Imágenes de páginas
PDF
EPUB

cerniente á la vida pública, debemos advertir que conviene tome en ella la Agricultura un lugar análogo al que ocupa en este libro, como base de la vida económica, pudiéndose tambien (más especialmente en las ciudades ó centros populosos) atender á otras profesiones, y creándose talleres para estas y campos para aquella, que faciliten. prácticamente la enseñanza objetiva y aparten en todo lo posible la puramente abstracta.

4. El conocimiento del Arte para comprender la belleza, formar el buen gusto y dulcificar los sentimientos, es indispensable para dar á todo lo que rodea al indivíduo, y al indivíduo mismo, ese sello de poesía y atractivo de que es susceptible y que tanta influencia llega á ejercer en la vida; es decir, la expresion de la belleza en toda obra humana, tal como la naturaleza, llena de encantos en todas sus manifestaciones expontáneas, la muestra; procurando que, sin llegar á exagerarse el culto á la poesía y á las formas, responda éste tan sólo á su fin, con la sobriedad necesaria, sin caer en una retórica insoportable, ó en el extraviado gusto representado por los que han seguido en nuestra decadencia artística las huellas de Churriguera. Debe atenderse con mucho cuidado y discrecion á que la fantasía no se despierte excesivamente y de una manera mal sana, en cuyo caso-como sucede en la educacion actual-las formas (malas é insoportables, por regla general), son el todo, y el fondo de la vida queda desdeñado, como cosa secundaria.

Estas deben ser, á nuestro juicio, las principales bases de la educacion, segun las corrientes actuales de la pedagogia, representadas en una obra incipiente y preñada de dificultades: la Institucion libre de Enseñanza, hace pocos años creada en Madrid, y llamada, merced al concurso, punto ménos que desconocido entre nosotros, de la teoría y la práctica, á producir la regeneracion de la enseñanza, al par de otra institucion gemela, consagrada á otra esfera y valiéndose de otros procedimientos, pero inspirada de análogo espíritu: la Asociacion para la enseñanza de la mujer.

Como complemento de dichas bases, debe revestir la enseñanza un carácter enciclopédico, atendiéndose en ella á hacer comprender los más necesarios principios de las diferentes ramas de los conocimientos generales, apropiados á la educacion fundamental (pues los especiales corresponden luego á las respectivas profesiones), y realizándolo en la forma más llana, accesible y práctica (objetiva, en suma),

de modo que el alumno pueda asimilarse verdadera y personalmente estos conocimientos por medio de su inteligencia, abandonando todo aquello abstracto que sólo cabe en la memoria, facultad que necesita mantenerse en perfecta armonía con las demás, para evitar su predominio, á fin de que, en vez de estorbarlas, las sirva como es debido. No han de entrar, pues, en ella, por regla general, más materiales que los que reciba la inteligencia, es decir, aquellos que sean bien comprendidos; pues de otro modo, ahogada la espontaneidad del espíritu con la acumulacion de datos, que necesariamente tienen que depositarse con desórden en él, se perturba profundamente la elaboracion de las ideas y se produce, con el desequilibrio consiguiente, la enfermedad que pudiera llamarse eruditismo.

Es muy importante, de igual modo, que los conocimientos que sirvan de base á la educacion guarden la relacion necesaria con el grado de cultura, y respondan á las aplicaciones más precisas é inmediatas de las localidades respectivas donde se enseñen.

Por esto interesa tambien que la educacion, en vez de tener el carácter unitario que hoy tiene, se plegue y acomode á las condiciones peculiares de cada comarca, conservando tan sólo, como general, aquello que es propio y comun á todas.

Interesa, del mismo modo, que se procure descubrir en la escuela las vocaciones especiales de los alumnos, cuidando, al efecto, de despertarlas cuando no lleguen á manifestarse y excitando en este caso vivamente su desarrollo: Y hasta tal punto consideramos indispensable este despertamiento de la vocacion, que creemos sea el más precioso elemento para la vida del hombre y para la realizacion de todos sus fines, llegando la energía que produce á ser fuente de salud para el cuerpo, de vivos y nobles estímulos para la inteligencia y de fuerza y poder para la voluntad.

Por lo que respecta á la educacion de la mujer, diremos que debe basarse en análogos principios á los que acaban de exponerse, modificándolos tan sólo respecto de algunas condiciones determinadas, por diferencias esenciales de su sexo en lo concerniente á aquellos órdenes que se refieren á ocupaciones y deberes exclusivos de él; pero en todo lo demás, esa educacion ha de responder por entero á á idénticos principios que la del hombre, únicos que le permitirán recobrar la dignidad y energía necesarias y representar en la familia y en la sociedad el puesto que le corresponde, dejando el que ahora

tiene, que la anula para ello y para otros muchos importantes fines. Para realizarlos todos, necesita estar dotada de la robustez corporal indispensable y del valor preciso, si ha de llenar bien su mision, como conocer tambien las esferas de la vida pública y social, para contribuir á llenarlas en la medida que debe y le es posible hacerlo.

