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á los muros de la plaza multitud de facciosos que se llevaron para ocultar su escarmiento; però no pudieron ocultar los charcos de sangre que atestiguaban su vergüenza.

Tambien en la precipitacion de su fuga dejaron por tierra una infinidad de granadas de mano.

Benicarló habia sucumbido el dia anterior, y pará verificar mejor la proyectada sorpresa, continuaron los disparos de cañon contra aquel fuerte, toda la noche, por manera que en Vinaroz se creia que duraba el sitio aun, cuando Roure se presentó.

En el diario de Cabrera, segun asegura su amigo Córdoba, se confiesa este hecho del modo que sigue:

Estaba en el fuerte de Benicarló el oficial de francos 6 peseteros llamado Valero, y temiendo la muerte que fe amenazaba, se apoderó con su gente de la torre y no queria rendirse.

Viendo que no podia continuar la defensa pidió que se le concediese bablarme, á lo cual accedí.

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Ofrecióme Valero que librándole la vida podia entregarme å Vinaroz aquella misma noche; que él con su partidă iria delante, aparentando haberse escapado de Benicarló, y que al tiempo de abrirle la puerta entrarian todos.

Penetrado de las probabilidades que ofrecia este plan, lo admiti, y mandé que la torre de Benicarló continuase el fuego para que los de Vinaroz creyesen que aun seguia la defensa.

A las diez de aquella noche se formó una columna de los tres primeros batallones de Valencia, que habian llegado el dia antes, del 2.o de Tortosa y de la partida de Valero.

Esta fuerza, mandada por el coronel don José Boix, se dirigió á Vinaroz, y al llegar á la puerta del pueblo, despues de haber contestado Valero al quién vive, se adelantó acompañado de su herma ho, y por medio de una cuerda ganaron la muralla, é inmediatamente los de Vinaroz rompieron el fucgo de fusilería y cañoǹ contrà mis tropas, quedando muerto el sargento 1. de cazadores de Tortosa.

La compañía de los de Valencia, al ver tal traicion circunvaló en el acto y desarmó á la partida de Valero y conducida á Benicarló faé incorporada á los demás prisioneros.»

¿Y qué diremos de la inmortal Gandesa? El heróico comportamiento de sus habitantes es superior á toda alabanza y basta por sí solo para demostrar las sublimes virtudes del pueblo armado.

La villa de Gandesa, cabeza de partido de la provincia de Tarragona, apenas contaba á la sazon con 400 vecinos, de entre los cuales y de los de algunos pueblos inmediatos, como Batea, Villalba, La Puebla y Horta, formó un batallon de Milicia Nacional al mando del juez de primera instancia don Cayetano Arrea, que hizo prodigios de valor en la última lucha, desde cuyo comienzo fué objeto de asombro y de rencor de las hordas carlinas.

Por su situacion desventajosa, hundida entre montes que eran las inaccesibles guaridas de la faccion, veíanse incesantemente hostilizados sus heróicos moradores, sin la esperanza de ser jamás socorridos por el ejército, que no pasaba por aquel punto tan poco á propósito para la comunicacion y el tránsito militar.

Unicamente los nacionales, ó mejor dicho los habitantes de aquella cuna de héroes, supieron conquistarle con sus brillantes defensas el título de muy leal y heróica ciudad.

Y decimos que todos los habitantes fueron héroes, porque así es la pura verdad. Los niños y los ancianos rivalizaban en denuedo con la bizarra juventud, y hasta las mugeres dieron asombroso ejemplo de valor.

Distinguiose entre las heroinas, no solo por sus propias hazañas sino por el entusiasmo que supo inspirar á los demás defensores, la jóven esposa de don Cirilo Franquet, doña Luisa Dara, hija de los barones de Purroy, una de las mas ilustres familias de Zaragoza.

El 6 de marzo de 1836 el cabecilla carlino llamado Torner, puso por primera vez sitio á Gandesa hostilizándola con un cañon construido del tronco de una encina reforzado con aros de hierro.

Bastaron sesenta nacionales que al mando de don Pablo Figueras bicieron una arriesgada salida con increible arrojo, para poner en dispersion á los sitiadores, que dejaron en poder de los naciona→ les el cañon y las balas, despues de haber perdido cuatro facciosos que perecieron allí, sufriendo además la baja de veinte heridos.

