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CAPÍTULO VIII.

Aprocsimacion de los desterrados á las fronteras.-Proyecto de abdicacion de D. Cárlos, redactado por la comision de Paris.Real órden contra los desterrados.-Sublevacion del 5." batallon navarro.-Carta de Maroto al jeneral Elio.-Proclama del canónigo Echeverria á los navarros.-Otra del jeneral zariátegui, en sentido opuesto á la anterior.-Espartero pasa el defiladero de Altube sin hallar resistencia por parte de Maroto.Echeverria pasa la frontera, y conferencia con D. Cárlos en Lesaca.-Infructuosas tentativas de Elio para hacer volver á la obediencia al batallon sublevado.-Accion de Arlaban.

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uchos de los individuos que habian sido desterrados á Francia por órden de Maroto despues de los acontecimientos de Estella, entre ellos el obispo de Leon, el canónigo Echeverría, D. Basilio Garcia y D. José Lamas Pardo, permaneciendo siempre inalterable su fidelidad hácia D. CARLOS, fijaron su residen

cia cerca de la frontera, con objeto de vijilar los pasos de Maroto y sus ajentes, y comunicar á su rey cuantas noticias pudiesen adquirir de lo que se fraguase contra su persona ó su causa. En breve supieron que ecsis tia una correspondencia secreta entre las entre las personas que rodeaban á D. CARLOS y una comision establecida en Paris para la realizacion de un plan cuyo resultado debía ser la abdicacion del príncipe en favor de su hijo primojénito, como lo prueba el siguiente documento que poco despues publicó un periódico de la frontera:

«El decreto de abdicacion (decia dicho periódico) que ha redactado la comision de Paris, y que debe ser presentado á D. CARLOS para que le firme, dice asi:

«Españoles: seis años de desgracias y disgustos de todo jénero han fatigado mi espíritu, llenado de amargura mi corazon y agotado mis fuerzas, á punto de haberme resuelto á trocar por una vida tranquila la de combates é intrigas que he recorrido hasta aquí. Con este fin, y habiendo oido el parecer de los consejeros de mi corona, he resuelto abdicar espontáneamente en favor de mi muy amado hijo el príncipe de Asturias don Carlos Leon Maria de Borbon y de Braganza, para que desde hoy en adelante ejerza la soberanía que yo habia heredado de mis antecesores, conforme à las antiguas leyes, usos y costumbres de la monarquía,

>>Ordeno y mando á mis consejeros, prelados, eclesiás ticos, jefes y oficiales de los ejércitos de mar y tierra, que guarden y hagan guardar esta mi real resolucion, que ereo conforme a los decretos de la Providencia, y al interés de mis queridos vasallos.

»Tendreislo entendido, etc.»

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Tambien llegaron á adquirir los desterrados la certeza de la intelijencia que mediaba entre Espartero y Maroto, que hacia mucho tiempo sospechaban. Todo lo pusieron

inmediatamente en conocimiento de D. CARLOS por medio de una persona de confianza, y la respuesta del principe confirmó todos los temores de sus fieles servidores, porque vieron que se hallaba en tal posicion, que no le era posible tomar las medidas que reclamaba el estado de los negocios. En tal situacion no quedaba á los desterrados otro recurso que dirijirse al ejército y al pueblo, para escitar á los carlistas fieles á reunirse alrededor de su rey y le arrancasen de las manos de los que se habian conjurado contra la causa que defendian.

El hecho que vamos á referir manifiesta claramente el estado de opresion en que se hallaba D. CARLOS, y la vijilancia que ejercian sobre su persona los marotistas que le rodeaban. No bien llegaron á noticia de este principe las ocultas maniobras de Maroto y sus secuaces, cuando lo supieron los jefes del partido transaccionista, y dispusieron que el ministro de la guerra y Ramirez de la Piscina dirijic se á los desterrados que residian en la frontera de Francia la siguiente real órden:

«Secretaria de estado y del despacho de la Guerra.— Es la voluntad del rey N. S. que se separe V. de las fronteras de España, fijando su residencia en lo interior de Francia ó en otro pais, hasta que la real clemencia se digne concederle permiso para volver á entrar en su patria, De real órden lo digo á V. previniéndole que S. M. me ha mandado le haga saber que por el solo hecho de la falta de obediencia, quedará V. privado de todos los empleos, honores y condecoraciones que debe á su soberana munificencia.

