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den de su rey, y se puso en marcha acompañado únicamente del cura que habia ido á buscarle.

Interesado el ministro de la guerra, asi como otros muchos de los que rodeaban á D. CARLOS, en que este principe no supiese lo que se estaba tramando contra él, y teniendo noticia del objeto que llevaba el cura de Lesaca, enviaron una compañia del 7.o batallon para que ocupase el puente que hay sobre el Bidasoa entre Lesaca y Vera, con órden de que no dejasen pasar á D. Juan Echeverria; pero como el sol calentaba estraordinariamente, Echeverria y el cura buscaron alguna sombra, para lo cual caminaron porvarias sendas fuera de camino, y á esta circunstancia debieron el poder llegar á Lesaca. D. CARLOS recibió à Echeverria de la manera mas afectuosa, y su conferencia duró cerca de dos horas.

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En ella rogó Echeverria á D. CARLOS que se pusiese á la cabeza de los batallones insurreccionados, y se librase por este medio de las manos que le oprimian. El príncipe le contestó que habiendo quedado su familia en Goizueta, no se atrevia á emprender nada por temor de que no estuviese segura, y que creia mas prudente que Echeverria se volviese á Francia, á esperar un momento mas favorable, y los batallones regresasen á sus acantonamientos.

Mientras Echeverria estaba en Lesaca al lado de don CARLOS, Elio se aprovechó de su ausencia para enviar á Vera al P. Guillermo, á fin de que procurase que el batallon 5.° volviese á la obediencia. El relijioso arengó á is soldados diciéndoles que el rey estaba completamente libre y mandaba que entregasen las armas, en cuyo caso se les concederá un perdon jeneral. Los oficiales y sarjentos se reunieron, y despues de conferenciar entre sí, respondió uno de ellos en nombre del batallon, de este mode: «No queremos pensar mal de las intenciones de Elio, á quien tenemos por hombre de honor, y otro tanto decimos de V., individuo de la iglesia; pero si VV. son incapaces de decir una falsedad, nosotros lo somos tambien de faltar á una palabra dada. Prometemos á V. que entregaremos las

armas siempre que el rey vaya á Estella sin mas escolta que la nuestra; al llegar á aquel punto nos someteremos gustosos á su soberana voluntad, manifestada por él solo. De lo contrario prevenimos á V. que bien pueden los que mandan lanzar decretos y proclamas firmados de la real mano, que nosotros los consideraremos siempre como nulos y arrancados por la violencia. Al oir esta respuesta, viendo el P. Guillermo que no podia reducirlos, volvió á dar noticia de todo á Elío.

»

El canónigo Echeverría regresó á Vera, manifestó á los voluntarios los deseos de D. CARLOS, y les anunció su intencion de volverse á Francia; pero aun no habia concluido de hablar cuando esclamaron todos: «que se habian levantado para libertar al rey y salvar su causa, que querian otros conducir á la ruina, y que estando decididos á llevar a cabo su objeto, no permitirian á Echeverría que los abandonase. Entonces consintió este en permanecer allí y trató de restablecer entre ellos el órden.

Viendo el jeneral Elio que las tropas con que se habia aprocsimado á Vera parecian dispuestas á fraternizar con los insurreccionados, envió un espreso á Zariátegui, pidiéndole refuerzos, mas la respuesta de este, que copiamos á continuacion, prueba la disposicion en que se hallaban los batallones navarros.

«Etulain 12 de agosto de 1839.-He recibido la carta que V. me ha dirijido, é inmediatamente he reunido los jefes de los batallones 2.0, 3.° y 10.°, y el de Ripalda; todos dicen que tienen la mas completa confianza en sus oficiales, y que por consiguiente pueden contar con sus soldados; pero lleva uno ya dos petardos, y si la cosa va en aumento llevaredoscientos en este asunto: así es que, á pesar de sus protestas, no me atrevo á enviar un batallon, por no complicar mi propia situacion y la de ahí. Voy á ver si serå posible enviar dos compañias del 7.° con municiones, y daré las instrucciones convenientes para que el convoy no caiga en malas manos. No sé qué decir ni qué escribir.

mos

TOMO II.

