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el gran agente del progreso, y las sociedades marchan con paso seguro por el camino de la civilizacion.

Toda sociedad que, á consecuencia del grado de cultura y riqueza adquiridas, llega á un gran refinamiento de gusto en todos los objetos exteriores ó que halagan los sentidos, no se desarrolla y desenvuelve sin que al mismo tiempo lo verifiquen todas las bellas artes, cuyos productos satisfacen los deleites de la imaginacion y de la inteligencia. Si los árabes, á consecuencia de los ritos del Koran, que les prohibia la reproduccion de imágenes humanas, no han sobresalido en la pintura y ascultura, se indemnizan con creces de este vacío con la importancia que entre ellos llegaron á alcanzar la música, la poesía, la literatura y la arquitectura. Respecto á la primera, conocido es de todos el renombre que obtuvo en la escuela de Córdoba y las de otras poblaciones; y en tal aprecio tenian los hombres que sobresalian en aquel divino arte, que no eran ménos agasajados y recibidos que los que despuntaban en las ciencias. Así es que, si Al-Mamoun escribia al emperador Teófilo pidiéndole que permitiera á Leon el matemático pasar á Bajad á comunicarle un poco de su ciencia, ofreciéndole que se lo devolveria sano y salvo y le enviaria por él, como presente, cien libras de oro y un tratado de amistad y paz perpétua. añadiéndole que, la diferencia de religion y nacionalidad no impidieran á acceder á la súplica y concederle lo que la amistad da á un amigo; en cambio, cuando Abderrahman III supo la llegada de Zarayal, el gran músico del Oriente, que venia á establecerse en España, salió á recibirle á caballo, no le permitió que se apeara hasta darle la mano de amigo, y despues lo verificaron los dos para ir conversando como antiguos conocidos. Y ¿qué hemos de decir de la poesia? Los árabes tenian la pretension, si exagerada, no completamente inexacta, de que su lengua era la mejor de las conocidas, y que habian producido más poetas que todas las demás naciones juntas. No sólo cultivaron el divino arte de Homero los hombres de todas las clases sociales, desde el kalifa hasta el trabajador, sino que varias mujeres, tales como Velada, Ayesha, Labana, Algasina, se han hecho notar en todo el mundo entonces conocido por la belleza de sus versos, la originalidad de sus conceptos, y más de una vez por la profundidad de su pensamiento. Como consecuencia natural de todo esto y de la aficion de los árabes á oir bellas poesías, narraciones de países desconocidos, descubrimientos de ciencias, y, en fin, todo aquello que diera

pasto á su activa inteligencia, la urbanidad y maneras caballerescas y galantes con las damas, hasta el punto de que los árabes se alababan de que Córdoba era la gran escuela del buen trato, á donde debian ir á aprender todos los hombres. De estas costumbres y deseo de saber resultaron dos hechos de alta importancia para la civilizacion de la tosca Europa. Fué uno de ellos el que los astrónomos, físicos y demás sábios viajaron por todo el mundo conocido, dando conferencias en los palacios, en las plazas públicas y hasta en las encrucijadas de los caminos. Tuvo esta costumbre no pequeña trascendencia en el carácter esencialmente práctico, que fué el sello distintivo de todos los descubrimientos árabes. Y la razon es obvia: no sólo podian estudiar la manera de aplicar las ciencias y las artes en otros países, destruyendo de esta suerte ó modificando los prejuicios que se habian formado, sino que en sus conversaciones con los guerreros, caudillos, hombres de Estado, se impregnaban de ese fondo de buen sentido y de modificaciones que la práctica exige, y que tan frecuente es en las personas de talento que han tenido, por lo especial de su posicion, ocupacion ó destino, que tratar y dirigir á los demás hombres. El otro hecho, que grandes vestigios ha dejado en Europa y en nuestros dias, se realizó por aquellos literatos y poetas viajantes que iban de pueblo en pueblo contando acciones heróicas y narrando historias de amores y galanteos. No propagaron esto sólo por España y Oriente; salvaron los Pirineos, y de aquí tuvieron su origen los trovadores provenzales é italianos, y las bellas cristianas de los otros países de Europa no dejaron de aprovecharse ni rechazaron por cuestion de creencias las lecciones dadas por sus compañeras las árabes de España. Así fué esparciéndose por Europa, con más ó ménos lentitud, esa influencia femenil que tanto ha modificado las costumbres, y que ha producido ese trato, llegado hasta nosotros, de deferencia y respeto.

