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recido príncipe su fijo, por virtud de la creencia que del dicho Rey, mi señor, traxe á vos, el muy magnífico señor don Beltran de la Cueva, duque de Alburquerque, firmada de su nombre é sellada con su sello, cerca de los casos que vos el dicho señor Duque habeis de cumplir con Juan de Torres, alcayde que era de vuestro castillo é fortaleza de Alburquerque é sobre razon del complimiento de ciertos capitulos entre vos é el dicho alcayde concordados, de los cuales el dicho Rey, mi señor, á vuestra suplicacion fue asegurador, vos digo de parte de su alteza que su señoría envia á Alvar Lopez, su secretario, para que reciba é á quien sea entregado el mariscal Alfonso de Torres é así mismo las buldas de Martin de Torres su hermano, segund é en la manera que se contiene en la dicha capitulacion.

>>E porque, señor, seades cierto que el dicho señor Rey mi señor me mandó lo sobre dicho, por virtud de la dicha creencia, firmé esta carta de mi nombre, que es fecha en la dicha villa de Alburquerque á veinte dias de Agosto año de mill é quatrocientos é setenta é dos años.-Silva.»

Juan de Torres entregó al Duque la fortaleza y se marchó con sus parientes, criados y bagaje á Portugal. Cumplió Don Beltran los principales capítulos del convenio, pero suscitáronse dudas y dificultades sobre algunas cosas secundarias, y principalmente sobre la entrega de una lombarda ó su correspondiente importe, con cuyo motivo intervino, á instancias de Torres, Don Juan II de Portugal, como mediador que era del tratado, en esta cuestion, escribiendo repetidas veces al Duque de Alburquerque, replicándole éste sobre el derecho que le asistia y enviándose mutuamente agentes para resolver el conflicto, cuya resolucion duró hasta bien entrado el reinado de los Reyes Católicos, llegándose por fin á una transaccion amistosa, y favorable al Duque (1).

(1) Véanse sobre este particular los documentos números 26 al 31.

No está conforme con esta relacion de la toma de Alburquerque y de la intervencion que en ella tuvo el afamado clavero, la que escribió Alonso de Maldonado en sus Hechos de Don Alonso Monroy (MEMORIAL HISTÓRICO, t. VI); pero tengo por testimonios históricos más fidedignos los documentos originales ántes insertos que la relacion de estos sucesos, hecha sin duda por referencia que aduce Maldonado; y es como sigue:

«Gran tiempo auia á esta sazon quel Duque don Beltran tenia perdido á Alburquerque, que se le tenia ocupado un alcaide suyo, y el Duque enviaba cada año quatrocientas lanzas sobre ella y muchos peones; pero como la tierra estuviese llena de guerras y las vituallas ya ocupadas por los guerreros de la tierra, volvían

se cada año sin hacer nada por falta de bastimentos. Visto esto por el clavero, determinóse de tomar aquella villa de Alburquerque para el Duque don Beltran: esto sin habelle tenido por amigo ni enemigo, y luego hizo juntar su gente que en guarnicion estaba en sus fortalezas guerreando siempre à la gente del Maestre; y como hubo juntado dozientos de á caballo y quatrocientos peones, se fué para Alburquerque y dió salto en la villa de improvisamente; y como él hobiese hablado con algunos criados suyos naturales de allí que le tuviesen una puerta abierta por donde entrase en la villa, luego fué así hecho; y como entrase, luego se apoderó de la villa, pero la fortaleza era cosa muy fuerte y no se podia tomar por combate. El clavero la cercó y le puso sitios muy cerca della, de manera que nadie podia salir ni entrar, y él estaba con mucho cuidado en que no la socorriesen los de don Alonso de Cárdenas, comendador mayor de Leon... Pero como don Alonso de Cárdenas tuviese voluntad de apremiar al Clavero, envió dos capitanes contra él, que habrian dozientas lanzas y algunos peones, y escribió á Pedro de Grijalva, capitan del maestre don Gomez de aquella guarnicion que tendria otras dozientas lanzas y asaz peones, para que se juntasen con esta gente suya y todos fuesen sobre Alburquerque; mas como estos capitanes viniesen muy diferentes de como se habia de hazer la cosa, pero al fin concluyeron que ante todas cosas robasen el campo y que hecho esto el pelear sería lo postrero; y luego enviaron sus corredores y de tierra de Cáceres y de otras partes trajeron gran cabalgada de ganados, y fueron á media legua de Alburquerque y tomaron mucho ganado de los de Alburquerque de vacas y ovejas y vanse con todo esto y enviaron sus peones con el ganado para que á gran priesa lo metiesen en Valencia...

