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Fué siempre costumbre de nuestros Reyes solemnizar tan faustos acontecimientos con la concesion de grandes privilegios y mercedes, y entre los que se otorgaron en la ocasion presente, resultó el más favorecido Don Beltran de la Cueva, pues á los pocos dias del bautismo de la Princesa, por carta Real dada en la villa de Madrid á 20 de Febrero de 1462, el Rey «considerando los muchos é buenos é leales é señalados servicios que vos Beltran de la Cueva, mi mayordomo é del mi Consejo, cuyas son las villas de Ximena é Mombeltran, me habedes fecho é facedes de cada dia, los quales son dignos de remuneracion, é por tales los he é apruebo... vos fago merced é gracia é donacion pura é propia, perpetua é non revocable como á buen meresciente para vos é para vuestros herederos é subcesores despues de vos... de la mi villa de Ledesma, para que vos la hayades é tengades de aquí adelante con todos sus castillos é fortalezas é vasallos é con todas sus tierras é términos... é con la justicia é juredicion cevil é criminal, alta é baxa, é mero mixto imperio, é con todas las rentas é pechos é derechos... pertenescientes al señorío de la dicha villa de Ledesma... por quanto yo soy cierto é sabidor que segun los dichos vuestros merescimientos é servicios é trabaxos é segund la magnificencia de mi estado Real esta dicha merced... ha seido é es pequeña é que della non redunda nin viene daño nin lesion nin perjuicio alguno á mi corona Real...>>

Con la misma fecha fué elevado á la dignidad de Conde de Ledesma, y en su consecuencia, un domingo despues de haber el Rey oido misa cantada solemnemente, entró en su sala real, acompañado de los señores de su alto Consejo, de los caballeros de su Corte y del Conde de Armagnac, y á poco entró tambien Don Beltran seguido de muchas nobles y generosas personas que lo acompañaban, y llegado á la presencia del Rey con humilde reverencia, hechas las ceremonias y solemnidades requeridas, le fué dado título de Conde con todas las insignias á esta dignidad pertenecientes (1). Y como este Conde era magnánimo (escribe el cronista Enriquez) así de su propia inclinacion como por la mucha parte que en la voluntad del Rey tenía, quiso aquel dia hacer sala y fiesta al Conde de Armagnac, que presente estaba, y á los otros Grandes y principales de la Corte, siendo por esto muy loada su liberalidad y magnificencia, porque á la

(t) Enriquez del Castillo.

verdad era tal y tan cumplido en todas las cosas, que despues dél ninguno mereció ser privado del Rey. A que añade el mismo Cronista, que despues de haber sido hecho Conde, quiso el Rey para darle mayor honra que de allí en adelante entendiese en la gobernacion del Reino é interviniese en todos los negocios como los demas señores de su alto Consejo. La mayordomía que quedó vacante por la elevacion de Don Beltran á Conde, se dió á Andrés de Cabrera, criado del Rey, hechura de Don Beltran de la Cueva (1) y mediador entre el Monarca y el Marqués de Villena. Al poco tiempo de ser Don Beltran Conde de Ledesma y señor de esta villa, ordenó el Rey por cédula de 29 de Marzo de 1462, dirigida á sus contadores, que dejasen pasar las mercaderías y demas cosas que condujeran por la villa de Ledesma los mercaderes de Portugal y Castilla; y por otra cédula del mismo año, aunque sin las fechas de lugar, dia y mes, le otorgó el Rey el recudimiento sobre el pedido y monedas de sus villas.

Algun tiempo despues, por efecto de un susto que recibió, abortó la Reina un feto de seis meses, de que no solo pesó al Rey, sino que quedó turbado y triste.

Deseaba el Rey casar al Conde de Ledesma con grandes ventajas, á cuyo efecto trató su enlace con Doña Beatriz de Rivera, hija y sucesora del ilustre Perafan de Rivera, adelantado de Andalucía; pero no alcanzó su autoridad á vencer la resistencia de Doña María de Mendoza su madre, que le tenía ya ajustado con Don Pedro Enriquez, hijo del Almirante, con quien se unió inmediatamente (2). El sentimiento de esta repulsa hizo mayor el empeño del Rey, y trató entonces con el Obispo de Calahorra de casar á Don Beltran con Doña Mencía de Mendoza, hija de Don Diego Hurtado de Mendoza, su hermano, Marqués de Santillana, y de Doña Brianda de Luna, su primera mujer, consiguiendo esta vez el apetecido objeto (3).

(1) Enriquez del Castillo.-Pinel, Vida y hechos de Don Andrés de Cabrera. (2) Pinel, Vida de Don Andrés de Cabrera.

