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rey prometió admitirles en cuenta de contribuciones, pero que no se cumplió, antes se continuó en los años siguientes haciendo repartimientos, aunque algo menores, de granos y dinero.

Formóse una junta 6 tribunal llamado del Real Erario, compuesto de un presidente, que debia serlo el capitan general, y de ocho individuos, dos por cada uno de los brazos ó estamentos que antes componian las Córtes, é igual en número á la diputacion permanente de las mismas. Encomendóse á esta junta el reparto y recaudacion de los impuestos, de que no se eximia ninguna clase del Estado, ni aun los eclesiásticos, ni las comunidades religiosas de ambos sexos, aunque fuesen mendicantes: el rey fijaba las contribuciones, la junta no hacia sino distribuirlas y cobrarlas con arreglo á los fueros, pero no tenia manejo alguno en los caudales, ni habia de hacer otra cosa que ponerlos todos en la tesorería á disposicion del intendente, que no daba cuentas á otro alguno sino á la persona del rey, lo cual se ordenó asi por un decreto especial, que fué como una solemne derogacion de los fueros aragoneses (").

En cuanto al órden judicial, despues de haber estado algun tiempo indeciso, resolvió establecer (3 de abril, 1711), no una chancillería como antes, sino una audiencia conforme á la planta de la de Sevilla,

(4) Macanáz, Memorias, c. 180 y 181.

con dos salas, una para lo civil y otra para lo criminal, bajo la presidencia del capitan general del reino. En los negocios civiles entre particulares fallaría la nueva audiencia con arreglo á los fueros y á la legislacion particular de Aragon, pero en los que tocáran directa ó indirectamente al rey ó al Estado, asi como en las materias criminales se habia de regir el nuevo tribunal por las leyes y el derecho de Castilla. Posteriormente en el mismo año se añadió otra sala para lo civil para nivelarla á la de Sevilla que tenia dos (1).

Pululaban en la córte de Zaragoza las rivalidades y las cábalas, ya entre los duques de Vendôme y de Noailles, enemigo aquél de los duques de Borgoña y de Orleans, y afectísimo á Luis XIV. y á Felipe V., representante éste del partido francés contrario, y que trabajaba cuanto podia para hacer tiro, y si era posible para reemplazar al generalísimo del ejército español; ya de parte del conde de Aguilar, á quien se unia Vendôme, y que miraba con aborrecimiento al duque de Osuna, á Grimaldo, y á todos los que eran del par

(1) Decretos de 3 de abril en Zaragoza, y de 42 de setiembre en Corella.-Belando, en el capítulo 87 de su Historia civil, copia el oficio que con esta última disposicion pasó al príncipe de Tilli el secretario del despacho don José de Grimaldo.-Este funcionario estuvo algun tiempo separado del ejercicio de su empleo, porque Vendôme y el conde de Aguilar le miraban como muy apa

TOMO XVIII.

sionado de la reina y de la princesa de los Ursinos, con quienes el de Aguilar no acababa de reconciliarse, despachando entretanto el marqués de Castelar. Pero las intrigas del de Aguilar, asi contra Grimaldo como contra el duque de Osuna, á quien tuvo siempre encono, se fueron deshaciendo, y volvió aquél al ejercicio de su secretaría del despacho universal.

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tido de la reina y de la princesa de los Ursinos, ó de cualquier modo no eran del suyo. Vióse tambien el intendente Macánáz denunciado como partícipe de los planes y manejos del conde de Aguilar, y costóle no pocos esfuerzos desengañar á la reina y al rey, y justificarse ante ellos. Representaron después contra él los individuos de la junta de Hacienda de Madrid ("), y aunque el rey le dió una honrosa satisfaccion nombrándole presidente de aquella misma junta en lugar del marqués de Campo Florido, cosa que resistió Macanáz por particulares razones, prodújole todavía aquella rivalidad sérios disgustos, y fué ocasion de disidencias, asi en Zaragoza, como en Madrid, donde se vió obligado á venir (2).

En medio de estas intrigas cortesanas enfermó la reina en Zaragoza; una fiebre lenta la iba consumiendo, en términos de dar gravísimo cuidado al rey y muy sérios temores á toda la nacion: los dos médicos franceses que la asistian llegaron á manifestar que no tenian confianza alguna de salvarla; por fortuna dos facultativos de Zaragoza, á quienes se consultó, volvieron á su apenado esposo la esperanza y el consuelo, declarando no tener síntomas de tísis, que era lo que generalmente se recelaba ó suponia, y que aun

(4) Eran éstos el marqués de Campo Florido, el de Bedmar, el conde de Aguilar y don Francisco Ronquillo.