»Sabido todo esto por el Clavero, luego mandó cabalgar á priesa sus dozientas lanzas, y él cabalgó en un caballo hermosísimo por milagro, y salió de Alburquerque, que no quiso llevar los peones, porque el alcaide del castillo no se basteciese, y porque los de la villa, que confirmados estaban en su amistad, no se voltasen por el alcaide.»

Alcanzados los jinetes del Maestre de Alcántara, los derrotó completamente. «Sabido esto por el Duque de Alburquerque desta toma desta villa, en gran manera le pesó, porque pensó de jamás la sacar de su poder y manos del Clavero. Verdad sea que áun las diligencias no hizo por parescelle escusadas; antes pensaba que el Rey meteria la mano en que se le volviese su villa; mas tampoco le parescia esto satisfacelle por estar la gente indomable.

»Estando el Duque don Beltran con varios pensamientos, le llegaron cartas del Clavero, por las cuales le hacia saber que él habia ganado á Alburquerque, por eso que le enviase él á quien la entregase para que estuviese en su servicio. Gran placer hubo el Duque con estas nuevas, y fué tanto quel mismo se partió luego para Alburquerque á tomarla por sí, y el Clavero se la entregó, y el Duque fué muy contento de conoscer al clavero, paresciéndole que la fama que tenía no era nada con ver la persona. >>

CAPÍTULO VIII.

Ultimas mercedes que dispensa Enrique IV al Duque de Alburquerque.-El Castillo de la Codosera.-Buenas relaciones de Don Beltran con la mayor parte de los principales personajes de la Corte.-Concédele el Rey el título de Conde de Huelma. Busca el Marqués de Villena la amistad del Duque de Alburquerque.Va á visitarle á Cuéllar.-Fallecimiento del Marqués y de Enrique IV.

Los disturbios de Castilla habian entre tanto ido en aumento, y para arreglar las diferencias y disponer la más acertada gobernacion del reino, propuso en 1471 un prelado al Monarca, se juntasen el Maestre de Santiago, Don Juan Pacheco, el Marqués de Santillana, el Duque de Alburquerque, los Condes de Haro, de Alba, de Benavente y de Treviño, el Almirante, el Nuncio, el Arzobispo de Sevilla, los obispos de Sigüenza, Coria, Búrgos y algunos otros personajes (1). Laudable era el propósito, pero de todo punto irrealizable, dadas las enconadas pasiones que entre la mayor parte de los individuos de la proyectada junta existian. Abandonóse esta idea y siguieron los desórdenes.

Para mayor defensa de la villa de Alburquerque concedió en propiedad Don Enrique al Duque, por cédula de 7 de Marzo de 1472, firmada en Badajoz, el castillo y la fortaleza de la Codosera.

El Duque de Alburquerque, aunque apartado tiempo hacía de los negocios de Estado, sobre todo desde que su rival Don Juan Pacheco se habia apoderado por completo de la privanza del Rey, no dejaba, sin embargo, de mantener estrechas relaciones con los principales

(1) Col. diplom. núm. 189.

personajes de la Corte. Así se deduce, entre otras cosas, de la fianza que le prestó Don Pedro Gonzalez de Mendoza, obispo de Sigüenza, sobre cierto trueque de la fortaleza de Magaz con el obispo de Palencia (1) y de la capitulacion estipulada entre el Conde de Benavente, el Dr. García Lopez de Madrid y Andrés de Cabrera, mayordomo del Rey, en 11 de Enero de 1474 sobre los asuntos del reino, á fin de protegerse mutuamente contra cualesquier personas, «salvo eceptando al Duque de Alburquerque é la escritura que con él tiene fecha el dicho mayordomo» (2).

