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oscuro de Castilla, y debió nacer á principios del siglo XVI, pues ya en 1560 estaba achacoso y viejo.

La primera vez que le hallamos en América es en el año de 1550, sirviendo el cargo de lugarteniente de la justicia en la ciudad de Trujillo (Honduras), de la cual es corregidor Juan Perez de Cabrera, el Gobernador in partibus de Nueva Cartago. (v. pág. 160.)

Este le otorgó poder en 8 de Enero de 1551 para que fuese á Santiago de Guatemala á reclamar el pago del salario que le correspondia como Gobernador de Honduras durante el intervalo que medió entre la muerte de D. Pedro de Alvarado y la llegada del Adelantado D. Francisco de Montejo (de 18 de Julio de 1542 á 9 de Abril de 1543).

Así aparece de peticion presentada por Cavallon en Santiago de Guatemala el 10 de marzo de 1551. Es probable que éste se quedara en Guate. mala y que aquí se acreditase como hombre de cordura y energía, pues en ocasion que estaba muy revuelta la provincia de Nicaragua, la Audiencia, presidida por el honrado Cerrato, le nombró en 26 de Octubre de 1553 alcalde mayor de Nicaragua, cuyo oficio ejerció desde el 6 de Noviembre de este año hasta el 12 de Abril de 1555, sofocando de esta vez la rebelion de Juan Gaitán.

El 9 de Enero de 1560 fué de nuevo proveido con el cargo de alcalde mayor de Nicaragua y juez de residencia de D. Francisco de Mendoza, su predecesor. Permaneció en Nicaragua once meses, y pasó en enero del año siguiente á Costa-Rica, yendo por Nicoya y los Chomes á la comarca de Chorotega ó valle de Coyoche, donde fundó la villa de Landecho. Dirigióse luego hacia el interior, y á unas ocho leguas de la costa fundó la ciudad del Castillo de Garci Muños (Marzo de 1561), que sólo duró tres años, pues fué trasladada á Cartago por disposicion de Juan Vázquez de Coronado.

Por real título de 28 de Abril de 1561 D. Felipe II le nombró fiscal de la Audiencia de los Confines, cuyo oficio fué á ejercer á Guatemala en enero de 1562, época de su salida de Costa-Rica.

El 25 de Octubre de este mismo año de 1562 fué promovido á la fiscalía de la Audiencia de México, de la cual debić tomar posesión á fines de 1563, pues en Setiembre de este año desempeñaba aún ese cargo en Guatemala. De aquí escribe al Rey el 12 de dicho mes:

<La provincia de Cartago y Costa-Rica es tan fértil, sana y rica y poblada quanto he significado á V. M. por otras antes de ésta.»

Estas otras están perdidas y toda diligencia ha sido inútil para dar con ellas. Fuera del citado pasaje, la única mencion que se hace de Costa-Rica en las cartas que se conservan del Licenciado Cavallon se halla en la última de las que dirigió al Rey, fecha en México á 7 de Marzo de 1565.

«Yo serví, escribe el licenciado Cavallon, á V. M. bien en la provincia de Nicaragua en la rebelion que allí uvo y paciffiqué aquella tierra con mucho trabajo y riesgo y costa mía Despues gasté más de lo que tenía en hazienda en poblar, como poblé á mi costa, la provincia de Cartago y CostaRica, á donde no menos bien serví á V. M. con mucho trabajo y diligencia. Salí adeudado en más de nueve mill pesos de oro, y despues, para venir desde Guatemala á esta cibdad á servir á V. M., en traer mi casa me adeudé de nuevo, de cuya causa estoy en mucha necesidad. Suplico á V. M. que, para ayuda á pagar mis deudas y porque mejor pueda servir, como deseo, se me haga merced de me señalar en penas de cámara ó de estrados, ó quitas y vacaciones, alguna ayuda de costas en cada un año ó como más V M. fuere servido, porque es mi necesidad grande. >>

El Rey D. Felipe II puso al márgen de este capítulo la razón siguiente: que se trayan las informaciones deste licenciado Cavallon y se den al relator para que se vean.

