, bienza por binza, cadiera por cadira, carracla por carraca, empedrear por empedrar, hilarza por hilaza, jarapotear por jaropear, marrega por marga, panso por paso, valentor por valor. Unos suprimen por aféresis la sílaba inicial, como caparra por alcaparar, dula por adula, jada por azada, jambrar por enjambrar, pedrada por apedreada, zafran por azafran: otros la toman por prótesis, como amerar por merar, asesteadero por sesteadero, atrazar por trazar. Unos pierden la final por apócope, como alum, brócul, caparrós, espinai, por alumbre, bróculi, caparrosa y espinaca: otros la toman, como rondalla por ronda. Algunos duplican una letra, como acerolla, sarrampion, por acerola, sarampión: otros son anagramáticos, como amorgonar y arraclan, por amugronar y alacrán: otros obedecen más al origen latino, como bufoneria, calonia, concello, curto, grámen por buhonería, caloña, concejo, corto, grama: otros padecen la leve alteración que algunos gramáticos llaman antitesis, como sucede en achacarse, albellon, alcorzar, almadia, alganillas, aradro, bofo, boteja, cogullada, ensundia, furrufalla, garufo, gayala, jijallo, lezna, mandurria, panolla, restrojera, rujiada, tamborinazo y vendema, cuyas equivalencias

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