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Lista y Gil y Zárate, antes la escuela romántica y la histórica, más allá á Quintana, Jovellanos y Sánchez, más léjos, á Rios y Campmany, y dando orígen á estos desarrollos,-ideal el uno, esencial el otro, armónico esotro, naturalista aquél, ó estético ó discursivo.-la construcción filosófica de nuestro inmortal paisano; á quien bendecirá la historia, siempre que recuerde la siglo de Cárlos III; cuando contemple la grandeza de los Moratines; cuando se fije en las tentativas patrióticas de los que quisieron resucitar el entusiasmo por la antigua literatura española; cuando admire la iglesia que formaron en Salamanca, Meléndez Valdés y Cienfuegos, Fr. Diego González, Iglesias y el segundo Brocense, y la que en Sevilla hizo palpitar de gozo los restos de Herrera en el fondo de su tumba; cuando recuerde los nombres de los críticos y poetas granadinos, dispersados por las cureñas francesas en 1808, alguno de los que ciñó laureles tan inmarcesibles, como los laureles de Martínez de la Rosa, ó el nombre de un Quintana, de un Jovellanos, de un Búrgos, de un Gállego; cuando se recree con las hermosuras y bienandanzas conseguidas por la belleza en la época de que somos hijos (1).

Delicias de la historia merece llamarse, el país que dió al Imperio á aquel bilbilitano amargo y despechado, sostenedor de la tradición homérica y cultivador de la lengua de Virgilio en la romana márgen del Tíber, grave y profundo al pensar como filósofo, incisivo y punzante al empuñar los harpones de la sátira; el pais en cuya sede sentáronse, entre otros Prelados insignes, un San Braulio, el discípulo predilecto de San Isidoro, que mereció el honor de poner sus manos en las Etimologias, un Tajón, el sábio, el inmortal Tajón, que enseñó á muchos y confortó á los que vacilaban. Delicias de la historia merece llamarse, el país que dió cuna á Antonio Agustin, y al que con más exactitud nos presenta una idea de la Constitución aragonesa, á

(1) Siento no tener más autoridad, para que la alabanza sea más digna de ella. Encontrará grandes enseñanzas, quien medite, leyendo, la Historia de la Crítica literaria en España desde Luzán hasta nuestros dias, con exclusión de los autores que ain riven, por el sabio Profesor Sr. Fernández Gonzalez,

Jerónimo de Zurita, «que conocedor del mundo, perspicaz en los negocios de Estado, sereno, reflexivo, exento de todo apasionado espíritu nacional, busca la verdad y la halla, anima los hechos con sagaz inteligencia, los explica con nimiedad, decide después de haber pesado imparcialmente las razones,» (1);... á Jerónimo de Zurita!, que de haber engalanado sus nobles prendas con el primor de Mariana, merecería el epíteto de Tito Livio de Zaragoza.

Delicias de la historia le llamaran, los que conozcan nuestros esmaltes, y las joyas que salieron del taller de los escultores en esta pátria de Tudelilla; la sillería de coro de la catedral de Tarragona de Gomár ó el S. Bruno de la Cartuja de Aula Dei de Gregorio de Mesa, el Cristo muerto de Prado ó el S. Pedro Arbués de Ramírez; nombres tan ilustres como el del autor de los púlpitos de Santiago (2) y el del rejero que tan admirable parece en la Basílica del Pilar: y delicias de la historia apellidaran, á la tierra que amamantó en los días de D. Ramiro el Monje á Jordán y produjo el mejor arquitecto de comienzos de este siglo, D. Silvestre Pérez, quienes lean los anales de la arquitectura escritos en suntuosos templos y soberbios edificios públicos, en primorosas torres y bellísimos cimborrios, en minas cual la de Daroca, en acueductos cual el de Teruel, en obras de hidráulica cual la de Grisén que es la primera de Europa, en portadas cual la de Sta. Engracia, en la Casa-Lonja y la Aljafería;-los que conozcan las glorias de la imprenta, donde funcionaron las prensas de Mateo Flandero y las glorias del pincel, donde hubo maestros ya en el siglo XIV y tiene su pais natal, en el XIX, el arte moderno. Porque aragonés fué Aponte, el pintor de D. Juan II y aragoneses fueron Cuevas, que ayudó á Pelegrin en sus trabajos de la sacristía de la catcdral oscense y Ezpeleta que iluminó libros de coro á maravilla; aragonés Jerónimo de Mora, que luce en sus blasones la paleta, el laud y la espada, aquel buen discípulo de Sánchez Coello, camarada de los Carduchos y Cáxes, tan ensalzado por Cervan