(2) El mismo Macanáz cuenta

muchos pormenores de estos incidentes en los capítulos 480 y 194 de sus Memorias manuscritas, to

mo XI.

podia curarse. Asombró á todos en esta ocasion el rey con las pruebas que dió de verdadero amor á su esposa, y digno se hizo de universal alabanza por el esquisito esmero, interés y asiduidad con que acompañaba y asistia á la augusta enferma, durmiendo mucho tiempo en su mismo lecho, hasta que por formal mandamiento del confesor, que le representó los males que de ello á uno y á otro podian seguirse, accedió á mudar su cama á la pieża inmediata ("). Luego que la

(4) William Coxe, en su España bajo el reinado de la casa de Borbon, atribuye el consejo ó prescripcion de esta medida, no al confesor, sino al duque de Noailles, y añade que propuso al rey, «debia tomar por manceba una de las damas de la servidumbre de la reina.»-«Proposicion tan indecorosa, dice, no podia menos de lastimar en lo mas hondo de su pecho á un príncipe de costumbres tan severas como Felipe, y que guiado por los principios religiosos y por el amor que á su muger profesaba, en todos tiempos había conservado una fidelidad inviolable al tálamo nupcial. No solamente le irritó esto, sino que al punto fué á contarlo á la reina y å la princesa de los Ursinos. Indignose la reina, y con razon, de semejante ofensa, y en el momento lo escribióá la hermana del duque de Borgoña, quien lo refirió á la Maintenon y á toda la córte de Versalles, de donde la galantería estaba ya desterrada, y donde no tuvo mejor acogida la proposicion de Noailles que en Madrid. Se dió por lo mismo órden á Noailles para que se volviera á Francia, y Aguilar perdió todos sus empleos civiles y militares, y fué dester

rado de la córte. Hubo mucho cuidado en que no se descubriese la causa de este cambio, y se dió por pretesto de esta caida la mala safud de Noailles, y se supuso que las medidas tomadas contra Aguilar tenian por causa las disputas de este personage con Vendôme. Nadie descubrióeste misterio mas que San Simon, el cual, como es notorio, tenia un diario en que escribia todas las anécdotas palaciegas, y á quien nada gustaba tanto como las ocurrencias escandalosas.» —Coxe, cap. 19.

Nosotros creemos que la anécdota se resiente de este gusto de San Simon por las ocurrencias escandalosas. Sobre parecernos inverosímil la proposicion que se atribuye á Noailles, está en contradiccion con lo que nos refieren los escritores españoles que se hallaban en la córte y estaban bien informados de lo que en ella pasaba. Ademas Noailles no era amigo del conde de Aguilar; el amigo de Aguilar era Vendôme, y justamente Noailles era del partido opuesto. En el retiro del de Aguilar influyeron causas bien diferentes, y que nosotros hemos apuntado. Y mal se concierta el haberse ocultado este hecho y no

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reina comenzó á esperimentar un ligero alivio, determinóse que mudase de aires, y se eligió para su convalecencia la ciudad de Corella, en Navarra. Su estado de estenuacion hizo necesario conducirla acostada en una carroza, y con ella se trasladó la familia real. У toda la córte (12 de junio, 1711). Probóle, en efecto, aquella estancia, en la cual pasaron todo el estío; y de tal modo se robusteció, que cuando se acordó en el mes de octubre volviese la córte al real sitio de Aranjuez, habíanse advertido ya en la reina señales inequívocas de embarazo. Publicóse la nueva de tan fausto suceso en aquel real sitio, y á los pocos dias vinieron los reyes á Madrid (14 de noviembre, 1711), siendo recibidos con iguales ó mayores domostraciones de

haber descubierto el misterio nadie mas que San Simon, con la publicidad que supone el haberlo dicho á la reina, á la de los Ursinos, á la hermana del de Borgoña, á la Maintenon, á toda la córte de Versalles, y con el efecto que se dice haber hecho en Versalles y en Madrid. Incompatible es esta publicidad con aquel misterio.

No es ciertamente William Coxe el historiador que muestra hallarse mejor informado de lo que en este reinado acontecia dentro de España. Conoció bastante lo esterior, pues da indicios de haber visto mucha correspondencia diplomática, y tambien se fió mucho de las comunicaciones y de los informes que de aquí dirigian los embajadores y generales estrangeros. De los escritores españoles contemporáneos apenas parece haber conocido mas que

al marqués de San Felipe, único que suele citar, y no pocas vece sin exactitud. Asi incurre en varios errores: sin salir por ejemplo, de su cap. 8.o, comete varios en la relacion de la batalla de Villaviciosa, y asegura que en realidad la ganó Staremberg:-que los tribunales se trasladaron de Valladolid á Vitoria, y la reina fijó su residencia en Corella en cuanto Felipe tomó el mando del ejército, siendo asi que no fué á Corella sino despues de haber estado en Zaragoza:-que cuando el rey fué á Zaragoza habia llegado ya la reina con su séquito, siendo asi que el rey salió de Zaragoza á recibirla á Calahorra, como que Felipe estaba alli desde el 4 de enero, y la reina no llegó hasta el 27, etc. No nos detenemos á notar otras inexactitudes del historiador inglés.

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