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controversias de Chiaja, que me imagino seguir los pasos de Juan de Valdés y sus amigos, oir sus animados coloquios, presenciar sus giras por los jardines, confundirme con ellos y admirar y abrazar á mi ilustre comprovinciano. Y no es ésta, continúa, una ilusion vana, destituida de razon, y sin otro apoyo que el espíritu de paisanaje: se funda mi entusiasmo en hechos reales, en aseveraciones terminantes de contemporáneos del suceso, en trabazon tal de coincidencias, que no cabe fingir; y en una tradicion literaria, que no se ha interrumpido con objecion alguna sensata.› ‹Tengo la satisfacción de decir muy alto que Juan de Valdés escribió el Diálogo de la Lengua, seguro de que no habrá quien con razones lo desmienta. El Sr. Menendez Pelayo á quien, como al Sr. Caballero, no se podrá achacar de poco reflexivo y propenso á hacer gratuitas afirmaciones, escribe, á continuacion de recordar los que aseguran ser J. de Valdés autor de la obra tantas veces citada: El que esté enterado de la vida que hizo Valdés en Nápoles, de sus solaces literarios y academias dominicales, y haya leido el Diálogo de Mercurio, tendrá la evidencia moral, ya que no la material, de este hecho: basta ver el cuadro para estampar al pié el fécit (1).

Del lado de estas opiniones parecía inclinarse Ticknor y desde luego se inclinó Gayangos, al traducir á éste, fundándose en indicios vehementes y en testimonios autorizados. El interlocutor principal en el Diálogo, se llama Valdés: ha estado en Roma: ha vivido en Nápoles y en otras poblaciones de Italia: es persona notable y de mucha autoridad: habla de Garcilaso de la Vega, como si existiese á la sazon: y el insigne conquense, conocía la Ciudad Santa; había vivido á orillas del azulado y transparente golfo partenopeo; era hombre sapientísimo y escritor de tal gerarquía, que es su obra una de las perlas de la prosa didáctica. Además no medió un lustro, entre su muerte y la del Virgilio y Petrarca de Toledo. Todo esto de un lado, las alusionss que abundan en el Diálogo, las persecuciones de que fué objeto y lo aseverado por Llorente y Clemencin, inclinaron al Sr. Gayangos á creer de Juan Valdés el Diálogo de la Lengua, que es la opinion de la Academia Española, la cual lo ha incluido en el catálogo de autoridades del idio

do histórico sobre el orígen y progresos de la Comedia y del Histrionismo en España (t. I, ps. 14 y 15) dijo, que entendia ser el autor de la obra, Alonso de Valdés, natural de Cuenca y discípulo de Pedro Martir de Angleria. D. Bartolomé J. Gallardo aceptó esta opinion, pero luego convencióse de que era Juan el que había escrito el Diálogo. Quizá influyese, la rotundidad con que el respetable Clemencin lo afirma, en uno de sus comentos al Quijote (t. IV, p. 285) 1835.

(1) Lib. IV.-Cap. IV.-Tomo II.-Historia de los heterodoxos españoles.

ma. Y nada más acertado; pues ni el Maestro Fernan Perez de Oliva; ni el correcto y de elocucion fatigosa Cervantes de Salazar; ni Pedro Mexía, tan plumbeo como Erasmo; ni el festivo médico del Duque de Gandía, Francisco de Villalobos; ni el humanista Pedro de Rhua; ni cuantos manejaron en el siglo xvi la difícil forma literaria del diálogo; ninguno tuvo las dotes de Juan de Valdés, ni produjo una obra del mérito de la suya, en la que, no obstante la poca amenidad de un asunto de gramática, el interés no decae y la animacion y el movimiento están sostenidos. Y al dar por terminada esta nota, he de consignar que merece el cariño de España, el sabio Dr. Boehmer, tan conocedor de la vida y escritos del heterodoxo de Cuenca. Al Profesor de lenguas romances de Strasburgo, debemos curiosas noticias biográficas de Valdés y de varios tratados de éste, encontrados en la Imperial de Viena, por el incansable investigador, que con sus vigilias, sostiene el amor de sus compatriotas á la lengua de los Luises y Mariana, á la sombra de la calada aguja, que fué un dia confidente de Goethe.

Pag. 16; maldiciendo la tierra de Aragon. En 24 de Octubre de 1347, celebró D. Pedro IV solio de despedida en Zaragoza, en el Monasterio de Predicadores, en el que confirió la investidura de gobernador del reino á su hermano D. Jaime; anuló el juramento prestado á su hija; remitió al Justicia muchas causas pendientes; satisfizo todas las peticiones; dió la razon que le movía á cerrar las Córtes; aseguró que volvería lo más pronto posible á celebrar nuevas; declarando á instancias del jurado Ezpital que, por la prorogacion, no pudiese nunca seguir daño á los fueros, leyes y libertades aragonesas.

