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su administracion empleando tan cuantiosas sumas en las guerras de Flandes, en su desatinada espedicion contra Inglaterra, y en el fomento de la guerra civil en Francia? ¡Política absurda, maquiavélica, perjudicialísima á la nacion!

En los negocios interiores de esta se emplearon tambien las artes del tenebroso maquiavelismo que caracteriza el reinado de Felipe II, de lo cual tenemos la mas terminante prueba en la persecucion del ministro Antonio Perez: suceso que tanto influjo tuvo en las cosas públicas del reino de Aragon. El origen de la caida de aquel privado fuc la alevosa muerte dada por orden del rey á Escobedo, secretario de don Juan de Austria. Apoderado este de Tunez quiso fundar alli un reino para sí, y al intento habia entablado negociaciones con el Papa, á fin de que interesándose con su hermano Felipe le otorgase aquella corona. Tuvo el rey noticia de estos tratos, y pesole mucho de ellos; porque miraba con envidia á su hermano, y estaba muy lejos de pensar en elevarle á tan alta categoria.

Frustrado aquel pensamiento recibió orden don Juan de Austria de pasar á Flandes con el cargo de gobernador y capitan general, y allí fraguó, ayudado de Escobedo, el proyecto de una espedicion contra Inglaterra para apoderarse de aquel reino; pensamiento que aprobaba el Papa,.

y tambien se prestó á mediar con Felipe para el logro de la empresa; pero se frustró igualmente

que

la otra. Vino en esto Escobedo á Madrid enviado por don Juan de Austria á reclamar auxilios; y Felipe II, que estaba ya sumamente resentido de él, dió orden á Antonio Perez para que procurase matarle; no atreviéndose á ponerle en juicio por temor de su hermano.

Asesinado Escobedo, recayeron las sospechas de su muerte en Antonio Perez y la princesa de Eboli, amiga suya. La muger y los hijos de Escobedo, instigados por los enemigos de aquellos, acudieron al rey pidiendo justicia; pero como Felipe sabia muy bien quien era el autor de la muerte, daba largas, hasta que al fin estrechado por los demandantes y enemigos de Antonio Perez, mandó prender á este y á la princesa de Eboli (1). Algunos autores suponen que libre ya Felipe II de Escobedo, quiso vengarse de Antonio Perez y su amiga por celos ó rivalidad en el amor de la misma, á quien tenia grande aficion el

(1) Asi resulta de la relacion del mismo Antonio Perez, página 5 hasta la 32, y del memorial que él mismo presentó del hecho de su causa en el tribunal del Justicia mayor de Aragon, parte segunda. Obras de Antonio Perez impresas en Ginebra por Samuel Chouet, año de 1654.

Pasóse circular á todas las ciudades: los habitantes de Zaragoza acudieron al llamamiento; per ro careciendo de un buen gefe, y no pudiendo llegar á tiempo la gente de otras ciudades por la precipitacion con que se adelantó Vargas, se deshizo aquella reunion, y los zaragozanos hubieron de abrir las puertas al ejército realista. Vargas hizo decapitar á Lanuza sin forma de proceso: otros fueron ajusticiados en diversas partes. Algunos que se habian refugiado en Francia, juntando un escuadron de gente armada, atravesaron los montes cubiertos de nieve, y entraron en Aragon. Los montañeses se armaron tumultuariamente para resistirlos; y habiendo enviado Vargas un ligero escuadron, acabó con aquella fuerza, quedando prisioneros Jaime Lanuza y Francisco de Ayerve que fueron degollados. En Jaca se levantó una fortaleza de orden del rey para defender las fronteras, y se aseguraron con otras fortificaciones las gargantas de los montes (1).

Felipe no quitó entonces á los aragoneses sus fueros, como algunos han creido, contentándose con haberles hecho conocer cuan poco los respeta

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(1) Miñana, continuacion de la Historia general de España, libro 9, capítulo 12, página 535, edicion citada. Watson, Histoire de Philippe II, libro 22, tomo 4, pági

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ba. Y á la verdad no reinaba ya en Aragon el entusiasmo ni el vigor que en otros tiempos para la defensa de sus antiguas libertades. La representacion nacional, á cuyo abrigo respira y se mantiene el espíritu público, no se juntaba como antes en épocas fijas y cercanas, sino cuando placia al monarca. El historiador Cabrera, hablando de las córtes celebradas en Monzon por los años de 1563, dice que fueron muy litigiosas por haber muchos años que no las tuvieron (1). El Justicia de Aragon no era ya un elemento conservador, como antes, un antemural donde se estrellaba la arbitrariedad del trono; sino un magistrado con grande autoridad judicial y casi ninguna política.

En Castilla los procuradores de las ciudades eran los únicos que aun solian atreverse á hablar como sus antepasados (2); ¿pero qué podian valer

(1) Historia de Felipe II, libro 6, capítulo 16, página 336.

(2) El señor Marina en su Teoría de las córles, tomo II, página 427 dice lo siguiente: "Mas todavia como no sea posible que se amortigue al instante el espíritu público de una nacion generosa, ni que se apague de repente el fuego del patriotismo, los procuradores de estos reinos no dejaron de hablar con su acostumbrada energia ante la presencia de la magestad imperial, y de reconveTomo III.

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los débiles acentos del patriotismo contra un poder terrible, apoyado en la fuerza militar, y en la autoridad teocrática de la inquisicion? La sociedad española se habia transformado enteramente. No era ya un cuerpo vigoroso y lozano que saliendo de la anarquia de la edad media, y renunciando á unas instituciones mal enlazadas, de contrapuestos intereses locales, se regulariza para

nir á Carlos, primero sobre sus escesos y prodigalidad en las córtes de 1523, 1527, 1538 y otras. Lo mismo hicieron con el rey Felipe II, que tal vez excedió á su padre en orgullo y despotismo, y cuya política maquiavélica y carácter suspicaz era mas formidable. Los representantes del pueblo bien lejos de intimidarse, superiores á sí mismos, y á todas las consideraciones humanas, le dijeron en las cortes de Valladolid de 1558, peticion 4.a: "que de haber tenido tantos años la magestad imperial su casa al uso y modo de Borgoña, y V. R. M. la suya como la tiene al presente con tan grandes costas y escesivos gastos, que bastarian para conquistar y ganar un reino; se ha consumido en ellas una gran parte de vuestras rentas y patrimonio real, y recrecídose muchos daños..... y en las de Toledo de 1559 y 1560, peticion 3.a: "señor, los gastos de vuestro real estado y mesa son muy crecidos, y entendemos que convenia mucho al bien de estos reinos, que V. M. los mandase moderar, asi para algun remedio de sus necesidades, como para que de V. M. tomen ejemplo todos los grandes y caballeros y otros súbditos de V. M. en la gran desórden que hacen en las cosas sobredichas."

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