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de guerra. La guarnicion del fuerte de Castro se componia de un capitan, tres tenientes, un subteniente y setenta y seis individuos de tropa. Los cristinos se apoderaron de cien fusiles, gran catidad de cartuchos y víveres, y en seguida destruyeron aquel fuerte que tanto mo-. lestaba al pais.

Poco satisfecho Cabrera del gobernador de Morella, OcaIlagan, le destituyó el mismo dia 21, nombrando para remplazarle á D. Pedro Beltran. No debió ser muy grave la falta del gobernador depuesto cuando Cabrera se contentó con quitarle el mando de la plaza, pues por solo sospe-. chas que tuvo de que el gobernador de Cantavieja le era infiel, le mandó fusilar en aquellos dias. Para prevenirse. contra cualquier golpe de mano que quisieran darle los sol dados adictos que pudieran tener ambos gobernadores, pasó Cabrera el dia 24 á Morella, y mandó relevar las guarniciones, no solo de esta plaza, sino de Cantavieja y demas puntos fortificados de consideracion. Al mismo tiempo que hizo fortificar la cuesta de la Muela de Arés, y mandó destruir por todas partes cuantos edificios fuesen susceptibles. de poder fortificarse por los cristinos.

Con sus acertadas disposiciones entorpeció Cabrera las operaciones de Espartero, y consiguió el objeto que se habia propuesto, porque adelantando mas y mas la estacion ríjida, vinieron los elementos en su ayuda para retardar los planes de sus contrarios. Una copiosísima nevada que cayó en los dias 26 y 27 del mismo mes, acabó de hacer impracticables los caminos, quedando así interrumpidas todas las comunicaciones, y los ejércitos belijerantes obligados á permanecer observándose mútuamente sin poder ya emprender mas que algunas lijeras escaramuzas hasta la siguiente primavera.

Sin embargo, los activos subalternos de Cabrera no permanecian ociosos. Sabiendo Llangostera que en Esterenel, que era uno de los puntos mas avanzados de la línea de los cristinos, habia dos compañias de guarnicion en una casa fuerte, ideó apoderarse de ella, y como tenia mucho

conocimiento del terreno, mandó abrir un camino cubierto desde las bodegas del pueblo hasta llegar á los cimientos de la referida casa fuerte, trabajando sin cesar con la ma-. yor actividad y silencio. Concluida la obra se introdujeron por ella bajo el mismo techo que la guarnicion, é incendiaron el edificio: cuando ya las llamas habian prendido se descubrie ron los carlistas y rompieron el fuego de fusilería, que fué contestado por los de la reina, aunque duró muy poco, porque el incendio obligó á las dos compañias á entregarse prisioneras con todos los efectos militares que tenian en su poder.

Esta ventaja de los carlistas fue contrabalanceada por otra que consiguió el jeneral Hoyos contra el fuerte de Manzanera, situado á dos leguas de Sarrion. Acometióle el jeneral Hoyos el dia 14 de diciembre con las fuerzas de su mando, y habiendo hecho jugar contra él la artillería, tuvieron que rendirse los cuarenta y cinco hombres que lo defendian. Aunque es cierto que este fuerte no era de mucha consecuencia, no dejó de perjudiciar su pérdida á los carlistas, porque les servia de asilo para refujiarse de pronto cuando se veian acosados en sus correrías. En estos fuertes depositaban tambien provisionalmente el botin que recojian en sus escursiones.

