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DE LOS

FALSOS CRONICONES,

POR

D. JOSÉ GODOY ALCÁNTARA.

OBRA PREMIADA

POR VOTO UNANIME DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

Y PUBLICADA Á SUS EXPENSAS.

MADRID,

IMPRENTA Y ESTEREOTIPIA DE M. RIVADENEYRA,
calle del Duque de Osuna, núm. 3.

1868

DE LOS

FALSOS CRONICONES.

I.

Estado moral de España en la segunda mitad del siglo XVI.-Espíritu de profecía. Pergamino de la torre Turpiana.-Antigua y moderna crónica del rey don Rodrigo.—Cuestiones del primado y de la venida de Santiago.-Román de la Higuera.-Cronicones de Flavio Marco Dextro, de Máximo y Eutrando. - Don Juan Bautista Perez.- Carta del rey don Silo á Cixila.

REPRIMIDOS los conatos de introducir la reforma luterana, España siguió el movimiento de reaccion contra el renacimiento y sus tendencias, que cundió en la sociedad católica de la segunda mitad del siglo XVI. La reforma de costumbres, impuesta por la reina Isabel y por Cisneros, pasó con sus promovedores. La Italia escéptica nos inoculó por medio de sus dominadores el gusto de las fiestas y del lujo, de la literatura ligera y de la galantería libre y refinada. Pero al promediar el siglo, un soplo, que parece esca pado del sepulcro del autor de la Imitacion, recorre toda España; su literatura se hace mística, la severi

dad de su carácter se extrema, márcase enérgicamente la tendencia á la unidad religiosa, que pasados algunos años será incontrastable; los cenobios se multiplican; y la nacion que en lo que iba de siglo no contaba más varon eminente en santidad que el soldado de genio que aplicó los principios de la milicia á un instituto organizado maravillosamente para el combate, ve surgir por todas partes entusiastas reformadores, que devuelven momentáneamente á las decaidas instituciones monásticas el espíritu de sus primitivos fundadores. De nuestros puertos salen misioneros para evangelizar el mundo; y la fe se exalta con las relaciones de los trabajos de su apostolado, de su abnegacion y de su martirio. Apenas hay ciudad ni aldea que no cuente favorecidos del cielo, que obren milagros, conversen con los bienaventurados, lleven sagrados estigmas y den ejemplo de todo género de austeridades y mortificaciones. Pero el más extendido de los dones sobrenaturales fué el de profecía: el pueblo español, sin tener escuelas de profetas como el hebreo, los veia brotar por todas partes. Pretendió encauzar un tanto el en este punto desbordado sentido público don Juan de Horozco y Covarruvias, entonces arcediano de Cuéllar en la catedral de Segovia, y luego obispo de Guadix, componiendo un libro sobre la verdadera y falsa profecía, cuyo objeto no era declarar pseudo-profetas todos los que pululaban en la nacion, si

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