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CRÓNICA POLÍTICA INTERIOR

Madrid 30 de Abril de 1894.

Protestas en el Parlamento por los sucesos de Valencia; destitución del Sr. Ribot; nuevo debate promovido por el Sr. Maura.

Información sobre los tratados de Comercio en el Senado; indicaciones sobre el conflicto pendiente.

Discusión sobre los sucesos de Melilla en el Congreso.

Regreso del General Martínez Campos; banquetes dados en su obsequio.

Sucesos de importancia registramos en esta quincena, y de los que nos hemos de ocupar brevemente en esta Crónica, por la trascendencia que pueden tener, y las consecuencias que pueden originar en el orden político.

Los escandalosos sucesos de Valencia en los que una turba atacó á indefensos peregrinos é ilustres Prelados que en uso de un perfectísimo derecho se dirigían á Roma para postrarse á los piés de Leon XIII; y la imprevisión de las autoridades de aquella capital, han dado lugar á amplísimos debates en nuestros cuerpos colegisladores.

En una y otra Cámara se presentaron proposiciones en el sentido de que inmediatamente se hiciera llegar á conocimiento de los Embajadores de S. M. en Roma, la manifestación unánime de enérgica protesta del Senado y del Congreso, reprobando el criminal atentado de que hablan sido víctimas los Prelados y los peregrinos, que bajo su dirección ejercitaban un indiscutible derecho.

En el Congreso hizo oir su elocuente voz con un enérgico discurso el Sr. Pidal, censurando fuertemente al gobernador de Valencia por su falta de tacto y previsión, y si bien el Ministro de la Gobernación quiso atenuar las responsabilidades en que había incurrido aquel, es lo cierto que la opinión se ha formado en el sentido de que pudieron evitarse las lamentables escenas ocurridas, con alguna prudente medida, de dicha autoridad civil. La proposición mencionada, firmada en

el Congreso por hombres de tan distintas procedencias como los señores Gamazo, Romero Robledo, Carvajal, Barrio y Mier, López Puigcerver, Fernández Villaverde y Mellado, fué aprobada por una gran mayoría, apoyándola en un sentido y elocuente discurso el Sr. Gamazo, en el que manifestó que por el carácter de los sucesos de Valencia en en que se habían atacado los sentimientos de la inmensa mayoría de los españoles, importaba esta unánime protesta de la Cámara española.

La circunstancia especial de ser el Sr. Ribot, gobernador de Valencia, cuñado del Sr. Maura, complicaba en extremo la solución racional que habían de tener estos sucesos para el mismo. La destitución del Sr. Ribot, después de los debates de las dos Cámaras se imponía, y el Gobierno se vió obligado á decretarla en merecido desagravio á tan lamentables sucesos. El gobernador de Valencia había pecado por falta de previsión y de pericia y además por lenidad en la persecución de los culpables; su destitución era necesaria porque no basta para el desempeño de cargos tan delicados y difíciles como el mando de una provincia; no basta el ser enérgico y animoso cuando ha estallado el conflicto, y cuando el desorden y el motín reina en las calles; la más ligera previsión impone el deber en los que gobiernan, de anticiparse á los sucesos y tomar prudentes medidas en evitación del desarrollo de escenas lamentables. Pero el Sr. Maura inspirado por las afecciones de familia, y excitado á su vez por las fuertes censuras que á su hermano político había dirigido el Sr. Pidal, suscitó en el Congreso un el Congreso un nuevo debate, pronunciando en su primera parte un violento discurso, en el que dirigió sus tiros contra el elocuente diputado conservador, siendo el Ministro quien recibió de rebote los proyectiles, porque si bien el Sr. Pidal en este asunto que ha originado la destitución del gobernador de Valencia, actuó como Fiscal, quien ha dado el fallo conforme á lo que él demandaba ha sido el Gabinete.

Contra lo que era de esperar el Sr. Maura en la segunda parte de su discurso que pronunció al día siguiente, se mostró más tolerante y no empleó los términos acres y duro que había usado en la tarde anterior.

Las impresiones que sacamos del acto del Sr. Maura, son por parte de los conservadores, el que había quedado muy mal, porque su actitud humilde en la segunda parte de su discurso, no estaba en consonancia con la independencia de que hizo gala en la primera.

Los republicanos acusaban al Sr. Maura de no haber tenido energia y valor bastante para atacar la resolución del gobierno, dejando cesante al Sr. Ribot, y entre los ministeriales las impresiones y los juicios han sido contradictorios; unos le censuran por haber intervenido en la cuestión, poniendo al gobierno en situación difícil, y otros le aplauden, sosteniendo que ha tenido tacto suficiente para no provocar una ruptura.

El Sr. Sagasta nos tiene muy acostumbrados con su flexibilidad de carácter y sus condescendencias cuando cree que no le conviene tomar otra actitud, y para congraciarse con el exministro de Ultramar, se desprendió de toda autoridad como jefe de partido y hombre de gobierno, y confesó con la mayor frescura que aún no tenía formado un juicio sobre los sucesos de Valencia. Es ocurrente la salida de tono del Sr. Sagasta, después de haber destituido al Sr. Ribot.

