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so V, como de Alfonso la Torre, el de la Vision deleitable; tan honrador de Ausías March y de Mossen Juan Roiz, como de Juan Poeta, el infortunado hijo de un pregonero (1); danzador garboso; trovador ingeniosísimo; gran dialéctico; aficionado á los libros clásicos, sin desdeñar los de Italia; devoto de las Letras Sagradas, á fuer de cristiano, de las ficciones caballerescas, á fuer de caballero, de la Historia y las Leyes, á fuer de príncipe de elevadas miras; D. Cárlos de Viana vivió, sufriendo, leyendo y escribiendo libros importantes y requestas que producían agudas disputas en los ingenios de más renombre; á los que trataba con ingenuidad y sencillez. El asonó canciones que cantaba al son del laud ó la vihuela. Sus poesías tuvieron suerte desventurada. Él tradujo las Ethicas de Aristótoles de Leonardo Arezzo, acreditándose de fiel intérprete del gran observador, de portentoso erudito, de moralista, de entendido filósofo, de conocedor del latin y del romance, de cultivador esmerado de la frase de éste:-por cierto que si no dió cima á la árdua empresa de limpiar de errores la magna obra del maestro de Alejandro, fué, por las amarguras con que afligió al Príncipe, su padre. El estudió á Eusebio, Orosio, Leandro, Isidoro de Sevilla, Ildefonso, al Pacense, á Sulpicio de Compostela, á D. Rodrigo, á Lúcas de Tuy, á Vicente Bauvais; consultó los escritos de Fr. García de Enguí, obispo de Bayona, las crónicas todas de Castilla, Aragon y Francia; penetró en los Archivos; y ávido de lavar en las cristalinas aguas de las verdaderas fuentes históricas, las narraciones de la Edad Media; bajo el influjo de Italia; escribió su célebre Crónica; notable por el método, la claridad y la pasion por la exactitud, que en ella resplandecen; por ser entre sus libros, el de estilo más natural y lenguaje más suelto. Él en fin, fué autor de Epistolas y Lamentaciones, que vivirán siempre: y poeta, filósofo, orador y cronista, nutriendo su espíritu con la doctrina de otras épocas y literaturas, mereció la palma de oro de la inmortalidad. Pues bien, el Príncipe de Viana puede ser naturalizado en este país, con

(1) El de Valladolid.

mas justicia que en España, Doria ó Alejandro Farnesio, y que en Italia el gran Ribera; no ya por el interés que en Aragon despertaron las desgracias de D. Cárlos; por la solicitud con que aquél las socorrió; por el parentesco que á éste unía con el héroe de A versa; por haber sido el hijo infelice de D. Blanca primogénito y heredero dėl sólio tallado en el tronco de la encina de Sobrarbe; sino porque el traductor de las Ethicas, apartóse de los que pugnaban por latinizar nuestra sintáxis; asocióse al movimiento literario de los ingenios catalanes y aragoneses y escribió en romance navarro, á maravilla:... . en romance navarro!, interesantísimo para nosotros, por las grandes analogías históricas y jurídicas que entre sí tienen, el reino de D. Pedro II y el de Sancho el Fuerte; por las afinidades que en ambos creó la geografía; por su comunidad de origen monárquico y de reyes en tiempos; por todas las sólidas razones en fin que Borao alega en su Introduccion; de las que dedúcese la conformidad acabada del lenguaje, en las regiones aludidas. Es verdad que el vascuence hablóse en muchas villas y aldeas de Navarra; mas el Archivo de la Cámara de Complos y el de la Diputacion, nada contienen, en contra de haber sido el castellano lengua oficial, en la monarquía cuyos hijos fueron nuestros compañeros de armas en las Navas. Lo fué, un degenerado latin, hasta que lograron omnímodo triunfo las hablas vulgares, bajo el que germinó el romance navarro; del mismo tronco y de la misma raíz, que el de la España Central y análogo en las circunstancias políticas y sociales, que determinaron su aparicion.

En los fueros, otorgados por mano aragonesa, á importantes poblaciones del país de Sancho el Tembloso, hay voces, giros y cláusulas en que, bajo el tosco ropaje de un latin bárbaro, escóndese, en estado de crisálida, una lengua nacional.

Si examinais los documentos diplomáticos, que en muy docto sitio se guardan y en los que resultan interesados, ya el abad y monjes de Fitero, ya el Prior de S. Estéban ó el de Jesa, os convencereis de que existió en Navarra un romance, parecido al leonés y al castellano. Navarra sintió la influencia aragonesa siempre. Los Fueros Municipales, coleccionados por

Muñoz, convencen de que ningun documento, que no sea latino hay en aquella, hasta la tarde del siglo XII, en que el romance puro, posesiónase de la chancillería. Sancho el Sabio, en el último tercio de dicha centuria, otorga el Fucro de Arguedas, en navarro, que era ya el habla de la muchedumbre; presentándonos en el siglo x el Fuero general, un lenguaje casi formado y con brios para acabar de vencer, los obstáculos que se le oponían.

Es evidente que el habla nacional en Navarra, lo fué, como en Aragon, un lenguaje parecido al leonés y al de Castilla; si quier en el de Navarra, cual en el de Aragon, adviértanse matices que determinan fisonomías particulares. Convéncennos ambos de que era simultáneo y general, en la Península, el predominio alcanzado sobre el latin cancilleresco, por los idiomas vulgares; cada uno de los que reflejaba elementos de cultura.

