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mejanza de su nombre con el de los Gutones de Pomerania y el de la provincia de Gotlhand en Suecia.

La identidad de los godos ó getas con los scitas tiene en su favor tantas ó mas autoridades. Strabon, Plinio y Ptolomeo confunden á los getas con los scitas. Trebelio Polion dice: «Pero los scitas, esto es, una parte de los godos, devastaban el Asia (1).» Prisco emplea como sinónimas las palabras scitas y godos: «Los godos fueron sitiados; y allí los scitas atormentados por la escasez de víveres, &c.» Lo mismo hace Jornandes. San Isidoro empieza así su crónica de nuestros godos: « Gothorum antiquissimum esse regnum certum est, quod ex regno Scytharum est exortum.» Si de los escritores latinos se pasa á los griegos mas puros y auténticos, entre los bizantinos, se encuentra tan asombrosa unanimidad sobre este punto, que no puede presentarse una cuestion histórica mas perfectamente comprobada que la identidad de godos, getas y scitas. Finalmente, M. Gibbon observa con sólido fundamento, que aun despues de la introduc— cion del nombre de godos en el idioma latino, continuaron los escritores griegos empleando el de scitas como sinónimo. Esto consistia en que los griegos conservaron siempre la denominacion á que estaban acostumbrados, al paso que los romanos, que solo conocian á este pueblo por la historia y geografía antigua, le designaron con el nombre godo, y no con el título griego. Queda pues demostrado como verdad histórica que los scitas, getas y godos son un solo y mismo pueblo.

Esclarecido este primer punto, ¿desde qué regiones pasaron los godos á Europa? Esta cuestion ha sido muy debatida, y nuestra opinion nos separa de casi todos los historiadores modernos, á pesar de que no han faltado ilustrados escritores españoles que han tratado con muy buen criterio tan importante cuestion, haciendo originarios de Asia á los godos. Ferreras, Ulloa, Mondejar, Gonzalez de Barcia, Pellicer y Fernandez de Enciso adoptan esta opinion. Pero forzoso es reconocer que la

(1) Scythæ autem, id est, pars Gothorum, Asiam vastabant.

mayoría de los escritores, así nacionales como extranjeros, supone exacto lo dicho por Jornandes de que los scitas, llamados posteriormente godos, provienen de la Scandinavia, de donde pasaron al Ponto Euxino, trasladándose luego al Asia, que fué subyugada por ellos, marchando hasta el Egipto en donde vencieron á Vexores; y conformándose con lo dicho por antiguos historiadores, colocan esta expedicion contra los egipcios tres mil seiscientos sesenta años antes de Jesucristo. De esta remotísima fecha pasa bruscamente Jornandes á la época del emperador Maximino, que era godo de Tracia, y á la irrupcion goda durante el reinado de Decio.

Un solo trozo del cuarto capítulo del libro de Jornandes, ha destruido en nuestro juicio la base de toda la historia europea. Dice en él: «De esta isla, llamada Scandia, como de un semillero de gentes ó cuna de naciones, se refiere salieron hace tiempo los godos con su rey llamado Berig (4).» Difícil es la tarea de destruir esta opinion, seguida casi constantemente y por escritores tan eminentes como Montesquieu, Gibbon, San Isidoro, Beda, Paulo el Diácono y todos los demás que los han imitado; pero nuestras investigaciones y el testimonio de autoridades que creemos mas respetables que el de Jornandes, nos aconsejan emitir nuestro juicio y rectificar, si nos es posible, tan trascendental equivocacion.

Dejamos á un lado el error de Jornandes, en creer fuese una isla la Scandinavia, porque es disimulable en un escritor del siglo VI que hablaba del mundo entonces conocido; mas por de pronto nos ocurren dos reflexiones concernientes á las circunstancias especiales de Suecia y Noruega, que componian la antigua Scandinavia. Este país se halla aun en el dia enteramente cubierto de bosques, y semejante condicion es poco favorable á los progresos de la pobla

(1) Ex hac igitur Scandia insula, quasi officina gentium, aut certe velut vagina nationum, cum rege suo nomine Berig, Gothi quondam memorantur ogressi.

cion; es además montuoso, y en una nacion desprovista completamente de industria, las montañas contienen siempre escasísima poblacion. Si las analogías son un argumento, la Dinamarca, que contiene las mismas condiciones de terreno y ocupa casi igual latitud, no estaba poblada en el siglo XI sino en la parte de la costa, y el interior era un espeso bosque inhabitado. Si de las circunstancias del terreno pasamos á la del clima, encontramos situadas estas comarcas entre los 55 y 68 grados de latitud Norte, lindando con el círculo polar ártico; y si bien los naturalistas ponderan la extraordinaria fecundidad de las mujeres suecas, no es menos cierto que el rigor de esta latitud es favorable á la castidad, y la historia del mundo nos enseña que esas miriadas de hunos y persas que han inundado la Europa, han venido siempre del Asia y de países templados; y aun hoy mismo puede compararse la poblacion de China con la de Siberia? Las razones físicas se oponen pues á dar este orígen á los godos.

Pero otros argumentos casi tanto ó mas poderosos destruyen completamente la opinion que combatimos, y nuestros lectores nos dispensarán los presentemos con alguna extension, porque la materia es importantísima: se trata de rectificar un error generalmente admitido, y no por medianías sino por talentos de primer órden.