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Adios. Maude V. á su afectisimo-JUAN ANTONIO ZA

RIATEGUI.»

Esta carta fué interceptada por el comandante del 5.o batallon de Navarra, y su contenido manifiesta cuál era la disposicon de los ánimos en los batallones navarros. Sabedor Espartero de que Maroto se hallaba en Villareal con bastantes fuerzas, resolvió sin duda poner al jeneral carlista en el caso de ejecutar sus tan repetidas amenazas, pues saliendo de Vitoria el dia 14, marchó con su ejército por el camino de Durango á Villareal, y al llegar Espartero cerca de dicho punto encontró á los carlistas formados en dos líneas de colinas, cubiertas de parapetos, una sobre otra á la derecha del camino, frente á Villareal, con su reserva en otra tercera linea que forma el estremo occidental de las alturas de Arlaban. A consecuencia de haber avanzado Espartero con toda su fuerza por un solo camino, era ya la una cuando se formaron las columnas de ataque: sin embargo, tan luego como Espartero dió la órden de avanzar, acometieron y tomaron las primeras alturas y parapetos una brigada de la tercera division y los cuerpos francos de Zurbano; y despues de una corta pausa para dar tiempo á que llegase la retaguardia de las columnas, tomaron tambien la segunda línea, la cual, ademas de ser muy áspera y quebrada, estaba cubierta de espeso monte á retaguardia de los parapetos. Los carlistas defendieron débilmente sus posiciones, no por falta de valor en los soldados, pues repetidas veces habian manifestado anteriormente su bravura en el campo de batalla, sino por la direccion de sus jefes; y algunos dicen que entraba en los planes de Maroto hacer como que defendia aquel punto para mejor engañar á sus tropas; pero que en realidad habia convenido de antemano con el jeneral cristino en cederle el paso; y esto se confirma si se atiende á que Maroto tenia para defender aquellas ventajosas y fuertes posiciones quince batallones y seis escuadrones, y sin embargo las tropas de la reina las tomaron sin hallar una grande resistencia.

La pérdida que tuvieron los de la reina, segun los partes oficiales, fué de veinte soldados muertos y sesenta y seis heridos, entre ellos cuatro oficiales: la de los carlistas no fué menor, porque en el intervalo de los dos ataques estuvieron sufriendo el bien dirijido fuego de los obuses de montaña. Durante la accion se pasaron á Espartero catorce desertores, los cuales declararon que Maroto tenia quince batallones y seis escuadrones; pero que estos últimos habian permanecido formados en la llanura sobre el camino de Salinas sin tomar parte alguna en la accion. Inmediatamente que los cristinos tomaron la segunda línea, Maroto se retiró á Salinas y Aramayona, y Espartero con su ejército ocupó á Villareal y aldeas inmediatas, sin cuidarse de perseguir á los vencidos.

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Maroto solicita de Espartero una tregua por tres dias.-Proclama del canónigo Echeverría. -Otra de Montenegro, incluyendo una de D. CARLOS.-Ocupacion de Durango por el ejército de la reina.-Sublevacion de los batallones vizcainos.-D. Simon de la Torre envia al coronel Linares para tratar de la paz con Espartero.-Conferencia de Maroto y Espartero.-Revista del 25 de agosto en Elorrio.-La corte de D. CARLOS marcha precipitadamente de Vergara á Villareal.-Nombramiento de Guibelalde para la comandancia jeneral de Guipúzcoa.-Carta de Maroto al canónigo Echeverría, y contestacion de este.-Entrevista de Maroto y Espartero en Durango.-Comunicaciones de Maroto á Montenegro.-Proclama mandada publicar por D. CARLOS el 27 de agosto.

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esde la accion del 14 de agosto, las tropas constitucionales permanecieron estacionarias en Villareal y aldeas inmediatas, empleando los tres dias siguientes á aquel, en recojer granos de todo el pais, almacenándolos en Vitoria. En la mañana del 17, el brigadier Martinez, secretario de Maroto, se pre

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