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fuerza á la órden del derecho, y dispone los hechos para el triunfo de las ideas. A veces pueblos, sociedades, formas, suelen desaparecer á los sentidos externos; y es que la vida social ha alcanzado bajo nuevas formas y en nuevas alianzas el siguiente periodo de su desarrollo, y nuevas generaciones van á funcionar con mas robusta vida en el mismo teatro en que otras perecieron.

Creemos pues tambien en la progresiva perfectibilidad de la sociedad humana, y en el enlace y sucesion hereditaria de las edades y de las formas que engendran los acontecimientos, todos coherentes, ninguno aislado, aun en las ocasiones que parece ocultarse su conexion. Para nosotros es una gran verdad el célebre dicho de Leibnitz: «Lo presente, producto de lo pasado, engendra á su vez lo futuro.»>

Líbrenos Dios de acoger la desconsoladora idea del contínuo deterioro de nuestra especie, que formuló Horacio diciendo: «La edad de nuestros padres, peor «que la de nuestros abuelos, nos produjo á nosotros, «peores que nuestros padres, y que daremos pronto el «ser á una raza mas depravada que nosotros.»

Aetas parentum, pejor avis, tullit

Nos nequiores, mox daturos

Progeniem vitiosiorem.

Idea que descubre la imperfeccion de la filosofía pagana. Nosotros repetimos con un filósofo cristiano:

«Es la mision de los siglos modernos adelantar y <«<luchar, y si la palabra de Dios no es engañosa, irá «desarrollándose У realizándose cada vez mas la ley «del amor y de la justicia; y como en ella consiste «<asimismo el perfeccionamiento del órden moral, será «<infalible el progreso, porque habrá venido á ser la <«<ley natural de la humanidad.>>

Tan lejos estamos de creer en el empeoramiento sucesivo de la raza humana, que no veríamos con complacencia volver los tiempos del mismo Horacio. Con todos los males que sentimos, con todas las miserias que lamentamos, no cambiaríamos la edad presente por las que la precedieron, salvos cortos y parciales periodos de pasagera felicidad, que habrán sido el estado excepcional de un pueblo, no la condicion normal del mundo. Aunque una historia universal lo probaria mejor, la de España lo acreditará cumplidamente.

Si no temiéramos hacer de este discurso una disertacion filosófico-moral, expondríamos cómo entendemos nosotros la conciliacion del libre albedrío con la presciencia, y cómo se conserva la libertad moral del hombre en medio de las leyes generales é inmutables que rigen el universo bajo la oculta accion de la Providencia. Pero no es ocasion de probar; nos contentamos con exponer nuestros principios, nuestro dogma histórico. Y anticipadas estas ideas, que hemos creido oportuno indicar para que se conozca el punto de vista bajo el cual consideramos la historia, creemos llegado

el caso de circunscribirnos á la particular de España, objeto de nuestros trabajos, y de echar una ojeada general sobre cada una de sus épocas, para ver cómo se fué formando en lo material y en lo político esto que hoy constituye la monarquía española.

II.

Si la estructura de este compuesto sistemático de territorios que nombramos Europa revela el grandioso plan del Criador para la gran ley de la unidad en la variedad; si esas divisiones geográficas parecen hechas y concertadas para que dentro de cada una de ellas pueda encontrar cada sociedad las condiciones necesarias para una existencia propia; si aun suponiendo la Europa ocupada por un solo pueblo habríamos de ver tendencias irresistibles á la particion de esta gran república en grupos distintos, que aspiráran á formar cada cual una nacionalidad aparte; ¿quién no descubre en la situacion geográfica de España la particular mision que está llamada á cumplir en el desarrollo del magnífico programa de la vida del mundo? Cuartel el mas occidental de Europa, encerrado por la natu

raleza entre los Pirineos y los mares, divididas sus comarcas por profundos rios y montañas elevadísimas, como delineadas y colocadas por la mano misma del grande artífice, parece fabricado su territorio para encerrar en sí otras tantas sociedades, otros tantos pueblos, otras tantas pequeñas naciones, que sin embargo han de amalgamarse en una sola y comun nacionalidad que corresponda á los grandes límites que geográficamente le separan del resto de las otras grandes localidades europeas. La historia confirmará los fines de esta física organizacion.

Asi desde que los primeros pobladores se derraman por las varias zonas de su territorio, al paso que se van asentando en sus diferentes comarcas, la variedad del clima y de las producciones de cada suelo, la dificultad que el terreno presenta para mantener relaciones entre las familias que se segregan, los hace ir contrayendo hábitos y ocupaciones diferentes. Intereses locales diversos, muchas veces encontrados, aflojan los vínculos sociales entre la familia comun, al tiempo que ligan y estrechan los de los moradores de cada localidad. Grupos primero, tribus despues, pueblos y naciones mas adelante, llegan á guerrear entre sí, ó por la necesidad de ensancharse, ó por incompatibilidad de intereses, ó por rivalidades que siempre se suscitan entre vecinos pueblos, tratándose como estraños, y olvidándose al parecer de su comun orígen. Pero en medio de esta diversidad de tendencias У de

genios, se conserva siempre un fondo de carácter comun, que se mantiene inalterable al través de los siglos, que no bastan á extinguir ni guerras intestinas ni dominaciones estrañas, y que anuncia habrá de ser el lazo que unirá un dia los habitantes del suelo español en una sola y gran familia, gobernada por un solo cetro, bajo una sola religion y una sola fé. Y cuando con el trascurso de los tiempos se cumple este destino providencial del pueblo español, entonces conservando la España su fisonomía especial, se desarrolla su vida en órden inverso. Antes, al través del fraccionamiento y de la variedad manteníase vivo un fondo de carácter que recordaba la identidad del antiguo orígen y hacía presagiar la unidad futura; despues, en medio de la unidad conservan los pueblos sus especiales y primitivos hábitos, y con el recuerdo de lo que fueron, las tendencias al aislamiento pasado. Antes la unidad en la variedad, despues la variedad en la unidad. Pueblo siempre uno y múltiple, como su estructura geográfica, y cuya particular organizacion hace sobremanera complicada su historia, y no parecida á la de otra nacion alguna.

Y á pesar de tener tan en relieve designados sus naturales límites, jamás pueblo alguno sufrió tantas invasiones. El Oriente, el Norte y el Mediodía, la Europa y el Africa, todos se conjuran sucesivamente contra él. Pero tampoco ninguno ha opuesto una resistencia tan perseverante y tenaz á la conquista. A

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