Expuestos ya los fines más importantes que deben favorecer preferentemente las Asociaciones de Agricultura y Administracion, vamos, para completar este capítulo, á apuntar algunas ligeras indicaciones acerca del concepto que nos merece la ciencia política.

(Continuará.)

GERVASIO G. DE LINARES.

EL PANSLAVISMO Y LA PAZ EUROPEA

I

Cada generacion tiene sus ídolos y sus temores, de la misma manera que sus glorias y sus monstruosidades. Será una fase pasajera de la evolucion infinita que se va verificando á través de los siglos; significará tan sólo un eslabon perdido en la cadena inmensa de los tiempos; pero, con los caractéres genéricos que á las demás la enlazan, tendrá tambien su carácter diferencial y sus concretos ideales que la separen de las anteriores y de las futuras. La nuestra ha surgido en circunstancias angustiosas y bajo auspicios nada favorables; ha venido á nacer en uno de esos períodos febriles y agitados que preparan el tránsito de una edad á otra edad; y como los principios del pasado carecen de fuerza y de vigor bastante para regular la marcha de nuestras sociedades, y aún no la tienen los principios que vislumbramos para el porvenir, nos vemos sumergidos en el eclecticismo y en la duda, fluctuando entre la fé que nos legaron nuestros padres y los impulsos avasalladores con que se eleva la negacion en nuestro espíritu.

Nuestro ídolo es el progreso; le hemos convertido en una religion, y hemos depositado en sus altares las adoraciones de cien centurias, empeñadas, sin darse cuenta de ello, en conseguirle, y portadoras, sin saberlo tambien, de sus embrionarios gérmenes. Le hemos convertido en una especie de fatalismo, menoscabando, para sancionarle, la libertad del hombre; y al borrar de las páginas de oro de la Histotoria el nombre sacro de las Divinidades que rigieron en otras épocas

la marcha de los pueblos, hemos inscrito en su lugar, y elevado sobre sus mismas aras, al progreso, proclamándole nuestro Dios, y concentrando en él los ideales del siglo XIX. Es, en verdad, un dogma salvador y una verdad consoladora que nos infunde el ánimo preciso para llevar nuestro óbolo á la obra de la humanidad; parece que nos acerca al infinito en virtud de la série nunca interrumpida de sus evoluciones, y mediante él justificamos los organismos y los principios que yacían bajo el peso de una temeraria anatema, ó de una crítica. infundada. Los Papas no pueden ya ser para nosotros instrumentos del atraso y de la tiranía; representan la fórmula progresiva de sus tiempos, y vienen á ser la protectora égida de las artes y la salvaguardia de los débiles y los desamparados. Las suntuosas abadías, en cuyas grandiosidades arquitectónicas admiramos las mil bellezas que ha esculpido el cincel gótico sobre su majestuosa mole, son ante nuestros ojos el valladar tras que se guarecieron los esparcidos restos del saber humano despues de las conquistas y de las invasiones. Los monarcas absolutos del Renacimiento representan, á su vez, la restauracion de aquella unidad quebrantada durante las épocas feudales; y de este modo, todos los errores y todas las deficiencias se atenúan, y juzgamos sin apasionamiento y sin encono las instituciones y los hombres de las edades que pasaron, al considerar en nuestros adelantos la herencia de su civilizacion.

Pero así como tenemos nuestro ídolo, tenemos tambien nuestros temores, que constituyen, por así decirlo, la antítesis de la Deidad ante cuyas aras hacemos sacrificios. ¿Cuál será el temor del siglo XIX? ¿Lo tiene, por ventura? Es indudable. Como todas las épocas, se ha forjado su quimera, temible para él como las apocalípticas visiones reveladas al Evangelista durante el éxtasis sublime de Patmos. Todos los siglos, todas las generaciones han tenido que rendir este forzoso homenaje á sus debilidades. Interroguemos á la Historia, y nos mostrará á la antigüedad atormentada á cada paso por las conminaciones de sus sombrías divinidades; á la Europa del año 1000 temblando la venida del Ante-Cristo y la terminacion del mundo, y á la Europa. del siglo XIII implorando la proteccion divina y elevando por do quiera. sus plegarias á la aproximacion de aquellas terribles hordas, que salidas de las estepas orientales, amenazaban reproducir con todos sus horrores la invasion de Atila y las irrupciones de las tríbus germánicas del Norte. Trascurren varios siglos, y en los momentos verdade

« AnteriorContinuar »