»Dios guarde á V. muchos años. Cuartel real de Oñate 20 de julio de 1839.-MONTENEGRO.>>

Esta medida arbitraria ecsaltó hasta el mas alto grado la indignación de los desterrados, algunos de los cuales dirijieron á los ministros respuestas escritas con dignidad, acusándolos de obrar contra los intereses del soberano á

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quien habian jurado servir: y ninguno obedeció aquella órden porque conocian que no emanaba de D. CARLOS.

Poco tiempo despues, cayó en manos de los desterrados un documento muy importante, que era una copia de los tratos en que andaban Maroto y Espartero, para que este entrase en las provincias y se apoderase de la persona de D. CARLOS; cuyo documento fué presentado al mismo D. CARLOS, como tambien una proclama que circulaba por las provincias; y si bien la respuesta secreta que dió á la persona que servia de intermedio entre él y los desterrados fué muy satisfactoria, el príncipe, ó mas bien los ministros en su nombre, publicaron contra ellos una proclama en que les acusaban de estar de acuerdo con los cristinos y de favorecer los intereses de la revolucion.

En vista de estos actos tan contradictorios, ¿qué debian pensar los desterrados y cuál habia de ser su conducta? Estaba demostrado con una espantosa evidencia que don CARLOS y su causa eran arrebatados á pasos precipitados hácia una ruina segura, y no podian creer que aquel príncipe, negándose á la evidencia, se colocase de parte de sus enemigos que trabajaban con la mayor actividad, para arruinarle, contra sus vasallos mas fieles, mas afectos y cuyo solo fin y deseo era el de salvarle. Lo único que deducian de todas sus reflecsiones, era que D. CARLOS no tenia libertad para obrar, sino que estaba como prisionero.

Los sucesos que ocurrieron despues en las provincias en los meses de agosto y setiembre probaron evidentemente que los desterrados habian juzgado bien de los hombres y de las cosas.

Los escritos publicados por los desterrados, la entrada de Espartero en las provincias, el abandono en que Maroto dejó á Tarragual, y algunos valientes batallones sacrificados en la supuesta defensa de Ramales, ecsasperaron los ánimos del pueblo y del ejército de Navarra; una diputacion de dicho ejército pasó la frontera y vino á consultar á los desterrados acerca de las medidas que convendria tomar para evitar la destruccion total de la causa y şalvar la persona

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de D. CARLOS. Despues de largas deliberaciones, se escrihieron cartas á los diversos comandantes de los batallones navarros, en las que se les preguntaba si estaban firmes en su resolucion de unirse para salvar al rey, á la relijion y al pais. Apenas llegaron estas cartas á sus destinos cuando el 5. batallon se sublevó y se dirijió á Vera.

Elio, para librarse sin duda del compromiso en que podria verse, cuando notó los síntomas de descontento que manifestaban los batallones navarros, pidió permiso á Maroto para separarse del ejército con el pretesto de ir á tomar unos baños que necesitaba para restablecer su salud; pero Maroto le negó la licencia por medio de la siguiente carta, en la que queria aparentar que nada sabia acerca de los desterrados y la órden espedida por el gobierno para que se internasen en Francia.

«Llodio 6 de agosto de 1839.-Muy señor mio y amigo: He recibido su carta de V. del 4, en que tiene la bondad de comunicarme los rumores que hacen circular los desterrados y la órden dada por el gobierno con estem o tivo. Lo mas singular es que nada se me dice de todo esto, cuando al mismo tiempo me aseguran que el rey piensa pasar á Estella. El diablo anda en Cantillana; parece que no tengamos otro objeto que el de hacernos ilusion y engañarnos recíprocamente. Lo que hacen los desterrados es introducir papeles en que nos tratan lo peor que pueden, y sobre todo á mí, que me arrepiento de haber sido tan jeneroso, por ceder á los deseos del monarca; pero lo hecho, hecho; adelante.

>>La incorporacion de los desertores castellanos en los escuadrones y batallones de Castilla debe llevarse á efecto, pues es indispensable por diferentes consideraciones.

>>Tengo un gran deseo de ver reunidos á todos los castellanos, porque en el curso de esta campaña me prometo sacar de ellos el partido que no podria sacar de los de las provincias; ceda V. pues, á lo que se le manda, cuidando únicamente de que no se interprete mal.

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