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damio que utilizó Lope para colocar la rotonda del Teatro, con Tárrega y Ricardo del Turia, había de acaudalar los tesoros del idioma de Aragon. Esto, en lo que se refiere á Cataluña. En lo que se refiere á Provenza, el influjo de los pueblos que constituyen una nacionalidad literaria, á la que pertenecen lo mismo Riquier que Vaqueiras, Vidal de Tolosa que Raimundo de Jordan de la Gascuña, fué tal, que lo portentoso es, que no resultase en Aragon un dialecto; y pregona aquél, el número de voces que hay en este DICCIONARIO.

La legitimidad de las propiamente aragonesas, la testifica la historia. Los mas antiguos documentos escritos que poseemos y los bilingües, de época anterior, acreditan la supremacía que fueron alcanzando, en remotos siglos, las nuevas lenguas, en Navarra, Castilla y Aragon; y respecto á los orígenes del idioma, nos persuaden de que cosa idéntica aconteció, en los tres reinos. Borao sostiene, de acuerdo con Escosura, nuestra superioridad sobre Castilla, en la ciencia política y en la Legislacion, lo cual no niega Marina y en cambio apoyan la tésis, hechos innegables, citados por D. Jerónimo, cuales son: —que á Jaca acudía el castellano á estudiar los fueros para trasladarlos á su patria; que el matrimonio de los clérigos, la ley sálica y la representacion en las Córtes del brazo de las Universidades, importáronse de nuestro país, en aquel otro al que dió leyes y en el que fundó una gran monarquía, el primer Emperador de España, Sancho el Mayor;-figura grandiosa, digna de un Plutarco.

Y afirma algo más Borao. Cree que la superioridad de Aragon alcanzó al idioma, á lo que asiente Monlau, sin duda, porque hubo para esta, las causas que determinaron las otras superioridades. El romance, hermano cariñoso del castellano en el suelo de los Jaimes, conserva desde la cuna el acento de sus antiguas tradiciones y el sabor de los caudales que confluyesen para enriquecerlo. Pasó ya á ser arqueológica, tan arqueológica como la hipótesis de Newton acerca del lumínico y el sistema de Ptolomeo en Astronomía, la creencia de los que con Villemain defienden, que en Aragon y Navarra, fué nativo el catalan ó provenzal. Los críticos han probado que el

romance, nacido á la sombra de las Barras Rojas, independientemente de Castilla, perfeccionado con lentitud y con alguna intervención de ésta, aunque con mejores elementos, derrochados en parte, ofrece idéntico desarrollo al que preséntanos en Asturias, en la tierra leonesa y en la que fué monarquía de San Fernando; y que existió antes de la época de D." Petronila. Lo acreditan, la última voluntad de Ramiro I, expresada en 1061, la de D. Sancha de Rueda de 1225 y varios documentos, de índole privada, que pertenecieron al monasterio de Monte-Aragon y al de Santa Cristina de Jaca, escritos en la época de la Casa de Barcelona y en los que medió gente de clerezia. Estas páginas bilingües, de los días en que fué declarada oficial y cancelaria la lengua de Castilla, aplicada á documentos públicos, nos enseñan que el aragonés al escribir, vacilaba entre si aceptar el habla vulgar ó el cortesano;-irresolucion que se insinúa, al pasar á los Condes el solio del Batallador y que arraigó, al servirse D. Jaime del catalan, en su Chrónica. Interesante libro éste!; regular, adorable por su vigorosa sencillez; en el que la narracion tiene un aire de verdad, que agrada mucho, la frase es propia y selecta, el lenguaje pintoresco é ingenuo y el aroma poético tan delicado, cual en las páginas en que Muntaner nos reproduce, á D. Pedro recogiendo el guante de Coradino ó la emboscada de Besalú.

El Conquistador nos convence con su historia, de que era maestro en el idioma de Castilla, usual en un buen número de sus súbditos; y si os fijais en las palabras que el rey escribe le dirigieron los moros latinados de Peñíscola, al rendirse la villa y el castillo, cuyas palabras recuérdannos la antiquísima leyenda de Apolonio (1), vertida del latin con libertad y buen gusto; si os fijais en lo que habla la flor y nata de Teruel, al ser invitada á la reconquista de Murcia, y en la índole de las frases, que D. Jaime atribuye á otras ciudades aragonesas, con

(1) Fué escrita en griego primitivamente y luego vertida al latin, cuyo códice encontró Marcos Valsero en Augsburgo. Dícese que el original griego está en Constantinopla; que su título es Vida de Apolonio de Tiana y el nombre de su autor Filostrato. Figura en Confessio amantis de Gower y en una coleccion, conocida por el título de Gesta Romanorum.

vendreis en que existía en Aragon un idioma, tan universal, cual lo fuese el lemosin en Cataluña.

Lo Glorios En Jaume, acredítanos también en su Comentari, que en sus años maduros juzgaba dignos intérpretes de la historia, á los romances españoles; confesándolo así, con actos y con la hidalga franqueza que dictáse la prohibicion de 1233, en homenaje al poder erudito eclesiástico. Y á fé que, á versiones aragonesas se refiere también sin duda, el célebre Statuitur.

Cualesquiera que fuesen los intentos de la Casa de Barcelona; sea ó no verdad que D. Jaime se propusiese en favor del catalan, una reforma parecida á la que, en favor del romance hiciese el sabio hijo de S. Fernando, amigo y confidente del que postró «con la energía de granado varon, la soberbia, la arrogancia, el fiero espíritu de los Ahones, Mendozas y Cabrebreras;» es lo cierto, que no fué la lemosina, la lengua del pais de las Barras. Lo que hubo fué, segun Borao dice, «un comercio recíproco entre aragoneses y catalanes, luego de unirse ambos estados, aceptándose aquí vocablos, desinencias y una parte de las letras catalanas»; comercío que debemos bendecir, porque cuanto procede de las literaturas sucesoras de las monásticas, ha colocado átomos de luz, en la vía-láctea del progreso.

