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sobre el compromis de D. Juan Fernández de Heredia (1368), cuyos documentos se hallan en el archivo de la Audiencia de Zaragoza, escaso en general de los anteriores al siglo xv; la nota escrita al frente de un libro compuesto antes de 1382 por D. Juan Pérez de Mugreta y copiada por Latassa en el tomo II de su Bibloteca antigua; las palabras que de D. Juan I nos traslada Blancas en sus Comentarios y el discurso de la corona pronunciado por D. Martín en 1398.

Entrado el siglo xv, ya el punto que debatimos ofrecería toda la evidencia imaginable, y á la verdad ni aun lo traeríamos á cuento sino fuera por continuar la materia hasta la definitiva reunión de las coronas; pues por lo demás, es ya muy poco lo que hacen á nuestro intento, as la proposición y el juramento de Fernando I que se conservan integros, como la hermosa carta de Juan II escrita en la vispera de su muerte à su hijo D. Fernando el Católico, como la mucho más famosa del Justicia Gimenez Cerdán, como las obras del Infante D. Enrique de Aragón, autor ó digamos traductor del Isopele hystoriado, como las del principe de Viana á quien debemos naturalizar en Aragón para nuestro objeto, como las del poeta Pedro Torrellas y el famoso Pedro Marcuello, de cuyo prosáico, pero muy curioso poeta, se conserva el ejemplar manuscrito de un libro de devociones, todo en coplas de arte menor, que dedicó y entregó á los Reyes Católicos en 1482 (D).

(1) Hemos tenido el gusto de haberle á las manos y merece, como obra artistica, los elogios que le tributa Latassa: está escrito en vitela y letra gótica y tiene muchísimas y muy bellas miniaturas, pero en su texto hay harto menos que admirar, y á veces se entremezclan en las devociones los intereses particulares del autor, por ejemplo el de mejorar de alcaydia.

Para terminar ésta, que es la primera parte de las dos en que dividimos nuestro trabajo, no será inútil añadir algunas líneas acerca del reino de Navarra, cuyas analogías con el de Aragón son bajo más de un aspecto reparables. Los orígenes de la reconquista fueron á la verdad idénticos en ambas comarcas, habiendo lidiado unos y otros en las montañas, que los árabes llamaban indistintamente tierra de Afranc, y habiendo contribuido de consuno á la creación de la nueva monarquía con las limitaciones que ya son de todos conocidas. Viniendo á más claros tiempos, se sabe que Alonso el Batallador dió fueros aragoneses á un gran número de pueblos de Navarra, concediendo á Tudela el privilegio zaragozano de Tortum per tortum, que consistía en la facultad de desagraviarse cada uno á si propio, y otorgando á la misma villa y á todo lo que hoy es su merindad el fuero de Sobrarbe que más tarde se convirtió en fuero general de Navarra. También es cierto que aunque éste no pertenezca en su lenguaje á la época de D. Ramiro, á quien algunos refieren su confección, fué por lo menos arreglado en castellano para los navarros en el siglo XII, copiado para la reina el año 1346 con los de Jaca y Estella en idioma de Navarra, confirmado repetidas veces á algunos pueblos áun en el siglo XVI, impreso en 1686 y 1815, con supresión de ciertas penas y pruebas demasiado bárbaras ó indecentes. y observado en mucha parte (1) hasta nuestros días, siendo todavía frecuente en los escribanos el exten

1) En la Prefación de los fueros de Aragón, 1624, se dice que con los de Sobrarbe vivieron por mucho tiempo los navarros.

der los contratos matrimoniales à fuero de Sobrarbe (1). Igualmente se dió á algunos pueblos, pero en latín, el famosísimo de Jaca, concediéndose ya en 1129 á los francos que poblasen el Burgo de San Saturnino en Pamplona y todavía en 1497 á Santistéban de Lerin.

Y si á todo esto agregamos las afinidades que habían de imprimir entre alto-aragoneses y navarros sus mismas montañas al norte y su misma ribera al mediodía; sus hermandades establecidas en los siglos XIII, XIV y xv; su casi idéntica legislación; sus iguales condiciones é intereses durante la reconquista; su común origen monárquico, cuando no (como aconteció también) sus mismos reyes; su compañerismo en las más notables empresas, como en las batallas de las Navas y Alcoraz, y finalmente su mútuo comercio, en que se sabe que Zaragoza surtía á Navarra (como consta de documentos pertenecientes al siglo XIV) de artífices, fisicos, medicamentos y áun toreadores; fácilmente se convendrá en la perfecta conformidad de su lenguaje, respecto el cual podrían ser comunes todas las observaciones que llevamos hechas, debiendo añadir solamente que, apesar de hablarse el vascuence en muchos pueblos, el lenguaje oficial fué sin embargo el castellano, sin que de aquel idioma primitivo exista un solo monumento ni en el archivo de la Cámara de Comptos ni en el de la Diputación de Navarra.

