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se arabizó una parte de la grey sometida; que siempre el latin ó mejor el romance, quedó en general, como idioma del vulgo; que había entre los árabes, quienes lo hablaban ó entendían, si bien con más frecuencia, por el conocimiento de ambas lenguas, latinas y arábiga, solían servirse los mahometanos de los cristianos, como intérpretes y negociadores con los francos. No desapareció el latin: antes al contrario cultivóse con singular esmero por los doctos, que consagraron sus vigilias, á que se perpetuasen, en todos los idiomas, los tesoros literarios del cristianismo. Lo que sí aconteció es, que empezaron á enturbiarlo palabras arábigas. Luitprando afirma, en el siglo X, que en el octavo, las lenguas que había en España eran: el español primitivo, el cántabro, el latín, el griego, el caldeo, el árabe, el hebreo, el celtibero, el valenciano y el catalan. Sin entrar á discutir la nomenclatura, concíbese, cuál podía ser la plaza del habla en que se escribiese, con lágrimas de amorcillo y en pétalos de rosa, el epitafio de Adonis. El uso del hebreo y del caldeo, lo abona la presencia de los judíos en España. El español, el cántabro y el celtibero, habían sobrevivido á la conquista de Roma y confundiéndose con el latin, formaron el romance vulgar. El árabe invadió parte del territorio. He tomado á Villemain estos párrafos, para llegar á la conclusion de Amador de los Rios, á saber:-«que de lo expuesto se deduce, que en la época en que Alvaro se quejaba y lanzaba Samson sus caústicas frases, debilitado el mozárabe, la lengua cultivada con cariño, por los discípulos de Esperaindeo, empezó á perder la salud y más enferma cada día, llegó de esta suerte al año 1121; en que verificóse el casi universal destierro de aquella infeliz raza.

Desaparecida en Córdoba, la lengua que naciese de la mezcla del latin y el árabe, la España cristiana libre, cuyos atributos son, la yunta del colono y la espada del guerrero, segun la frase de Lista, cuando se sintió fuerte, cuando creyó consolidada la magna obra inaugurada por Pelayo, cuando los romances, si no á la juventud, llegaron al menos á la adolescencia, lɔs romances!, vivos desde el alba de la Reconquista, y de ello nos persuaden muchos documentos diplomáticos y los cronicones; cuando se consideró más fuerte que la morisma, dió tréguas á

su rencor y admitió al mudejar en sus villas y ciudades.

En la inscripcion de Santa Cruz de Cangas, en privilegios y escrituras que Borao tan perfectamente conocía, adviértese la huella popular, estampada en solecismos é idiotismos y que el habla de la muchedumbre, tenía el vigor necesario para romper la sintáxis y la forma de la diccion y para llevar á todas partes, el espíritu de rebeldía contra la gramática. Por cierto. que uno de los documentos á que aludo es, al que se refiere á la fundacion del monasterio de Obona por Adelgastro, y en él es visible, que el romance procede de más antiguo que del siglo VIII. En éste y en los dos sucesivos, posesiónase de la escritura oficial y de la docta, con la altivez que el guerrero cristiano clava la cruz en los adarves moriscos; vence á la tradicion clásica; y consentida y reconocida su heguemonía, el habla vulgar conviértese en escrita.

Aquellos lenguajes, indomables á la República y al Imperio más poderosos de la historia; que respetó el eximio Isidoro; que enriqueciéronse, desde el instante en que, caidas las barreras del Danubio, el bárbaro cambió por la púrpura, la piel de fiera que vestía; no bien sonó en los aires, el grito inmortal de Covadonga, empezaron á fundirse en el molde que les diese la línea fisonómica del romance. Este es el nombre de la obra, construida con los materiales hacinados en tierra española, por espacio de siglos. Los autores principales de ella, el arquitecto, el Brunelleschi, son los pueblos antiguos; mas no negueis á la presencia de los orientales en España, la parte que tuvo en el perfeccionamiento de creacion tan magnífica.

Desde la alborada de la Iglesia, moraban entre nosotros los hebreos, tan inteligentes, como la nacion más privilegiada entre las de raza-indogermánica, en las que siempre han florecido grandes civilizaciones. Dígalo sino la península, que tuvo en la antigüedad una Roma y en el Renacimiento una Florencia; y la que fué pátria de la hermosura, como destinada por Dios á ser la musa del arte; pucs al construir el Universo su artífice sublime, cortó una rama en el laurel del cielo, tendióla en la onda más pura de los mares, la sujetó á Europa y he aquí la Grecia exclamó. Industrial y comerciante en la España de

Ataulfo, Recaredo y Wamba, inofensivo para el cristiano, en la época que inaugura la lluvia de sangre del dia de Guadalete; el judío fué amigo del leonés, del navarro, del hijo de Castilla, del que lucía las barras del Batallador en sus pendones guerreros, hasta tal punto, que las artes de aquél, hiciéronse necesarias en las monarquías que luchaban con el moro, por la causa de la Cruz.

