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nidad con que se celebraban las Sesiones. El número y nombres de los Prelados, Embajadores y otros concurrentes, consta de los Apéndices, que se han descargado de muchas noticias pertenecientes á los Padres, y Doctores españoles, por no permitirlas la magnitud del volúmen. Espero no obstante dar noticias mas individuales é importantes de estos sabios y virtuosos héroes en la historia del Concilio de Trento, de que tengo trabajada mucha parte, íntimamente persuadido á que ningunos sucesos del siglo décimosexto pueden dar mas alta y noble idea del zelo, entereza y sabiduría de los Españoles.

í

ECUMÉNICO

Y GENERAL CONCILIO DE TRENTO.

BULLA INDICTIONIS sacri œcumenici, et generalis Concilii Tridentini, sub Paulo III, Pont. Max.

PAULUS Episcopus, servus servorum Dei: ad futuram rei memoriam. Initio nostri hujus Pontificatus, quem non ob merita nostra, sed propter suam magnam bonitatem Dei omnipotentis providentia nobis commisit, cernentes jam tum in quas perturbationes temporum, quotque incommoda rerum ferè omnium nostra Pastoralis sollicitudo, et vigilia esset vocata; cupiebamus quidem mederi christianæ reipublicæ malis, quibus illa jamdudum vexata, et propemodum oppressa est: sed ipsi etiam, ut homines, (1) circumdati infirmitate, ad tantum onus tollendum impares vires nostras esse sentiebamus. Nam cùm pace opus esse intelligeremus ad liberandam,et conservandam à pluri

(1) Hebr. c. 5.

BULA

CONVOCATORIA

del sagrado, ecuménico y general Concilio de Trento, en el Pontificado de Paulo III.

PAULO Obispo, siervo de los siervos de Dios para perpetua memoria. Considerando ya desde los principios de este nuestro Pontificado, que no por mérito alguno de nuestra parte, sino por su gran bondad nos confió la providencia de Dios omnipotente; en qué tiempos tan revueltos, y en qué circunstancias tan apretadas de casi todos los negocios, se habia elegido nuestra solicitud y vigilancia Pastoral; deseábamos por cierto aplicar remedio á los males que tanto tiempo hace han afligido, y casi oprimido la república cristiana: mas Nos, poseidos tambien, como hombres, de nuestra propia debilidad, comprendíamos que eran insuficientes nuestras fuerzas para sostener tan grave peso. Pues como entendiésemos que se necesitaba de paz, para libertar y

conservar la república de tantos peligros como la amenazaban, hallamos por el contrario, que todo estaba lleno de odios y disensiones, y en especial, opuestos entre sí aquellos Príncipes á quienes Dios ha encomendado casi todo el gobierno de las cosas. Porque teniendo por necesario que fuese uno solo el redil, y uno solo el pastor de la grey del Señor, para mantener la unidad de la religion cristiana, y para confirmar entre los hombres la esperanza de los bienes celestiales; se hallaba casi rota y despedazada la unidad del nombre cristiano con cismas, disensiones y herejías. Y deseando Nos tambien que estuviese prevenida, y asegurada la república contra las armas y asechanzas de los infieles; por los yerros y culpas de todos nosotros, ya al descargar la ira divina sobre nuestros pecados, se perdió la isla de Rodas, fué devastada la Ungría, y concebida y proyectada la guerra por mar y tierra contra la Italia, contra la Austria y contra la Esclavonia porque no sosegando en tiempo alguno nuestro impío y feroz enemigo el Turco; juzgaba que los odios y disensiones que fomentaban los cristianos entre sí, era la ocasion mas oportuna para ejecutar felizmente sus designios. Siendo pues llamados, como de

(1) Joann. c. 10.

mis impendentibus periculis rempubl., omnia invenimus odiis, et dissensionibus plena, dissentientibus præsertim Principibus iis inter se, quibus summa rerum penè omnis à Deo permissa est. (1) Cùm unum ovile, et unum pastorem Dominici esse gregis, ad integritatem christianæ religionis, et ad cœlestium bonorum spem in nobis confirmandam, necessarium duceremus; schismatibus, dissidiis, hæresibus erat christiani nominis divulsa jam penè, et lacerata unitas. Cùm tutam, atque munitam ab infidelium armis, atque insidiis rempublicam optaremus; nostris erratis, nostraque cunctorum culpa, Dei videlicet ira peccatis nostris imminente, Rhodus fuerat amissa, Hungaria vexata, conceptum, et meditatum contra Italiam, contraque Austriam, et Illyricum terra, marique bellum: cùm impius, et immitis hostis noster Turca nullo tempore requiesceret, nostrorumque inter se odia, et dissensiones, suam benè gerendæ rei occasionem duceret. Igitur, ut dicebamus, in tanta hæresum, dissensionum, bellorumque tempestate, tantisque excitatis fluctibus, cùm

essemus ad moderandam, et gubernandam Petri naviculam vocati, nec viribus ipsi nostris satis fideremus; (1) primùm conjecimus in Domino cogitatus nostros, ut ipse nos mutriret, animumque nostrum firmitate, et robore, mentem consilio, sapientiaque instrueret. Deinde animo repetentes majores nostros, sapientia admirabili, et sanctitate præditos, sæpè in summis christianæ reipublicæ periculis remedium optimum, atque opportunissimum,œcumenica concilia, et Episcoporum generales conventus adhibuisse ; ipsi quoque animum ad generale habendum concilium adjecimus: exquisitisque Principum sententiis, .. quorum nobis videbatur utilis in primis, et opportuna ad hanc rem esse consensio; cùm eos tunc non alienos ab hoc tam sancto opere invenissemus; œcumenicum concilium, et generalem eorum Episcoporum, aliorumque Patrum, ad quos pertineret, conventum in civitate Mantuæ indiximus anno Incarnationis Domini, sicut litteris, et monumentis nostris testatum est, millesimo quingentesimo trigesimo septimo, Pontificatus nostri ter

(1) Psalm, 34.

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cíamos, en medio de tantas turbulencias de herejías, disensiones y guerras, y de tormentas tan revueltas como se han revuelto, para regir y gobernar la navecilla de san Pedro; y desconfiando de nuestras propias fuerzas, volvimos ante todas cosas nuestros pensamientos á Dios, para que él mismo nos vigorase y armase nuestro ánimo de fortaleza y constancia, y nuestro entendimiento del don de consejo y sabiduría. Despues de esto, considerando que nuestros antepasados, que tanto se distinguieron por su admirable sabiduría y santidad, se valieron muchas veces en los mas inminentes peligros de la república cristiana, de los concilios ecuménicos, y de las juntas generales de los Obispos, como del mejor y mas oportuno remedio; tomamos tambien la resolucion de celebrar un concilio general y averiguados los pareceres de los Príncipes, cuyo consentimiento en particular nos parecia útil y conducente para celebrarlo; hallándolos entonces inclinados á tan santa obra, indicamos el concilio ecuménico y general de aquellos Obispos, y la junta de otros Padres á quienes tocase concurrir, para la ciudad de Mantua, en el año de la Encarnacion del Señor 1537, tercero de nuestro Pontificado, como consta en nuestras

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