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él promovió certámenes, en los que probaron su brío, y fiestas literarias en las que lucieron el garbo natural de su númen, el insigne vate de La Capilla de Lanuza, el argensolano Monreal, el castizo Mario de la Sala, el finísimo Matheu y el que, tan á deleite del buen decir, ha hecho justicia al honrado historiador Conde Robres (1): él inició en el templo de la poesía, á jóvenes del buen gusto de Salinas y de Paraiso, retirado á una ociosa Túsculo, con enojo del epígrama, habiendo nacido para sobrepujar á Príncipe: él fué tan caritativo de la gloria del prójimo, como el cantor del Dos de Mayo. Escribe Luis S. Juan Dulces cadenas; y apresúrase Borao á estimularle á la perseverancia. Produce Zapata aquel cuadro, que para copiarlo en el lienzo, habría que servirse de los pinceles de Velazquez y Rembrandt; y Borao desliza en el oido del nuevo sacerdote de Apolo, adelante! Llega Zorrilla al atrio del Pilar, trayendo ornados su laud y su pandereta con rosas de Méjico, reliquias de Roma, lirios de Florencia, tulipanes del Rhin, azahar del jardin de Lindaraja, camelias de Cintra y conchas de nácar de la bahía de Nápoles; y Borao le tributa honores de soberano del ingenio, en una sesion académica, en la que empezó á crearse un nombre, el filósofo distinguido que hoy regenta la cátedra de Andreu, en nuestra Universidad. A propuesta y expensas de Olózaga, señálase con un bronce, la casa de Quel en que naciese, «el pintor de las costumbres de la clase media y de los caracteres festivamente cómicos de su época,» el que superó á Moratin é igualó á Quevedo en sal y gracia; y Borao, en versos tan acabados, como los de la Epistola del Capitan Quirós, celebra, que el vate contemporáneo de mas franca espontaneidad, logre en vida, (2) la honra alcanzada por Cervantes y Lope, dos siglos despues de su muerte.

Oh! el noble maestro vivió, procurándose ocasiones de tradu

C) D. Baldomero Mediano, uno de los críticos aragoneses que más recuerdan, y quizás el que más recuerda, la severidad en la doctrina literaría, lo ático en el gusto, la asiduidad en el culto á la forma, de Borao.

2) En el núm. 1 de la calle del Medio, en la villa de la Rioja, célebre por el autor de Marcela, se lee:-El 19 de Diciembre de 1736 nació en esta casa el fecundo y popular poeta D. Manuel Breton de los Herreros,

cir en obras sus deseos; bien dando impulsos en privado, bien sembrando ideas, en discursos elocuentísimos que suenan, como una música de amor; que se parecen á los rosales y jazmines por la finura de sus perfumes y colores; y que en su abundante doctrina revelan, que su autor unía á un gran sentido estético, un gran sentido moral.

Es Borao el escritor aragonés más respetable de nuestra época. El más popular tambien, por el cariño que siempre tuvo á su pais.

Sin negar á Covadonga su importancia, ni á la Cruz de los Angeles que es enseña solo comparable á la de Constantino, el árbol y los montes, amados en el corazon de nuestro compatriota, despues del árbol del Gólgota y de los montes Olivete y Calvario eran, la encina de Sobrarbe y las cumbres, en cuyas rocas, en la base, escribieron nuestros padres leyes y en la cresta alzaron rey: reconociendo el heroismo de Leónidas, la grandeza de César en Farsalia y de Anibal en la subida á los Alpes, la muerte ejemplar de Turena y la no menos ejemplar de Dessaix, que llega al teatro de una lid empeñada, de rápidas maniobras, de terribles cargas de caballería y que ofrece un cuadro horroroso de fiebre, de dispersion, en el que hay contienda entre nubes que se buscan ó se cortan en el cielo, humo en la atmósfera, sangre en el campo.... llega!, se lanza, al frente de los escuadrones que en pós de él galopan, sobre la línea austriaca y la rompe, á la vez que el resto de los soldados de Bonaparte caen sobre las dos alas enemigas y las desbaratan, y saludado por el fragor con que iniciase la victoria y por los últimos cañonazos de la batalla, muere, ocultándose el sol por no verlo; D. Jerónimo hablaba con más calor de don Jaime que del rival de Pompeyo y del demoledor de Sagunto, del collado de las Panizas que de las Termópilas, del héroe de Muret, que del héroe de Egipto; como hablaba con más entusiasmo de las rotas cadenas de Marsella que de las cadenas rotas en las Navas, del Cancionero de Urrea que de las Coplas de Jorge Manrique, del sincerísimo Conde de Aranda que de Campomanes, de Asso que de Ustariz, de Lagasca que de Cavanilles, de José Leonardo que del Mudo: sin rebajar

