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CAPÍTULO II.

Espedicion acaudillada por el conde de Negri.-Destruccion de la columná espedicionaria.-Derrota completa de las otras fuerzas espedicionarias al mando de D. Basilio.-Descalabro sufrido por Castor. Otro por Tarragual. Situacion y progresos de Merino.-Operaciones del Norte.-Estado de la guerra en las demas provincias.

ONSTANTES los consejeros de D. CARLOS en el sistema que habían adoptado hacia algun tiempo, hicieron emprender la marcha á la espedicion que ya tenian preparada, y que no pudo anteriormente pasar los vados de San Martin por haberlo impedido Zurbano y el jeneral Ribero; pero ahora supieron burlar la vijilancia de los jenerales de la reina. Al frente de esta nueva espedicion iba el conde de Negri, acompañado de algunos otros jefes, entre ellos D. Jerónimo Merino, el cual tardó muy poco en separarse del cuerpo principal para pasar con

TOMO II.

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algunos caballos á Castilla, en cuyas sierras reprodujo las hazañas á que debió su antigua mombradía.

El 16 de marzo pasaron los espedicionarios el Ebro por Bedon y se dirijieron á Soncillo, sin ocurrirles en su marcha nada digno de mencionarse, hasta el 21, en que habiendo pernoctado en Casas Vegas, tomaron la direccion del puerto de Sierras Alvas, para internarse en los valles de la Liébana. El jeneral Latre, que estaba de segundo en el mando del ejército del Norte, luego que supo la nueva espedicion, marchó en su seguimiento y consiguió alcanzarla en el pueblo de Vendejo á las once de la mañana de dicho dia 21. El combate principió por una y otra vanguardia, estendiéndose poco despues al resto de ambas fuerzas. Así los carlistas como los constitucionales pelearon con tal teson, que hubo posicion que se perdió cuatro veces y otras tantas fué recobrada. La mas importante era una elevada montaña que dominaba el desfiladero ocupado por las tropas de la reina, y su adquisicion se disputó con el mayor encarnizamiento, acometiéndose los combatientes con repetidas cargas de bayoneta; pero al fin quedó por los constitucionales, asi como la victoria, que les costó mas de quinientos hombres fuera de combate, habiendo sido tambien heridos el jeneral Latre y el brigadier Quintana. Los carlistas perdieron unos cien muertos, trescientos heridos y algunos prisioneros.

En vez de seguir la ruta para Asturias como habian pensado los espedicionarios, despues de esta accion contramarcharon rápidamente para retroceder por Sierras Alvas á San Salvador, y desde aquí pasaron á Quintanilla de las Torres. El dia 28 acometieron la villa de Ezcaray, cuyos nacionales preparados á la defensa desde que tuvieron noticia de su aprocsimacion, en union con alguna fuerza del rejimiento de Africa, disputaron la entrada en el pueblo á los carlistas por espacio de tres horas, y retirándose en seguida al fuerte, continuaron defendiéndose otras veinte horas, con un incesante fuego. Mas no interesando á los espedicionarios la toma de dicho fuerte, despues de haber descansado los dias

29 y 30, prosiguieron su marcha el 31 pernoctando en Quintanar, y pidiendo raciones á todos los pueblos de alrededor. Como ningun obstáculo encontraban, siguieron adelante: presentáronse en Riazas; el 5 de abril tomaron el camino de Sepúlveda, y al siguiente dia entraron en Segovia. Permanecieron allí algunos dias sin hostilizar á las tropas coustitucionales que estaban en el alcázar, y despues se dirijieron à Valladolid, presentándose á la vista de la poblacion el dia 12. En vez de rendirse la ciudad como lo efectuó cuando se aprocsimó Zariátegui, recibió ahora á los nuevos espedicionarios con un fuego sostenido de guerrillas, arrojandoles al mismo tiempo algunas granadas: lo cual visto por Negri, envió parlamentarios á la ciudad, proponiendo se le permitiese pernoctar en la poblacion ó pasar por el puente mayor con direccion á Rioseco; pero negándole una y otra solicitud, se retiró por Renedo y fué á pernoctar á Cabezon. Tres dias despues intentaron bajar desde Sahagun á Benavente, lo que no pudieron efectuar por haberlos divisado en Mayorga la caballería de Iriarte, que sucedió á Latre en el mando de las tropas perseguidoras. Entonces el conde de Negri se retiró á Saelices con intento de pasar el rio, cuya operacion no pudo practicarse tan brevemente. como hubiera sido necesario; porque las tropas de Iriarte alcanzaron la retaguardia de Negri, y los que no pudieron pasar el rio murieronó quedaron prisioneros. En este encuentro perdieron los espedicionarios unos doscientos hombres.