Pues bien: si se concede á este reino la analogía que

1) De Sobrarbe de Tudela, como dice siempre Yanguas, á quien se debe en parte la primera copia que los navarros han tenido de él, pues les ha sido desconocido muchos siglos hasta que en 1833 se sacó un traslado para el archivo de Pamplona por el académico, hoy obispo en Palma, D. Miguel Salvá. y otra de esta por D. José Yanguas para el de Tudela.

de hecho tiene con el de Aragón, y si partiendo de ahi son licitas las pruebas que de él emanen para confirmar las que llevamos expuestas, entonces podemos asegurar que, aparte las obras poéticas del gusto é idioma lemosin (2), en lo demás todo conduce á demostrar que Navarra sintió la influencia aragonesa y que allí no se usaron los idiomas latino, lemosin, francés ni vascuence, sino sólo el castellano desde que tuvo nacimiento. Cuantos documentos hemos examinado nos han conducido á esa misma conclusión: hemos observado que hasta la mitad del siglo XII no hay un solo documento que no sea latino; que desde entonces se ha usado con preferencia al latín y con exclusión de otros el romance puro; que el fuero general de Navarra, el cual tiene pasajes tomados à la letra del de Sobrarbe, entre ellos el prólogo y el artículo I sobre la elección de rey, ofrece una muestra del lenguaje ya bastante. formado que se usaba en la primera mitad del siglo XIII; que en las donaciones, privilegios y demás instrumentos públicos hay absoluta analogia con las prácticas y el lenguaje de Aragón hasta en las fórmulas ó

(1) En la Memoria sobre el feudalismo que, premiada por la Academia de la Historia, ha sido publicada en 1856 por su autor D. Antonio de la Escosura y Hevia, se entiende por Coronilla de Aragón la reunión de Navarra, Aragón, Cataluña y Valencia, y respecto de los dos primeros reinos se dice muy bien que fué uno mismo el origen y causa de ambas monarquías, simultáneo su desarrollo político, idéntica su legislación civil, y su progreso y marcha social de un mismo carácter con poco sensibles diferencias. (páginas 40 y 49.)

(2) En 1847 publicó D. Pablo de Ilárregui un poema lemosin sobre la Guerra civil de Pamplona (sig. x) compuesto por el francés Guillermo Aneliers: esto como se ve no es literatura navarra, pero se cita porque en el prólogo contiene algunas observaciones, conforines con las nuestras, relativas al uso, pero no uso vulgar, del idioma lemosín.

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rúbricas curiales; que esto no se verifica sólo en los pueblos comarcanos al reino de Aragón, como Tudela, Cascante y otros de esa merindad, sino áun en los más avecindados al Pirineo, y por consiguiente más sometidos à la influencia francesa ó vascongada; que és finalmente en casi todos ellos tan idéntico con el de Aragón el dialecto familiar, como que apenas hay palabra ó frase que no les sea perfectamente común, observación que hemos hecho prácticamente recorriendo el reino de Navarra antes y después de formar nuestro Vocabulario, pero que no puede hacerse sobre el Diccionario de las palabras anticuadas que contienen los documentos de Navarra (por D. José Yangüas 1854), en donde, si bien se hallan explicadas cerca de mil quinientas voces, son simplemente anticuadas á nuestro entender (esto es, corrientes en los documentos de Castilla) muy cerca de mil de ellas, siendo curiosas y dignas de estudio (algunas por su origen francés) unas cuatrocientas, y no llegando á cuarenta (2) las que, co

(1) Véase una muestra de lenguaje, que suponemos inédita, tomada de un documento que, con otros varios del siglo XIV, hemos visto en el archivo municipal de aquella ciudad. Es un Ordenamiento sobre distribución de aguas, su fecha 1254: Memoria sea para todo tiempo ad in perpetuum como auemos las aguas de Tarazona..... los de Tudela todos los doce neses del annyo en cada mes.... e deuen ir el alamin cristiano e el alamin moro con lures cauacequias guardas, et deuen ir á Tarazona el XXI del mes, por la almoceda e deuen citar á los zabacequias del rio mayor de Magallon et a todos los otros zabacequias de los otros rios de Tarazona, e a otro dia de la manyana, que es XXII dias, que sean todos en la presa de Magallon al sol salido, etc..

(2) Tales son adala, atrebudar (atreudar), aturar, calonia, cena, comanda, cuitre, doncas (duncas), dula, encalzar (engalzar), emparanza, encara. escaliar, ganancia (hijos de) goaitar (aguaitar), greu (greuge), honor, jubero, lecxa (leja), lezda, mala-voz, meitadenco, parar, pareilla, rabal, vistraer, zabazequia y salmedina.

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