Es así mismo evidente, que en las donaciones, privilegios y demás escrituras de Navarra, hubo analogía con las prácticas y el lenguaje de Aragon, hasta en las rúbricas curiales,» lo cual acontecía en las merindades próximas á nosotros y en las que estaban cerca de Francia ó del risco vascongado; que la lengua familiar, idéntica en los aludidos reinos, en ambos estuvo unida por íntimo parentesco, con el castellano. Sí; idéntica y de no menor fuerza vital, que todas las hablas vulgares. Porque si el catalan propagóse á Mallorca y Valencia, merced á las hazañas que relató D. Jaime, con candor sublime y en irases tan dulces, como el piar de la golondrina que anidase en la tienda de campaña del ilustre guerrero, en el sitio de la ciudad del Turia: el romance aragonés se enseñoreó de las poblaciones arrancadas por el Conquistador al moro, en las comarcas del mediodía; en que el azahar perfuma la atmósfera y la palma. con sus espigas de dátiles y el limonero con su fruto de oro y el granado con su flor de púrpura, prestan hechizos indefinibles al paisaje;.... en aquellos deliciosos campos, en los que al lado del ciprés, cuyo color verdi-negro destaca la nieve de la paloma, está el mirto, que es el árbol del sepulcro de los niños, ó la higuera que, por haber ocultado á Jesus y María, fugitivos de Herodes, dá tres veces un fruto que destila miel; y en

que las florestas vierten perfumes más suaves, que los jazmineros de Alejandría, que los bosquecillos de rosales de Chipre y de Damasco.

Resulta pues, que la historia enseña, que en Aragon y Navarra, tuvo la lengua española las mismas vicisitudes que en Castilla, á la que superó aquél bajo más de un aspecto; sin que jamás hayan existido, sino diferencias naturales, y modismos, en los que se conserva lo tradicional del carácter, en el Norte, y en los eliseos de Andalucía. De aquí, los vocablos propios y maneras de decir de que nos habla, el célebre Juan de Valdés.

Y con lo dicho basta para demostrar, como las palabras contenidas en esta magnífica obra, pueden naturalizarse en el Diccionario de la Academia. Más aun; deben naturalizarse en él, las bellezas provinciales, recogidas por el docto profesor, en el honrado hogar de este libro. Haciéndolo, ganará mucho la sintáxis española. Vocablos y desinencias hay en estas páginas, que aumentarían la gracia de la lengua de Quevedo y perfeccionarían el sentido de ciertas voces, imprimiéndoles más propiedad: los hay, más conformes que sus respectivos, con la etimología y con el genio del idioma que rebosa sales y donaires, en Cervantes y Góngora: los hay, más concretos y claros, que muchos que tienen la calidad de castizos.

El Vocabulario de Borao, contiene pues, dádivas, cuya aceptacion interesa al fausto, al número, á la poesía, del habla de los Luises y de Argensola; del habla que, ante la Vírgen de Bartolomé, oir creemos en los labios de los hermosos ángeles niños, que ostentan vástagos de oliva, palma, rosas y azucenas, en torno de la Madre de Dios.

D. Jerónimo Borao prestó un gran servicio á su pátria, con esta obra. Quizás no se encuentren en ella, todas las palabras que tienen derecho á ocupar un lugar parecido al de las acopiadas: tal vez brillen por su ausencia, frases propias de este país, alguna de las que conozco por un ilustrado y querido amigo (1) y encierra la inocente hermosura del Pirineo y del

(1) El Sr. D. Antonio García Gil.

hombre que lo habita. Yo no dudo, que leyendo con cuidado á nuestros escritores, ó las páginas de nuestros jurisconsultos y estudiando el derecho consuetudinario en boca del pueblo; yo no dudo que, llevando la crítica á nuestra historia, á sus fuentes, a nuestro Parnaso popular, al lenguaje de la aldea, á las joyas literarias y científicas que poseemos, encontraríamos oro de ley, como el recogido por Borao. En faena tan árdua sorprendió la muerte al ilustre autor, segun pregona el Apéndice que nos legase para enriquecer la segunda edicion de su DICCIONARIO; y quién sabe si preparando los materiales, para reunir en un libro, las frases y refranes aragoneses. Es riquísimo, nuestro tesoro de frases! Y el de refranes! Poseemos muchos, muy antiguos, en los que estan representados el carácter, la índole y la tendencia del pueblo que grabó las barras en el cielo de Italia y de Sicilia, sobre las puertas del Oriente y sobre las plateadas escamas de los peces del Mediterraneo. Unos refiérense á faenas agrícolas, á circunstancias de los oficios fabriles y otros á la vida del pueblo, ó á las ocupaciones del pastor. Unos respiran la sencillez inspirada por el surco ó la montaña; otros fé religiosa y sagacidad: abundan los elegiacos: no faltan los espresivos de ideas audaces; ni los en que se ensalzan nobles rasgos del alma ó se perpetúan los nombres de distinguidas personalidades. Los mejores son, los que encierran un pensamiento, ya agudo, ya grave y fotografían el espíritu de la patria de los grandes satíricos. Lástima que Borao descendiese al valle de las tumbas, sin legarnos la coleccion apetecida! Y mas aun que la Parca se apresurase á cortarle el hilo de la existencia, en la época en que mas hábiles trabajos pudo haber ejecutado en su DICCIONARIO!

El sitio que D. Jerónimo ocupó en la Holanda zaragozana de las letras, continúa aun vacío. No se me alcanza quién entre nosotros tenga empuje para desempeñar los oficios de sucesor suyo. Que cuando alguno nazca con ellos, procure continuar la obra inaugurada, que á fuer de grande, necesita del esfuerzo sucesivo de varios hombres! Los magnos libros parécense mucho, á las magnas creaciones de la arquitectura. Sin concluir están aun, las catedrales de Sevilla y Colonia: el historiador de

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