(3) La Crónica ms. anónima explica estas negociaciones del Rey para el casamiento de Don Beltran, de la siguiente manera, notándose desde luego el espíritu de parcialidad que en toda ella así como en las Decadas de Palencia domina: «En este tiempo quiso (Enrique IV) casar á Don Beltran de la Cueva con Doña Beatriz de Rivera, hija del adelantado Perafan de Rivera, la cual era desposada con Don Pedro Enriquez, hijo del almirante Don Fadrique, para lo cual se fué á Sevilla con intencion de hacer este casamiento forzosamente, si de grado no se acabase. A lo cual Doña María de Mendoza, hija del Marqués Don Iñigo Lopez de Mendoza, habiéndose varonilmente, no consintió, no teniendo en mucho los ruegos ni amena

Tan del agrado del Marqués de Santillana fué esta boda, que en 30 de Mayo de 1462 solicitó y obtuvo poco despues licencia del Rey para traspasar en Don Beltran la villa y castillo de Huelma con su tenencia y rentas, «por quanto yo (dice el Marqués) soy en muy gran cargo á Don Beltran de la Cueva, Conde de Ledesma y del vuestro Consejo por muchas gracias é buenas obras que dél he recibido é entiendo recibir, y porque él ha de casar y case con doña Mencía mi fija...» (1)

Señalado dia para los desposorios, el Rey, por honrarlos, resolvió ir á Guadalajara con la Reina y toda su Corte. Celebráronse con grandes fiestas, justas, torneos, juegos de sortijas, corridas de toros é iluminaciones por la noche. En este mismo dia el Rey hizo merced á Guadalajara del título de ciudad, en memoria de este suceso (2). No tardaron, sin embargo, las cañas en tornarse lanzas. Este casamiento acabó de excitar la envidia y rivalidad de muchos magnates, y principalmente del más temible y poderoso de todos ellos, el Marqués de Villena, así por el parentesco que el Conde de Ledesma contraia con la influyente y rica casa de Mendoza, como porque veia el predominio cada vez más creciente que sobre el Rey ejercia. Y como la envidia engendra la discordia, acarrea enemistad y busca novedades y formas cautelosas para dañar, bien puede decirse que este casamiento fué el gérmen de los males que despues sobrevinieron (3).

zas del Rey Don Enrique, y dió su hija á Don Pedro Enriquez, su verdadero esposo; y ansí el Rey se partió de allí enojado y buscó para Don Beltran de la Cueva hija del Marqués de Santillana... el cual de buena voluntad quisiera desechar este casamiento, salvo temiendo quel odio quel Rey habia al Marqués su padre y á Doña María su hermana, no hubiese todo de resultar en su daño.»

(1) Documento núm. 2.

(2) Medina, Vida del Cardenal Mendoza.

(3) Enriquez del Castillo.

CAPÍTULO III.

Aumentan las deslealtades de los nobles contra el Rey y sus asechanzas contra el Conde de Ledesma.-Recibe éste órden de talar la campiña de Tudela.-Asiste en Fuenterrabía á la entrevista de los Reyes de Castilla y de Francia, y en Gibraltar á la que celebró Enrique IV con el Monarca de Portugal.-Quita el Rey la alcaidía de Gibraltar á Pedro de Porras y se la da al Conde de Ledesma.-Enojo del Duque de Medina Sidonia por esta causa.-Autoriza el Rey á Don Beltran á que obligue á los vecinos de Úbeda á tener armas y caballos á su disposicion.— Le nombra alguacil mayor y capitan mayor de Úbeda.-Osadía de los Grandes y debilidad del Rey.-Sorprenden aquéllos el Alcázar de Madrid, y Enrique IV y Don Beltran se ven obligados á esconderse.-Nombra el Rey al Conde de Ledesma Maestre de Santiago.-Crece con este nombramiento la alteracion de los grandes y su odio contra el Conde.

Terminadas las fiestas del desposorio de Don Beltran, el Rey pasó con toda su corte á Segovia, donde resolvió prestar ayuda á los Catalanes, revelados contra su Rey, acordando éstos someterse al dominio del de Castilla. Para fomentar más la guerra, se fué á la villa de Agreda, y allí le llegaron las nuevas de la toma de Gibraltar á los moros por el Duque de Medinasidonia, de la de Archidona por Don Pedro Giron, maestre de Calatrava, de las peticiones de confederacion y amistad del Rey de Nápoles Don Fernando, del Papa Pio, de Genoveses y Venecianos. Tan prósperas noticias no alegraron su entristecido ánimo, porque veia crecer la deslealtad de sus falsos consejeros, y descubria sus dañados deseos, tratos y pensamientos, los cuales impugnaban la participacion de Don Enrique en aquellas negociaciones diplomáticas y militares so pretexto de ser cosas vanas, de poca certidumbre, de grandes gastos y de ninguna honra y provecho. Y no contentos con dilatar la resolucion de tan graves y venta

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