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si no, no, y el seré vuestro rey en tanto cuanto cumpla lo pactado y si no, no, ya que podreis alzar nuevo rey entonces, tomándolo cual querais y de donde querais. Más grande nos lo pareciesc aún, si poseyésemos los archivos y códices destruidos por las llamas y por la ira del Ceremonioso; y si la bruma que envuelve el alba de la dominación musulmana no hubiérase hecho más densa, á medida que han aumentado las modernas investigaciones. Por lo que de ella conocemos, es un poema caballeresco, pues la verdad resulta poesía; es una página de los anales de la humanidad, parecida á la de la Ciudad de los Césares, pues si en la Ciudad de los Césares las ideas todas confluyen en el majestuoso rio que recoge los caudales de la antigüedad y se llama Derecho Romano, en Aragón los caudales de su vida confluyen en el Derecho; aquí tan amado que jamas se toleró su mengua; de lo cual procede el poder de nuestras instituciones nacionales, «cimentadas en el respeto de los ciudadanos y sobrepuestas á la tornadiza voluntad de los hombres;....» aquí tan amado!, que si un día lega su corona al Temple, el héroe cuyo espectro vé la imaginación en los memorables campos de Fraga, el nieto de los que tuvieron cuna de peña en las fragosidades de Uruel, protesta contra la voluntad de D. Alfonso y rescátase á si mismo; y si Pedro II, dá en feudo al Pontífice su reino, el reino dice á Roma que no es él un patrimonio del monarca y que los aragoneses se deben ante todo y sobre todo, á sus sacratísimas leyes. Aragón posee un espíritu recto y justiciero; está dotado de bondadosísima tolerancia; es el país de la discreción y la agudeza, de las colectividades robustas; sus hijos saben obedecer, son dignos en su modestia, y abnegados siempre; de todo lo que procede su aptitud para la Jurisprudencia. El objetivó su vida, en las creaciones jurídicas más originales, en máximas consuetudinarias amparadas por una codificación tutelar y espansiva (1) cuyo criterio es el standum est charte y cuyos principios capitales constituyen el ideal de hoy; y por esto la en que vivimos, es la tierra de la libertad civil y de la costumbre formulada en preceptos. Nos

(1) Costa.

aventajan en muchas ciencias, Salamanca, la ciudad del Renacimiento español, Córdoba que, en la época teocrática, nos re veló la química y el aristotelismo, y Alcalá, nombre no menos insigne que el de Oxford; nos aventajan en el arte, la ribera en que nacieron Hurtado de Mendoza y Alonso Cano y aquella á la que escapáronse, atraidos por sus maravillas, los ángeles que Bartolomé devolvió al empíreo, encarcelados en sus pinturas:-nadie nos superó jamás en el Derecho, ni ejecutó obra de sentido superior á la de D. Vidal de Canellas. Nunca, un pueblo fué más contrario á los pleitos que el aragonés, ni más entusiasta del Acto de conciliación, del Juicio de Amigables Componedores y del Consejo de familia. El Registro de la Propiedad, lo encontrareis, ya desde el siglo xv, en la zona en que el derecho popular tiene su órgano en el casamentero, no se conocen las palabras expropiación y confiscación, y no hubo ni hay más fuentes jurídicas que la charla, el fuero, las costumbres y la equidad; en la zona en que cada familia es legisladora, ejecutora é intérprete de las leyes que la rigen, y juzga en virtud de ellas; y en que todos los individuos son libres en el hogar doméstico, sin que la amorosa unidad de los seres que el sentimiento ha reunido bajo el mismo techo, esté perturbada. Y en lo que se refierc á su Constitución política! Estudiad los preceptos de nuestro código; comparad el Estado aquí y fuera de aquí, entonces; y deduciréis un gran contraste, entre el atraso de las instituciones vigentes en los demás paises y la superioridad de las que entre nosotros contenían principios tan sabios, cual los que tiene por mejores la ciencia novísima. «Antes que nadie, escribe un notable publicista, antes que Inglaterra, antes que Castilla, antes que Francia, el aragonés completó sus Córtes con la entrada del brazo popular:-con el equilibrio y ponderación de sus poderes públicos, se anticipó á las teorías constitucionales de hoy:-la conducta liberal, sensata y patriótica de sus Estamentos es un ideal para la España moderna: -su asamblea de Caspe fué una originalidad en la historia:— y otra originalidad, que la ciencia del derecho no ha acertado todavía á definir, el justiciazgo,» que pasó inadvertido hasta la reconquista de Zaragoza, en 1115, y que no se ejerció plena y

libremente, sino á partir de aquel día de sol rojizo, de sol de color de sangre, en que fué enterrado en los campos de Epila el poder de los ricohomes. En parte alguna ha sido un magistrado tan digno de llamarse, como la más bella de las virtudes! Los anales del singular, vitalicio é inamovible ministerio del Justicia, en todas sus páginas, preséntannos ejemplos de imparcialidad y viril independencia:-en una, la firma de derecho expedida por el juez popular, á causa de los célebres tributos impuestos por Alonso V para casar dos hijas suyas ilegitimas,—-en otra el fallo de Jiménez de Cerdán, con motivo de la exoneración del primogénito del vencedor en Epila; en ésta, el que anuló el nombramiento del Conde de Prades para el vireinato,-en aquélla el dictado por Salanova, que condenó á los oligarcas y salvó á Jaime II. Asi servía el justiciazgo á la corona, pues mejor se la sirve conteniéndola con energía, dentro de los límites de su autoridad legal, que estimulándola á la perpetración de abusos y demasías:- -en el primer caso se vela por el prestigio de la dignidad régia y en el segundo se labra su descrédito.» (1) Y por si no parecieren bastantes las altas cualidades políticas del aragonés, recuérdese que aceptó el Jurado y no el tormento; consagró el principio de la inviolabilidad del hogar; escribió el fuero de la Manifestación, eley general hoy, en las de enjuiciamiento y en las constituciones de las democracias; juzgando tan esenciales á la cualidad de ciudadano, los beneficios que garantizaban la persona y los bienes, que se reputaban aquellos anteriores y superiores á la voluntad; á la voluntad!, que no podía renunciarlos.» Parécese Aragón al pueblo inglés (é igual semejanza tienen entre sí, Aragón, el pueblo inglés y el romano),... parécese Aragón al pueblo inglés, en lo dados que fueron uno y otro á ungir con el óleo del tiempo sus derechos novísimos, y en su amor á las formas de la ley. Parécense, en que sus personalidades en letras y ciencias son contadas, y eminentísimas en alt grado, numerosas, las de cierto género. -Inglaterra no ha tejido las coronas de laurel y encina que Grecia, Italia y España; mas sus héroes han sido, el Príncipe

