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Ciceron; el orador forense, académico y político, de fama más universal; el primer escritor de los siglos, despues del jefe de la Academia; el que en el libro II de Divinatione, aludiendo al tono y á la pronunciacion de las palabras que constituían en la Península sin número de especies de dialectos, observa que los nacidos á este lado del Pirineo serían incomprensibles, si en el Senado hablasen, sin intérpretes; induciéndonos á creerlo Marcial en su epigrama,

Nos cellis genitos, et ex Iberis,
Nostræ nomina, duriora terræ,
Grato non pudeat referre versu.

Estas autoridades; monumentos arqueológicos, entre los que figuran tres bronces de Tiberio, acuñados en Emerita Augusta y los Vasos Apolinares; y el vascuence; nos atestiguan que hubo distintos lenguajes en la Iberia, aun en la época imperial. Además la razón comprende, segun dice el docto Fernandez Espino, «que las Españas, por más que el idioma oficial fuese en ellas el latin, no habían de perder el nativo; que esto tenía que ser obra del influjo de las ciencias y letras, y del transcurso de los años». Y si Roma dentro de sus sagrados muros no logró la unidad que en el siglo actual es aun un sueño, ¿había de conseguirla en las comarcas más apartadas del Tíber? Siguiendo la opinion de Marina, creo que el latin, «fué hablado por la generalidad de los moradores de la Iberia y empleado en los documentos que se referían á la administracion y al gobierno, á la religion y á la política», mientras cubrió este suelo, la sombra de la higuera de Rómulo; y siguiendo la de Amador de los Rios, que ni fué universal, ni popular en las Españas, aquella lengua; tan olímpica en las Oraciones del rival de Hortensio; tan casta, tan candorosa, en las églogas del cantor casi cristiano, que mereció tener de rodillas sobre su sepulcro á S. Jerónimo, ser invocado por el Dante y dormir bajo las ramas de un laurel plantado por Petrarca.

Y es acaso la madre de la del Romancero, el Laberinto, el Quijote, El Mejor Alcalde el Rey, y El si de las Niñas? Dificil es la contestacion, pues no siendo matrices ninguna de las

que concurrieron á formarla, si deseamos ver las primeras ondas, ola á ola y vallado tras vallado, hay que subir las largas sinuosidades del rio de los tiempos, hasta los continentes en que crece la flor del loto y tiene sus alcázares, una lengua que, hermana mayor de las indo-germánicas, es la llave que abre la puerta del viejo templo del arte antigüo: la Sanscrita, en la que teneis obras que, encerrando una faz del pensamiento del hombre, no valen menos que la Iliada; que las Teogonías de aquel Hesiodo, cuya cuna rodeaban las abejas atraidas por la miel que destilaban los labios del niño (1); que la epopeya que resume con esplendidez, la moderna literatura y desposa con anillo de diamante celeste, la musa clásica y el espíritu cristiano. Sí, la sanscrita, sin la que no es posible el estudio critico y comparado de las europeas: la sanscrita, elevada á la gerarquía á que de derecho le corresponde, desde que obtuvieron la de ciencia, la filología y la lingüística: la sanscrita, con la que, exceptuando la misteriosísima del monumental Altabiskarco cantúa, tienen semejanzas de vocabulario y organizacion todas las de Europa y principalmente, segun el inolvidable Canalejas, el griego, el gótico, el slavo, el celta, los dialectos teutónicos: la sanscrita de la que nacieron el púnico, la arábiga, la hebrea, las hablas indo-scitas, pues el filólogo y la etnografía han confirmado las declaraciones de Josefo, Meleagro, Gadareo, S. Agustin, Prisciano y del rabino español Moseh-ben-Mayemon, el Aguila de los doctores: la sanscrita, como indica de un modo vago y creen resueltamente Khalproth, Saint-Bartelemy, Calmberg, Fauriel y otros. Tal es la madre del latin, al que trasmitió voces, construcciones gramaticales y desinencias, como le trasmitió el ario directamente y por medio de la lengua de Simónides, Saffo y Eurípides, raices y espíritu. El sanscrito, no el celta segun cree Funcio, ni la hebráica, segun dice Ogelio, engendró la del Lacio; que no es mixta, cual asevera la doctrina abanderada en

(1) Los primeros comendadores de Hesiodo relatan este prodigio poético. Lo mismo refieren los de Lucano, del autor de la Farsalia; y lo mismo se ha dicho del Dante y de otros muchos.

Nieburh. Hé aquí la abuela venerable del habla del Romancero y del Alcalde de Zalamea, toda vez que ésta, segun acreditan todos los léxicos, procede del latin y ellatin del sanscrito. Si, la lengua de Castilla procede de la en que se escribió la Eneida: ved su arbol genealógico. Es innegable la existencia del sermo rusticus y del urbanus y la del provincial y eclesiástico, los cuales, por diverso impulso, modificaron el idioma en que Lucrecio describió la Sicilia, el Herodoto patavino produjo páginas que destilan abundantísima leche pura y candorosa y Horacio, el jovial Horacio, el poeta predilecto de la vejez, rióse de los vicios de los demás, con delicada gracia. Y es que el poderío de Roma, no pudo impedir en sus vastos dominios, los cambios en la pronunciacion y la sintáxis.