Pero la muerte sorprendió á Cavallon á principios de Diciembre de 1565, y fué á su viuda, D.a Leonor de Barahona, á quien el Rey, por cédula de Madrid, 3 de Agosto de 1567, hizo merced por una vez de trescientos mil maravedís.

D.a Leonor de Barahona era hija de Sancho de Barahona, uno de los primeros conquistadores de Nueva España, y hermana de Sancho y de Juan de Barahona, que acompañaron á su cuñado Cavallon á la conquista de Costa Rica.

EL CLÉRIGO JUAN DE ESTRADA RÁVAGO, natural de la ciudad de Guadalajara, pasó á América en 1550. D. Cristóbal de Pedraza, Obispo de Honduras, le nombró en 9 de Julio de 1552 cura y vicario de la villa de San Juan de Puerto Caballos, «acatando su idoneidad, buena vida, sufi. ciencia y exemplo, letras y buena conciencia. >>

D. Francisco de Marroquin, primer Obispo de Guatemala y administrador del obispado de Honduras por muerte de Pedraza, confirma dicho nombramiento y lo extiende al rio Ulúa y sus términos, en 2 de mayo de 1553, para que administre los sacramentos á españoles é indios.

El mismo Marroquin le nombra en 30 de Agosto de 1553 cura y vicario de la ciudad de Gracias á Dios, y en 1.o de Enero de 1556, cura y vi cario de Queralcoatitan, Ghucimango, Xuxutla, Xitaulco y Mopicalco en Guatemala.

Habia acumulado ya algunos miles de pesos y se disponia á regresar á España en 1560, cuando el licenciado Cavallon le persuadió á que le acompañase á la conquista de Costa-Rica, en la cual tomó una parte aún

más importante y más larga que el mismo Cavallon, pues le precedió en ella; tomó posesion de la bahía del Almirante ó de San Gerónimo, y trató de establecer en ella una ciudad; reconoció despues el puerto de Suerre, regresando á Nicaragua, y de allí por Nicoya á reunirse con el licenciado Cavallon, á quien reemplazó provisionalmente en el gobierno de la colonia cuando éste fué á encargarse de la fiscalía.

Lo que Cavallon tenía de duro y de repulsivo para los indios, lo tenía el padre Estrada de insinuante y bien quisto con ellos; pero no se llevaba bien con Vázquez de Coronado, y se retiró de Costa-Rica en Enero de 1563.

Vázquez se queja de su desasosiego. «Hasta que él salió de la tierra, escribe Vázquez al licenciado Landecho, estuvo bien alterada, y salido, está con todo el sosiego y contento posible. El la tuvo á punto de desatinar, si yo no tuviera paciencia, con la qual gané lo que se pudiera aventurar no teniéndola.»

Estrada, que era ambicioso, y que aspiraba, si no al gobierno civil, por lo menos á la absoluta direccion espiritual de la provincia, que pretendía se erigiese en obispado, obtuvo licencia de la autoridad eclesiástica de Nicaragua para pasar á España en 9 de Agosto de 1564.

En Agosto de 1565 se halla en Madrid, al mismo tiempo que Vázquez de Coronado, Diego Caro de Mesa, Pedro Alonso Cano y Alonso de Anguciana, alistándose para regresar á Costa-Rica.

Volvió á ella en compañía de Anguciana de Gamboa y en la misma nave, en la primavera de 1566. Hé aquí el registro de su despacho en la Casa de Contratación de Sevilla:

«En VIII de Abril de 1566.-JUAN DE ESTRADA RÁVAGO, clérigo, natural de la ciudad de Guadalaxara, hijo de Francisco de Rávago y de María Añez, se despachó á la provincia de Costa Rica por beneficiado y vicario general de la dicha provincia, por cédula de Su Mt., en la nao maestre Vicente Romano.>

Cinco años trascurren sin que se diga nada del emprendedor Estrada, de quien los mismos religiosos de San Francisco hacen los más grandes elogios, diciéndole adorado de los indios. Envióle la provincia en 1570 como procurador á la corte, mas frustrado en sus aspiraciones y desalentado por las resistencias que halló para que se ocupasen con más interés de su obispado, echó en olvido la provincia que tanto contribuyó á conquistar y se retiró á Guadalajara.

