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PUBLICACIÓN EDITADA POR LA MUNICIPAlidad de BueNOS AIRES

CORRESPONDENCIA

DE LA

CIUDAD DE BUENOS AYRES

CON LOS

REYES DE ESPAÑA

Reunida en el Archivo de Indias de Sevilla, coordenada y publicada
por Roberto Levillier.

CARTAS DEL CABILDO

Memoriales presentados en la Corte por los procuradores, apoderados
y enviados especiales de la ciudad.

TOмO 1.

1588-1615

MUNICIPALIDAD DE BUENOS AIRES

1915

72744 avole.

Hist. So Imwi,

10-14-1922

que.

INTRODUCCIÓN

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Por la indiferencia con que trata la opinión argentina la época colonial, bien pudiera un extraño suponer que el 25 de Mayo de 1810 fuese la fecha de nacimiento de la raza actual, ó bien imaginar, que esos dos siglos y medio de convivencia hispano-americana trascurrieron sin dejar tras de sí hechos, organización ú hombres dignos de ser recordados, ni ofrecieron continuidad histórica con el grupo humano que hoy puebla el mismo territorio.

Es que se parte de una base falsa. 1810 no fué alumbramiento, no cortó con el pasado: lo amplió. El organismo secular, adaptado al medio y sobreviviente, á pesar de la revolución, le brindó la fuerza natural ya intensa del movimiento adquirido. Y el presente, que vino así á beneficiar de los largos y penosos esfuerzos de quienes habían preparado su destino, fué ensanchándose por añadidura, gracias al goce ilimitado de la libertad.

Pero los historiadores de la primera hora vivieron en una época de acción y de inestabilidad política poco propicia á labores espirituales. Comprendieron la necesidad urgente de hacer patria, de crear tradiciones, de aunar á los espíritus bajo una bandera, y no creyeron que la época fenecida pudiese ser fuente de amor territorial; así que sólo evocaron el período revolucionario y sólo analizaron la vida política que le sucedió, multiplicando biografías y relatos militares, panegíricos y vindictas de índole oratorio-sentimental, destacando tipos y hechos en violentos colores sobre el fondo obscuro de una prehistoria vaga é indefinida. La crónica de los actos heroicos de los patricios, de los generales, de los oradores, de los caudillos y de los gauchos, era, naturalmente, más comprensiva, más amena, y, sobre todo, más fácil y más brillante que pacientes investigaciones destinadas á colacionar todos esos pequeños hechos que constituyen la

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verdadera, la apasionante trama diaria de la vida colectiva. Esta concentración tan exclusiva de las inteligencias sobre un mismo punto, debía engendrar fatalmente una historia trunca y desproporcionada. El hecho de no recordarse la vida vivida en la época formativa, indujo al público á creer que nada había en ella digno de interés ó de admiración. Y á pesar de los esfuerzos de quienes después vinieron, difundióse el conocimiento único de algunas mayúsculas gigantescas que deslumbraron, menguando así y falseando la visión del conjunto. En cuanto á las minúsculas, esfumáronse, como ocurre con frecuencia en antiguos códices góticos, en que las mayúsculas, magníficamente iluminadas, conservan sus brillantes colores, mientras ellas, más modestas, pierden su tinta, quitando, empero, al conjunto su comprensión y su valer. Es esa idea despreciativa, primitivamente arraigada, la que ha levantado entre el período revolucionario y el período colonial una muralla hoy tan difícil de derribar. Y, sin embargo, es el trozo tenido en menos, pero extenso, de su pasado, el que autoriza al Pueblo argentino á llamarse autóctono; es esa época de glorias españolas y americanas, de sufrimientos, de titánicas luchas y de pequeñas miserias, la que engrosa y alberga la historia básica, desde la formación embrionaria de las modalidades esenciales hasta el desenvolvimiento de los caracteres adquiridos. Á esta época debe el Pueblo su sentimiento territorial profundo y su fisonomía colectiva. Nada de ello hubiérase creado en el corto trecho que va del 25 de Mayo á la fecha.

Tras esa muralla antedicha, sólo se extiende un campo santo donde duermen muertos suyos: hermanos españoles, criollos desconocidos, de quienes pudiera enorgullecerse y á quienes alguna vez tributará su espontánea gratitud. Esta es precisamente la finalidad espiritual de las numerosas publicaciones documentales emprendidas en el país: devolver al libro sus minúsculas y al conjunto su hilación; construir una historia nacional completa y verídica; así como fuera su finalidad ética restituir al argentino su pasado y prolongar sus sentimientos de afecto hasta la hora inicial de su génesis, incitándole á sustentar un ideal nacionalista amplio, que funda en un patrimonio común la triple herencia hispánica, indígena y

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