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Moratin niega que En Romaset, En Comi y en Nouallet desempeñasen, en la coronacion de Alfonso IV, los oficios indicados, al asegurarnos, que las obras del infante representáronse, cantaron y bailaron por Don Pedro y por los ricos hombres, acompañados de algunos juglares. Esta aseveracion, no razonada por el ilustre poeta, nació desmentida, pues Ramon de Muntaner, testigo de vista de la coronacion, que describe en su preciosa crónica, define con claridad, el carácter de las composiciones cantadas y recitadas. No pudieron ser representadas, porque no tenían formas dramáticas.

Este pleito lo ha ganado á Moratin, el mas grande de los historiadores catalanes.

Pedro IV.-Títulase Llibre de les ordinacions de la real Casa d'Aragó fetas per lo rey, Enpere ters rey d' Aragó la obra á la cual debe el sobrenombre de Ceremonioso, y que, segun se consigna en algunos M. SS., trata del regiment de tots los oficis de la sua cort. Dícenos el sabio Amador de los Rios, que de este libro extractóse el tratado de las Coronaciones, que en el Códice del Escorial sirve de apéndice, al de los días de Fernando III, el Conquistador de Sevilla.

En la Biblioteca Escurialense consérvase, como oro en paño, una version castellana del siglo xvi, dedicada al Príncipe D. Cárlos, por su criado Miguel Clemente. El del Puñal, fué no solo dado á los estudios, sino que pulsó, con delicadísima mano, el laud y aspiró al lauro del historiador. Sus Memorias son una autobiografia, caracterizada por la severa sencillez que distingue el Comentario del Conquistador de Mallorca; y en ellas està admirablemente retratado el caracter de aquel monarca, que parece un anuncio de Fernando V. Lo que no encontrareis en las páginas del Ceremonioso es, la ruda ingenuidad, la franqueza bellísima, que cautivan en Mossen Diego Valera, en Gonzalo F. de Oviedo y en el Herodoto de Peralada, poeta á la vez de musa digna, generosa y varonil, aguerrido soldado, Canciller y maestro racional en Galipoli, señor y alcayde en Gerba, que, solitario en la alquería de Giluela, ciñendo ya militares laureles, tejió para sus sienes la corona de oliva de las artes de la paz:- Ramon de Muntaner. La sinceridad de los libros de éste, no se halla en la Crónica de D. Pedro; ni tampoco es la soberanía de la verdad, tan plena en ésta, como en aquéllos.

Sí; el celo de la verdad, no animaba de igual modo al pérfido y gran rey, que al autor de la famosa presichanza á D. Jaime II y D. Alfonso, en 1324. Mil ejemplos podrían citarse para probarlo y entre ellos éste :-la nota de impío lanzada sobre Alfonso X por Colmenares, en su Historia de Segovia, y por Zurita, y aceptada por el P. Mariana y el P. Feijoó. obra fué de D. Pedro IV, segun ha demostrado el Marqués de Mondéjar,

y obra que ha amargado no poco los manes del más sábio de los reyes de Castilla, ya vindicado de injustas é ignorantes acusaciones; en cuya tarea han tenido no pequeña parte, Nicolás Antonio, Velazquez, Sarmiento, Rodriguez de Castro y Amador de los Rios.

Pere Miguel Carbonell, poeta y traductor ó imitador de la Danza general de la Muerte, olvidado por el insigne Torres Amat en su Diccionario, en su obra Chroniques de Espanya, incluyó la de Don Pedro el Ceremonioso desnaturalizándola. El distinguido literato Don Antonio Bofarull lo ha demostrado así, en la introduccion que precede á su Crónica del rey de Aragon D. Pedro IV el Ceremonioso ó del Punyalet, escrita en lemosin, mejor dicho en catalan, por el mismo monarca........ (Barcelona, 1850).

D. Pedro cultivó tambien el mirto de los trovadores. Sus versos, guardados se hallan, en ese sancta-sanctorum, que se llama Archivo de la Corona de Aragon; y son peregrina muestra del sentido didáctico de la poesía erudita de entonces y testimonio de que el Rey, pertenecía á la Escuela de Tolosa. Amat, Bouter wek y Latassa, nos dan cuenta de ellos y así mismo de la carta dirigida por D. Pedro á su hijo D. Martin, remitiéndole tres cobles. D. Próspero Bofarull dió á conocer las poesías del Ceremonioso, en pliegos litográficos, en 1828, y más tarde publicáronse, en la Coleccion de documentos inéditos del Archivo, por uno de los bibliófilos más doctos de España, quien tanta gratitui debe el renombre del vate catalan y castellano y prosista latino, Carbonell.