Libre ya el rey de los de la Union, devueltos á él los caballeros de los rehenes y decidido á vencer á aquéila por la fuerza, resolvió D. Pedro abandonar la ciudad, sin que se atreviesen á acompañarle los consejeros, nombrados por las Córtes, por temor de que los entregase al verdugo, no bien llegaran á Cataluña. Salió el Ceremonioso precipitadamente de Zaragoza: al llegar á la barca del Gállego, miró exquivo á los que le acompañaban y por separarse de ellos lo más pronto posible, ni esperar quiso á que le pasaran una cabalgadura; durmió en Pina, donde recibió el juramento de algunos partidarios que le allegase D. Pedro de Luna; y despues de concertar algunas medidas contra la Union, prosiguió su viaje hácia la tierra catalana. Al siguiente día, al ver destacarse, allá lejos, entre la bruma del horizonte, á Fraga, prorrumpió, en la exclamacion, á que alude el Sr. Borao:-bendita seas, dijo, tierra poblada de leales, bendita seas de Dios nuestro Señor, que nos ha permitido salir libres de esa tierra traidora y rebelde, de Aragon. Mas como hay Dios, que me lo han de pagar, bien caramente.

Pág. 20; Alfonso II.--Alfonso II, como D. Pedro el Católico, D. Jaime el Conquistador, D. Pedro III y como antes el Conde Ramón Berenguer y D. Dulce, es, uno de los Mecenas de la gran familia de vates, que sucedió á Guillermo de Poitiers. No fué éste el Adan, por decirlo así, de los trovadores, segun se lee en libros muy apreciables. La poesía provenzal, cuyas mantillas fueron de púrpura, á fuer de nacida en estancia palaciega, tuvo intérpretes mas antiguos que el Duque de Aquitania, contemporáneo del Cid.

Las gracias encantadoras del estilo de Guillermo, que fué un poeta sino profundo, fácil, gallardo, armonioso, suponen que recibió de sus antepasados un arte. Además él nos habla de la tension, como siendo un género, ya conocido. Por esto la generalidad de los críticos sostienen, que el licencioso Conde de Poitiers, que inspiró al Boc cacio su desenfadado Mazzeto di Lamporecchio, y que escribía á la vez que canciones, la música de ellas, de lo que tenemos un recuerdo en la tragedia de Santa Inés, si es el primer trovador de quien quedan obras escritas, fué precedido de numerosa legion de líricos, cuyas poesías se han perdido. Tampoco es el primer trovador español Alfonso II: lo fué Berenguer de Palasol, célebre por su hermosa figura, delicados modales, galantería exquisita, por su destreza en el manejo de las armas y por la dulzura y sencillez de su sentimental laud. Bernardo de Palasol, nació en el Rosellon, en los dias del penúltimo Conde, Gaufredo III ó bien sea, en la época del cuarto Ramon Berenguer, padre del D. Alfonso que trovó. Este monarca, notable por sus hazañas, por la felicidad que irradió sobre sus súbditos, por su diligencia, por su sagacidad, por su sabiduría, y no tanto por la virtud que le supone el epíteto por qué se le distingue, es el Augusto de la poesía provenzal, pues tuvo esta, en el reinado de èl, un siglo de oro; y es así mismo el David profano de ella, porque tensionó y cantó amores. Casi todas sus tensiones se han perdido. Sólo se conserva, una con Giraldo de Borneil, á quien D. Alfonso amaba con mucha ternura; otra que Milá supone pertenece al protector de Vidal y del Monge de Montaudon; y una cancion amorosa.

Pedro II.-Solo comparable á los Médicis, por el carácter de sus protecciones, por la influencia que en su ànimo ejercía todo cultivador de las letras y por su exquisita organizacion poética. Tan plenamente influyeron en él los trovadores, que fué á Muret, porque así plugo á los sirventesios de éstos.

Sus poesías se han perdido. Sospéchase sea suya, la parte del diálogo que á él pertenece, en una tension mutilada, entre Giraldo y el héroe de las Navas.

La proteccion de D. Pedro II á las letras, es de las mas fecundas conocidas. No debiéramos otra cosa á su patrocinio, que el poema caballeresco de Jaufre y bastaría para decirlo así.

D. Jaime I.-Protector de los sabios de su tiempo, fundador de Universidades, lo gloriós En Jaume, tuvo tiempo para guerrear, para acaudalar las letras catalanas con el oro y la púrpura de las orientales. Tan cariñoso Mecenas de los trovadores fué, que los acogió en sus estados, al verlos sin patria. Quadrio, Zurita y algun otro, afirman sin probarlo, que el ilustre Rey, fué trovador.

