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el arquitecto D. Juan B. Crouset y de la del Santuario otra persona que mencionaremos al ocuparnos de aquel elegante templo.

En 14 de Noviembre de 1820 los regidores vigilantes de la obra del Palacio, D. Martin de Bengoa y D. Antonio de Escobar dirigieron un escrito al alcalde constitucional primer nombrado D. Valentín de Soberón exponiéndole: que necesitándose abrir unas ventanas altas en las paredes del lado sur de las Casas consistoriales para dar suficiente luz á las piezas, era necesario hacer constar la aquiescencia de los dueños de las casas contiguas, que aunque la habian dado de palabra, creían conveniente que constara ante la autoridad para evitar reclamos en todo tiempo. Los dueños de esas casas eran Don Benito Campero, el Conde del Peñasco y la Testamentaria de Don José Pablo de la Serna. El Alcalde proveyó de conformidad, dieron ante él su consentimiento D. Benito Campero y D. Ignacio Escalante, este último como representante de los herederos de D. José Pablo de la Serna, y por exhorto lo dió también ante el alcalde del Cerro de San Pedro el cura de aquel mineral D. Francisco Salazar, como apoderado general del conde del Peñasco. Terminadas así estas diligencias les fueron entregadas originales á los regidores Bengoa y Escobar,

Este palacio tiene que adquirir con el transcurso de los años una celebridad histórica de bastante importancia. En él han residido los principales personajes del país en épocas que recuerdan los más grandes sucesos de la historia patria. Cuando Calleja volvió de Zacatecas, y que la señora su esposa se había ido para Bledos, no quiso alojarse en su casa de la esquina de la Compañía, tal vez porque en esa plazuela mandó colocar la horca en la cual casi diariamente se sacrificaba á algún desgraciado, y también la picota en la que eran azotados los que tenían la dicha de salvar de la muerte. Se alojó en tres piezas que había concluidas del lado izquierdo del edificio, donde es ahora la jefatura política, y allí permaneció hasta que salió para Toluca y Sur de Michoacán, para no volver más á esta capital.

En 1815 estuvo también alojado en las mismas piezas D. Agustín de Iturbide, cuando vino á recibir un convoy para escoltarlo con su brigada y conducirlo á México. A fines de 1858 vivió en el departamento de la Legislatura el Gral. D. Miguel Miramón con la señora su esposa Doña Concepción Lombardo. En 1859 habitó el mismo departamento el Gral. D. Santos Degollado, y de allí salieron para su promulgación en esta ciudad y para el resto de la República las leyes de Reforma que acababa de expedir el Gobierno en Veracruz, de las que fué portador el Gral. Degollado, que embarcado en dicho puerto desembarcó en Tampico. con aquella importantísima misión. En 1860 y en el propio departamento vivió el Gral. D. Rómulo Diaz de la Vega en jefe del primer cuerpo del ejército reaccionario, derrotado á los pocos días en Loma Alta por el Gral. D. José López Uraga. En 1863 fué la residencia del Gobierno Supremo de la República. El Presidente D. Benito Juárez vivió con toda su familia en el mismo departamento de la Legislatura desde el mes de Junio hasta Diciembre. En 1867 volvió á ser el Palacio Nacional de los Supremos Poderes. El Sr. Juárez habitó el propio departamento; el Sr. D. Sebastián Lerdo de Tejada, Ministro de relaciones y gobernación, vivió en el del Gobierno del Estado; el Sr. D. José María Iglesias, Ministro de justicia en el del Tribunal y el Sr. Gral. D. Ignacio Mejía, Ministro de la guerra, en el local que hoy ocupa la Contaduría de glosa. En esos departamentos de la Legislatura y del Ejecutivo del Estado se trataron y resolvieron los asuntos más arduos de la alta política, y en el salón de la Legislatura se firmó la denegación de indulto de la sentencia de muerte de Maximiliano, en la misma mesa de centro que todavía existe en la plataforma y que sirve para el presidente y secretarios de la corporación.

Si la casa que habitó el Sr. Juárez en Paso del Norte fué comprada por el Gobierno general con el fin de conservarla, sólo por el hecho de haber vivido en ella aquel personaje, en la época que enarbolaba la bandera de la independencia, creemos que más tarde ese mismo Gobierno ó el del Estado

harán que, cuando menos, se ponga alguna inscripción en lugar conveniente de nuestro Palacio, que haga conocer á las generaciones venideras los acontecimientos que en él tuvieron lugar, aunque no sea más que aquellos que se relacionen con la misma época de la intervención francesa, en la que los Sres. Juárez y Lerdo dieron en ese edificio el golpe de gracia á los proyectos de monarquía en nuestro país.

