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dedo de grueso, en la parte que la ocupaba el rostro, se ofrecia feroz y diforme, por su demasiada grandeza. Era tambien su color como lo tenían los restantes de los membru dos huesos, no perfectamente oscuro, mas algo ceniciento, y cual mezclado de un color rojo purpureo, colores indicantes de su grande ancianidad y tiempo.

§ 8. Tambien se reparó no estaban los huesos del cadáver, segun la órden natural pedia, ni en aquella forma ordinaria con que se encuentran los de cualquiera otro sepulcro, porque antes sí se vió, que, aunque guardaba la buena órden el sepulcro, teniendo en su principal parte la cabeza, los demás huesos del cadáver, estar se reparó unos sobre otros, como más bien enseñando ser aquí nuevo depósito ó colocacion segunda de sus huesos, que primario sepulcro, ó entierro principal de su antiquísimo cadáver. Pero es digno de notar que entre tanta ancianidad de siglos, como se debe presumir han pasado hasta el presente, desde que este cadáver fué enterrado, áun todavia dentro del sepulcro, y aquí entre los mismos huesos, se hallaron fragmentos de preciosas vestiduras, indicándolo, sì nó ellas mismas, algunas de las hebras del oro de su ornato. Memorias que, siendo fidedignas, nos anuncian, además de lo mucho que escribieron de esto los antiguos, aquel plausible uso tan celebrado de otras naciones, de los riquísimos trajes, ya militares, ya políticos de los antiquísimos Tartesos, primarias gentes Béticas de la noble España: y en esos que entre púrpuras y oro, cual sobradamente animosos, con público aparato demost raban, si pomposamente sus riquezas, mas tambien heróica mente magnánimos, su espantoso valor y fortaleza. Pero aunque este uso fué casi especial y propio de nuestros españoles, tambien presumirse puede lo tomaron los Fenicios, Cartagineses y Egipcianos; pues tanto tiempo vivieron en España, particularmente

entre nosotros los Tartesos: y áun más que de todos estos, no extraño el juzgarlo de los griegos y los celtas, unos y otros pobladores de España, como lo estan enseñando las diversas colonias que no sólo en la Bética fundaron, sino que tambien tuvieron por lo restante de todas las Españas. De estos últimos lo acuerda el famoso y decantado nombre conque se eternizaron en la Celtiberia.

$ 9. Halláronse tambien dentro del sepulcro, reliquias de especies aromáticas, las cuales por luego á los que las recojieron, afirmaron y tuvieron por olorosísimal canela; siendo así que en esto padecieron muy notable engaño; pues ciertamente estas cuales eran, fueron partes fragantes, especies orientales, ya nardos asirios, amomos, cinamomos, indos, árabes ó los aspalatos, niliacos canopicox: todas generosas agradables plantas, no sólo preciadas y estimables por lo peregrino; sino por ser tambien. por su naturaleza incorruptibles, y por lo mismo en grande manera usadas poner en los sepulcros, sino por religiosas amantísimas coronas de los héroes, como Carolo Pascalio advierte, por tambien juzgar preservaban de corrupcion á los cadáveres. Y aunque estas aromáticas especies fueron encontradas entre la misma tierra, pudieron seguramente entre ellas ser caidas, entonces cuando fueron sin reparo alguno los huesos del cadáver, (desestimando en esto la venerable antigüedad) con vulgar menosprecio arrojados en el rio.

(Se continuará).

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LA HERMANDAD DE LA MISERICORDIA

(Continuación).

IV.

RÉGIMEN DE LA HERMANDAD

El gobierno de la Hermandad, se ejercía por el Padre mayor, un Diputado de Contaduría y el Tesorero, que asistían diariamente á las oficinas, para autorizar con sus firmas los documentos de cargo y data y cuidar que se anotasen en los libros respectivos.

La Contaduría tenía cinco empleados que eran Contador mayor, Oficial mayor y los llamados segundo, tercero y cuarto, con la dotación de 700, 400, 250 y 150 ducados al año y 3 y medio reales diarios respectivamente. Fijo estas sumas porque son bastante crecidas si se considera el valor de la moneda en el siglo XVII, lo que indica la importancia del Establecimiento. Estos funcionarios asistían durante cinco horas á la oficina, tres por la mañana y dos por la tarde, con el objeto de contestar á los interesados en los Patronatos, los que le convenía saber respecto á los mismos.

No podía hacerse ningún pago sin que se informara antes al Padre mayor, que la dotación correspondiente tenía fondos disponibles para ello. Entonces se expedía la libranza, para que la abonara el Tesorero y no los cobradores. Cuando no podía asistir el Presidente lo reemplazaba el hermano más antiguo de los que habían ejercido este cargo.

En fin de cada mes se hacía un balance y cotejo de los libros que firmaban los tres individuos de la Junta de gobierno, haciendo la confrontación de los asientos y anotando además la clase de moneda de que se componía la existencia, puesto que eran responsables de ella, para lo que cada uno conservaba una llave del arca.

Cada dos años, que era la duración de los cargos, formaba la Contaduría la cuenta general, para cuyo exámen tenía nombrados la Hermandad otros tres individuos, que se denominaban diputados, y con la aprobación de éstos, se llevaba al Cabildo de elecciones, dándose primero cuenta de su resultado y del caudal existente.

La recaudación de todas las rentas se hacía por tres Verederos sujetos á fianza, que daban cuentas en los Cabildos mensuales, entregando lo que habían realizado. Al concluir los dos años y con objeto de formar la general de la Hermandad, se hacía un balance definitivo, interviniendo los tres diputados de cuentas, cuya aprobación era necesaria para presentarlo á la Hermandad.

Como complemento, seguía después el ajuste de dotaciones, y cualquiera duda que ocurría sobre la manera de cumplir las cargas, se sometía á la deliberación del Cabildo, con dictámen del Hermano Abogado. Para estimular á los empleados, se les concedía una ayuda de costas, y por este medio siempre tenían disponibles las cuentas parciales de dotaciones.

Además de estos dependientes había designado un agente en Madrid, para la cobranza de los juros, que se entendía con el Padre mayor remitiéndole las libranzas en dosadas á favor del Tesorero.

La Hermandad designaba también un Secretario, que extendía las actas y llevaba un cuaderno con las asistencias de los hermanos á los Cabildos, puesto que ellas les daban derecho para repartir las limosnas y dotes de aquellas dotaciones que no, hacían llamamiento expreso de parientes, y también las que cabían en los remanentes de la décima de administración que correspondía á la Hermandad.

Puede comprenderse que la admisión de hermanos era asunto á que se daba grande importancia, por los informes á que se sometían, no sólo respecto á su moralidad y, buenas costumbres, sino también á sus fortunas, pero especialmente á su hidalguía y limpieza de sangre, como se atestigua con el crecido número de informaciones contenidas en voluminosos legajos, con las que podría completarseel nobiliario de Andalucía.

Los hijos podían suceder á los padres, cuando no re sultaba algún impedimento.

V.

EXTINCIÓN DE LA HERMANDAD

Bien sea por efecto de los requisitos que se exigían para la admisión de Hermanos, ó por otras causas que desconozco, en que pudo influir la primera desamortización. de los bienes de Corporaciones é institutos civiles, reali

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