No se conserva poesía alguna de él, ni se sabe que la escribiese. Lo que sí fué, literato doctísimo, gran legislador, gran historiador, gran cronista. Su Chronica ó comentari, comprensiva de tots los fets et les graties que Nostre Sennor li feu, es, uno de los tesoros mas ricos de la centuria del Campanile de Florencia y de la Divina Comedia, del Código Alfonsino, del Cementerio de Pisa y de las catedrales. «Escrita con suma naturalidad y frescura, dice Amador de los Rios de esta obra, ofrece al par, el interés de un diario y la regularidad de una historia, esquivando á menudo los excesivos pormenores: la narracion, familiar casi siempre, raya á veces en lo épico é iniciado el Conquistador en el conocimiento de las Sagradas Letras, salpíc ala con frecuencia, de oportunas máximas y piadosos versículos, que acreditan su saber y su talento.>

La Crónica de D. Jaime, es el solio en que la lengua catalana, recibe la gerarquía de literaria. Sencilla y pintoresca en su lenguaje, no desdeña en algunas de sus páginas la gala y el primor de la retórica, acreditando cuán bien conocía el monarca el idioma de Castilla, que hàblaban muchos de sus vasallos. Él cultivó, sin embargo, la lengua de la muchedumbre, mas semejante á la hablada en su niñez y como aquella, no ejercitada todavía en la prosa literaria». Se ha dudado sobre la autenticidad de la Crónica de D. Jaime, lo cual parece imposible, pues como dice el ilustre Rosseeuw Sainte Hilaire, basta leerla para convencerse de lo contrario. Ninguno de los críticos que han hablado de los provenzales, atribuye á D. Jaime, historia escrita, en la lengua en que cantaron los trovadores, sentados en el tronco de los laureles de Provenza ó en las justas en que era dama, la espiritual Isaura. No se conoce prosa más antigua que la de este libro, en Cataluña, donde merced á determinadas condiciones políticas, llegó á constituir una literatura, lo cual quizá no logró en su pátria, la poesía segada en flor, en los maldecidos campos de Muret.

D. Jaime fué además que autor de la Chrónica, del libro de la Saviesa. Al compilarlo, tuvo presentes los tratados del Bonium y los Ensenna

mientos et castigos de Alexandre, traidos al habla vulgar, bajo los elevados auspicios de D. Alfonso X el Sábio. Y hé aquí á dos reyes, siendo el uno, el primer historiador vulgar de Castilla, y el otro el primer cronista de los catalanes, en antigüedad y mérito.,

Pedro III- La única poesía de Pedro II que se conserva, es el serventesio escrito, cuando la Francia, con auxilio de la Iglesia, preparó la invasión que tan desdichada fué para Felipe el Atrevido. Dícese que al retirarse los franceses en derrota, el Leónidas de las Panizas compuso un canto de triunfo. La crítica no ha pronunciado todavía su veredicto, acerca del contenido de verdad, de la afirmacion anterior.

Y puesto que he hablado de uno de los reyes más grandes de toda la historia, no puedo resistir á la tentacion de trasladar aquí, el retrato esculpido por un poeta sublíme, en el bronce de sus inmortales ter

cettos:

.....Quel che par si membruto

D'ogni valor portó cuita la corda.

El Infante D. Pedro.-En 1327, celebróse con verdadero fausto, la coronacion de Alfonso IV, en la que este recibió de sí mismo y concedió á muchos infanzones, la órden de caballería. Terminadas las ceremonias religiosas, cantáronse unas composiciones del Infante D. Pedro, por los afamados juglares (que nombra el Sr. Borao); por En Romaset y En Nouellet y tambien por En Comí, que era el mejor cantor de Cataluña. El primero dit un sirventesio, explicativo en su sentencia, del sentido moral de la corona, la poma y la verga, atributos de la potestad real, lucidos por el monarca en aquel acto; el segundo dix en parlant setcens versos rimats que 'l dit senyor Infant En Pere auia nouellament feyts é la tensó el regiment sove tot lo regiment que l dit senyor rey deu fer e la ordinació de la sua corte et de tots los seus officials, axi en la dita corcom en totes les sues provincies; y el tercero cantó una canço novella. Segun el Herodoto de Peralada, el órden en que hiciéronse oir los cantores, una vez alzadas las mesas, fué, En Comi precediendo á Nouallet y despues de Romaset.

Las aludidas composiciones, escribiólas el virtuoso Conde de Ribagorza, con el fin de dar útiles enseñanzas á su hermano y no por vanagloria suya, que harto sabida es la modestia del que, sepultado en el luto del recuerdo de su esposa, en 1358, tomó el cordon sagrado de San Francisco. La forma elegida por el Infante D. Pedro fué, la que caracteriza su edad y las obras todas que en ella produjo el ingenio, la forma didáctica, que era una necesidad de nuestra cultura, entonces, que la poesía catalana, acaudala da con los tesoros del Libre de la Saviesa, tenía por ejes, el sentimiento del honor y el patriotismo.

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