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fiere lo mismo queste Solano le escrivió y la prevencion que para este negocio a hecho, como V. M. verá por la copia de las dichas cartas, que con esta serán.

(Roto el original.) de Costa-Rica un navichuelo para Panamá a llegado á reconosçer una isla á donde reconoscen los navíos que baxan de Pirú y de aquella costa para ir á Panamá; salió á ellos una lancha de un navío de ingleses que alli estava, el cual les tomó y metió en su navío, de que pudieron conoscer navío y artillería y número de gente, y echados de sí sin hazerles mal, dieron la noticia que paresce por la carta del Solano, quel navío era de hasta dozientas toneladas, bien artillado y con ochenta y seis hombres y muchas bombas de fuego y otras muchas machinas de guerra, y que lo tenia lastrado de plata y cofres de oro y reales de á ocho.

Lo que demás de lo contenido en esta carta se a sabido es que viniéndome á traer estas cartas desde el Realejo en un barquillo por mar á Çonçonate, topó este barquillo con navío pequeño que salió de Acapulco, en que venia don Francisco de Cárate con ropa para Pirú, el cual le dixo que allegando en parage desta ciudad de Guatimala, topó con el inglés que iba á los puertos de Guatulco y Acapul co, y le rindió por quellos no trayan armas, ni gente, ni aparejo para pelear, y los metió todos en su navío y hizo zondear toda la ropa y comida que el Çárate traya y pasalla al navío que consigo llevaba, que tomó á los de Cos. ta-Rica; y hecho esto, sacó debaxo de cubierta al Çárate y á los demás y hizo mucha honrra al Çárate, como á caballero, y aun le dió parte de su ropa que le avía tomado, y le contó que abian entrado por el estrecho de Magallanes cinco navíos, y que uno se le perdió, cuya gente se salvó y repartió en los quatro, y questos andaban robando en la costa de Pirú, y quel avía venido por esta costa, y otras cossas que por el dicho deste hombre á quien Çárate

las contó, que iba al Realejo, que no llevaba comida, que mandará ver V. M. que con esta vá.

Luego el mismo mártes, despaché á toda diligencia á los puertos de Guatulco y Acapulco para que pusiesen en salvo los navíos que en aquellos puertos estaban, el de la China y otro, y se guardasen y estubiesen prevenidos; así mismo escreví al Virrey de la Nueva España dándole noticia del negocio y de tan grande atrevimiento, y significándole la importancia deste negocio, quél se tendrá entendida, y que pues tiene artillería y gente, que armase dos navíos y se siguiese este corsario y enemigo de nuestra santa fée católica, como cossa que tanto importa al servicio de V. M.

Hecho esto, hize juntar el Obispo deste obispado y las demás personas que paresció convenir y tratar sobre este negocio; y paresciónos á todos que devian de hazerse dozientos hombres en esta ciudad y pueblos comarcanos y costa de Nicaragua á donde está el Licenciado Palacio y ay dos navíos razonables de hasta ciento y veynte toneladas, uno de V. M. en que se acarrea la madera para los dos navíos grandes que allí se hazen para la China, y otro de Panamá que allí se halló, y en el puerto de Conçonate ay otro pequeño; y que en estos tres navíos, con quatro tiros de bronce que se an de hazer de hasta quinze quintales cada uno, de campanas quel Obispo dá para ello, que en quarenta dias hasta cinquenta se pondrá todo esto á punto, se salga en busca deste cosario y sobre ello se hagan todas las diligencias nesçesarias para que no salga desta mar, pues de ello redundarian tantos inconvinientes, demás del daño presente, que debe ser harto.

Y en lo que toca á su subida por esta costa, no se puede entender, si no es rastrear por razon lo mas verosímile, y es que en lo que contó á D. Francisco de Çárate, que quedaban otros tres navios en la costa del Pirú robando, no

dize verdad, y quél solo fué el que entró por el estrecho de Magallanes y que en la costa del Pirú no se manifestó por no ser entendido y se le estorvasen sus robos, y que a bajado á las islas de Panamá, á donde reconoscen los navíos que baxan del Pirú, los pudiesen robar y hecho los robos, como los debe de aver hecho, a venido por esta costa en busca de un navío nuevo questá en Acapulco y á tomar alguna comida de la qual tendrá necesidad para volver tan larga mar, y que hecho en esto lo que pudiere hazer a de volver por esta costa abajo, para atravesar á la costa del Pirú y volver á seguir su viaje, aunque no irá tierra á tierra, como suben y baxan los navios del Pirú, sino algo engolfado para no ser visto ni tomado.