La carta que en 1572 escribe á Fray Diego Guillen, al par que de excusa, sírvele de desahogo contra el malogrado Vázquez de Coronado, á quien trata con notoria injusticia. Por lo demás, dicha carta está llena de anacronismos y desfigura y confunde los hechos.

Dignos tambien de memoria entre los catequistas del los indios, son fray Lorenzo de Bienvenida, fray Pedro de Betanzos y fray Martin de Bonilla. Los dos primeros, hijos de San Francisco, se distinguieron por su caridad evangélica y por el celo con que se consagraban á la conversion y defensa de los indios. El último acompañó á Vazquez de Coronado y á Perafán de Ribera en sus árduas expediciones al valle del Guaimí.

Perafan de Ribera en Costa Rica.

El cabildo de la ciudad de Aranjuez al Rey sobre el estado de la provincia y necesidad que tiene de prelado.

ARANJUEZ 30 DE ABRIL DE 1569.

C. R. M.

Despues que Juan Vazquez de Coronado salió de estas provincias no hemos hecho esto ántes de ahora por esperarle por momentos, y despues que supimos de su fallecimiento y que estaba por V. M. proveido por vuestro go. bernador Pero Afan de Ribera, aguardamos á su venida y á dar cuenta á V. M. del servicio de esta tierra y necesidad de ella. El la halló levantada de los naturales comarcanos á esta ciudad y á la de Cartago y con harta poca gente de españoles, los cuales se animaron con él á servir á V. M. de nuevo é pacificalla.

Ha sido nuestro Señor servido que gran parte de la tierra comarcana á esta ciudad esté reducida á vuestro real servicio, y porque los soldados que en ella estaban sirviendo á su costa estaban necesitados y sin esperanza de ningun socorro ni galardon de sus trabajos, porque el que acá vues

tro governador les hacia no lo tenian por suficiente premio ni gratificacion, querian desmamparar la tierra y salirse de ella, de que redundaba á V. M. deservicio y perjuicio á los naturales que se mataban y menoscababan con guerras civiles, pareció á los cabildos que se repartiese la tierra encomendándola á los pobladores y pacificadores de ella, los quales, conforme á las tasaciones, que serian moderadas, llevasen el premio de sus trabajos, con lo cual se sustentase en esta tierra la fée, enseñándola y predicándola por los religiosos á los naturales de ella y entendiendo en la poblacion de ellas y ansí, con acuerdo y parecer de todos, la encomendó y repartió en vuestro nombre el gobernador Pero Afan de Ribera, que ha sido muy acertado, porque de otra manera los religiosos no osaran predicar el santo evangelio, por el peligro y riesgo que hay de que no los maten los yndios, porque há nueve años que estamos en la tierra y han yntentado matarlos en ella, especialmente al padre fray Pedro de Betanços, que hera lengua y entrava en su tierra á predicarles y se salió dentre ellos huyendo muchas veces, y á los que se an convertido los an procurado de matar y an muerto algunos. Y demás del servicio que á Dios nuestro Señor se hace, resulta ansí mismo servicio á V. M., porque se navegarán y contratarán los puertos, y se poblarán las minas, y tendrá V. M. aprovechamiento en la tierra, y los españoles que la sustentan á su costa serán gratificados de sus servicios, y los yndios recibirán en todo utilidad é provecho espiritual y corporal, porque son muy relevados y el gobernador tiene especial cuidado de que no se carguen ni haya servicio personal, ni se tenga con ellos ni en sus pueblos entradas ni salidas, por evitar los malos tratamientos, y la doctrina se siembra entre ellos por los religiosos; por manera que resultan las encomiendas en bien general de todos, atento á lo cual humildemente suplicamos á V. M. mande aprobar y confirmar el partimiento y encomiendas que se han hecho y que se hicieren por vuestro governador en vuestro nombre en gratificacion de los servicios dichos.

Los puertos y pueblos principales se ponen en vuestra real Corona para las necesidades que se ofrecieren á V. M. en la tierra.

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