Imágenes de páginas
PDF
EPUB
[graphic]

DESDE EL ADVENIMIENTO DE FERNANDO VII HASTA QUE FUE PROMULGADA LA CONSTITUCION DE 1837.

Los acontecimientos de esta época son demasiado recientes, para que á ellos pueda aplicarse el imparcial y severo juicio de la historia. Las contiendas políticas siguen con encarnizamiento; las pasiones han subido á un alto punto de exaltacion,

y

el ánimo del escritor no está exento de ellas, ni su cabeza libre de ciertas opiniones predilectas que pueden inclinarle á un partido.

Sin embargo, pareciéndome que esta obra quedaria manca si no se diesen á conocer, por lo menos en general, los trastornos accidos en este

periodo, la alteracion de los elementos sociales, y las vicisitudes de la civilizacion; procuraré trazar un breve bosquejo de estas grandes mudanzas. Hablarán solamente los hechos, sin calificacion particular de las personas, muchas de las cuales viven todavia. De las instituciones y partidos políticos diré lo puramente necesario para el objeto de esta obra, sine ira et studio, como se espresa Tácito en el principio de sus anales.

CAPÍTULO XII.

Reinado de Fernando VII : sus primeros actos de gobierno: su viage á Francia y forzada renuncia: Dos de mayo: guerra de la independencia: gobierno de la junta central: instalacion de las cortes en Cadiz y sus principales tareas.

Fernando VII fue recibido en Madrid con el mayor entusiasmo. La alucinada muchedumbre creia ver en él un restaurador de la monarquia, en cuyo apoyo habian venido las tropas francesas. El clero en general celebraba su advenimiento, ya por estar poco satisfecho del gobierno anterior, que habia puesto á contribucion los bienes eclesiásticos y vendido las memorias de obras pias, ya tambien por ver á uno de su clase (1) que

201

(1) El canónigo Escoiquiz.

antes habia sido ayo de Fernando, llamado ahora á la corte para intervenir en la direccion de los negocios. Tambien el clero en general estaba contento con Napoleon por haber restablecido el culto en Francia, y esperaba de él que protegiese al nuevo monarca. Los grandes pensaban adquirir mayor consideracion en la corte con la caida del príncipe de la Paz, y el favor que daban los nuevos acontecimientos al duque del Infantado, tan querido del monarca por su adhesion y padecimientos.

Poco sin embargo duraron estas gratas ilusiones engañado Fernando con falsos ardides, llevado dolosamente á Francia, donde le aguardaba Napoleon, y trasladada tambien allá toda la familia real de España, se consumó la mas atroz perfidia de que hacen memória los anales. Fernando renunció por fuerza la corona en su padre, este en Napoleon, y el usurpador en su hermano José. Apartemos la consideracion de aquel ignominioso teatro de ruin duplicidad y opresora tirania, para admirar el gran movimiento de un pueblo que se alza heróicamente para defender su independencia.

El dia Dos de mayo de 1808, memorable por siempre en los fastos de España, iban á salir para Francia de orden de Napoleon, la reina de Etruria y el infante D. Francisco. Agólpase en la

plazuela de palacio un numeroso gentío, inquieto ya, receloso de los designios de Napoleon, y resentido del porte insolente de las tropas francesas. Los grupos dejan pasar el coche de la reina de Etruria; pero al partir el del infante D. Francisco, se avalanzan á él queriendo impedir su salida, y acometiendo á un ayudante de Murat que estaba presente. Acuden las tropas francesas, dispersan á viva fuerza los grupos, y sigue á esto el general alzamiento de la poblacion. El furor suministra armas á los sublevados: las antiguas lanzas de la armeria que se vibraron un tiempo contra los sarracenos, se tiñen ahora de sangre francesa: los instrumentos de las pacíficas artes se convierten en armas ofensivas: truena la artilleria, la metralla barre las calles; Daoiz y Velarde perecen gloriosamente defendiendo la patria, y el pueblo madrileño sucumbe al número superior, y á la disciplina de los feroces enemigos. Acabado el combate y confiado el pueblo en la salvaguardia de un convenio, recorre las calles; y el sanguinario Murat mandando prender á cuantos llevan armas ó navajas, de uso comun en la plebe, los entrega inhumanamente á la muerte en la tarde y noche de aquel funestísimo dia.

Los gemidos de aquellas inocentes víctimas no tardaron en resonar por todos los ángulos de la monarquia, escitando una general indignacion. Es

« AnteriorContinuar »