el pedestal en que se hallan colocados Luis Vives, P. J. Perpignan y A. García de Matamoros, el Pinciano á quien Marineo Sículo tenía por mas docto que á Lebrija, Foxo Morcillo, Leon Hebreo, el astrónomo Alfonso de Córdova, el Newton español Jorge Juan, el Brocense, y Morales y Suarez y Saavedra Fajardo, las predilecciones del esclarecido Profesor eran para Antonio Agustin, escritor elegantísimo y jurisconsulto de tal alteza, que en él resucitaron, segun Scoto, Paulo y el más sabio y puro amador de la justicia (1); Zurita, historiador eximio, entre los más eximios de España; B. y L. de Argensola que ciñeron los laureles de Horacio y de Salustio, delicia el uno de la Academia de los Ociosos y de la Poética Imitatoria, y el otro maestro de D. Nuño de Mendoza, del Marqués de Cerralbo, del Príncipe de Esquilache;... y aunque no participaba de sus ideas el biógrafo de Pignatelli, pronunciaba con orgullo los nombres del sóbrio, nervioso y metódico Miguel Molinos; de Pedro Ciruelo, autor del primer tratado de Matemáticas que se escribió en España, luminar de las Universidades del Henares y el Sena, el más claro y limpio de los espíritus; y del aragonés, por su nacimiento ó por su origen, reducido á cenizas, á la vez que su libro, en la pintoresca colina de Champel, á la vista del azul y gracioso lago de Ginebra. Borao admiraba al Alfonso VI, en cuya época, podía una vejezuela caminar por todo el reino, sin peligro, llevando en la mano abierta sus tesoros; á los nobles que poseyeron palacios como el del Gran Canciller Pero Lopez de Ayala y como el que, fundado por el salvador de D. Juan I en Aljubarrota, ensanchó el Almirante que no tenía par, engrandeció el experto caudillo e luz de discretos y enriqueció el que se hizo Duque del Infantado, en la segunda batalla de Olmedo; mas admiraba con mayor delicia, al Conde (2) que tradujo y comentó á Pomponio Mela, y escribió Discursos políticos para la educacion de un Príncipe y los Comentarios de los sucesos de Aragón en 1591 y 1592, al prócer que ganó

(1) El inmortal Papiniano.

(2) El de Luna.

bandera y mosquetes en San Quintin y el sobrenombre de Filósofo Aragonés en la morada del sombrío Felipe ó á D. Alonso V, que representa el ápice político de nuestra nacionalidad, con la magnificencia que representa el literario, el Petrarca Valentino:-él concedía coronas de luceros, á Píndaro y al Cisne de Mantua, á Racine y á Shakespeare, á Herrera y á Alfieri, mas segun diría Lamartine, los Benjamines de esa familia universal é inmortal, que uno elige, para constituirse la parentela del alma y la sociedad de los pensamientos eran, un Blancas, un Martel, un Costa, un Latassa que vale un Plutarco, el P. Murillo, que escribía con el candor y sencillez sublime de Herodoto, el delicado Fr. Jerónimo de S. José, Liñan de Riaza que manejó el romance á lo Góngora, Lopez del Plano, tan querido del dulce Melendez, todas las personalidades insignes en suma, de la tierra que nunca ha faltado á su fidelidad á los fueros del buen gusto, pues si pecó Gracian, si escribió el Apologético de la Escuela del pernicioso cordobés y cultivó la prosa culterana, hay en su Criticon párrafos que persuaden, de que el sabor del terruño es aquí incompatible, con la perseverancia en el mal.

