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hubiera podido realentar los abatidos ánimos, tuvieron los conquistadores la política de aparentar por lo menos que le respetaban, dejando á los vencidos el libre ejercicio de su culto. Sin perjuicio de juzgar mas adelante la conducta de estos primeros invasores, obsérvase desde luego que no fué ni tan ruda, ni tan cruel, ni tan bárbara como nos la pintaron nuestros antiguos cronistas, impresionados por las calamidades inherentes á tan brusca invasion, y como guiados por ellos la han representado despues otros historiadores. A ser auténticas, como no se duda ya, las capitulaciones de Córdoba, de Toledo, de Mérida, de Orihuela, y aun la de Zaragoza, revélase en ellas mas la política de un proselitismo religioso que el afan de esterminio, y algunas de sus condiciones fueron mas humanitarias de lo que podia esperarse de un pueblo invasor que ocupaba por conquista un pais donde hallaba diferente religion y distintos hábitos y costumbres: creemos que en este punto no puede compararse la conducta de los árabes á la de los romanos y godos; si bien se comprende tambien que á nadie tanto como á los conquistadores convenia, pocos como eran, no exasperar á una nacion grande y vasta, que aunque amilanada entonces, hubiera podido en un arranque de cólera serles terrible (").

(1) Despues de leer la scrónicas cristianas y árabes, nos jueda mos sin saber con certeza qué fué del conde. Julian, del obispo

Oppas y de los demas parientes de Witiza, ó causadores & cómplices de la pérdida de España, Los unos suponen al conde Julian alen

Veamos cómo se condujeron los que sucedieron á Tarik y á Muza en el gobierno de España (".

tando á Tarik en el consejo de oficiales á que se apresurára á apoderarse de Toledo, los otros le hacen servir de guia á Muza desde su desembarco y en casi toda la espedicion: otros, y son los mas, guardan profundo silencio. El Pacense dice que Muza condenó á muerte á varios nobles de Toledo por causa de Oppas que se habia fugado de la ciudad: per Oppam... á Toleto fugam arripientem: lo cual probaría que los árabes no habian correspondido muy bien con los mismos que los invitaron ó auxiliaron en la empresa de la conquista. De todos modos la suerte de la familia de Witiza ha que

dado envuelta en bastante misterio.

(1) Fuera largo enumerar las inexactitudes que cometió Mariana, privado de muchos documentos posteriores, en los capítulos que destina á la narracion de estos sucesos. Su mismo ilustrador, el doctor Sabau y Blanco, nota ya bastantes; y al llegar al cap. 25 del libro VI. dice: «Los cronicoues antiguos no hablan nada de lo que refiere Mariana en este capítulo, ni sabemos de dónde tomo estas noticias.» Hay errores evidentes de fechas, de nombres y de hechos.

CAPITULO II.

GOBIERNO DE LOS PRIMEROS EMIRES.

De 713 á 732.

Abdelaziz.-Regulariza la administracion de España.-Su toleranci con los cristianos.-Cásase con la reina viuda de Rodrigo.-Hácese sospechoso á los musulmanes.-Muere asesinado de órden del emir de Africa.-Breve y justo gobierno de Ayub.-Traslada el asiento del gobierno de Sevilla á Córdoba.-E Horr.-Primera invasion de los árabes en la Galia.-Toma de Narbona.-Es depuesto el Horr por sus exacciones.-Alzama.-Hace una estadística de España.-Es derrotado en Tolosa de Francia.-Prudente y equitativo gobierno de Ambiza.-Conquista toda la Septimania.-Otros emires de España. -Castigo de sus tiranías.-Abderrahman.-Rebelion de Munuza y su término.-Famosa batalla de Poitiers.-Cárlos Martell.-Gran derrota del ejército sarraceno y muerte de Abderrahman.

Encargado Abdelaziz del gobierno de España, y habiendo fijado su asiento en Sevilla, dedicóse á regularizar la administracion de las ciudades sometidas; nombró perceptores ó recaudadores de los impuestos, que por regla general consistian en el quinto de las rentas, si bien le rebajó hasta el diezmo á algunas

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poblaciones y distritos; creó un consejo ó divan, con el cual compartia la direccion de los negocios de España; estableció magistrados con el nombre de alcaides; dejó á los españoles sus jueces, sus obispos, sus sacerdotes, sus templos y sus ritos, de tal manera que los vencidos no eran tanto esclavos como tributarios de los vencedores. Indulgencia admirable, ni usada en las anteriores conquistas, ni esperada de tales conquistadores. Los que asi quedaban y vivian, denomináronse Mostárabes ó Mozárabes, nombre ya de antes usado en otros paises por el pueblo vencedor.

Habíase señalado ya Abdelaziz por su clemencia y su moderacion para con los cristianos. Una circunstancia notable vino á hacer todavía mas suave la suerte y condicion de los vencidos bajo el gobierno del jóven emir (), á estrechar mas las relaciones entre árabes é indígenas, si bien fué al propio tiempo la causa de su ruina y perdicion.

Dijimos en el anterior capítulo, que entre los prisioneros hechos en Mérida, se hallaba la reina Egilona, la viuda del desventurado Rodrigo. Era jóven y bella, Abdelaziz lo era tambien, y prendóse apasionadamente de su ilustre y hermosa cautiva. El gene

(1) Dábase indistintamente á los gobernadores de España los títulos de emir y de wali, que equivalia á príncipe, dux, gefe ó go. bernador. El emirato de España era una dependencia ó como vica

riato del de Africa, que tenia su asiento en la moderna Cairwan, y este á su vez dependia del califato de Damasco. Abdelaziz antes_de venir á España habia desempeñado el emirato de Cairwan.

roso hijo de Muza logró hacerse amar de la viuda del último monarca godo, y con sorpresa de musulmanes y cristianos, los que comenzaron por amantes se convirtieron luego en esposos. Abdelaziz no exigió de Egilona que abrazase el islamismo, la permitió seguir siendo cristiana, y le dió el nombre árabe de Ommalisam, que quiere decir la de los lindos collares. Desde entonces por amor á su nueva esposa, fueron en aumento las consideraciones del ya tolerante emir para con los cristianos, al paso que se hizo sospechoso á los fervorosos musulmanes, que murmuraban la mansedumbre con que trataba á los pueblos conquistados, tan opuesta al rigor que con ellos habia empleado su padre. Suponíanle ya algunos traidor á la fé del Islam, avanzando á decir que en secreto se habia hecho idólatra, que asi llamaban ellos á los cristianos ""). Atribuíanlo todo al influjo de Egilona la infiel, muger ambiciosa y de corazon altivo, añadian que todas las mañanas colocaba en la cabeza de Abdelaziz una corona semejante á la que llevaba su primer marido Ruderik el romano, como para incitarle á que se alzára con el señorío de España (2).

y

Tales rumores fueron tomando consistencia, pasaron los mares y llegaron hasta el califa Suleiman, sucesor de Walid, hombre orgulloso y sombrío, que

(4) Faustino Borbon, en sus Cartas para ilustrar la Historia de la España árabe, intenta probar con el testimonio de algunos

autores árabes, que Abdelaziz habia realmente abrazado el cristianismo.

(2) Isid. Pacens., Crou. n. 42.

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