Las comedias de d. Pedro Calderon de la Barca: cotejadas con las mejores ediciones hasta ahora publicadas, Volumen2

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E. Fleischer, 1828

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Página 287 - Vergüenza llego a hablarte, Y no dudo ni temo Que tú también lo sabes, Si atiendes los colores Que en el rostro me salen, La...
Página 410 - Yo, señora, una hija bella Tuve. ¡Qué bien, tuve, he dicho! Que, aunque vive, no la tengo, Pues sin morir la he perdido.
Página 283 - Apenas el invierno helado y cano este monte de nieves encanece, cuando la primavera le florece, y el que helado se vio, se mira ufano. Pasa la primavera, y el verano los rigores del sol sufre y padece. Llega el fértil otoño, y enriquece el monte de verdor, de fruta el llano. Todo vive sujeto a la mudanza. De un día y otro día los engaños cumplen un año, y este al otro alcanza.
Página 309 - Veamos si sus hados Vence , cuando sea Monstruo en los jardines Quien lo fue en las selvas.
Página 104 - Mi ser era mi reino, sin ser estoy, supuesto que no reino. Mi honor, mi imperio era: sin él, honor no tengo ; de manera que a tus plantas rendida, fío de ti mi honor, mi ser, mi vida.
Página 633 - Cuál es la que duele Y dijo. Piole en culto la respuesta, La penúltima diciendo. El barbero , que no era En penúltimas muy ducho, Le echó la última fuera. A informarse del dolor Acudió al punto la lengua, Y dijo en sangrientas voces:
Página 113 - Yo no te saqué los ojos, yo no te di aquel veneno, yo, si el reino te quité. ya te restituyo el reino. Dejadme, no me aflijáis: I Entrada a la habitación de Semiramis] Salen ASTREA y LIBIA vengados estáis, pues muero. pedazos del corazón arrancándome del pecho.
Página 281 - Ven, muerte, tan escondida, que no te sienta venir, porque el placer de morir no me torne a dar la vida.
Página 465 - Ya contadas y ya escritas? Fuera de que son tan grandes Las inmensas maravillas Que obró Dios y obró su pura Virgen Madre sin mancilla Desde el día que en Perú La Cruz entró, y desde el día Que la invocación del nombre Dulcísimo de María Se oyó en él, que me parece Que un casi agravio sería, Presumiendo no saberlas Vos, el osar yo decirlas.
Página 306 - Amparándome de tantos Como me sitiaron, fuera Para mi seguridad, Vuelve á ser para mi afrenta? Pues no, no ha de ser; que ya Es tarde para obediencias. Antes que viera del sol Las luces, antes que viera De los cielos la...