Muchos de nuestros hombres políticos han visto en esta actitud del jefe del Gobierno una manifiesta debilidad, y uno de los periódicos de mayor circulación se expresa con este motivo en la siguiente forma: «Cuarenta años de vida política activa en nuestros climas ardorosos, con nuestros hábitos poco higiénicos, y nada austeros, durante el período de las grandes revoluciones, combatiendo siempre en las primeras filas cuando no en el primer puesto, y resistiendo embates y presiones de todos lados, gastan mucho. Aun es prodigio haber tocado estos límites: pero la naturaleza tiene sus leyes que no contrarrestra el poder político, ni elude la influencia, ni tuerce la adulación».

«Los extragos del tiempo no se notan día por día, cuando se vé todos esos días al sugeto que los experimenta. Mas si se deja transcurrir sin verle algunos meses, entonces se perciben con toda claridad los efectos de aquella acción destructora. No hay para que apuntar lo que en pós de sí dejará esta, si ha sido reforzada por padecimientos físicos y morales».

El conflicto en que ha colocado al Gobierno la Comisión elegida en el Senado para dar dictamen sobre los tratados de Comercio, no se sabe en estos momentos la solución que podrá tener. Por de pronto esa Comisión ha abierto una amplia información parlamentaria, y ante

ella ván desfilando representaciones de nuestra industria y cámaras mercantiles, y fabricantes interesados en que esos tratados comerciales no se aprueben, y todo hace presumir que esta información se alargará mucho entorpeciendo al Gobierno sacar adelante los tratados; por su parte el gabinete se prepara á sostener la batalla y ha hecho venir á todos los Embajadores que tienen asiento en la Alta Cámara con objeto de conseguir una votación nutrida y numerosa como compensación á la derrota que sufrió en las Secciones.

La importante cuestión de los tratados comerciales se ha iniciado en la Cámara alta con una interpelación del Duque de Tetuan sobre el modus-vivendi con la república francesa; el interpelante en un extensísimo discurso ha hecho gallarda manifestación de sus conocimientos, y ha planteado el problema pendiente de las relaciones entre España y Francia con arreglo al criterio del partido conservador. El Duque de Tetuan, después de hacer una exposición de las desdichas del Gobierno, antes y durante el interregno parlamentario, afirmó que el gabinete liberal había infringido la Constitución, sustituyendo en cuatro convenios la segunda columna del Arancel por la tarifa convencional; se esforzó en demostrar la solidaridad que en la responsabilidad que pueda traer aparejada el arreglo provisional con Francia, tiene el jefe del Gobierno y los ministros de Hacienda y Estado del anterior gabinete, y afirmó que el partido conservador no solo no contrajo compromiso alguno de carácter internacional, sino que dejó á su sucesor en cuestiones comerciales la más amplia libertad de acción, que los liberales por su falta de pensamiento y por otras deficiencias, han convertido en situación embarazosa que constituye verdadero peligro para nuestra producción y nuestras relaciones mercantiles.

Entró después en la defensa del régimen provisional pactado por los conservadores, ante las dificultades para pasar de la tarifa convencional de 1882 á un régimen arancelario racionalmente protector.

El orador hizo detalladamente la historia del planteamiento, curso y resultado de aquellas negociaciones, y son muy importantes las declaraciones que salieron de sus labios, porque nadie como él puede conocer las vicisitudes de este asunto.

Inmediatamente el Duque de Tetuan analizó minuciosamente el convenio provisional con la República francesa, é hizo duros cargos al Sr. Moret por el procedimiento que ha seguido.

Con datos y cifras elocuentes fijó la enorme lexión que á su entender resulta á la producción española, en beneficio hasta la prodigalidad para la francesa.

El interpelante repitió que lo habiamos dado todo sin ninguna compensación, porque de las cuatro pedidas por el Gobierno español y concedidas, que analizó una por una, solo la última ofrece algún interés, aunque insignificante, que es la que se refiere á la prohibición de introducir frutas y legumbres frescas en Argelia, derogada ahora, cuando ya no puede perjudicar á la argelina la producción española.

Terminó el Duque de Tetuan su importante oración parlamentaria haciendo ver que en las rebajas hechas á Francia á cambio de nada, ascienden á más del 70 por 100 según resulta del estado que leyó, en que aparecen descompuestas por productos las cantidades de referencia.

Le contestó el Sr. Moret y estuvo como siempre bien de palabra, pero el fondo de su discurso fué débil y tuvo en muchas ocasiones marcado carácter de exculpación.

Mostró gran empeño en hacer notar que no es en el Ministerio de Estado donde se confecciona la parte técnica de los tratados, pues éste limítase á negociar con los gobiernos interesades y al que lo desempeña no le corresponde por lo tanto responsabilidad en la sustancia de lo convenido. A mi juicio, los tratados son buenos y responden á los principios fundamentales de la inteligencia económica y á la harmonía entre las industrias y la protección del trabajo.

En cuanto al estudio del convenio entre España y Francia hecho por el Duque de Tetuan, el Sr. Moret dijo que su posición de Ministro de la Corona le vedaba entrar en discusión sobre él, pero que lo recomendaba como de grande interés á estudio detenido del Senado.

Hizo otras consideraciones para demostrar que el modus vivendi con Francia, no es tan perjudicial como se supone, y agregó que si fuera tan lexivo para los intereses españoles, había de tenerse en cuenta que es denunciable con tres meses de anticipación y que termina en 31 de Diciembre próximo.

El segundo turno en pró de esta interpelación le ha consumido el Vizconde de Campo Grande, quien demostró sus conocimientos en materia arancelaria haciendo un exámen detenido de las bases que sirvieron para la confección del de 1891 y de las modificaciones que se in

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