De la decision de D Pedro el del Puñal, en pró del impulso de que fueron partidarios el Vengador de Coradino, el Conquistador, y el héroe de las Navas, mártir en Muret, tenemos la prueba más gallarda, en el Diccionario de Rimas, que de su órden escribió Jaime March, cuyo manuscrito original, propiedad un día del hijo de aquel loco sublime, que engarzó un mundo en la corona, en que ya lucía el sol, entre sus diamantes, hállase entre lo que resta de la Biblioteca de Fernando Colon, en la hermosa catedral sevillana. Léese en el Códice:-este libro costó ansi encuadernado doce dineros en Barcelona por Junio de 1536, y el ducado vale quinientos ochenta y ocho dineros.

Juan I.-D. Jaime el Conquistador inaugura aquel período de más de dos siglos, en que él escribe sus Memorias, con sencillez embelesadora y con el sentido moral más elevado, el libro de la Sauiesa, que es la página más hermosa, que nunca ha inspirado el corazon; en que Muntaner pulsa la lira para conseyllar son senyor en tot ço que pusca de bé y corta su pluma, con el cuchillo almogávar, para recrearnos con originalidades, como la coronacion de Alfonso IV y con su épica crónica, que es un dechado de naturalidad y gracia; en que el erudito y circunspec

to Desclot produce las graves, sobrias é hidalgas páginas de las Conquestes de Catalunya y sus monumentos históricos Marsilio y Puigpardines Ꭹ el Ceremonioso; en que viven Arnaldo de Vilanova y Raimundo Lulio; en que Francisco Ximenez, el Obispo de Elna, inmortalizase por su Christid, Martorell por Tirante el Blanco, Vidal de Besalu por la Dreita manera de trovar, Mafre Ermengaut por el Breviari de Amor, Vidal de Castelnoudary por su Guillermo de Barre, que conocemos por las vigilias de Pablo Meyer; en que el Rabbi-Jahudâh-ben-Astruh extiende la influencia didáctico- simbólica en Cataluña, con sus Paraules des Savis; y en que los poetas se llaman Jaime Febrer, Domingo Mascó, Anversó y Jaime March que instituyeron (á los dos últimos me refiero) en Barcelona, la Academia de los Juegos florales, bajo los auspicios de D. Juan I, tan amador de la ciencia gaya ó gaudiosa. De este noble Consistorio de la Gaya ciencia fué mantenedor, en su primera restauracion, el Marqués de Villena, uno de los hombres más grandes de la historia de España; como que con justicia ciñe la corona de Minerva y la tejida por Apolo, con el laurel de Dafnis. Se ha dicho, refiriéndose al Arte de trovar de este insigne amador de la poesía de Provenza, que D. Juan I solicitó permiso del monarca francés, por medio de una embajada solemne, para que dos mantenedores de la Academia de Tolosa, viniesen á Barcelona, á establecer un Consistorio, á imagen y semejanza del de la ciudad, en cuyo limpio cielo, se cortaron las mantillas de seda de alguna de las literaturas modernas, y en la que los vates disputaban con alegría de corazon, la violeta de oro. Ningun documento cita D. Enrique, en apoyo de su afirmacion soberana, y en los conocidos, incluso en el diploma dado por el Amador de la gentileza á los poetas Anversó y Jaime March nombrándolos maestros y defensores de la Gaya doctrina, no se menta la embajada. Mas sea verdad ó no, lo que sí lo es, que en el ocaso del siglo xiv, protegido por D. Juan I, establecióse en Barcelona un Consistorio, fiel remedo de aquella Gaya companya de Trobadors de Tolosa, de la que fué iniciador y fundador principal quizás, aquel Ramon de Vidal de Besalu que, como nuestro buen Arcipreste de Hita, salpicó sus versos de picantes apólogos.

Alfonso II, el Casto!, Pedro el Católico!, Jaime el Conquistador!, Pedro el Grande!, Pedro el Ceremonioso!, D. Juan I!; hé aquí seis monarcas aragoneses, á los que deben gratitud el laud de marfil que sonase en las márgenes del río que dá cuna, palacio y sepulcro de diamante á la más sentimental de las flores y el parlar gent de Tolosa, sirviéndome de la frase de Cardinal. Sus nombres merecen ser recordados con cariño, en Arlés, donde quizás tuvo el Dante una de

sus visiones más sublimes y se encontró la Vénus que ha dado á conocer los celos á las de Milo y Médicis; en Nimes que tiene, entre otros atractivos, el de su bellísimo coloseo; en la falda del Vantur; en las colinas poetizadas por tradiciones, cual la de la Culebra-Hada y la Cabra de Oro; en la peña de Baus; en las orillas del Garona y del Ródano que alumbra el sol de rosa, de topacio ó de púrpura, segun las horas del día, que esmalta en Tolosa, las torres de S. Saturnino ó las de la iglesia de la Daurade que sirve de tumba á Godolin y á Clemencia y que alumbra todo ese país, de que es adorador, un jóven á quien el porvenir guarda la corona de gran poeta, que obtendrá, perseverando en su propósito de merecerla. Aludo á mi cariñoso amigo Emilio Alfaro, que con pincel tan brioso, ha pintado la muerte de D. Pedro II, en aquel Guadalete de la Historia de Provenza, que se llama combate de Muret.

