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se, de sus autores. Sólamente así puede aquilatarse la importancia que en realidad merezcan.

Lo diré con ingenuidad y sin embozo: soy partidario de todas, absolutamente de todas las independencias. y entre ellas enumero la independencia del libro, porque la autoridad absoluta que suele darse á la imprenta, no siempre es legítima. De ella, como de todo lo grande, se ha lastimosamente abusado, y así es preciso leer siempre con prudente desconfianza.

Esto no significa desdén y estudiado menosprecio para todo lo que se entrega al viento de la publicidad, lo cual sería incidir en el opuesto extremo; sólamente advierte el cuidado con que en ciertos ramos del saber, y principalmente en los que no atañen á las ciencias exactas y experimentales, deben examinarse las producciones del entendimiento hu

mano.

En la Historia se acentúa más la necesidad de conocer á fondo todas las circunstancias, tanto personales del autor como las que se refieren á los elementos que han servido para la formación de la obra; y aun cuando algunas veces se transparentan aquellas á la simple lectura, y se conocen los últimos por las referencias que se hacen á las fuentes que han servido de base á la consignación de los hechos, sin embargo, no es lo común, y se necesita que sea muy marcado el sello personal impreso á la obra, para estar prevenido y estimar con acierto la fe que nos merezca.

¿Quién entre nosotros, por ejemplo, cualesquiera que sean sus ideas políticas y religiosas, no conoce á primera vista el espíritu apasionado de D. Lucas Alamán en contra de los héroes de nuestra primera insurrección, y su mal disimulada simpatía en favor del régimen colonial? De la misma manera, ¿á quién puede engañar la exaltación exagerada y los vehementes arranques del ciego patriotismo de D. Carlos M. Bustamante, que engendrando desde luego en el ánimo del más benévolo lector una justa desconfianza, constituye el mayor obstáculo para prestar completo asentimiento á sus asertos?

Pero como ántes decía, se necesita que el escritor deje absolutamente llevarse de los impulsos de su propio carácter, y no reprima el vuelo de sus aspiraciones é íntimos sentimientos, para conocerlo á través de sus producciones; de otra manera casi siempre se borra su personalidad si por otros motivos no es suficientemente conocida.

Por esta causa me propongo en este breve prólogo, dar á conocer á mi estimado amigo Manuel Muro, si no por medio de una completa biografía, sí al menos en cuanto pueda servir para valorizar la fe que merezca la obra que hoy presenta al público. No ignoro que estos datos sean deficientes y superfluos para todos los potosinos, para quienes es perfectamente conocido; pero como tengo la convicción de que la "Historia de San Luis," será generalmente leída, no estarán por demás los datos que respecto al autor ofrezco á los lec

tores.

Nació Manuel Muro en San Luis Potosí el día 28 de Diciembre de 1839, y después de haber terminado satisfactoriamente su instrucción primaria, cursó con lucimiento en el colegio Guadalupano Josefino, después Seminario conciliar, las cátedras de latinidad, filosofía y primero y segundo años de jurisprudencia, habiendo obtenido en sus exámenes la primera calificación como lo acreditan los certificados que he tenido á la vista.

La clausura del seminario por los acontecimientos políticos que se verificaron á consecuencia del funesto golpe de estado que dió el presidente Comonfort, obligó á Muro á interrumpir su carrera profesional. Iniciada en seguida la famosa y cruenta guerra de tres años, Muro se vió envuelto en sus múltiples vicisitudes, filiándose desde 1859 en el partido líberal, al que consagró sus servicios y su pluma.

Al triunfo de ese partido, Muro que había dado ya el primer paso en la carrera política, siguió con perseverancia el camino que se había trazado y que las circunstancias le presentaban, y desde entonces hasta la fecha ha desempeñado

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en todas las administraciones liberales, puestos de la mayor consideración y confianza.