Que existían las clases de latin indicadas, ahí están diciéndolo las producciones escénicas de Plauto y las palabras rústicas, citadas por Suetonio: ahí, Ciceron, al quejarse de los muchos que en la Ciudad hablaban tan incorrectamente, que parecía la suya, diversa de la lengua docta. Es por demás sabido: el pueblo no siempre comprendía en Roma el latin literario. El Cardenal Bembo, señala á maravilla, las alteraciones de vocales y consonantes, en la pronunciacion del campesino y provincial de Italia. Solo doce letras conservan el aire original en nuestro alfabeto, segun Lebrija. En las ordenanzas dadas á Coimbra por Alboacem y en las Etimologías, existe la prueba de como el viejo y rudo sermo rusticus, iba absorbiendo al clásico. Mas, no adelantemos ideas.

La latina, primitiva en el ciclo moderno, y sintética, es fastuosa, de una variedad de flexiones inagotable; de una comprension que pasma; de un artificio en su sintáxis, merecedor de estudio. Su declinacion, la más delicada; sus conjugaciones, la envidia de las demás; y su hipérbaton maravilloso, concede al escritor libertad amplia.

A medida que sucédense las edades se trasforma; se introducen cambios en sus letras y la confusion en sus tiempos; se vulgarizan las terminaciones;-en una época, dibújanse en ella, al lado de los propios, los caractéres nacidos de la lucha entre patricios y plebeyos; en otra se la vé vivir, obedeciendo á una

ley suya é influida por el idioma de Demóstenes; en el Siglo de oro adquiere cánon y en el Imperio vé descomponerse los signos representativos de las ideas, cual si fuese una verdad, como Tiraboschi ha dicho, que en el propio ser del habla que tuvo su zenith en las Geórgicas y el último de sus hombres en Rutilio, está el gérmen de su decadencia. Que en Roma, donde la separacion de clases la determinaban distancias tan visibles, como la que media entre la cumbre del Capitolio y la cumbre del Aventino, hubo sermo rusticus es evidente;-y cuando se lee á Plauto y á Terencio; cuando se recuerda el sir número de palabras castrenses que alojáronse en la lengua popular del Tiber, al avecindarse en las orillas de éste los veteranos, que habíanlas traido, cree uno ver idiomas diversos dentro de las sacras murallas romúleas. El vencedor de Actium, en sus aspiraciones á la unidad, á la vez que reune á todos los dioses en el Panteon que Miguel Angel, levantará más tarde á los aires, convirtiéndolo allí, en corona del templo universal y eterno del culto de Cristo, apetece que todos le comprendan; y multiplica el uso de las partículas, convierte en más clara y jovial la lengua de los arvales, preparándola á recibir el espíritu analítico de las modernas. Sí, había el latin rudo de la casa del plebeyo, de los campamentos, de la ergástula; en cuyo latin, la pronunciacion, la conjugacion, la declinacion y las desinencias estaban atormentadas; sufrían las alteraciones que denuncian, las voces que ha conservado Aulo Gelio.

Vasallo aquel de la ley de la transformacion, modificóse por particulares motivos, en cada uno de los paises que conquistó ó colonizó Roma. Esta, al difundir por do quiera su cultura, segun dice muy bien Humbold, impuso lo que siempre fué, «el vehículo y el símbolo de la civilizacion»; y es frase de Borao. Mas la política indicada no se generalizó, hasta los dias del Imperio; y el Senado ni logró siempre romper la tradicion lingüística en los pueblos sojuzgados, ni al apoderarse de un pais le arrebató su índole y aire nativos. «Lo que sí en cambio hizo fué, aumentar con sus legionarios y colonias militares, las causas de corrupcion de la lengua.>>

Ahora bien; por irrecusables autoridades sabemos, como re

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cuerda Canalejas, que los hispano-latinos eran objeto de punzantes sátiras por sus voces provinciales; que los barbarismos galos ó célticos movían á hilaridad; que el lenguaje culto hallábase en estado mísero, al otro lado de los Alpes; que á Cumas, tan próxima á la ciudad de los Césares, no se le concedió el latin, hasta tiempos en que ya tiritaba en el éter la amarillenta estrella vespertina del antiguo mundo: y no olvidando que existían el ibero, el púnico, el galo, el celta, en las comarcas aprisionadas por las águilas del Tiber, se creerá con S. Jerónimo, que en las Españas, en las Galias, en Africa, la pronunciacion y la expresion del Lacio recibían el cuño de los hábitos y tradiciones del suelo que hubieron de regar con su sangre los héroes más sublimes; del que sombrearon los druídicos bosques talados por las hachas de César; y del de encendidas arenas sobre el que nació San Agustin y meditó Plotino; se descubrirán, tomando por guía á Ampere y Cantú, galicismos é italianismos en los autores de los días imperiales; se dirá con Castelar que los versos de Lucano huelen á Abril de la sierra de Córdoba y los de Marcial á Calatayud.

Si las leyes fonéticas varían del Septentrion al Mediodía, del punto cardinal en que nace el sol, simulando una rosa de luz, al en que se pone, simulando un igneo carbunclo; si el carácter de la raza influye en las creaciones de los pueblos y díganlo sino el Orlando y los Niebelungen, los cuadros de Zurbarán y los de Teniers, el S. Isaac de Moscou y el Campanile florentino, las puertas de Guiberti, el plato del lagarto de Palissy ó las estampas de Rembrandt; si la índole de la inspiracion española es la misma en todas las edades; en la que Lucano desdescribió el bosque marsellés y en la que Góngora produjo la cancion á S. Hermenegildo; en la que Marco Valerio pintó la felicidad de la vida con los iris de una moral consoladora y apacible y en la que Argensola censuró los vicios de la Córte; en la que Columela escribió su Huertecillo y en la que Rioja inmortalizó la rosa y la arrebolera en sus selvas; ¿cómo el latin no había de modificarse, segun los caprichos de la lengua, genio y raza del país, que dió al Imperio, el emperador más grande, el retórico más insigne, el filósofo más profundo, el

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