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Los otros pecadores reconocidos en el mundo por lo que eran, por lo mismo que habrán sido conocidos, habrán sido ya medio juzgados, y anticipadamente habrán sufrido una parte de la humillacion que debia causarles el juicio de Dios. Pero el hipócrita, que se verá obligado á arrojar la máscara con que se habia disfrazado siempre; esa mujer que pasó siempre por virtuosa y cuyo infame comercio llegará á hacerse público; ese magistrado tenido por un modelo de integridad y cuyas injusticias se pondrán tan claras como la luz del cielo; ese pretendido hombre de honor cuyas picardías se descubrirán; ese amigo con cuya fidelidad se contaba y cuya baja perfidia se aclarará y comprobará á los ojos del mundo entero; ¡qué aumento de humillacion no sufrirán! Porque no hay que engañarnos etc.

Pag. 253, lín. 17 y 18: del corazon humano. El corazon del hombre es un abismo, dice el Sabio: en él no hay mas que obscuridades y tinieblas. Hay mil escondrijos que son otros tantos asilos del pecado; cada pliegue del corazon es una guarda oculta de algun vicio. Mas Dios que disipó antiguamente las tinieblas del primer abismo, disipará las de este otro: Abyssum et cor hominis investigabit (1). Llegará el dia en que penetre esas obscuridades, descubra esos pliegues y ponga de manifiesto todo lo mas oculto y escondido. En el dia de las manifestaciones etc.

Pág. 254, lín. 4: simile crystallo. No acabaria si intentara exponer todas las particularidades y circunstancias; pero en el tribunal de Dios no habrá particularidades ni circunstancias, aunque sean muy prolijas, que cuesten mas de un instante, ni obscuridad ó embrollo que aquel juez perspicacisimo no aclare y penetre de repente sin olvidar nada. Omnia nuda aperla sunt oculis ejus (2). Allí se verá etc.

(1) Eccli., c. XLII, v. 19.

(2) Epíst. á los hebr., c. IV, v. 13.

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