(1) Fernández Espin, honra y prez de la Universidad de Sevilla. (2) Celma.

tes, Uztarroz y Lope, y aragonés Francisco Plano, pintor al temple de la talla, según Palomino, de los Colonna y Mitelli que Velazquez encontró en Bolonia; aragonés José Leonardo, el dulce José Leonardo, el autor de las Llaves de Breda y la Toma de Acqui por D. Gómez Suárez de Figueroa, aragonés Jusepe Martinez, que á semejanza de Vinci y Vasari, ciñe los laureles del escritor y los del artista, aragonés Cabeza de Vaca, paje de D. Juan de Austria, aragonés Josef Luzán, aragonés Bayeu y aragonés Goya,-la quinta estrella del cielo espiritual de España, según mi insigne y malogrado amigo Suárez Llanos, el demoledor ilustre que burlóse del fanatismo, religioso, con la risa de Bocaccio y extendió la palidez cadavérica sobre el rostro de instituciones barridas por los vendabales revolucionarios, el Apeles de las ideas de su época, el hijo de la Enciclepedia, el Precursor del Romanticismo, un génio original, universal, el más español de los españoles, amargo, escéptico, múltiple, que tuvo la naturaleza por madre, la sociedad por inspiración, soñador y realista, parecido á Velázquez y á Rembrandt á un tiempo, una faceta principalísima del pasado siglo, el símbolo más perfecto del advenimiento del pueblo á la vida social, la apoteosis de nuestra brusca independencia, el cantor de nuestros hermosos horizontes.

Y el que se detenga á considerar ese arte nobilísimo, que es la imprenta de la Pintura, gracias al que, son conocidos en el orbe las Parcas ó las Sibilas de Miguel Angel y las Diosas de Rubens, el Baile de los Amorcillos y la Beatriz de Ary Scheffer, el Diluvio, y la media naranja de la Escuela de Bellas Artes de Delaroche, la travesura de Jesus niño y la alegría del jilguero en su dulce prisión, que hechizo tan singular ponen en dos Sacra-Familias de Rafael; pueden adornar las paredes de los palacios, las paredes de los museos, y las paredes más humildes, la Psiquis de Julio y la Aurora de Reni, las Concepcioacs de Murillo y la Cena de Leonardo de Vinci, el Avestruz de Boucher y el Aguador de Sevilla; han llegado á las más pobres aldeas los caballos de Velázquez y le es posible al marinero el colgar el ex-voto de una artística estampa de la Virgen del Pez, en el ara de la ermita de la costa, que