El historiador Justino, que escribia en tiempo de Antonino Pio, al publicar las historias de Trogo Pompeyo nos dice: que los scitas combatieron con los egipcios, considerados en aquella época como el pueblo mas antiguo del mundo; y que el Asia conquistada por los scitas fué su tributaria por espacio de mil quinientos años, hasta que Nino, fundador del imperio asirio, puso fin á este tributo (1). Confúndese generalmente esta

(1) Fuere quidem temporibus antiquiores, Vexores rex Egypti, et Scythia rex Tanais: quorum alter in pontum, alter usque Ægyptum excessit: sed longinqua non finitima bella gerebant; nec imperium sibi sed populis suis gloriam quærebant: contentique victoria imperio abstinebant.Lib. I.

época con la de Sesostris, dos mil años despues, y se encuentra necesariamente una contradiccion, porque este rey aparece vencedor de los scitas; pero nada tienen de comun las dos épocas, porque Trogo habla del rey Vexores, que como se ha dicho, reinaba en Egipto, segun opinion general, tres mil seiscientos sesenta años antes de Jesucristo, y las conquistas de Sesostris, y su triunfo sobre los scitas, fueron por el año 1480 antes de nuestra Era, como afirman Herodoto y Diodoro de Sicilia al hablar del rey Egipcio.

En apoyo de Trogo vienen las autoridades eclesiásticas de mas nota. San Epifanio, que es indudablemente uno de los padres mas sábios de la Iglesia, desde el principio de su obra sobre las heregías, divide los errores religiosos en cuatro grandes períodos: el barbarismo, el scitismo, el helenismo ó error griego, y el judaismo (1). Dice además, que los scitas se hallaron entre los que edificaron la torre de Babel, y su scitismo se encuentra y extiende desde el diluvio hasta la edificacion de la torre. En la crónica de Eusebio se hace mencion de los scitas desde Noé á Seruch, su sétimo descendiente; cuyo período puede calcularse en unos cuatrocientos años, atendidas las circunstancias de longevidad de aquel tiempo. Este es el período scitico mas antiguo despues del diluvio, y el segundo error religioso de que habla San Epifanio (2), porque el primero, ó sea el barbarismo, comprende los tiempos antidiluvianos, y si alguna duda quedase acerca de este punto, el mismo Eusebio la aclara diciendo: «que el scitismo dominó desde el diluvio hasta la construccion de la torre.» El Chronicon Paschale viene tambien en nuestro apoyo, y coloca como San Epifanio el barba

(1) Ab Adam usque ad Noë, Barbarismus: à Noë usque ad turrim et Seruch, post duas generationes, Scythica superstitio: et postea à turre et Seruch et Aram usque ad Abraham, Græcismus. Ab hoc et successoribus impietatis studio ipsi Abraham conjunctis, à semine ejus per successionem, hoc est, à Juda, Judaismus.=Lib. I, tít. I.

(2) Usque ad hunc (habla del hijo de Tarra, hijo de Nachor, hijo de Seruch) permansit Scythica quædam successio ac apellatio.-Ibid.

rismo antes del diluvio, y despues de este, el scitismo, helenismo y judaismo (1). El mismo Chronicon menciona á Scythopolis, capital de los scitas, y coloca á esta ciudad entre las situadas en el tercer clima de los siete en que divide el mundo, dándole la misma latitud que á Nápoles, Babilonia y Cartago, latitud ciertamente muy distinta de la de Suecia y Noruega.

Tal vez se nos diga que por querer probar que los scitas provienen inmediatamente de Noé, hacemos scitas á todas las naciones del globo, porque, segun la sagrada escritura, todas salen de este patriarca: á eso diremos que nosotros sacamos á los scitas de la línea de Chem á Seruch, que es la indicada, por reputarse á Chem como padre del Asia, así como á Cham se le consideró de Africa y á Jafet de Europa.

Tenemos pues, que de no probarse que Noé y los primeros habitantes del mundo despues del diluvio provienen de la Scandinavia, es necesario reconocer que los scitas, getas ó godos provienen del Asia; y lo mas que se puede conceder es, que despues de la confusion de las lenguas marchasen algu― nos á poblar las costas del Báltico, pues ahora mismo haremos ver que el grueso de la gran familia Scítica permaneció en el Asia y desde allí se lanzó sobre Europa.

En efecto, Justino en su ya citada historia, al hablar de la guerra de Ciro con Tomiris, reina de los scitas, nos dice que Ciro pasó el rio Araxo (2). Ahora bien; este rio Araxo ó Araxes no es otro que el Aras, que partiendo de las inmediaciones de Erzeroum desemboca en el mar Caspio, entre el Cáucaso y Tauris; y las regiones que ocupaban los scitas, no eran otras que las comprendidas entre el golfo Pérsico y el semi

(1) Sectarum porro omnium matres præcipuæ et celebres hæc sunt; Barbarismus, Scythismus, Græcismus, Judaismus, ex quibus cæteræ sunt natæ hæreses.-Edic. de París de 1688, pág. 23.

(2) Cyrus subacta Asia et universo Oriente in potestatem reducto, Scythis bellum intulit. Erat autem eo tempore Scytharum regina Tomiris, quæ non muliebriter adventu hostium territa; cum prohibere eos posset, vadum Araxis fluminis transire permisit.-Lib. I.

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