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Corporación literaria, y no se concibe cómo pudo desentenderse de esta autoridad el naturalista de Asso: pero hay otras, y á fé muy bellas, como andario, asnallo, camomila, margarita, pajel, picaraza, polla de agua, tordo, tuca y verderol, que no tenían cabida en aquella edición (1), que en Aragón eran ya muy usuales, y que hoy han pasado al fondo común de la Academia, sin que de nuestra parte quepa contra esto reclamación alguna, como quiera que todos los idiomas viven de esos cambios mutuos, principalmente cuando la lengua de una nación prevalece (como su política) sobre los dialectos de las provincias que vienen á constituirla.

Pero hay que considerar como aragonesas algunas palabras que, si bien incluidas como castellanas en el Diccionario general de la Lengua, no puede negarse que son de uso constante, popular, y, por decirlo así, privilegiado en Aragón, mientras lo tienen muy raro ó ninguno fuera de él, pudiendo asegurarse desde ahora que, pasado algún tiempo, y cuando ya la Academia forme la convicción en que nosotros nos hallamos, habrá de conservarlas en su Diccionario con el carácter exclusivo de provinciales de Aragón (2). Aquí, en efec

(1) Terreros, cuyo Diccionario se publicó en 1786, incluyó las palabras andario, cama-mira, margarita, pajarel y tordo: la primera de estas voces fué incluida en varias ediciones de la Academia y en el Diccionario de Valbuena, pero dejó de serlo desde 1832.

(2) En la edición de 1822 la palabra buro no se halla, abadia está como provincial, cocote como aragonesa, apellido y arguelledo como castellanas: en la de 1813 y 1852 buro y apellido están como aragonesas, abadia y cocote como castellanas, alguinio y arguellado de ninguna manera. En la edición de 1726 hay palabras calificadas como aragonesas, que después han quedado fuera de las ediciones sucesivas; otras que allí no se hallan, como amanta y amprar y que después vemos como castellanas; otras, como bécada, que allí

to, se dice suplicaciones por barquillos, como en El Desdén con el desden; no marra por no falla, como en las farsas de Lucas Fernandez; aturar, como en Berceo «Abrán con el diablo siempre á aturar,» y como en Lorenzo de Segura, «Anda cuemo ruda que no quiere aturar;» amanta, amprar, arguello, arramblar, caño, malmeter, masar, paridera, punchar, rematado, vencejo, y otras varias (1) que se usan frecuentemente entre nosotros, y de las cuales y otras ya notó Capmany que algunas, como aturar, cal, dita, malmeter, ostal y pudor, eran á un tiempo de Cataluña y de Castilla.

De entre las palabras verdaderamente aragonesas aunque de apariencia castellana, de entre las palabras que, á cambio de otras citadas y consentidas como castellanas, tenemos que revindicar como nuestras y sólo nuestras, citaremos más detenidamente, por ser de las más vulgares en nuestro pueblo llano y sólo en él, la famosa expresión impersonal no me cal (no te cal, no le cal) en significación de no me importa, no me conviene, no me es menester, no me cumple, no tengo qué, etc., cuya frase, que no traen ni Covarrubias, ni la Academia en su Diccionario grande, ni el jesuita Terreros, ni Bosal en su Diccionario manuscrito, se halla autorizada en nuestros días como castellana por la Academia de la Lengua, pero usada como aragonesa

se indican como aragonesas y después han sido naturalizadas en Castilla. En la edición última (1852) alejera está como castellana: aliron y azarollo no se hallan sino en las últimas ediciones.

(1) Entre ellas casi todas las que D. Mariano Peralta incluye en su Ensyo de un Diccionario aragonés-castellano, suponiéndolas verdaderamente aragonesas, y que nosotros acogemos en el nuestro señalándolas con una indicación particular, mas sin habernos atrevido á igual licencia, como quiera que respetamos la autoridad legislativa de la Academia.