Tradujeron poco los poetas griegos; porque, segun sus creencias, la manera de tratar á los dioses de la mitología helénica no tenian la altura y respeto convenientes que podian ser permitidos hablando del Gran Hacedor. Pero, por una parte, el deseo de algunos kalifas de conocer lo que habian dicho aquellos célebres poetas, hizo que tradujeran sus obras, aunque sin publicarlas; y por otra, la infinidad de sectas en que se dividian sus filósofos y teólogos produjo más tarde entre los cristianos parcialidades y escuelas ortodoxas excépti

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cas, panteistas, etc. De manera que algunas de éstas no tenian para qué guardar los respetos á que antes nos hemos referido. Si las concepciones teológico-filosóficas de la bella Fátima merecen especial mencion, no son ménos dignos de estudio los versos harto libres de un israelita español que, si le valieron grandes censuras de los hombres que estaban á la cabeza de la ortodoxia cristiana, no por eso dejaron de ser traducidos al latin semi-bárbaro de aquellos tiempos. en las diferentes naciones de Europa, sin excluir la córte papal.

La bella literatura en todas sus manifestaciones, la música, el baile, el adorno personal y hasta la misma urbanidad usada en las relaciones sociales que, en puridad hablando, puede asegurarse que forma parte de las bellas artes, llegaron entre los hombres á la altura, en la dominacion de los árabes, de que puede juzgarse por las breves indicaciones que anteceden.

Si por las razones expuestas se encuentra un vacío en lo referente á la pintura y la escultura, se indemnizan con creces en lo que á su compañera de arquitectura hace referencia. A propósito hemos dejado ésta para la última, entre otras razones por la principal de que este ramo del humano saber participa á su vez de ciencia y arte. Si el arquitecto, cuando decora, hace el papel de artista, no es ménos cierto que cuando construye lo hace de igual manera de ingeniero. Es un dicho casi axiomático entre las gentes dedicadas á cierta clase de estudios, que la arquitectura de cada época es un libro abierto, en el cual se leen los sentimientos dominantes y la manera de ser de las sociedades que han pasado: ella, en efecto, representa, en términos generales, los sentimientos dominantes y más salientes de aquellas generaciones, de igual suerte que su manera de vivir, las necesidades de aquella sociedad y la mezcla de razas y de tendencias que constituyen el conjunto.

(Continuará).

MANUEL BEcerra.

LA DISTRIBUCION DE LA RIQUEZA

SEGUN LEROY

BEAULIEU

(Conclusion.)

Pero más que todos los argumentos que en apoyo de esta idea podíamos citar, habla la lógica poderosa de los números, para concluir de comprobar nuestro pensamiento, y hacer ver á nuestros lectores que, en los siglos futuros, sólo habrá, por excepcion, algun raro ejemplar de la raza de los ricos, que tal vez nuestros descendientes traten de colocar en sus museos, para admiracion de sus contemporáneos.

Vamos á citar en este artículo la distribucion de la riqueza en Sajonia, en Prusia, en Francia, en Alemania y en los Estados-Unidos, segun arrojan las estadísticas; no pudiendo hacerlo para España, como hubiera sido mi deseo, por falta de datos.

En Sajonia habia, en 1878, 1.007.020 contribuyentes, repartidos, respecto á sus fortunas, en la forma siguiente:

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El número total de los que en Sajonia poseian una renta superior á 30.000 rs. próximamente, era de 10.000, y sólo 73 tenian una fortuna superior á 30.000 duros anuales.

En Prusia, en el año 1879, la riqueza estaba distribuida de la siguiente manera:

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Estas cifras, que indican que los ricos son en corto número, no impiden que en Prusia haya fortunas colosales; los 491 contribuyentes que tienen rentas superiores á 125.000 francos, se distribuyen de la manera siguiente: hay 49 que poseen una renta comprendida entre 255.000 á 375.000 francos; 15 de 375.000 á 450.000 francos; ocho de 450.000 á 525.000 francos; seis de 525.000 á 600.000 francos; dos de 600.000 á 675.000 francos; cuatro de 675.000 á 750.000 francos; uno de 750.000 á 825.000 francos; cuatro de 825.000 á 900.000 francos; uno de 900.000 á 975.000 francos; dos de 1.125.000.á 1.200.000 francos; dos de 1.275.000 á 1.350.000 francos; dos de 1.350.000 á 1.425.000 franços; uno de 1.425.000 á 1.500.000 francos; uno de 1.625.000 á 1.725.000 francos; uno de 2.475.000 á 2.550.000 francos; uno de 2.850.000 á 2.925.000 francos, y, por fin, uno de 2.925.000 á 3 millones de francos.

Un dato curioso, que no puedo resistir al deseo de consignar aquí, es que, si toda la fortuna prusiana se repartiera entre los habitantes de este país en partes iguales, los pobres sólo verian aumentadas sus rentas en de las que hoy disfrutan. ¡Hé aquí á lo que quedan reducidas las ilusiones que abrigan ciertas agrupaciones políticas!

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En Francia es más difícil hacer estas estadísticas, porque no hay contribucion directa sobre la renta; pero Mr. Leroy Beaulieu, despues de curiosos estudios sobre la materia, ha llegado á los siguientes resultados para París:

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