CAPITULO VIII.

SUMARIO.

Las autoridades realistas cambian de conducta con los pueblos.-Desavenencías entre ellas. Hace restablecer la armonía la noticia del pronunciamento del coronel D. Agustín de Iturbide.-Agonía del gobierno virreinal.- Acusación y proceso de Iturbide por su conducta como jefe del ejército del Norte.-Es absuelto y repuesto en su empleo, pero él lo renuncia y se retira á la vida privada. La nobleza de México conspira contra la Constitución de 1812.-Sus reuniones en la Profesa.-Busca un jefe que acaudille el movimiento.-Se fija en el coronel Iturbide.-El virrey Apodaca proyecta también abolir la observancia de la Constitución. — Conferencias con el Dr. Monteagudo. — Renuncia el Gral. Armijo el mando de la división del Sur.-Es nombrado en su lugar el coronel Iturbide.-Esa posición facilita á este jefe el realizar los proyectos revolucionarios. - Pónese de acuerdo con el Gral. Guerrero. — Marcha para Iguala y celebra una junta de militares.-Plan de Iguala.- Guerrero se pone á las órdenes de Iturbide.-Ligeras reflecciones sobre la personalidad de Iturbide.-Proclama del virrey.-Sublevación en San Luis de los capitanes Tovar, Acosta y Márquez.-Levantan en el Valle de San Francisco acta de adhesión al Plan de Iguala.-Destitución del brigadier Torres.-Acuerdo del Ayuntamiento de 9 de Mayo.

Al empezar el año de 1821 parecía que las mismas autoridades de las Provincias presentían que ya se acercaba el fin de su existencia. Aunque ignorantes de los pasos preliminares que se daban en México, su conducta con los americanos y con los indios no era ya tan tirante como en los años anteriores; algo hacían en favor de la clase desvalida y dedicaban algunos de sus trabajos para procurar instrucción á los pueblos y bienestar á los asociados. El cisma habia entrado entre ellas mismas y se hacían una guerra franca y terrible, sin omitir ningún medio para desprestigiarse mútuamente. Los principios de subordinación y obediencia con frecuencia eran

ya relajados; se promovían y sostenían cuestiones á cada paso por hacer alarde de independencia de autoridad, y con tal motivo se cambiaban comunicaciones redactadas con vehemencia, poniendo de manifiesto la poca armonía que reinaba en los círculos oficiales.

Este año de 1821 comenzó en San Luis dando una prueba patente de lo que llevamos asentado. El Ayuntamiento del año anterior, al recibir el aviso de la instalación de la Diputación provincial, protestó de nulidad fundándose en que aqueIla junta se había establecido sin el número competente de sus miembros; asunto que el Intendente hizo llegar á conocimiento del virrey lo mismo que los miembros de la Diputación quienes se quejaban ante aquel Gobernante de que el Ayuntamiento no quiso reconocerlos como legítimamente constituidos. El virrey resolvió que la Diputación estaba legalmente instalada, por haber concurrido á la instalación la mayoría de los miembros nombrados y exhortaba al Ayun tamiento para que deponiendo la actitud que había tomado, reconociera á la Diputación provincial y se sometiera á las decisiones que en los casos de su incumbencia tuviera que dictar, El Intendente jefe político comunicó al Ayuntamiento que existían dos ó tres oficios del virrey sobre asuntos de la ciudad en la Diputación provincial, avisándole para que su contenido le fuera trascrito; pero como esta corporación no había reconocido á aquélla, acordó no hacer sobre el asunto ninguna gestión.

La resolución del virrey fué comunicada al Ayuntamiento por la misma Diputación provincial, citado el cuerpo para sesión extraordinaria por el Jefe politico. En ella resolvió el propio Ayuntamiento no ocuparse del oficio del virrey por dos razones: 1 porque siendo el Jefe político el único conducto entre la Diputación y el Ayuntamiento para la correspondencia oficial según el artículo 16 capitulo 3o del decreto de las Córtes de 23 de Junio de 1813, debió el de esta Provincia hacer la trascripción del oficio del virrey; y 2 que había duda en si residía ó nó en el virrey facultad para tomar ingerencia en asuntos que sólo competian al Gobierno de Ma

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