Que el lemosin difundióse por la Corona de Aragon; que fué real y palaciego; que se usó en escrituras, cartas-pueblas, procesos, libros de cuenta y razon y actos del reino; que el legislador, el historiador y el poeta, sirviéronse mucho de él; que hasta el siglo xv, encontramos fueros redactados en impuro idioma latino; que el provenzal, generalizado en ciertos círculos por obra de D. Jaime, empezó á decaer en la décimo-cuarta centuria, á pesar del Consistorio de Zaragoza y quedó herido de muerte, cuando el Marqués de Villena «insinuó á un tiempo, el gusto aragonés en Castilla y la lengua de Castilla en donde venerábase la cruz de Sobrarbe; que hasta la centuria décimo-cuarta aludida, sirvióse nuestro pais natal del latin y del lenguaje de las páginas que Borao enumera, todo esto es obvio.

Sí, obvio es, que el catalan fué el idioma de la poesía, del palacio real y de algunos documentos oficiales; de lo que

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no se deduce que aquel fuese el literario, ni el popular, ni que Mayans esté en lo firme, al aseverar lo que nos recuerda Borao. Este, escudándose con documentos y con autoridades acatadas por los doctos é infalibles en buen número, demuestranos, que antes de que el sol llamease en el alfanje alzado á lo alto en Guadalete, tuvo lugar en Aragon una crisis lingüística, como en el resto de la Península; y que á semejanza de lo ocurrido al borde de los precipicios astures, se conservó y pulió la nueva lengua entre las hayas de Sobrarbe, en los nevados peñascos que sirviesen de cimiento al alcázar de la monarquía, en que el ser rey significaba, lo que un escritor respetable (1), expresó, en unos versos, inéditos hasta hoy. Demuéstranos, que no bien el estandarte de la Cruz ondeó en el llano, el guerrero

as Car montañés extendió, á compás de su reconquista, su infantilidio

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1) Me refiero al ilustre D. Manuel Lasala; y la composicion inédita es, un soneto que dice así:

FUEROS DE SOBRARBE.

E si non, non.
Pidan á Sennyor Rey, si vén pretende
A entuertos é desmanes dar holgura,
Que trayga á su deber la su cordura,
Ca ansí por fuero el imperar se entiende.
E si esta ley de somision no atiende,
Muéstrenle que el regnar, non siempre dura,
E que se membre de la sancta Jura,
Que al regno so el Justicia fizo allende.
E si en libianos stropiezos se anda

E s'afinca saez en roin tirano,

Cá con torpes traheres se desmanda.
Quiten de siella á rey tan mal cristiano,
E tornen dotro reye á la demanda
Maguer lo ferien por algun pagano.

Debo esta poesía, á la amabilidad de mi ilustrado compañero D. Marcial Lorbés de Aragon, que la encontró entre los papeles de su deudo, el insigne escritor. Interin llega el diá de que se coleccionen las pr. ducciones poéticas del Sr. Lasala, ningun hogar más cariñoso puede darse á ésta, que la pagina de un libro de Borao, á quien vivió aquel unido por la amistad más dulce.

influjo del pais de las cortes de amor, dió al habla de nuestros antepasados timbre provenzal; que sobre todo esto conservóse un lenguaje aragonés, que no necesitó uniformarse, ni al advenimiento de D. Fernando de Antequera, ni al recibir el Rey Católico la blanca mano de D.a Isabel; y que este dialecto, casi castellano, debió su semblante al carácter y al vigoroso espíritu de la tierra de las Barras, á las reminiscencias de la en que quedó tendido, entre laudes rotos, el cuerpo ensangrentado del más liberal de los antiguos monarcas, y al roce con aquellos hijos del Yemen, cuya dominacion dejó en la Península, la estela que forman, el alicatado revestido de aljófares del palacio morisco, las albercas rodeadas de arrayanes, en las que suena el surtidor como líquida guzla, los encajes, alharacas, crestería y bordados que creeis de hilo de oro y piedras preciosas, en el mirha cordobés. Sí; Aragon tuvo lengua, poesía y rima, desde el siglo VIII; una lengua que contribuyó á dar á la de Castilla los esmaltes de culta; una lengua en la que escribiéronse peregrinas páginas. Y demuéstranos con documentos, que por ser innecesario, ni enumero, ni analizo, que el lenguaje español fué, desde antigüedad muy remota, el hablado en este país.

De mano maestra traza Borac, el cuadro de la formacion y progreso del idioma aragonés; lujo de pruebas documentales nos ofrece en apoyo de su tésis, sacadas del arsenal de los siglos; y tan persuasivas todas ellas, como por ejemplo, las célebres cartas de Juan II y Jimenez de Cerdan, la proposicion y juramento de Fernando I, las páginas del traductor del Isopete historyado (1) y las obras del Principe de Viana, al que con buen acuerdo, naturaliza D. Jerónimo, en Aragon. El Príncipe de Viana! Qué gran figura! Tiene la alteza que en la república del saber y del arte, un Pero Lopez de Ayala, un Marqués de Santillana, un Villena; la alteza que el autor del Laberinto ó que Prudencio, cuyos himnos son, el incienso, el oro y la mirra de la poesía religiosa.

De afable condicion; hermoso y gentil; dado al estudio; vencedor en lides poéticas y morales; tan amigo de Alfon

(1) El infante D. Enrique de Aragon.

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