por solo nuestros labriegos.-En el Poema del Cid, hablando éste de los Infantes sus yernos, dice, Curiellos quiquier ca dellos poco min' cal, y más atrás, Si el rey me lo quisiere tomar á mi non minchal (Damas Hinard traduce al francés il ne m'en chaut): (1) en el Poema de Alejandro se lee,

non te cal ca se vencires

non te menguarán vasallos,

y en otra parte,

Mas quequier que él diga

á mi poco me cala:

en las poesias atribuidas á D. Alonso el Sabio (2) también encontramos,

E si vos veis este fuego

non vos otras cosas calen:

en el Libro de Patronio,

Ruégovos que me consejedes

lo

que viéredes que me cale mas de facer:

en el Laberinto de Juan de Mena,

Mas al presente hablar no me calc

Verdad lo permite, temor lo devieda:

(1) Si le roi me veut prende mon bien il ne m'en chaut! 230 Veuille sur eux qui voudra car d'eux peu m'en chaut. Trad de Damas Hinard.

(2) Su lenguaje no tiene ciertamente todo el aire de antigüedad que corresponde á su época, y de otra parte son muchos los que han puesto en duda la autenticidad de algunas obras del rey Sábio, entre las cuales recordamos á Berganza, D. Tomás Antonio Sánchez, Moratin y Quintana.

en las poesías de A. Alvarez Villasandino,

Ya no me cal

pensar en al:

en las farsas ó cuasi comedias de Lucas Fernandez n' os cale desemular: en la Lozana andaluza, libro obsceno de Delicado, «no os cale burlar que castigan á los locos:>>> en los Menemnos de Lope de Rueda: «no me cale hacer señas que calle»>: y, lo que es mucho más notable, en las epistolas del obispo Guevara, predicador de Carlos V, «no le cale vivir en Italia el que no tiene privanza de rey para se defender.>>

Pero aunque las autoridades que llevamos citadas han podido influir en la Academia para la admisión de esa voz, que sin embargo no vemos incluida en el gran Diccionario de autoridades de aquella Corporación, ni tampoco en el de Terreros publicado en 1786, debemos advertir que quienes la han conservado sin interrupción son los aragoneses, desde que (á nuestro parecer) la tomaron de los provenzales, en cuya poesía se halla usada repetidas veces, así como la tienen el idioma italiano en calere, el francés antiguo en chaloir, el catalán en caldrér, y, áun forzando un poco la analogía, el latín en calescere, agitarse, moverse, pudiéndose decir, no me mueve, no me agita, no me domina, no me da cuidado, no me importa. Del uso lemosin no puede dudarse al leer en una canción de Pedro III, no m' calgra. no me sería necesario, y en un poema anterior (1) per

(1) Tiene por objeto la Cruzada contra los albigenses, que empezó en 1204 y acabó en 1219: fué escrito en el mismo tiempo de los sucesos: se atribuye á Guillermo de Tudela, y se ha publicado oficialmente en París en 1837.

teneciente a los primeros años del siglo x y publicado y traducido recientemente por Fauriel,

Per Dieu, n' Ugs, ditz lo coms, nons clametx que nous cal,
Por Dios D.Hugo, dijo el Conde, no os quejeis, que no os conviene,

y más adelante al verso 4844,

A la merediana quel soleilhs pren lombral

el baro de la vila estan á no men cal;

esto es, «al medio día, cuando el sol penetra en todo sombrío y los defensores de la ciudad están descuidados»> ó «no están sobre las armas,» como viene á decir Fauriel, ó «están en un no me importa,» si fuera posible traducir así aquella expresión que de todos modos indica el abandono; y finalmente, verso 4913,

Mas non aia Belcaires temensa que nolh cal,

que Fauriel traduce, «Mais que Beaucaire n' ait plus de crainte; il n' en doit pas avoir» y que en castellano se puede expresar diciendo, «Pero no tema Beaucaire, pues no debe, pues no le corresponde, pues no tiene motivo, pues no tiene por qué.»

Haciendo punto en esta digresión, ya demasiado extensa pero no inútil á nuestro propósito, y anudando el pensamiento de donde ha partido, tócanos manifestar que, señaladas las palabras usadas por autores aragoneses mas no por eso aragonesas, é indicadas también las que á toda luz son de Aragón aunque todavía calificadas como castellanas, pudieran añadirse ciertas otras generalmente usadas en Aragón y que, á pesar de serlo en Castilla por escritores de nota, no tienen ca

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