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pagar á los soldados franceses, y el ejército de Lautrec perecia de miseria bajo los muros de Nápoles.

Mérito fué de Cárlos haber sido siempre enérgico en sus resoluciones y no haber aflojado nunca en sus planes; haber dirigido la política de Europa desde España; haberse aprovechado con sagacidad de los menores descuidos ó errores de sus adversarios, y no haber malogrado ninguna coyuntura de que pudiera sacar ventaja. Desgracia fué de Francisco y fortuna de Cárlos la diferencia en las prendas y talentos de los generales con que contaba cada uno para la ejecucion de sus designios políticos y para la direccion de las campañas: porque si La Tremouille y Lautrec eran entendidos y esforzados capitanes, ni Chabannes, ni Bonnivet, ni Saluzzo, ni Urbino, ni SaintPol, reunian al valor la prudencia y la astucia como Pescara, Lannoy, Leiva, el del Vasto, Orange y Moncada. Desgracia fué de Francisco y fortuna de Cárlos que los mismos tránsfugas de las banderas francesas, Moron, Borbon y Doria, fuesen los mas decididos campeones de la causa del emperador, los mas terribles. adversarios del francés, y dos de ellos consecuentes siempre y admirablemente leales á las banderas del imperio.

Tales diferencias no podian menos de conducir á resultados como la Concordia de Madrid y como la Paz de Cambray.

CAPITULO XIV.

ESPANA.

SUCESOS INTERIORES.

De 1524 & 1529.

Sublevacion de los moros de Valencia.-Sus causas.-Medidas y providencias del emperador para reducirlos.-Conversiones ficticias. -Rebelion y sumision de los de Benaguacil.-Gran levantamiento de moros en la sierra de Espadan.-Guerra.-Dificultades para someterlos. Son vencidos y subyugados.-Movimiento de los moros de Aragon.-Quejas de los de Granada.-Providencias para traerlos á la fé.-Reclamaciones que hicieron, y gracias que se les otorgaron.-El palacio de Cárlos V. en Granada.-Carácter de las Córtes de Castilla en este tiempo.-Las de Toledo y Valladolid: firmeza é independencia con que obraron.-Las Córtes en Aragon.-Córtes de Monzon.-Peticiones notables.-Situacion de los príncipes franceses en Castilla: cómo eran tratados los hijos de Francisco I.Prepárase el emperador á salir de España.-Cárlos V. en Zaragoza.-Canal imperial de Aragon.-Pasa el emperador á Barcelona.-Embárcase para Italia.

De tal magnitud é interés eran los acontecimientos europeos, en que el emperador Cárlos V. aparecia como el principal movedor ó agente, que los his

toriadores de este reinado, en general, olvidando la España por Europa, al reino por el imperio, y por el emperador al rey, apenas apuntan ligeramente lo que aqui acontecia y pertenece á la vida propia y especial de nuestra nacion. Nosotros, historiadores de España, que vemos aqui siempre el centro natural y perenne de su vitalidad, por mas que parezca derramarse toda fuera y salirse por largos períodos de sí misma, no podemos menos de concentrar nos tambien de tiempo en tiempo para no perder de vista el enlace de su pasado, de su presente y de su fu turo dentro de sus límites naturales, á que al fin habrá de tener que reducirse. Anudarémos pues los principales sucesos interiores que aqui acontecieron desde que Cárlos regresó de Flandes hasta su marcha á Italia, para la cual quedaba preparándose en Barcelona despues de su concierto con el pontífice Clemente.

Terminadas durante su ausencia las alteraciones de las comunidades de Castilla y de las germanías de Valencia, todavía. llegó á tiempo de tener que presenciar y buscar remedio á otras turbaciones, consecuencias y restos de la gran lucha pasada de los españoles con los musulmanes, que él habria oido solamente contar desde lejos, y de la mas reciente de las germanías, que tampoco habia presenciado.

El lector recordará () que los agermanados de Valencia hicieron recibir por fuerza el bautismo á los

(1) Véase nuestro cap. VIII. de este mismo libro.

moros de aquel reino que se habian alzado en defensa del partido de los nobles, de quienes dependian. Puas bien, aquellos moriscos asi bautizados, como que solo cediendo á la violencia habian abjurado la fé de sus padres á que interiormente estaban muy adheridos, abandonaron pronto el culto y las prácticas cristianas, y volvieron inmediatamente á sus ritos y ceremonias muslímicas (1524), contentos con pagar doble tributo á sus señores á trueque de no renunciar á sus creencias, y tolerándolos los caballeros, asi porque habian sido sus defensores, como porque eran los vasallos que mas renta les pagaban. Noticioso de esto el emperador por diferentes conductos, reunió una junta de teólogos en union con los consejos de Castilla y de la Inquisicion, que se congregaron en el convento de San Francisco de Madrid, para consultarles si á los moros asi bautizados por fuerza los podria compeler á hacerse cristianos ó á salir de España. Todos contestaron afirmativamente, á escepcion de fray Jaime Benet, varon eminente y docto, que por espacio de treinta y ocho años habia enseñado derecho canónico y civil en la universidad de Lérida, el cual opinó que no debia forzárselos á recibir el bautismo, porque si antes eran moros, despues serian apóstatas. Este prudente consejo fué desestimado, y siguiendo el de la mayoría espidió el emperador una real cédula (4 de abril, 1525) declarando cristianos y con las obligaciones de tales á los que de

aquella manera se habian bautizado, y envió á Valencia al obispo de Guadix, comisario del inquisidor general, con oficiales del Santo Oficio y con dos predicadores, uno de ellos el célebre Fr. Antonio de Guevara (mayo). Estos, en cumplimiento de su comision, hicieron pregonar y citar por carteles á todos los moros, para que en el término de treinta dias viniesen á la obediencia de la Iglesia, bajo la pena de muerte y confiscacion de bienes á los rebeldes

tumaces.

y con

Los mas de los moros, en vez de acudir á la citacion, se subieron en número de quince á diez y seis mil á la sierra de Bernia, donde se mantuvieron algunos meses; al cabo de los cuales, movidos por todo género de exhortaciones y amenazas, descendieron (setiembre) temerosos de que se ejecutáran las órdenes severas del emperador. Desde entonces y en los dos meses siguientes no se daban vagar los bandos y pregones públicos, ordenando sucesivamente que ningun moro saliera de su lugar, so pena de ser esclavo del que le hallare fuera; que llevasen un distintivo en el sombrero; que no pudieran usar armas; que no practicáran ninguna ceremonia de su antiguo rito; que asistieran á todas las solemnidades religiosas de los cristianos é hiciesen lo mismo que ellos; que en el término de tercero dia cerráran todas sus mezquitas; y que toda persona, bajo pena de escomunion, delatase á los que faltaren á cualquiera de es

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