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la merced que se me hizo y dí principio en hacer gente y proveer de bastimentos y vestidos y otras cosas á los soldados que en aquella tierra están poblados, los quales por la demasiada necesidad se començaban á venir uno á uno. Partiréme luego con la mas gente que fuere posible, y daré el asiento conveniente al servicio de Vuestra Magestad, y dexaré teniente en esta provincia como se me manda.

Esté Vuestra Magestad cierto que en Costa-Rica no ay indio de paz, y que solamente se an hecho ranchos y poblado junto á Nicoya y gastado los soldados la miseria que llevaban; por manera que la jornada se haze como si agora se diera principio en ella, en la qual me es forçoso gastar gran suma de pesos de oro. Estaré en el cargo hasta que Vuestra Magestad otra cosa provea y daré abiso del suceso de la tierra para que Vuestra Magestad mande lo que mas se sirva. Guarde Nuestro Señor la católica y real persona de Vuestra Magestad con aumento de mayores reynos y señoríos, como sus vasallos y criados deseamos. De la cibdad de Leon á quatro de mayo de mil y quinientos y sesenta y dos.-C. R. M.-De Vuestra Magestad vasallo y criado que sus reales piés besa,

JUAN Vazquez de Coronado,
Alcalde mayor.

II.—SOBRE LA EXPEDICION DEL LICENCIADO CAVALLON,

SU POCO EFECTO Y LA NUEVA SUMISION DE LAS PROVINCIAS DE LOS GÜETARES.

NUEVA CARTAGO, 11 DE DICIEMBRE DE 1562.

C. R. M.

De la provincia de Nicaragua dí abiso á V. M. como residiendo en la governacion della se me encargó y mandó que juntamente con aquella provincia tubiese á mi cargo la pacificacion y poblacion desta de Nueva Cartago y Costa

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Rica hasta que por V. M. otra cosa fuese proveido, y que dexando allí mi lugar-teniente viniese á entender en la expedicion y pacificacion desta, trayendo por delante gente, bastimentos, ganados y armas y otras cosas de socorro para algunos soldados que aquí quedaron. Por ausencia del licenciado Juan Cavallon puse por obra lo que se me mandó, con la diligencia á mí posible, por parecerme que como se abía començado á despoblar, del todo se acabara si yo no pusiera remedio en ello con enviar al maese de campo Juan de Ovalle con cinqüenta soldados bien proveidos y con bastimentos y ganados para los que en la tierra abian quedado, para que se animasen, hasta que yo pudiese partirme con más gente y dexase proveidas otras cosas tocantes á la jornada, en las quales dí fin, y principio á mi camino con no poco trabajo y gasto, partiendo de la cibdad de Leon, con otros ochenta soldados y vecinos, á los diez y ocho de agosto, en tiempo de ynbierno y de grandes rios y ciénegas.

Entré en Nicoya á los seis de setiembre. Deste pueblo 'de Nicoya envié á llamar á los caciques de Cotan y Bagaci, pueblos que caen en la demarcación desta tierra, á los quales yo reduxe al servicio de V. M. juntamente con la isla Çelintinamen, que está en medio de la laguna de Gra nada. Quando me embarqué para el dicho efeto, como dí á V. M. relacion de la dicha provincia, los caciques vinieron y quedaron muy en servicio de V. M. y encargué al corregidor de Nicoya que tubiese cuydado de mirar por ellos y mandéle que no consintiese que en los principios se les pidiese cosa alguna; y al vicario le rogué los fuese á doc. trinar, questán veynte y tantas leguas de allí. Proveíles de rescates y otras cosas con que fueron muy contentos.

En el pueblo de Nicoya estube aislado sin poder pasar adelante por causa de las grandes aguas, que no dieron lugar á pasar por tierra; y por mar dióme al través un navio pequeño á la salida de la barra, y fué forçoso esperar otro grande que dexé cargando en el Realejo, el qual, despues de aver descargado en el puerto y llevado de segundo viaje maiz para sustentar el campo, entró en Nicoya á los siete de noviembre y yo me embarqué con toda la gente á los ocho; entré en Landecho, que solamente gozaba del nombre de

poblado á los diez; hallé solos quatro soldados, y tan determinados de dexar la tierra, que si no supliera á su necesidad con regalos que les hice, me alteraran los que traya. Dexé allí diez soldados y un teniente, los tres casados, y partí luego para esta poblaçon ó cibdad, en la qual entré á los veinte del mismo mes. Fuí bien recibido; hallé á los soldados tan desnudos y necesitados que tube en mucho aver querido esperar con tanta necesidad. Proveílos lo mejor que pude, de manera questán contentos y se an animado para dar fin en la jornada en servicio de Vuestra Magestad.

Esta poblaçon está en II grados, asentada en unos llanos grandes; es tierra fria, tiene buen cielo y suelo, dista de la mar del Sur ocho leguas; de la del Norte se cree estarémos treynta pocas más ó menos; del Desaguadero veynte; á nuestro parecer pocas más.

Tiene lexos las tierras para sembrar; dánse trigos y todas hortalizas; tiene poca leña; está algo apartada de la poblaçon de los naturales. En dando asiento en la tierra se verá si ay otro sitio que le haga ventaja. Son grandes y casi insufribles los vientos que corren en verano.