con la luz de su lámpara de bronce, en negra noche de tempestad, inspiróle una invocación á la que es estrella de los mares! ¡Oh! y qué recuerdos se agitarán en su memoria en esta ciudad, donde grabó D. Juan de Austria curiosa lámina! Se agitarán los recuerdos de una época que merece ser envidiada por la misma Italia de los Médicis. Qué días aquellos! El nobie arte de Guttenberg (ya queda indicado) rayaba á prodigiosa altura. Son llevadas á las prensas de la ciudad cesárea y augusta la obra decretada á Zurita por las Cortes de Monzón en 1517 y la del Doctor Juan Francisco Andrés de Uztarroz, y encárganse de ejecuta las portadas, el Maestro Diego,-que embelleció aquel monumento clásico con un pórtico admirable, con una tan magistral como la dibujada por Salas para el Ensayo sobre el Teatro español de Latre,—Jusepe Martínez y el grabador Vallés, el mismo que puso un primor al frente del Bartolomé Argensola; escribe el P. Pablo Albiñana Las Lágrimas de Zaragoza, é ilústrala con tres estampas tan notables, como los mascaroncillos y figuras de Vinglez en su Ortografia práctica; tratan de publicar, Lastanosa su libro sobre la moneda jaquesa, Zayas sus Anales, el Conde de Sástago su Historia del Canal Imperial y Fr. L. Benito Martón la suya del subterránco santuario del Real Monasterio de Sta. Engracia, y encuentran, el buril de Artiga,-autor del agua fuerte de la fachada de la catedral de Huesca,-el de Renedo, el de Dorbal, que perpetuo las severas facciones de Pignatelli, el de Mateo González. á quien se debe el sello de nuestra Sociedad Económica de Amigos del Pais, y el de Fr. Angel, á la vez que el lápiz de Raviella.

Y no son sólo estos, los triunfos que nos ufanan; puesto que podemos también recordar, que un Dolivar honró á su pátria en Paris, lo que hoy honra á la suya Pradilla, en la ciudad de los Pontífices; que un Brieva cantó, sí, pues un poema forman sus estampas del combate de Tolón, -asunto no ménos épico que el incendio de las naves de Cortés y las hazañas de Gonzalo de Córdoba en Ceriñola, en aquel día en que los ribadoquinesmosqueles de Diego de Vera adquirieron celebridad mayor que los truenos y bombardas de que nos hablan los escritores

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árabes y la Crónica de Pedro IV, que las cerbatanas de Toro, que la Artillería de Bailén (1).. y ¿qué mucho? el dibujo y la lámina en que se expiden los diplomas de la Económica de Amigos del País testifican hasta qué punto se ha vivido en el arte y con el arte, en este antiguo reino, en el que trabajaron ó se formaron los Morlanes, los Forment, los Salas y otros que con justicia se hallan en los augustos Areopagos de la inmortalidad.

Ah! Cuán grande es la tierra en que los Salanovas ejercicron aquella magistratura insigne, que los aragoneses jamás se resignaron á que estuviese vacante ni una hora, ellos! tan habituados a ver sin inquietudes, vacío el trono; aquella magistratura que por su naturaleza, autoridad é inmunidades, per lo excepcional de su jurisdicción, intervenida por un famosísimo Consejo que podía procesar á este magistrado y sentenciarlo á sufrir una pena, por su magnífica y ejemplar historia, descuella sobre nuestras instituciones más venerandas; aquella magistratura en fin «celebrada, original, nuestra, sólo nuestra,y de tan conspicua significación que constituye y determina una forma peculiar de gobierno!» Cuán grande, la tierra de las franquicias, y leyes excelsísimas, en la que estuvo mucho tiempo la Constitución encarnada en las necesidades y en los medios que teníamos para remediarlas; los fueros en los usos,-código de los municipios -y en las costumbres,-código de todos; -y las libertades, base y fundamento de la Constitución, del uso y de la costumbre, eran derechos facultativos;... la tierra! en la que rasgó con su puñal el célebre Privilegio, un monarca iracundo, calculador en sus odios y en sus entusiasmos, parecido á Fernando el Católico por el talento, á Luis XI por la astucia, y un liberal Alfonso escribió en los girones del ejemplar profanado, el serás nuestro rey si cumples lo pactado y

I Dirigida por el Sainetero, hijo del célebre D. Ramón de la Cruz. Véase el erudito artículo publicado en el Memorial de Artillería por el Capitán Arantegui, uno de los individuos más ilustrados del Cuerpo á que perteneen personas como Plasencia y la Sala. El Sr. Arantegui eş autor de unos Apuntes históricos sobre la Artillería en los siglos XIV y XV, que esperan con impaciencia los estudiosos, ver publicados.

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