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MADRID: 1844.
Imprenta de TOMAS AGUADO y Compañía,
CALLE DE LA ENCOMIENDA, NUN. 17.

DE

DON CARLOS.

CAPÍTULO PRIMERO.

Estado político de España á mediados de 1857.-Insurrecciones militares de Peñafiel, Bilbao, Hernani, Miranda, Vitoria, Logroño, Pamplona, etc.-Espedicion de D. Basilio García.-Accion de Baeza y Übeda. Accion de Castril.-Prision y muerte de Tallada. -Operaciones de los ejércitos del Norte.-Idem de los de Aragon, Valencia y Cataluña.

RISTE y lamentable espectáculo presentaba la desventurada España á mediados del año 1837, porque ademas de hallarse devastada por los furores de la guerra civil, cada vez mas encarnizada, era tanto lo que trabajaban los clubs de los revolucionarios, esas sociedades secretas, denunciadas por los ministros de la reina en el congreso de Dipu

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tados, que consiguieron desmoralizar el ejército constitucional de tal manera, que nadie se creia seguro ni aun en su misma casa; porque las armas entregadas á los soldados para protejer al honrado y pacífico ciudadano, sc empleaban en vejarle y aun asesinarle. La mayor parte de los nacionales del reino llegaron á mirar á los soldados de la reina como á enemigos, por las tropelías que cometian en los pueblos, y aun en las ciudades de primer órden no faltaron ocurrencias desagradables entre la tropa y la milicia.

Hemos referido en el último capítulo del tomo primero la insubordinacion militar de Pozuelo de Aravaca, que quedó triunfante del gobierno de la reina, consiguiendo derribar á los ministros; ahora veremos como no fué única esta insurreccion, sino que parecia un plan combinado para que estallasen otras mas lamentables á un mismo tiempo en diferentes puntos y en casi todos los cuerpos del ejército constitucional.

En la villa de Peñafiel, la guarnicion, compuesta de unos cuantos soldados y un sarjento, en ocasion que el oficial se hallaba ausente, trataron de asesinar y robar á los mas pudientes del pueblo y formar luego una partida de bandidos apropiándose el nombre de carlistas, ó pasarse al ejército de D. CARLOS, para deshonrar sus filas con su presencia.

En Bilbao se negaron muchos soldados á obedecer á sus jefes, y en Hernani la soldadesca alborotada quiso matar al conde de Mirasol su jefe; y aun cuando este pudo salvarse, perecieron dos oficiales. En Miranda de Ebro, la noche del 16 de agosto, fué asesinado por unos soldados del provincial de Segovia el jeneral Escalera, que interinamente mandaba el ejército en ausencia de Espartero. A los dos dias llegó la noticia de estos sucesos á Vitoria, donde los soldados siguieron tan fatal ejemplo, asesinando al gobernador D. Liborio Gonzalez, al jefe de la plana mayor, Lopez, al presidente de la diputacion provincial y á otros sujetos, pretestando los asesinos, para cohonestar sus atrocidades, que eran enemigos de las instituciones que rejian.

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