Continuando aceleradamente su marcha para escapar de la numerosa division de Iriarte, pernoctaron el 16 en Celadilla, Pino y Fresno, y el 17 pasaron por Guardo y Velilla á Valdeburon, desde donde tomaron el camino de la Brújula con ánimo de emboscarse en la sierra de Burgos; pero la fatal estrella que perseguia á los carlistas y que habia desgraciado todas sus espediciones, hizo que cuando mas distante se creia el conde de Negri de las tropas de Iriarte, fuese á caer en manos de otro ejército mucho mas poderoso. El jeneral Espartero se habia trasladado con el grueso del ejército del norte á Aguilar del Campó, para cooperar

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á la destruccion de los espedicionarios; y teniendo noticias esactas de los movimientos é intenciones de aquellos, salió el dia 26 de Burgos, haciendo caminar al ejército toda la noche: de esta manera se halló al amanecer del 27 en Robledo, cuando acababan de evacuar el pueblo los carlistas. Enterado Espartero de esta circunstancia, mandó acelerar el paso, y á pocos momentos principió á cojer prisioneros á los rezagados. Espartero, que habia avanzado hasta Monasterio, se fué aprocsimando á Piedrahita, en cuyo pueblo, viéndose ya perseguido tan de cerca, ordenó el conde de Negri sus tropas en batalla, y aguardó á pie firme à sus enemigos, resuelto á combatir. Espartero conoció que no podia perder un momento, y sin esperar la llegada de la infantería, acometió á los carlistas con su numerosa escolta, que era una imponente fuerza de caballería, y con aquella felicidad con que la suerte favorecia sus empresas, se arrojó en medio de las masas carlistas, y logró introducir en ellas tal espanto, que la mayor parte rindieron las armas, y los demas fueron hechos prisioneros en la larga persecucion que sufrieron hasta Villafranca de Montes de Oca. En este dia aciago para los carlistas terminó la espedicion del conde de Negri: todos los equipajes, incluso el de este jeneral, caballos, mulas, municiones, armas, artillería y demas pertrechos de guerra, quedaron en poder de los afortunados vencedores. Entre el gran número de prisioneros se contaron doscientos veinticuatro jefes y oficiales: solo el conde de Negri con algunos pocos pudo escapar de las manos de sus enemigos.

Volvamos ahora á la espedicion de D. Basilio García, que no fué mas dichoso en su empresa que el coude de Negri. Despues de abandonar D. Basilio las Andalucías se dirijió hácia Almaden, y el 29 de marzo entró en Porzuna. El 3 de abril pernoctó en los cortijos de Malagon, y desde aquí tomó la direccion de Yébenes. Aun cuando le iba á los alcances la division de Pardiñas, todavía pudo D. Basilio recorrer aquel territorio por Menas Alvas, Navalmoral de Pusa y otros pueblos, llevando consigo algunos prisioneros que habia hecho en su tránsito. Para esquivar el en

cuentro de las tropas de la reina, dividió D. Basilio sus fuerzas en pequeñas columnas, con objeto de distraer por diferentes puntos la atencion de los perseguidores: sin embargo, molestado incesantemente por estos en su retirada, y siendo el camino mas fragoso, perdió en las orillas del rio Estena el parque y municiones que conducia, y algunos hombres y caballos de los rezagados.

Por último penetró D. Basilio en Estremadura con unos dos mil hombres, porque se le habian unido varios caudillos de la Mancha, pasando el Tajo por el vado de Austan. Presentáronse à la vista de Puente del Arzobispo intimando la rendicion de la villa y la entrega de las raciones que habian pedido; pero habiendo rehusado los habitantes acceder á su demanda, y aprestádose á la defensa, D. Basilio conoció lo peligroso que seria detenerse allí y marchó á Valdeverdeja. En los primeros dias de mayo se dirijió á Bejar, y el jeneral Pardiñas que acechaba sus movimientos para caer de improviso sobre los espedicionarios cuando hallase una ocasion favorable, salió de Plasencia el dia 2 y marchó en su seguimiento. D. Basilio, confiado en la distancia que le separaba de sus perseguidores y en lo adverso del temporal, permaneció en Bejar, creyendo que no podrian avanzar tanto como desease el jeneral Pardiñas; pero este, soportando los rigores de la atmósfera, y acelerando la marcha cuanto le fué posible, llegó con su division á dicha ciudad al amanecer del dia 3, sorprendiendo á los espedicionarios al tiempo que principiaban el toque de diana. A pesar de lo descuidados que estos se hallaban, se defendieron lo mejor que pudieron; pero la confusion propia de una sorpresa, y el no llegarse á reunir las fuerzas espedicionarias, porque muchos carlistas caian muertos ó prisioneros al salir de sus alojamientos, hicieron inútiles todos sus esfuerzos. El combate fué de corta duracion aunque sangriento, y el triunfo quedó, como era consiguiente, por los constitucionales, que en pocos momentos se vieron dueños de la poblacion sin embargo no consiguieron la victoria sin esperimentar algunas bajas. La pérdida

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