La tierra es una de las buenas que yo he visto en Indias y á mi ver no le haze ventaja ninguna de Nueva España, ni del distrito, porque he visto todas las más y governado en nombre de Vuestra Magestad algunas.

Dánse muy bien ganados de todas maneras. Los naturales della son vivos de yngenio, belicosos, mayores de cuerpo que otros, bien hechos; imitan en la sotileza de las contrataciones á los mexicanos. Tienen ropa de algodón por extremo buena; gran cantidad de oro de todos quilates; mostróscles cobdicia dello en los principios y hanlo escondido. Es forçoso que aya minas en muy gran cantidad y no se aver descubierto ha cansado la poca gente que tubo el licenciado Juan Cavallon, que nunca osó enviar á parte ninguna de asiento, sino de paso á descubrir la tierra. Finalmente, Vuestra Magestad tiene aquí uno de los mejores rincones de sus reynos.

Será necesario que Vuestra Magestad mande que se dé más calor que hasta aquí, porque yo he gastado doze mill pesos, sin que se me aya proveydo de cosa alguna y gas

taré lo más que pudiere hasta que Vuestra Magestad dé la órden que más convenga á su servicio. Y es cierto que estoy bien adeudado, ansí desta jornada como de otras que en servicio de Vuestra Magestad he hecho.

Quando el licenciado Juan Cavallon salió desta provincia no avia yndio de paz; despues que comencé á meter gente y bastimentos començaron á venir algunos y oy estan en esta poblaçon ochenta yndios de nueve pueblos, los caciques de los quales me los an enviado despues que llegué, diziendo que quieren reconocer á Vuestra Magestad y ser mis amigos; y de temor de los españoles parece que los caciques no osan venir, porque en los principios fueron mal tratados y no se les guardó la fée en algunas cosas. Yo les he enviado á dezir que los yré á ver de paz á sus tierras y dicen questá bien. Iré á ello la semana que viene, siendo Dios servido.

Los pueblos que sirven se llaman Pacaca, Taribi, Accerri, Puririci, Corcós (Quircó) y Coc, Orocci, el Abra, Toyopán. Enviádoles he rescates y dado de lo que traya, sin pedilles cosa, ni mostralles cobdicia; lo qual procuraré se guarde por todas las vias á mí posibles. Rescatan los yndios que vienen mantas que traen por chaquira, agujas, lienço; piden tigeras, machetes, cuchillos, hachas; no se las consiento dar hasta que la tierra esté reducida al servicio de Vuestra Magestad.

El más dañoso para la pacificacion desta provincia es un cacique llamado Garabito, que en los principios dió el reconocimiento que devia á Vuestra Magestad y al licenciado Cavallon, en nombre de Vuestra Magestad; y despues se rebeló y no se contenta con aver sacrificado un soldado que le prendió al licenciado Cavallon y avelle salido á él á matar con mano armada y aver hecho otros ynsultos, sino que exhorta y aun amenaza á todos los demás que no den la obediencia que deven á Vuestra Magestad, ni reconozcan á Dios nuestro Señor; así he hecho proceso contra él; está condenado á muerte y á que se le haga guerra como á persona que se a rebelado.

Envié al maese de campo Juan de Ovalle y al capitan Francisco de Marmolejo con noventa soldados á le prender y encarguéles que se ubiesen con toda templança y

como si no ubiera cometido delicto, y que le procurasen ganar por via de paz, y no pudiendo, lo procurasen prender por las mejores vias que pudiesen. Espero en nuestro Señor que desta jornada se sacará asiento para adelante en lo que toca á este cacique.

Tambien les encargué que llegasen á la provincia de los Botos, que confina con la de Garabito, y los requiriesen y amonestasen que dexasen pedricar el evangelio y que reconociesen á Vuestra Magestad por su Rey y Señor; y por las lenguas que con ellos envié, les diesen á entender la ceguedad en que estaban y el bien que se les seguia, lo qual se hiciese con toda moderacion y por via de paz; y con lo que respondiesen me diesen abiso, sin hazelles daño alguno, y se saliesen para dar órden conforme al suceso.

De las provincias de Suerre y Turucaca tengo grandes nuevas; la de Suerre á la mar del Norte y la de Turucaca á la del Sur. Y es cosa fuera de todo límite las grandezas que los naturales cuentan de la riqueza de Turucaca; á lo más largo esta quarenta leguas de nosotros.

Venido el maese de campo (Juan de Ovalle) pienso hazer esta jornada destas provincias por mi persona, y querría dexar primero poblada la mar del Norte, que diese la buelta á Turucaca. Acudiré á lo quel tiempo dixere ser más conveniente.

Los tributos del pueblo de Nicoya son muy importantes para esta jornada; yo los compré de los oficiales reales, y dí por ellos novecientos y tantos pesos, por causa del maíz, hasta que la tierra dé con que se sustentar. Si Vuestra Magestad hiciese merced dellos á esta jornada y quel provedor della tubiese cuydado dellos, será principio de algun

socorro.

El oro al veynteno ó al quinzeno por algunos años les animaría á buscallo, y con cébdula de favor de Vuestra Magestad para gratificacion de sus servicios, se sustentarian con mas ánimo y voluntad.

El cacique del pueblo de Nicoya lo haze bien con esta jornada, y á mí y á los soldados nos dió lo necesario por nuestros ducados.

Necesidad tengo de sacerdotes y seria cosa importante fuesen religiosos; solamente me hallo con el padre Estrada,

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