La lengua hebrea, inmaculada en Aben Hezras y en Maimonides, en el Kuzari del númen que Heine compara con Homero y en El manantial de la vida del profundo panteista, que antecedió á Spinosa y trazó veredas que ensanchó y prolongó el místico Jacobo Bohemen,.... la poética lengua hebrea, de una sencillez que ha inducido á muchos filólogos, á considerarla como embrionaria, ya se ha indicado el favor de que gozase, cuando D. Alfonso X agrandó el idioma de Castilla, al hacerlo heraldo y servidor de las ciencias. Y respecto al árabe, tambien se ha manifestado qué influjo ejerció en el romance, por medio de los cristianos sometidos y de la aljamia del mudéjar; del que dió vida á un género arquitectónico bellísimo, al que perteneció el Alcázar de Segovia y pertenecen el Palacio de los Ayalas en Toledo y el de los Mendozas en Guadalajara. Los orientales acaudalaron los romances, cuyo tesoro era latino en parte; y lejos de lograr desnaturalizarlos, sufrió quebranto el judío en su idioma. Dichos romances, invadiendo las comarcas de la morisma, fueron entendidos y aun hablados por ésta; como la del Yemen lo fué por hombres cual el Condestable Dávalos y salpicó de voces suyas las páginas del monarca insigne, que lo mismo lucía sabiduría en las academias, que gentileza, cuando montaba el bravo tordo que caracoleó en el centro de un ejército sitiador, en la rica vega de Murcia. De modo que los hijos del desierto y los de la Cruz, entendían y hablaban el árabe y el romance.

Del siglo vi al x, únicamente, en los escritores eclesiásticos y en el lenguaje chancillercsco, encuentránse los desfigurados despojos latinos, inaugurándose la transformacion que bajo las influencias locales, crea índole y fisonomía, á los idiomas españoles.

Iniciada la Reconquista, en las inexpugnables montañas pobladas de hombres de acero, que de seguro, no habrían sido acuchillados en un Guadalete, si Tarick hubiese desembarcado en el Septentrion, en vez de haberlo hecho en el Mediodía,-tres son los baluartes, en que se defiende la Cruz de Cristo.

Cataluña, en cuyos horizontes resplandecía la densa luz de las escuelas isidorianas; arrebatada al Islam por un brazo de hierro; vecina de Provenza, donde los Condes ejercen autoridad, no bien independízase ésta; Cataluña!, únese, por estrecho vínculo, á la region que tenía caracteres históricos análogos á los suyos; la semejanza que el íbero y el aquitano. En Provenza, como en el país del Belloso, las colonias griegas sobrepónense á los aborígenes y fundan, allá á Marsella, acá á Rosas y á Ampurias: en una y otro, implántase la dominacion de Roma, que á una y otro administra de igual manera y dá á sus ciudades el carácter de cultas: en una y otro hay pedazos del Imperio visigodo, ya encabezado por la capitalidad de Tolosa, ó ya encabezado por la capitalidad de Barcelona: en una y otro, es poderosísima la influencia de la Iglesia católica, de la gente monacal y de las conquistas carlovingias: en una y otro, el triunfo del estandarte del Profeta es anulado por idéntico esfuerzo: entre una y otro existen, desde la niñez, «relaciones de navegacion y de comercio, al par de las políticas, provinientes de las bodas entre condes soberanos y princesas provenzales, como la de Ramon Berenguer con Dulce (1).»>

Estas afinidades; este aire de semejanza, producido por la naturaleza y la historia; este consorcio del señorío de ambos paises, en la ilustre Casa condal barcelonesa; tenían que producir, los mismos resultados, respecto de la cultura y de la lengua, en los pueblos que constituyeron una nacionalidad literaria. Sí; porque, aunque fundamental la unidad de la lengua en oc, diferénciase del catalan, segun han demostrado Diez, en su monumental Gramática; y Milá y Fontanals en su admirable Libro de los trovadores.

(1) Castelar.

Emilio Castelar, que cada dia es más grande, en la tribuna y en las Asambleas de sabios, y cuyo es el privilegio de reproducir embellecida la ciencia, diserte sobre filología ó describa el Languedoc en la duodécima centuria, aludiendo á la distinción que crean entre el catalan y el provenzal, la distancia que separa á los Estados independientes y la rica variedad, propia de la Edad Media, dice, y sus palabras, son sin tilde é innegables: -«en la metamorfosis del latin al romance, torna formas opuestas á la provenzal, la lengua catalana: el sistema ortográfico apártase en ambas y esta separación descubre dos centros de cultura diversos; y en el verbo sustantivo, en las conjugaciones, en las partículas, en los diptongos, en el cambio de las vocales, esencialísimas resultan las diferencias, entre el lemosin de allende y el lemosin de aquende el Pirineo.» Y tenemos ya formado el glorioso romance, que había de oirse bajo el cielo inspirador de la Magna Grecia y en la cúpula de la Santa Sofía de Constantino.....

Creado el reino pirenáico y nacido el aragonés, al calor de la tradicion isidoriana, mientras los vascos montañeses hablaban su primitivo lenguaje, aparece en las riberas, un romance lleno, amplio, abierto, más rico quizás que el castellano, é idéntico á éste, desde la cuna, según Borao. Y en virtud de una ley parecida á la que apuntada queda, de la mezcla de su agreste idioma y del hablado por los fugitivos de la laguna de la Jauda, al borde de los despeñaderos de Asturias, brota el bable. «Silla cristiana más tarde, produce Leon, en sus cumbres y en sus llanuras, un idioma que refleja en sí todos los elementos, de antiguo atesorados en el suelo ibérico; cuyo idioma, hermanándose en breve con el de Castilla, grave y sonoro, ya en sus balbuceos infantiles quasi tympano tuba, le reconoce cierta supremacía. >>

Tambien allá lejos, en el pais de las vaqueiras y pastorelas, en el que amamantara trovadores, como Men Rodriguez Tenorio y Fernan de Lugo; en el de las verdes montañas é inspiradoras márgenes, aparece un dialecto enfático, elegiaco, dulce, que aun hoy, es el más propio para expresar los afectos puros.. el rubor con que la doncella, oculta el sentimiento

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