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ni en otra que se celebró despues se menciona á España. Acaso entraba en la recelosa y reservada politica de los cartagineses no llamar sobre ella la atencion de los romanos.

En el año 480, famoso por la espedicion de Xerjes, hallaron buena ocasion los de Cartago para abatir el poderío marítimo de los griegos, valiéndose de la alianza de aquel poderoso rey para ingerirse de su cuenta en Sicilia, de donde tuvo principio aquella larga série de guerras sicilianas, de que á nosotros no nos toca sino apuntar la parte que en ellas cupo á los españoles. Durante aquellas sangrientas luchas no cesaron los cartagines es de levantar gente en las provincias de España, prestándose los españoles con increible generosidad á servirles de auxiliares. Asi vemos en 443 á Anibal Gisgon venir á España en busca de socorros para acometer á los siracusanos. En 411 ser los españoles los primeros en dar el asalto á Selinonte como auxiliares. En 396 acudir un considerable ejército español para reparar sus pérdidas de Sicilia (1). Asi mas adelante los vemos en el sitio de Agrigento dar la victoria á los cartagineses, cuando ya los llevaban en derrota las tropas del tirano Dionisio. Asi todavía despues hallamos á un senador de Cartago re

que no estén bajo la dominacion romana, los cartagineses no combatirán sus ciudades: que si toman alguna, la entregarán á los romanos sin restriccion: que no cons

truirán fortalezas en el pais de los latinos, y que si entran armados en una plaza, no pasarán en ella la noche.» Polib. lib. III.

(4) Diod, Sicul. lib. II

curriendo de nuevo á España en demanda de socorros con que poder indemnizarse de los desastres de Sicilia. ¡Triste suerte la de España, estar sacrificando á sus hijos en lejanas tierras en favor de fingidos aliados, á quienes daban triunfos, para que vinieran despues á imponerles el yugo de su tiranía!

En aquella misma Sicilia estalló en 264 una lucha de que habia de depender mas tarde la suerte de España. Hallábase entonces aquella isla dividida entre los cartagineses, los siracusanos y los mamertinos. Apurados estos por Geron, rey de Siracusa, iban á entregarle su última ciudad, cuando receloso Anibal, general entonces de los cartagineses, del creciente poder de Geron, envió tropas á Messina. Colocados asi los mamertinos entre dos enemigos poderosos, en su conflicto, como campanios que eran, pidieron auxilio á Roma. Tal fué el origen de la primera guerra púnica, que duró 24 años, y que despues de mucha sangre vertida, costó á los cartagineses tesoros inmensos y la pérdida de Sicilia y Cerdeña, de donde tuvieron que salir ajustada una paz bajo durísimas condiciones.

Dos propósitos formaron entonces los cartagineses: el de indemnizarse en España de las pérdidas y desastres de Sicilia, y el de buscar en esta region un nuevo campo en que vengarse de los romanos sus vencedores. Lo primero lo exigia la necesidad, lo segundo el orgullo humillado de la república. Resolvióse pues la conquista de España.

Pero antes tuvieron los cartagineses que dar cima á otra guerra que se suscitó en su propio pais, la guerra de los mercenarios. Debemos decir dos palabras de lo que fué esta guerra horrible. Ella nos dará idea del carácter de los que vinieron en seguida á dominar nuestro suelo.

Ajustada con Roma la paz de Sicilia, Cartago trató de licenciar las tropas mercenarias, que le eran ya gravosas. Amotináronse estas reclamando sus sueldos atrasados. Aquellas feroces bandas, procedentes de diferentes pueblos, que se espresaban en multitud de idiomas, excitaron y arrastraron tras sí á las ciudades africanas, irritadas entonces por el exceso de los tributos. Juntáronse pues á los veinte mil estipendiarios setenta mil africanos, y Cartago se vió asediada por este ejército formidable de rebeldes. Encomendó el senado su salvacion á Amilcar Barca, que se habia distinguido en las guerras de Sicilia. Amilcar soborna con dinero á los numidas, y priva á los rebeldes del auxilio de la caballería; pero irritados estos, aprisionan á Giscon que habia ido á tratar con ellos, y mutilándole y desjarretándole, lo mismo que á otros setecientos cartagineses, los precipitan en el fondo de un abismo. Amilcar, por via de represalias, arroja á las fieras todos sus prisioneros, y cercando á los rebeldes los reduce al estremo de devorarse de hambre unos á otros. En tan apurado trance acuden los gefes á Amilcar en solicitud de paz. Amilcar la otorga á

condicion de que le entreguen en rehenes las diez personas que él escogiera. Convenido que hubieron aquellos, «pues bien, les dijo Amilcar, esas diez personas sois vosotros:» y apoderándose de ellos los hace crucificar. Privados los rebeldes de sus caudillos, fueron degollados hasta cuarenta mil. Otros sirvieron de diversion á los habitantes de Cartago, que en sus espectáculos gozabán con la muerte horrorosa que les hacian sufrir. Asi terminó la famosa y horrible guerra llamada de los mercenarios (1).

Concluida la cual, y en el año 238 antes de nuestra era, acordó el senado enviar á aquel mismo Amilcar Barca á la conquista de España, donde hasta entonces se habian limitado los cartagineses á fundar colonias en el litoral, y á servirse de las alianzas con los pueblos ó tribus comarcanas para reclutar auxiliares y enviarlos á la espedicion de Sicilia.

1) Polib. lib. I.

CAPITULO HI.

AMILCAR. ASDRUBAL. ANIBAL.

De 238 antes de J. C. á 219.

Conquistas de Amilcar.-Fundacion de Barcelona.-Guerras con los indígenas. Triunfos del cartaginés.—Es derrotado.-Su muerte.Sucédele Asdrubal.-Su conducta en España.-Funda á Cartagena.Es asesinado por un esclavo.-Anibal.-Retrato moral de este famoso guerrero.-Subyuga á los olcadas, arevacos, carpetanos y vaccéos.-Amenaza á Sagunto.-Pretesto de la guerra.-Embajada de los saguntinos á Roma.—Su resultado.-Conducta del senado cartaginés.-Guerra saguntina.-Heroicidad asombrosa de los saguntinos. Combates.-Destruccion de la ciudad. Ultimo ejemplo de heroismo.Inexcusable proceder de Roma.

Era llegado para los cartagineses el momento de emprender sériamente y á las claras la conquista de España. Roma los habia privado de una Sicilia, y necesitaban oponer una España á Roma.

Rápidas y activas fueron las primeras operaciones de Amilcar. En el primer año recorrió la Bética por las partes de Málaga, Córdoba y Sevilla, imponiendo tributos á nombre de Cartago. Al siguiente dirigió sus armas á la costa oriental, y sujetó á los bastetanos y contestanos, pueblos hoy de las provincias de Almería, Murcia y Valencia. Enviaronle los saguntinos una embajada, ó recordándole ó haciéndole sa

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