El Rey por su parte continuaba dispensando siempre á su antiguo paje singulares pruebas de su afecto, y presintiendo acaso su próximo fin, quiso otorgarle en este último año de su vida algunas mercedes. Así, pues, en 16 de Marzo de 1474 le dió carta de finiquito, á él y á todas sus villas y lugares desde 1460 hasta fin de aquel corriente año, de todas las alcabalas y demas impuestos que hubiesen recibido, enumerando en ella los servicios que durante aquellos años le habia prestado. Su contexto es tan interesante que no vacilo en transcribirlo á continuacion:

<«<Don Enrique, por la gracia de Dios Rey de Castilla... Por cuanto vos Don Beltran de la Cueva, Duque de Alburquerque, etc., tovistes por mi mandado en mi servicio cierta gente de caballo é de pié los años de mill e quatrocientos é sesenta é cinco, é sesenta é seis, é sesenta é siete, é fasta en fin del mes de Agosto del año de mill é quatrocientos é sesenta y ocho, que de la tal gente fecistes derramamiento por no ser tanto nescesaria como fasta allí habia sido, la qual gente tovistes así conmigo en los logares que yo estove é reales que tuve el dho. año de sesenta y cinco por cabsa de los movimientos é levantamientos que en el dicho año de sesenta y cinco acaescieron en mis regnos, como asy mismo el dho. año de sesenta y seys levastes é tovistes conmigo en la villa de Valladolid, donde yo por ser complidero al dho. mi servicio fice cierto ayuntamiento de gente dho. año de sesenta y seis, é así mismo enviastes por mi mandado el dicho año de sesenta y seis cierta gente de caballo á la villa de Cast® mocho (sic) contra los caballos é gentes del príncipe Don Alfonso mi hermano que la tenia cercada para la entrar y tomar é prender e facer mal y

(1) Véase doc. núm. 36.
2, Col, diplom, núm. 202.

y

daño á los capitanes y gentes mias que por mi mandado allí estaban, é así mismo tovistes por mi mandado el dicho año de sesenta y seis cierto número de gente de caballo con el Marqués de Astorga en su tierra por cabsa de la guerra que le facian los caballeros á él comarcanos por el dicho Marqués estar á mi servicio. E así mismo el dicho año de sesenta y siete llevastes conmigo cierto número de gente para la batalla que yo ove con el dicho príncipe Don Alfonso mi hermano é con los caballeros é otras personas de su valia cerca de la villa de Olmedo. E así mismo tovistes en mi servicio é por mi mandado ciertos tiempos desde ciertos dias del mes de Setiembre del dicho año de sesenta é cinco fasta en fin del mes de Agosto de dicho año de sesenta ocho en la guarda de la villa de Molina y de sus alcaçares é fortalecas y en las vuestras villas de Alburquerque y Ledesma y Roa y Cuellar y Mombeltran y el Adrada y en la fortaleza del Aldiyuela cierto número de gente de caballo y de pié, la cual dicha gente de caballo y de pié tovistes junta en las dichas villas é en cada una dellas en el susodicho tiempo por mi mandado, para que cada é cuando por mi voz fuese demandado prestamente pudiese des venir con ella ó me la enviar é para de allí con ella facer guerra é mal é daño á las gentes que en mi deservicio el dicho tiempo estaban. Y caso que yo ove dado mandamiento especial el dicho año de sesenta y cinco al tiempo que yo el dicho año de sesenta y cinco mande alçar el Real que tenia puesto cerca de la villa de Simancas para que se ficiese derramamiento de las gentes que por entónces conmigo estaban, yo por mi persona mandé á vos el dicho Duque que toda la gente que mas podiesedes tener la toviesedes é la non derramasedes é la repartiesedes é enviasedes á las dichas vuestras villas de Alburquerque é Ledesma é Roa é Cuellar e Mombeltran é el Adrada e el Aldeyuela para que allí estoviese presta, para que cada é cuando por mí vos fuese demandada é para que de allí ficiese la dicha guerra e mal e daño á los que en el dicho mi deservicio estaban é fasta que yo por mi carta especial vos la mandase derramar la non derramasedes; é vos prometí é dí mi fé Real que para toda la gente de caballo é de pié que así toviesedes en el dicho mi servicio é diesedes por vuestra copia firmadas de vuestro nombre é signadas de escribano público, vos yo mandaria pagar é vos seria pagado todo el sueldo que la tal gente oviese de haber del tiempo ó tiempos contenidos en la dicha vuestra copia ó copias sin que fuesedes tenudo á mostrar cerca dello

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