Dúbdase si desde Acapulco podría atravesar este golfo para salir á Lima ó Arequipa, y aunque dizen averlo hecho un navio ó dos en tiempo de Piçarro, esta navegación no se sabe У temen que faltan los vientos y que no osará hazerlo. Lo segundo, se dubda si de Acapulco podría tomar la derrota de la China y por la via de portugueses ó por onde fuera la nao Victoria que desembocó el estrecho y rodeando la China fué á esos reinos; paresce que ni tendrá piloto questa navegacion sepa, ni se pondrá en tanto peligro, en especial llevando tanto robo como aquí se sospecha que debe de llevar; que hasta que de Panamá venga nueva de lo que a pasado, aquí no se puede saber cossa cierta, la qual no puede tardar.

Toda la brevedad y diligencia que en este negocio fuere posible ponerse y seguridad para que aya buen efecto se pondrá, como en cossa que tanto yo entiendo que importa al servicio de V. M. y al estado destos reinos y tierras.

El pliego que aquí despaché para V. M. en el navío que agora partirá de puerto de Cavallos para ir en esta flota de Nueva España, dí aviso á V. M. del buen nombre y opinion que tienen las minas de plata de Honduras y del poco po

sible que tienen para beneficiarlas. Como recien llegado no he podido tener entera noticia en particular de cada cossa de lo que á ellas toca, pero yo enviaré persona de entendimiento que con mucha particularidad vea todas las minas, en su presencia haga los ensayos para dar ciertas relaciones á V. M., sepa lo que en ello ay, y para que se haga y yo pueda hazer lo que á vuestro real servicio convenga.

Esta carta se envia á toda diligencia á puerto de Cavallos ó de Trujillo á donde el navío estará, si no es partido, muy apunto de partirse, para que V. M. sepa lo que ay, y así no se aguarda á que aya en estos negocios más claridad. Nuestro Señor la C. R. P. de V. M. guarde para su servicio con acrecentamiento de mayores reynos y señoríos, como este humilde criado y vasallo de V. M. desea. De Guatemala 14 de Abril de 1579 años.-C. R. M.-Humilde criado y vasallo de V. M. que sus Reales pies y manos beso.

EL LICENCIADO VALVERDE.

Don Francisco de Zárate à Don Martin Enriques, Virey de Nueva España, dando aviso de lo que le había sucedido con Francisco Drake en el mar del Sur.

REALEJO, NICARAGUA, 16 DE ABRIL DE 1579.

Aunque no saliera con la obligacion que truxe por tanta merced como V. E.a siempre me hizo, no llegara á puerto ninguno donde esto no hiziera, principalmente con la ocasion que se a offrescido que aquí referiré á V. Ex.a con las ménos palabras que pudiere, no dexando ninguna que sea de ymportancia. Yo salí del puerto de Acapulco á veynte y tres

xeron

de março y vine navegando hasta el sábado quatro de abril, y media ora antes que amanesciese vimos con la luna un navío muy junto al nuestro y el que llevava el timon dió vozes que se apartase no nos desaparejásemos. A esto no le respondieron, haziéndose de los que dormian; diéronles otras mayores, preguntándoles de donde venia el navío; dique del Perú y que era Miguel Angel, que es un maestre de aquella carrera muy conocido; quien del navío hablaba era un español, y adelante diré á V. Ex. su nombre. Traya el navío de los contrarios la barca por la proa como que le venia remolcando, y en un momento se passó por la popa del nuestro diziendo que amaynásemos, y tirándonos siete ú ocho arcabuzazos tuvimosle por tan cossa de burla como despues salió de veras. De parte del nuestro no uvo resistencia ninguna, ni aun seys hombres despiertos en todo él; entraron tan sin riesgo como si fueran amigos. No hizie. ron damno en las personas, mas de apoderarse de las espadas y llaves de los pasageros; ynformados de quién venia en aquel navío, ordenaron que yo saliese en su batel y fuese adonde el general estaba; holgué dello pareciéndome que ternía más espacio para poderme encomendar á Dios, aunque en muy poco llegamos á donde él estava, que era en un muy buen galeon tan armado y artillado como yo le e visto en mi vida. Halléle paseándose por él y lleguéle á besar las manos. Rescibióme con buen semblante y llevóme á su aposento, á donde hizo que me sentase, y díxome: «Yo soy muy amigo de que me traten verdad, porque de lo contrario me amohino y ansí vos me la dezid, que este es el camino que más puede valer conmigo, ¿qué plata ú oro trae este navío?» Yo le dixe que ninguno. Volvióme á dezir.-Ninguno, solos unos platillos con que yo me sirvo y unas copas ay en todo él.-Estuvo un rato callado y tornóme á preguntar si conocia á V. Excelencia; díxele que sí.—¿Viene aquí algun pariente suyo ó cosa que le to

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