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DE MADRID.

SEGUNDA ÉPOCA,

TOMO IV.

MADRID.

IMPRENTA DE LA SOCIEDAD LITERARIA Y TIPOGRAFICA,
CALLE DE LA MANZANA, NUM. 14.

1844.

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201-6856
alret.

BIOGRAFÍA

DE

DON MANUEL DE LA CONCHA.

3

AL publicar la biografía del teniente general D. Manuel de la Concha, no nos hemos propuesto ningun objeto político. Sentimos que los estrechos límites del periódico en que escribimos no nos permitan hacer una relacion circunstanciada de los eminentes servicios de su familia, y de las prendas notables que adornaban á su padre el brigadier de la Real Armada D. Juan de la Concha. Sin embargo, no pasarémos en silencio la firme voluntad de su carácter, sus distinguidos conocimientos en la marina, el patriotismo con que voluntariamente se brindó para la reconquista de Buenos Aires, el valor y destreza con que allí se condujo, la lealtad con que despreció las lisonjeras ofertas de los insurgentes, y la entereza con que marchó al patíbulo, dejando con su sangre, generosamente vertida por su patria y por sus reyes, un laurel honroso para su nombre, y á sus hijos un modelo que imitar.

Todos ellos presenciaron la horrible catástrofe de su padre. D. Manuel de la Concha, nacido en Córdoba del Tu

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མཉིས་

cuman, tenia á la sazon dos años, y recibió del autor de sus dias por única herencia el ejemplo de sus virtudes. Ni su tierna edad, ni su desventura pudieron calmar el furor de los enemigos de su familia y de la causa española: empezaba á experimentar los sinsabores de las guerras civiles. Perseguido, amenazado en su existencia, despojado de todos sus bienes, y sin mas escudo que el corazon varonil y magnánimo de su madre, huyó D. Manuel de la Concha en 1814 del pais en que vió la luz del dia, y buscó un asilo en la metrópoli.

La honrosa muerte del brigadier de la Real armada D. Juan de la Concha era sobrado título para que se admitiese á su hijo D. Manuel en las filas del ejército español; en 1820 á la edad de doce años entró á servir de cadete en Guardias Españolas. En 1825 fué nombrado alferez del primer regimiento de la Guardia Real, y en 1826 pasó de teniente al cuarto regimiento, destino que desempeñaba en 1832.

Andaban á la sazon los ánimos mal avenidos y desasosegados de resultas de haberse proclamado, en vez de la advenediza ley de Felipe V, la antigua ley fundamental de la monarquía, que sancionaba el derecho de las hembras á la sucesion de la corona. La enfermedad del rey D. Fernando VII puso mas en claro la ambicion de D. Carlos y las maquinaciones de sus parciales, que desde entonces no perdonaron medio de seduccion, ni escasearon amenazas para asegurar en la frente del desterrado de Bourges la corona de San Fernando. Mas de una vez creyeron ségura su victoria; pero desgraciadamente para ellos y para el ídolo de sus esperanzas, se hallaba á la sazon en la Granja un oficial jóven y valiente, de prestigio en la compañía que mandaba, y que desde los primeros momentos se habia declarado decidido campeon de los derechos de la Reina. Súpose despues que era su ánimo en aquellas críticas circunstancias apoderarse del infante y su familia en el instante mismo en que se alzase un grito en su favor. Esta enérjica decision infundió miedo y

espanto en el corazon del pusilánime príncipe, y contuvo á los conspiradores, para quienes fué desde entonces D. Manuel de la Concha, que así se llamaba el oficial que primero se pronunció por la causa de la Reina, el blanco de inveterado odio y de las persecuciones mas encarnizadas.

Mejorado el rey D. Fernando VII regresó á su rcal palacio de Madrid. Los partidarios del infante, que veian con sentimiento la mejoría del rey, alarmados de las consecuencias que pudieran tener las sabias y liberales medidas adoptadas por la Reina Gobernadora, proyectaron despojarla de su autoridad, y proclamar á D. Carlos en la noche del 5 de noviembre de 1832. Hallábase el gobierno en la mas aflictiva situacion, sin conocer todavía quienes eran, los verdaderos defensores de la reina, cuando llegó á su noticia las contestaciones que mediaban entre los oficiales de la guardia de palacio, divididos ya en encarnizados bandos: pero alentado con las seguridades que les diera el teniente D. Manuel de la Concha, de la firme resolucion y lealtad de sus soldados dispuestos á sostener la inmunidad del regio alcazar, se apresuró á tomar las disposiciones necesarias para salvar la vida de la reina y de sus augustas hijas.

No conoció desde entonces límite alguno la rabia de los partidarios del Pretendiente. D. Manuel de la Concha fué calumniado, arrestado bajo frívolos pretextos, y puesto en incomunicacion durante cinco dias. Mandósele formar causa, y por ella se vé patentemente que era la víctima destinada al sacrificio en el instante mismo en que espirase el rey y se proclamára á D. Carlos, como lo esperaban muchos y lo temian todos. No se habrá borrado todavía de la memoria de los liberales que entonces residian en Madrid, las simpatías que en aquellas críticas circunstancias excitaba el teniente Concha, ni la alegría con que se recibió la noticia de que tanto él como los cuatro oficiales de la Guardia Real, que fueron tambien arrestados por habérsele unido en palacio, habian sido puestos en libertad de órden

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