Nadie supo lo que Borao, de las cosas de Aragon. Conocía cual su propia casa los monumentos de éste, lo mismo la iglesia de Alquézar y el Sepulcro de Calatayud,―plano en piedra y ladrillo de los lugares que más inspiraron á Chateaubriand y Lamartine, que el palacio de Illueca y el castillo de Mesones, en hora bárbara destrozados; y hablaba con ia emocion estética qué Vasari del retrato de Leon X, de nuestros esmaltes y grabados antiguos, del altar mayor de la catedral oscense, de las pinturas de Claudio en el templo de la Mantería, de las de Goya, en la Basílica de la venerada Vírgen que fué el Santiago aragonés, al inaugurarse el siglo.

Cuanto redundó en pró de nuestra riqueza espiritual y material, obtuvo su esfuerzo. Todo adelantamiento, toda mejora favorable á las letras, y en especial á las letras aragonesas, mereció tenerle de su parte. Fundó el primer periódico literario que han dado á luz las prensas de Zaragoza, y fué alma y mente de sus ateneos, academias, y centros artísticos.

Literato, su nombre vá unido al de la Biblioteca de Escritores Aragoneses, de la que es digna Mecenas la Diputacion provincial; y le debemos las biografías de Latassa, Pignatelli, Echeandía, Casamayor y Yanguas, escritas al modo que enseñó á narrar la vida de un personaje, el gran Navarrete, y las páginas en que esculpiendo con mágico buril, la efigie de Lopez del Plano, convirtió en familiar lo que era antes, una curiosidad erudita. Crítico, ejecutó trabajos del valor de G. Urrea y D. Clarisel de las Flores, El amor en el Teatro de Lope y los estudios sobre Moratin, el Quijote y el Centon Epistolario. Historiador, produjo una historia de nuestra Universidad, La Imprenta en Zaragoza y el Arbol de los Reyes y Príncipes aragoneses. Filólogo, dió á la estampa este DICCIONARIO, precedido de una Introduccion admirable. Poeta, nos legó un Romancero, no terminado por desgracia; llevó á las tablas la gran figura del más batallador de los Alfonsos; escribió varios dramas, que son para la lectura, más que para la representacion escénica. Escritor didáctico, enriqueció las bibliotecas con su Tesoro de la Infancia. Vice-Presidente del Jurado y Presidente de una de las secciones de la Exposicion Aragonesa, consagró sus vigilias á aumentar la gloria alcanzada por su país, en aquel certámen. Director del Liceo, hizo de aquella Sociedad una almáciga literaria. Alumno de la Universidad de Zaragoza, aumentó el número de los hijos de bendicion de la madre sapientísima de Prudencio, del ilustre autor de los Fastos del Justicia, de los Argensolas, del Dr. Andrés de Ustarroz, de Pignatelli: catedrático, mereció un sitial, donde lo habían tenido, Pedro el Orador, tan ensalzado por S. Jerónimo, Verzosa, y Sobrarias, y Malon de Chaide, y Abril, y Juan Costa, y Hortigas y Portoiés el célebre fuerista, y Carrillo y Nasarre y Guillen el sabio y angelical Obispo de Canarias; Rector, elevó la escuela de que fué patrono Cerbuna á la altura de las mas distinguidas de España y narró las grandezas de la docta Casa que dirigió tanto tiempo, incansable en sus afanes por enaltecer á su país, amado sobre todas las cosas por Borao. Ved lo que hace á éste popular:-el que aragonés por su cuna, lo era así mismo por su carácter, por sus aficiones, por sus estudios, por sus dotes in

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