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nuestra academia, al verla ciñendo laureles á sus indivíduos? Empero en este tiempo mismo tocaba ya casi la márgen de su precipicio. Alguna de las obras premiadas se leyó delante de dos oyentes. Nuestro congreso debe su existencia á uno ó dos indivíduos que se han empeñado pertinazmente en sostenerlo varias ocasiones al tiempo de su ruina, y en volver á unir y animar á los indivíduos desmayados. Mas esta vez debieron ceder á la suerte. Casi todos eran transeuntes que moraban en la ciudad por causa de sus estudios, y se ausentaron al cerrarse las aulas. Así fue necesario suspender las juntas durante el Estío, hasta que regresasen aquellos, ó se congregasen otros, para restablecerlas en tiempos más prósperos.

EPOCA TERCERA

REFORMA DE ESTATUTOS

L renovarse las sesiones, se conoció la necesidad de arreglar un código de estatutos, puesto que los antiguos se habían variado y modificado de mil y mil modos en cuanto á los ejercicios literarios, único objeto de la Academia. Esta reforma se encomendó á D. Joséph Blanco, presidente en aquel tiempo, y á Don Félix Reinoso, secretario; los cuales presentaron un plan de trabajos, que logró su aprobación en la junta de 24 de Noviembre de 96, arreglado en parte á los acuerdos posteriores, en parte trazado nuevamente, para esquivar algunos daños nacidos de las antiguas prácticas. Ordénase en éste, que se explique seguidamente un curso de bellas letras, dividido en tres partes, á saber: en una idea filosófica del buen gusto y de sus principios, generales á todas ellas, en la oratoria y en la poesía; que en el espacio de las juntas sobrantes se trate de algún otro ramo de literatura, como de la historia, geografía, mitología y demás, que no son tan aptos para una explicación enlazada y filosófica; ó bien se lea, como anteriormente, alguna obra escogida, perteneciente á la facultad que se explique.

Restablécense por otro artículo las censuras, exten

TOMO II

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diéndolas á todas las piezas que se presentaren; y para no duplicar los escritos, imposibilitando su cumplimiento, se manda que sean verbales estos juicios de las obras. Es increible la utilidad que produjo desde sus principios este ejercicio. Puede decirse que á él sólo debieron los principiantes su adelantamiento, y los adelantados su perfección. Los principios de las artes son pocos; más diré: son fáciles de comprender; su aplicación en la práctica es dificilísima: es la obra de un juicio sumo; solidado á fuerza de experiencias. Es menester modificar las reglas generales así ó así, aplicarlas de este ó del otro modo, según ofrece la naturaleza sus varios casos envueltos en circunstancias diversísimas. De aquí nace, que sabiendo fácilmente el más atolondrado comicastro los preceptos generales de la dramática, no dá con la práctica de ellos, en que es necesario hacer mil conformaciones y gradaciones delicadísimas é imperceptibles de aquellos principios. Esta aplicación y reducción de las obras á los principios de las artes, es la censura, es el juicio dificilísimo de ellas, que enseña sobre todo á los principiantes el manejo de las reglas, y las maneras particulares de observarlas.

Sea por la especial dificultad de hacer bien estas críticas, que no deben encomendarse á todos, sea por cerrar la entrada á cualquier manejo monopólico en la comisión de ellas, se establece un revisor anual, á cuyo cargo esté la censura de todas las obras, dejando sola la distribución de las que él presentase, al arbítrio del presidente. En cumplimiento de estas ordenanzas, se nombró por la primera vez á D. Joséph Blanco, para explicar los principios del buen gusto, á D. Alberto Lista y Aragón para mostrar la geografía antigua, y á D. Félix Reinoso para la revisión de los escritos.

Se establecen por estatuto los dos certámenes en la

forma antedicha, y con el fin de dejar el ócio necesario para desempeñarlos, sólo se exige de cada indivíduo una disertación anual. "Considerando empero, que la „Academia, para llenar su objeto debidamente, había de "componerse en gran parte de sugetos que principien el ,,estudio de las humanidades, los cuales están destituidos „de aquella abundancia de conocimientos, necesarios para ,,trabajar por sí solos una disertación con algún fruto y ,,originalidad; será conveniente destinar tareas más fáci,,les, que sirvan como de ensayo á estos indivíduos, á „quienes principalmente debe ser útil la Academia. Por „tanto, los que no se encargasen por sí, en escribir aque,,llas disertaciones de más empeño, leerán todos los meses ,,un discursillo breve, sobre el punto que se les destine por ,,el que actualmente explicase; cuyo punto será de la ,,misma facultad, y se habrá declarado por él anterior„mente; de modo que nada más haya que hacer, para „formar uno de estos discursos menores, sino extender „por escrito, los mismos pensamientos que se han oido, „para fijarlos así más profundamente, y ejercitar el estilo. ,,Sin embargo, todos los indivíduos son iguales en el ,,aprecio que de ellos hace la Academia, y sólo había dife„rencia en el mayor ó menor trabajo: distinción que sólo "puede producir una emulación saludable en el estudio ,,de las letras".

Este es trasladado á la letra un artículo de los nuevos estatutos, cuya observancia hubiera sido utilísima, para el aprovechamiento de los principiantes. No hay duda, que adelantarían éstos mucho más, si la Academia pudiese mirarlos como tales, haciéndoles decorar de este modo las explicaciones, y adiestrándolo poco á poco, por el camino del buen gusto. ¿Y cuál medio más prudente, para no hacer odiosos estos ensayos, que dejar en manos de los

mismos académicos su suerte, ya se sometan con docilidad á la enseñanza, ya quieran desde el principio hacer de maestros, y entrar en coro con los más adelantados? Así lo creyeron todos, pidiendo luego una gran parte, argumentos para trabajar en estos discursos. Mas, ora por la frecuencia excesiva con que se les exigían, ora, y más bien, por no sufrir, de cualquier modo que fuese, aquella provechosa desigualdad, iban cada día abultando los discursos, y retardando el plazo de su lectura. Los que se habían tomado proporciones más difíciles, para desempeñarlas al año, acortaron prudentemente el trabajo de sus disertaciones al paso que aquéllos las acrecían para entrar en igual turno con los demás. Así fué aboliéndose insensiblemente la minoría de escritos, que estimuló por aquel tiempo la aplicación de los ménos instruidos; emulación que hubiera sido más útil, si hubiera podido ser más duradera. Pero la Academia acabó de conocer, que no podía establecerse diferencia alguna entre sus indivíduos, mal que le pese á sus adelantamientos.

En cuanto al gobierno del cuerpo, abandonada la censoría, por haber parecido inútil y de mera formalidad, se establece un presidente y un secretario, cuyos empleos deben ser anuales, nombrándose en la junta anterior á la fiesta de la Concepción de Nuestra Señora, para que en este día tomen posesión los elegidos. Fueron éstos en las primeras elecciones, D. Eduardo Vacquer, nombrado presidente y D. Félix Reinoso, reelegido por secretario.

El día 8 de Diciembre, se anunciaron los dos programas, para el certámen de Mayo siguiente. El primero: la Inocencia perdida; canto en 80 octavas, ó cerca de ellas, en que se describa la caída de los primeros padres. Daráse en premio al vencedor el Quijote de una bella edición, en seis tomos pequeños; y al que más se le acerque, la Enei

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