Pág. 36, Fuero de Calatayud -Acreditanos la existencia de una poblacion hebrea, en la márgen más célebre del Jalon. Compruébanlo preciosos documentos, que Amador de los Rios exhibe, en su monumental Historia de los Judíos. Cenac de Moncau, considera á Calatayud, (Calat-al-Yehud) como de orígen hebreo, significando su nombre, Castillo de los Judios. Los historiadores y geógrafos àrabes, suponen mahometano á Calaát Ayub ó bien sea al Castillo de Ayub.

El Fuero que motiva esta nota, tiene deuda de agradecimiento, no menor, que con el malogrado Sanchez Ruano el de Salamanca, con D. V. Lafuente, uno de los hombres que más han ilustrado en este siglo, el nombre de Aragon.

Pág 72, Fr. Luis de Aliaga. El más activo y discreto de los bibliófilos modernos, D. Bartolomé J. Gallardo, juntando las poesías del maldiciente Villamediana, que se referían al antiguo Inquisidor, despues de haber leido y releido el Quijote, sospechó que Aliaga pudiese ser el encubierto Avellaneda. El amor propio de los doctos, venía picado desde el siglo anterior y ya Pellicer, había desembrozado el camino, persiguiendo la clave del enigma. La curiosidad quedó satisfecha muy luego. D. Adolfo de Castro, ya en 1848, pronunció el nombre del Confesor de Felipe III, como sinónimo de Avellaneda y atribuyò el descubrimiento, no sin que Gallardo se agraviase, á Cavaleri. Como D. Cayetano Rossell, D. Aureliano Fernandez Guerra, en su biografía del P. Aliaga dice y lo razona, que el audaz que osó continuar el más original de los libros, fué el famoso aragonès, que Quevedo juzgó y retrató de mano del maestra y que nos dan noticias, Cabrera de Córdoba, Blasco de Lanuza, Ballester y D. Ignacio Camon, á quien debemos unas Memorias literarias de Zaragoza.

Los eruditos más respetables, señalan hoy con seguridad, los pasajes de Aliaga y de Cervantes, que explican y comprueban la observacion ó conjetura indicada.

Pag. 100, nota; Cansós de la crozada contra 'ls erejes d' Albegés.—Mucho se ha discutido, acerca de quién sea el autor de este poema, que me atreveré á llamar carlovingio, por su ritmo y por su forma narrativa y descriptiva. Raynouard, dando crédito á lo que la cancion dice, en su comienzo, lo atribuye á Guilhen, un cler que fo en Navarra, à Tudela noirit, pois vint à Montalbá.

Fauriel asegura, que el autor nació en la comarca meridional, extendida entre el Pirineo y el Ródano; Campillo sostiene, que fué español; Milá sospecha, que fuè un tal Guillermo, trovador errante, hijo de España, oriundo de Gascuña y establecido, en un barrio franco, de Tudela quizás; y Pablo Meyer, ha pronunciado la última palabra en esta cuestion, probando, que la parte primera del poema es obra le Guillermo de Tudela, familiar del Conde Balduino; y que la segunda es obra de un trovador tolosano incógnito.

Pag. 148, La Gran Conquista de Ultramar.—«El reverso de D. Alfonso el Sabio fué D. Sancho el Bravo, su hijo. Sus dos nombres los califican. Faltóle al padre la bravura que al hijo le sobraba: hubiera hecho mucha falta al hijo, una parte siquiera de la sabiduría del padre. Quéjase con justicia, el insigne Amador de los Rios, de que el no menos insigne Lafuente, llame indocto, al fundador de la gloriosa Universidad de Alcalá, siendo monumentales las producciones escritas por la pluma de oro de Sancho IV ó traidas al habla de Castilla, por su mandato. Una de éstas es, la Grand Conquista de Ultramar, que casi todos los historiadores suponen publicada, con el nombre del más sabio y desventurado de los Reves. La Academia de la Historia, en un Informe luminosísimo, la adjudicó al hijo de D." Violante, de acuerdo con lo que se lee en los códices mas viejos y en el manuscrito, que con solicitud se guarda, en la Biblioteca Nacional y que es coetáneo ó muy poco posterior á D. Sancho. Dada esta circunstancia; dado que en las páginas de D. Alfonso, no hay alusion alguna á la citada obra y sí en el Libro de los Castigos; es innegable, que fué familiar, antes de 1292, al rebelde sucesor del Conquistador de Murcia, la Estoria de Ultramar, conocida despues por el título de Grand Conquista; en cuyo trazado entraron muchas tradiciones romancescas de diversa índole, la Historia de Guillermo de Tiro, el Speculum de Beauvais, del que S. Luis regaló un precioso ejemplar á D. Alfonso, la Crónica turpina, declarada auténtica por Calixto II, segun Tiraboschi y traducida al francés, ya en tiempos de Felipe Augusto, por Miguel de Harnes.

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