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te al cuatel, no se hubiera alarmado al ver tanta gente armada. (1) Esa guardia hizo fuego sobre los conjurados matando á algunos de ellos lo que visto por el Capitan Sevilla, avanzó á la cabeza de un pelotón de la mejor gente que llevaban, se echó sobre la guardia del cuartel, la desarmó, y ya hecho dueño de él sacó violentamente diez piezas de artillería que mandó colocar en las entradas de la plaza, dirijiendo la puntería de una para la casa de Cortina. Siguieron apoderándose de los de mas cuarteles sin resistencia alguna, quedando solo defendiéndose en su casa el Comandante Cortina con la poca tropa que en ella tenia. El capitan Sevilla dispuso atacar ese último punto que oponia resistencia, á-las seis de la mañana del dia 11; al efecto colocó una compañía de infantería sobre la azotea de las casas reales, que dominaba á la de Cortina, y dió órden de hacer fuego sobre esta dirijiendo la puntería á los balcones y ventanas. Despues de una hora de combate cesaron los fuegos de la casa de Cortina. El zaguan fué derribado y penetraron los asaltantes cogiendo prisionero á Cortina, que estaba herido en la cabeza, y á toda la tropa que mandaba. l'erecieron en la refriega diez y siete hombres de la gente de los conjurados seis de los soldados realistas. Los primeros tenian además diez heridos y cuatro los segundos incluso su Jefe el Comandante Cortina, cuya casa en los momentos del triunfo sufrió el saqueo que era de rigor en aquellos tiempos y que tanto cometian los insurgentes como los realistas al ocupar militarmente alguna poblacion ó al verificar en ella algun motin ó alzamiento. El Sr. Cortina falleció la tarde del mismo dia.

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La revolución quedó terminada á las siete de la mañana, no habiendo mas suceso notable durante algunos dias que la muerte del español D. Gerónimo Verdier, de cuya casa le hicieron fuego la noche del dia 12 á una patrulla que ron

(1) El Comandante de la Plaza D. Toribio Cortina, bisabuelo de nuestro buen amigo Pedro Imáz vivia en la casa marcada hoy con el número 4 de la 1. calle de Maltos, y el cuartel de artillería estaba en la antigua A bóndiga, que despues fué Cárcel de cindad y hoy cuartel del 3 ≈ de infantería del Estado.

daba la ciudad en las primeras horas de la noche. El Comandante de esa patrulla al ver la casa de donde salian los tiros, penetró en ella y con su mismo sable hirió gravemente á Verdier que sucumbió al tercero dia.

La tradición y las apreciaciones de acreditados historiadores colocan á los legos juaninos Herrera y Villerías en la categoría de principales jefes de la insurrección en la provincia de San Luis. La narración que antecede, de la manera que esa insurrección se realizó, hará ver á nuestros lectores, que el brazo poderoso que la llevó á cabo fué el Capitán de lanceros de San Carlos D. Joaquin Sevilla y Olmedo. Entendemos que nuestros lectores formarán un juicio idéntico al nuestro, y que, como nosotros, darán á cada uno lo que es suyo, salvo que nuestra humilde opinión esté enteramente extraviada. Hay que advertir que una parte de los sucesos de San Luis, relativos al año de 1810, la hemos tomado de los diversos historiadores de Méjico que han llegado á nuestro poder, rectificando las exageraciones y errores de que adolecen por lo que respecta á nuestra localidad, y hemos procurado completar en lo posible nuestros apuntes con los datos que hemos podido adquirir en los archivos públicos y con los informes que hace tiempo nos ministraron respetables amigos que, por su edad muy próxima á la época de aquellos acontecimientos y por su formalidad y buen juicio, son dignos de todo crédito; y ciertamente llama la atención que en ninguna de las historias mencionadas se haga al Capitán Sevilla la justicia que merece.

No cabe duda que los servicios de los legos Herrera y Villerías fueron de grande importancia, y que la audacia del primero y la abnegación de Sevilla colocaron á Herrera al frente de la revolución de San Luis. En estas condiciones dió luego Herrera órdenes para organizar las tropas y la administración civil de la provincia. Nombró Intendente á D. Rafael Flores, de los principales vecinos de la ciudad, Alcaldes de primera y de segunda y Regidores del Ayuntamiento. En el ramo militai hizo tambien nombramientos de Jefes y oficiales ascendiendo á los que se le habian unido de

las tropas del Rey. Decretó la prisión de todos los españoles residentes en la ciudad, entrando á la cárcel en virtud de esta órden más de cincuenta individuos.

El Jefe insurgente Iriarte, que pocos dias antes se habia apoderado de Zacatecas, salió de esa ciudad para Guanajuato con el fin de auxiliar á Allende, que temía ser próximamente atacado por Calleja que regresaba para ese mineral despues de la batalla de Aculco; pero en vez de to mar Iriarte el camino mas corto por Aguascalientes y Lagos, se dirigió para San Luis, anunciando á Herrera y com pañeros su venida y preguntándoles si podia entrar á la plaza. Contestó Herrera afirmativamente, haciendo Iriarte su entrada á San Luis el dia 16 al frente de "n pelotón de indios sin órden ni disciplina alguna, armados en su mayor parte de lanzas y flechas que las arrojaban al aire, haciendo raras evoluciones y danzando al estilo del desierto.