Ha sido secretario, regidor y presidente del Ayuntamiento, vocal y presidente de la junta de instrucción pública, oficial mayor, secretario de Gobierno, jefe político, diputado á la Legislatura del Estado, gobernador interino alguna vez, y en varias ocasiones miembro de la Cámara de diputados al Congreso de la Unión, en donde actualmente forma parte de la Diputación de San Luis

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Ha desempeñado además varias comisiones y encargos de menor importancia, y siempre de una manera satisfactoria.

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Por esta simple enumeración de los servicios prestados por Muro, al Estado de San Luis Potosí bajo la bandera del partido liberal, se comprenderá la aptitud en que se ha encontrado para reunir cuantos elementos ha tenido á su alcance y formar con ellos la base sólida de sus investigaciones históricas. No hay en su obra un sólo hecho que no esté legítimamente comprobado por documentos auténticos de que posee un rico acopio, pudiendo asegurarse que sólo por no dar mayores proporciones á su Historia, de las que se propuso al formar su plán y forma de desarrollo, deja de utilizar todas las preciosas constancias que obran en su poder.

Mas no bastan los elementos, es necesario saberlos utilizar, que no es tan fácil como á primera vista pudiera creerse servirse de ellos con provecho, para no incurrir en los gravísimos defectos de ligereza y parcialidad, sin tomar en cuenta su cordinación, exámen y oportunidad en su empleo.

Muro, como ya lo hemos dicho, es liberal firme y convenci do, de ello ha dado relevantes pruebas, pero no es ni ha sido nunca apasionado. De esta manera aprovechando las naturales dotes de su espíritu tranquilo y sereno, no obstante de haberse íntimamente ligado á los sucesos contemporáneos de nuestras vicisitudes históricas, se aparta de ellos para juz! garlos con fria imparcialidad, como lo haría un espectador indiferente. Unida esta cualidad inapreciable en un historia

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dor, á la laboriosidad é incesante afan que lo domina para buscar la verdad en cuanto se refiere á la vida política y social de nuestro Estado, su "Historia" presenta los principales caracteres que le conquistarán sin duda la séria atención de los lectores.

Contamos por lo mismo con estos datos fundamentales. Imparcialidad en las apreciaciones y exacto conocimiento de los hechos, bien basado en auténticos documentos, ó en el testimonio de la propia conciencia por haberlos presenciado, Amor á la verdad, y por consiguiente, sinceridad al darla á

conocer.

Respecto á la importancia que en si misma tiene la obra, bastará pasar una rápida hojeada sobre lo que entre nosotros ha sido la Historia patria. Con singulares y honrossas excepciones las personas que se han dedicado á tan interesantes y útiles labores, más se preocupan de la Historia general de la República, formando así la historia de nuestros gobiernos, que de la particular de los Estados íntimamente ligada con aquella y fecunda en provechosas enseñanzas.

No es posible formar una línea de separación que aisle á la Federación de los Estados que la forman, y cualquiera que haya sido la importancia política del Distrito Federal y su influencia en la marcha de los acontecimientos públicos, no puede ponerse en duda que el conocimiento perfecto de nuestra existencia social, sería incompleto si no se toma en cuenta la historia particular de los Estados.

Como todo escritor concienzudo, Muro es sumamente escrupuloso, y no aventura el menor concepto si no está arraigado en su convicción sin preocuparse de la forma en que lo dé á conocer. Así lo revela desde luego, su estilo fluido, sencillo y llano, ageno á toda literaria pretensión, é interesando al lector más que por la difícil facilidad de sus relatos por el interés de los asuntos mismos, creciente á cada paso y que distrae nuestra atención de la fidelidad con que describe los cuadros que nos presenta.

Al emitir estas opiniones, no me ciega el afecto á mi buen

amigo, el autor de esta interesante Historia, y abrigo ia convicción de que al terminar su lectura, toda persona sensata. si volviése á pasar su vista por este humilde prólogo, lo suscribiría conmigo.

San Luis Potosí, Enero de 1892.

EMILIO ORDAZ.

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