(1) Romero Ortiz.

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Negro y Nelson; sus anticuarios y sus químicos Campden y Humphry-Davy; sus sábios Bacon y Newton, que arrancó al universo los secretos que con más solicitud éste guardaba para la complacencia de su amor propio; Wat, VV. Scott, Dikens, Reynolds, Wilkie, Hogarth, se han llamado sus inventos, sus plumas y sus pinceles, sus oradores Fox y O'Connell, y sus poetas Chaucer, que vale un Ennio, Milton, el sublime Milton, el sin rival Shakespeare, y Byron, cuyo nombre recuérdase en Cintra, en los jardines del Alcázar, en la cúpula de Santa Sofía, en el lago de Ginebra y en Missolonghi tan naturalmente, como al pié del plátano próximo á Bujugdere y del tejo de la Motte. Feuilly y del haya de Binfield y de la yedra de Feuillancourt, el de Godofredo, el de la esposa desventurada de César Borgia, el de Pope, y el de Rousseau.

En cambio los hombres de Estado son más abundantes que en nación alguna, en la gran pátria de Macaulay, pues hijos de ella fueron los cancilleres ilustres de los Tudor y Estuardos; el insigne Stanope; Mansfield que duerme el sueño eterno en un sepulcro dibujado por Flaxman; Chatham, el orador lírico; Pitt, el incomparable Pitt, cuya titánica mano empujó enorme roca al otro hemisferio y de ella hizo la isla de Santa Elena; Grattan, y Canning y Roberto Peel y Sheridan, que pudiendo tener su estátua entre la de estos personajes, ha preferido descansar, cerca del mármol de Guillermo, en la Abadía de Westminter.

En Aragon así mismo, los sacerdotes de Minerva y los sacerdotes de Apolo son menos que en otras comarcas de España, si quier hayamos dado cuna á los mejores vates didácticos y satíricos de los tiempos; y exceptuando á Goya, no tenemos un pintor, cual los que respiraron en la atmósfera dulce, dorada, espléndida de Sevilla; en la márgen feliz que produce rosas para la paleta de sus Murillos y en la que recibieron los efluvios de la inspiración la Roldana y Montañés; lloró Rodrigo Caro; concibió Zurbarán su obra más acabada; Cervantes los incopiables tipos de sus Novelas ejemplares; y templaron Arguijo y Jáuregui las cuerdas de plata de sus liras, talladas en dos limpios topacios. La colectividad aragonesa en cambio, está adornada de las cualidades que colectividad alguna; el senti

do jurídico es en ella superior; regular la vida civil y modelo la política; y sus jurisconsultos, sólo pueden compararse, á aquel de las célebres respuestas y de las sentencias célebres,-oráculo en los tribunales y en las escuelas, y símbolo de la edad en que el alma predicada por el estoicismo replegóse en el Derecho, y al que representa la conjunción de que son obra, los códigos de Justiniano. La Jurisprudencia quiere, con cariño filial, á la isla de Creta porque allí trasformóse al salir del Oriente; á las playas inspiradoras del Egeo, porque allí, trocóse en más social con el grave Licurgo é hízose humana con Solon; al Tíber porque allí, con Numa y Servio Tullio, unió dos mundos y á la vez las penínsulas de Alejandro y César: -considera como uno de sus alcázares las Partidas; mas juzga que el otro son los monumentos legales aragoneses; piedras miliarias que en el camino de la humanidad conducen á los tiempos inaugurados por Grocio!, y enlace de espíritus y génios diversos, sublime!, que escribiendo un ideal de paz y de justicia, levantaron á su tribunal ésta; anularon el feudalismo entre nosotros y educaron al estado llano para la libertad; aquí tan adorada, que por exceso de solicitud, cual si llevaran en sí un peligro para aquélla, jamás nos deslumbraron las conquistas; para la libertad!, respecto á la que era una la voluntad de todos, que cuando ella feneciese, se acabase el reino y unánime parecer, que el que muriese por defenderla, drechamente se yria á paradiso é seria en gloria con los santos. Dice muy bien el eruditísimo Sr. Costa:-«como un desastre, debe ser contada la anulación de aquel Estado, cuyas instituciones, constituciones y leyes escogen como modelo las repúblicas; cuyas Córtes y municipios son tan renombrados; cuyas empresas están memoradas en crónicas militares, y cuya cultura será siempre de imprescindible memoria;... la anulación de aquel Estado, cuya fisonomía es la misma, si lo mirais desde el atrio de la Seo, que desde la ciudad que trocó en reyes sus condesreyes; desde la capilla en que coronáronse tantos monarcas que rodeados de las artes, oficios, industria, comercio, institutos gremiales de Cataluña, en los puertos donde encontró el nauta un código marítimo único en el orbe; ora se le con

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