Despues de la muerte del conde de España, D. CARLOS nombró á Cabrera jeneral en jefe de las fuerzas carlistas de Cataluña, con retencion del mando de las de Aragon y Valencia. El 13 de diciembre pasó Cabrera al principado, acompañado únicamente de cuarenta caballos, con objeto de tomar algunas disposiciones en el nuevo cargo que le habia confiado su rey; pero apenas pasó la frontera de Cataluña se vió obligado á regresar inmediatamente, porque llamó su atencion al Maestrazgo que tan hostilizado se haHlaba. Mandó acabar de destruir el antiguo castillo de la Fresneda, y algunos edificios de los pueblos de Valderrobles y Monroyo, en que pudieran hacerse fuertes las tropas de la reina. En seguida envió órden de Forcadell para que reforzase á Arnau y Arévalo que defendian el fuerte de

Chulilla, atacado por Aspiroz con artillería gruesa. En cumplimiento de dicha órden, marchó Forcadell al socorro de Chulilla y se presentó en los altos de la Iglesuela el dia 24 de diciembre. Hacia ya mas de quince dias que Aspiroz atacaba el referido fuerte, en cuyo tiempo mandó dar dos asaltos en que fueron valerosamente rechazados por los sitiados; sin embargo, Aspiroz no desconfiaba de tomarlo, porque contaba con diez batallones, quinientos caballos y la artillería, de manera que cuando se presentó Forcadell á socorrer á Chulilla, saliéndole al encuentro parte de las fuerzas sitiadoras, se trabó un obstinado combate en las referidas alturas de la Iglesuela, siendo el resultado que Forcadell tuvo que retirarse á Andilla con mucha pérdida, habiéndola causado mucho mayor á sus contrarios. Despues de esta victoria, los cristinos estrecharon mucho mas es fuerte atacado; viendo el gobernador de Chulilla que los que fueron á salvarle habian sido derrotados, y que no podia ser socorrido tan pronto como era necesario, resolvió abandonar el fuerte, y durante la noche se descolgó con algunos otros de la guarnicion por las escarpadas rocas que dan sobre el rio, escapando así de las manos de Aspiroz, que á la mañana siguiente ocupó la fortaleza, en donde cojió cuarenta y cinco prisioneros, y muchos efectos de guerra; sin que pudieran evitar este contratiempo los esfuerzos de Forcadell, Arévalo y Arnau que procuró llamar la atencion de los sitiadores atacando á Casas de Iba ñez, en cuyo pueblo no pudo hacer otra cosa que algunos daños en los edificios.

El mismo dia 24 en que Forcadell dió la accion antes referida, Llangostera sostenia otra en Julve, habiéndole atacado Aleson en combinacion con las tropas de Zurbano. Llangostera abandonó el pueblo, y principió á campo raso el tiroteo de guerrillas. Descendiendo rápidamente de la sierra Llangostera, con tres batallones, forzó la primera posicion que ocupaba el segundo batallon de Borbon, destinado a protejer la entrada de los cristinos en el pueblo: entonces se jeneralizó la accion, que terminó con la

TOMO II.

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derrota de los carlistas, que dejaron en el campo diez muertos, cuarenta heridos y dos prisioneros. Los cristinos vencedores quedaron dueños de Julve, habiéndoles costado esta victoria uno ó dos muertos y veintiocho heridos.

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CAPÍTULO XIV.

Enfermedad de Cabrera.- Fiestas celebradas por su restablecimiento. Tentativa de Forcadell contra Onda.-Correría de La Coba.-Sorpresa de una brigada earlista por los nacionales de Mequinenza.-Destruccion de los hornos de Segura por Zurbano.-Conducta de este jefe en los pueblos de Josa y Obon.-Victorias del coronel carlista Palacios.-Bando del gobernador de Cañete para la espulsion y confiscacion de bienes de las familias de los cristinos.-Asesiuato del gobernador de Segura por la guarnicion de su mando.-Sitio y toma de Segura por Espartero. -Orden jeneral del ejército de la reina, del 27 de febrero en Segura.

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Lejército carlista de Aragon se vió espuesto por esta época á un contratiempo que le hubiera sido mas funesto que la pérdida de una batalla. La vida estremadamente activa de Cabrera y el a buso de los placeres y de toda especie de sensaciones fuertes, tal vez fueron la causa de la enfermedad que este

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