PROEMIO Nunca la distancia de la idea al hecho, de la concepción á la obra, me ha parecido tan grande ni me ha llevado tanto tiempo el andarla como en la materia del presente tomo. Seguir el desenvolvimiento de las humanas sociedades desde su estado más primitivo, por esas dilatadas y nebulosas edades del salvajismo y de la barbarie, hasta el establecimiento del patriarcado en la aurora de la civilización, es de suyo árdua tarea, pero muchísimo más árdua que de concebir, de ejecutar: parte esta que más de una vez ha puesto á prueba mi paciencia y he estado á punto de abandonar, acusándome en lo íntimo de mi conciencia, por haberme lanzado á tamaña empresa, de osado y temerario. ¡Qué de veces el suelo ha faltado á mis pies, y cuántas otras, pisando en firme, me he quedado casi á oscuras, sin saber con fijeza hácia 248809 donde guiar mis pasos! Ni los concienzudos trabajos hechos en estos últimos años sobre las razas inferiores existentes; ni las exquisitas investigaciones basadas en notas de historiadores y en vestigios de viviendas acerca de la organización de las desaparecidas razas americanas; ni las mismas obras de sociología que con títulos diversos se han publicado en número bastante de unos años acá, me abrieron siempre camino expedito por donde seguir adelante. ¡Qué de vacilaciones y qué de contrariedades! Vuelta atrás para orientarme, vuelta á ojear y compulsar monografías cien veces vistas, días y más días, uno y otro mes, hasta que al cabo, resultado de esa perenne labor que realiza el pensamiento allá en la misteriosa región de lo inconsciente, aparecía en el horizonte de mi entendimiento ténue claridad, que me permitía dar unos pasos más. Luego, nueva parada; nuevas zozobras y consultas. Así, con esta lentitud, más tiempo quieto que andando, y con esta alternativa de esperanzas y desfallecimientos, he ido subiendo por esa larga, incierta y quebrada senda del desenvolvimiento antehistórico hasta ganar las despejadas y conocidas campiñas del patriarcado, que he saludado con toda la efusión de mi alma. Entonces, esfuerzos, apuros, tristezas, todo lo dí por bien empleado. Había logrado mi objeto: presentar una serie de estados sociales y políticos, existentes parcial ó totalmente en las actuales razas in feriores, correspondientes á sucesivos grados de cultura y enlazados los unos con los otros por la relación de antecedente á consiguiente en términos que no pueden menos, en buena lógica, de ser considerados como fases sucesivas de una misma evolución. Tal es el carácter del presente estudio; por lo que abrigo la convicción de que, si en puntos secundarios podrá ser y será seguramente rectificado, prevalecerá en lo fundamental. No es decir que este libro no sea muy discutido y aun quizás combatido. Las ideas no se forjan en el espíritu con mènor lentitud que se moldean las formas en la naturaleza. Pasar de un estado secular del pensamiento al totalmente contrario, si para la conciencia individual puede ser obra de poca monta, ha de costarle lustros y aun centurias á la conciencia colectiva, siquier sea de la parte más adelantada del linaje bumano. Y sin embargo, con ser el problema tan oscuro, tantos y tan caros los sentimientos que interesa, la trancición se está efectuando con rapidez extraordinaria. No más de treinta y tres años van transcurridos desde que Bachoffen (1) abrió este campo de exploraciones, y ya la teoría del patriarcado como estado primitivo de la sociedad humana va de vencida. Su principal y casi único sostén hoy es la tradición. Sin argumentos en (1) Das Mutterrecht, Stuttgart, 1861, |