La llegada de Iriarte fué celebrada con Te-Deum y bailes durante tres dias, á cuyos obsequios correspondió ese Jefe con otro baile dedicado á los legos Herrera y Villerías y al Capitán Sevilla.

Iriarte habia indicado á los Jefes insurrectos de San Luis si se les podia permitir á sus soldados una media hora de saqueo para que se proveyeran de lo que les faltaba, y por ser gente que estaba ya acostumbrada á obtener esa clase de permisos al ocupar alguna población.

Los legos y Sevilla se negaron redondamente á semejante pretensión y por ese dia quedó ese asunto en tal estado; pero la noche del baile ofrecido por Iriarte, á lo mejor de la fiesta invadió la sala una parte de la gente de ese Jefe, apoderándose de los tres obsequiados, y la otra asaltó los cuarteles haciéndose dueña de la ciudad, la que fué entregada á un saqueo general. Villerías logró escaparse y con cincuenta hombres que pudo reunir, huyó para Guanajuato á incorporarse con Allende.

Iriarte solemnizó su felonía con un banquete, al que hizo que fueran Herrera y Sevilla que tenia presos en un cuartel; allí les dió satisfacciones por su comportamiento diciéndoles

que habia sido preciso proceder de la manera que lo hizo por haberse ellos negado al saqueo que pedian sus soldados; los que querian ejercer una venganza en sus personas, cuya desgracia se habia evitado con lo hecho y con el saqueo de la ciudad. Les hizo saber que quedabar. en absoluta libertad, y al siguiente dia les envió á sus alojamientos despachos de Mariscal de Campo al lego Herrera y de Coroneles á Sevilla y al oficial Lanzagorta. Preparado para marchar á Guanajuato en auxilio de Allende que seguía llamándolo con instancia, confirmó á Flores en su empleo de Intendente que le habia dado Herrera, y encomendó á Lanzagorta y al lego Zapata el cuidado de las armas y municiones que dejaba en San Luis.

La Señora Gándara, esposa de Calleja, cayó en poder de los insurgentes, quienes la trataron con toda clase de consideraciones, y el dia que salió para la Hacienda de Bledos a compañada por dos miembros de su familia y cuatro mozos á caballo, pusieron destacamentos en el camino para que cuidaran de su persona.

El movimiento de San Luis Potosí hizo que la revolución cundiera velozmente por todas las poblaciones del Oriente hasta Tampico, y por todas las del Norte hasta los límites con los Estados Unidos. En cada provincia ó población que se proclamaba la independencia, acometian los Jefes insurrectos á los españoles que en ella residian, queriendo vengar en sus personas los agravios y crueldades que los Jefes realistas cometian con los mejicanos en aquella guerra de desolación. Los españoles que lograban escapar de ser muertos o aprisionados, emigraban para los puntos donde se encontraban tropas del Gobierno, ó se dirijian hácia las costas para salir fuera del pais, dejando abandonados inte reses y familia. Los que emigraron de Catorce, Cedral y Matehuala, fueron á ampararse con el coronel realista D. Antonio Cordero, que con una division de dos mil hombres habia salido del Saltillo para San Luis Potosí, encargado por Calleja para recuperar esta plaza. Hidalgo que ya habia sabido los progresos de la revolucion por este rumbo,

despachó al teniente General D. Mariano Jimenez con un fuerte cuerpo de ejército para que se posesionara de toda la frontera y organizara en sus poblaciones el Gobierno de la insurrección. La tropa de Jimenez y la de Cordero se encontraron en Aguanueva trabándose un reñido combate que concluyó con la derrota del segundo, cuyos soldados se pasaron en su mayor parte á las filas de Jimenez. Cordero fué hecho prisionero lo mismo que los españoles que venian protejidos por él,

Jimenez dió libertad á todos los españoles expidiéndoles pasaportes para que se pudieran ir á sus hogares sin ser molestados. Salieron estos del Saltillo dirijiéndose para el Cedral donde pernoctaron el cuarto dia en un rancho á dos leguas de la población. Allí fueron scrprendidos y atacados por el pueblo haciéndolos nuevamente prisioneros, y conducidos al Cedral, los tuvieron en el pueblo cerca de un mes. Los llevaron despues á Mate huala y luego los condujeron para San Luis, donde se les destinó por prisión el convento de San Francisco. A pocos dias penetró una noche al mismo convento una patrulla, notificándoles el comandante de ella que por órden superior se les cambiaba de lugar de prisión. Los sacaron efectivamente y los llevaron á la cárcel pública donde fueron encerrados en tres calabozos.

Calleja, á su paso por Lagos, supo que estaban en Aguascalientes veintidos españoles de los presos en San Luis que iban con la competente escolta destinados á Guadalajara, á disposición de Hidalgo, y que entre esos presos se encontraba el Intendente de la misma provincia de San Luis D. Manuel de Acevedo Como Calleja tenia particular estimación á este individuo y los demas presos eran todos españoles, envió al Capitan Linares con su misma escolta y una compañía de Voluntarios de Celaya á batir á los insurgentes de Aguascalientes para procurar la libertad de los presos políticos que allí habia. El capitan Linares cumplió perfectamente su cometido, hizo una marcha forzada desde Lagos á la referida ciudad, sorprendió á la tropa insurgente, le quitó dinero y caballos y libertó á los presos.

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