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En julio del mismo año creyó Cabrera que con presentarse á la vista de Gandesa al frente de tres mil infantes y quinientos caballos, llenaria de espanto aquel glorioso recinto. Formó sus baterías contra

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las puertas de Horta y Cerbera, y en breve logró abrir una brecha practicable el incesante fuego dirigido contra débiles tapias, que babian sido levantadas para guarecerse únicamente de la fusilería.

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al. En tal apuro, lejos de amedrentarse los sitiados, acometieron á la faccion por el paso que ella misma acababa de dejar libre, y lograron ahuyentarla despues de causarle la pérdida de treinta hombres muertos, muchos heridos y apoderarse de cuarenta fusiles, algunos sables y otros efectos.

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Este descalabro era demasiado ignominioso para que Cabrera dejase de tomar un desquite digno de su villana cobardia. ¿Qué hizo pues? Taló los campos, arrasó la huerta, inutilizó la cosecha y robó todas las caballerías de los caseríos inmediatos.

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De dia en dia arreciábase el ódio inestinguible que nutria Cabrerá contra los valientes gandesanos, y era vehementísimo su deseo de vengar las derrotas que en sus primeros ataques habia sufrido. Reunió pues todas sus ya imponentes fuerzas, y con la artillería de Cantavieja, presentóse de nuevo en mayo de 1837 ante la heróica ciudad, y era este el cuarto sitio que resistia, ses der

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Nutrido fuego de fusilería rompió las hostilidades el 21 y cuatro dias' despues construyeron los sitiadores dos baterías al piédel Calvario, unos quinientos pasos distante de la población, y los sitia dos (segun relacion inserta en la Gaceta del 14 de junio) reforzaron las paredes y tambores con baterias y sacos de tierra, tomando todo género de precauciones para evitar los incendios y daños de las granadas.

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Tambien levantaron una batería frente á la enemiga mas próxima, y colocaron un cañon de á 12.

Al amanecer del dia 25 rompieron el fuego las cuatro baterias. La mas inmediata, que causaba estragos en la poblacion, quedó inutilizada por los certeros disparos de la construida últimamente." Parapetados en las márgenes y arbolado, no cesaban los carlistas de incomodar á la guarnicion con el fuego de fusilería.

A las 5 de la mañana del 26 principiaron de nuevo las hostilidades, y 127 tiros de cañon abrieron una brecha practicable en la puerta de Horta; pero los nacionales de Gandesa, redoblando sus esfuerzos, pudieron cerrar la brecha y salvar aquel punto.

Intimada la rendicion, fué despreciada por el comandante de armas, que mandó enarbolar una bandera negra; los milicianos escribieron en un pañuelo blanco: «Viva la Constitucion: por Isabel II vencer o morir: libertad ó muerte.»

La noche se pasó tranquilamente y aprovechola el enemigo en construir un camino cubierto desde la falda del Calvario hasta la puerta de Horta.

El dia 27 (continúa el parte de la Gaceta), cambiaron de objeto los fuegos, dirigiéndose al tambor de Matamoros; y como de antemano había sido reforzado fué poco el daño que hicieron, pero adelantaba el camino cubierto

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Observose durante el dia 28 que no cesaban de llegar al Calvario cargas de leña y rama, y estos preparativos infundieron sospechas de que se trataba de practicar alguna mina, por lo que se dio principio á abrir una contra-mina en la direccion que prometia mas favorable resultado.

Antes de anochecer aproximaron los carlistas al Portal de Horta el ramaje, que pasaria de mil cargas y levantaron una especie de trinchera á tiro de fusil de la poblacion. money in

Conociendo la urgencia de destruir este trabajo, y aprovechando

el entusiasmo que inspiró la noticia de aproximarse Nogueras, dispuso el comandante de nacionales (D. Cayetano Arrea, juez de primera instancia de aquel partido), que cinco individuos y un cabo saliesen al amanecer del 28 á incendiar la trinchera, operacion que fué obra de un momento, y que en vano intentaron paralizar los enemigos destinando 300 hombres á apagar el incendio.

A las 8 de la misma mañana retiraron los carlistas su artillería hácia Bot, y en lo restante del dia no emprendieron cosa impor

tante.

La pérdida de la guarnicion consistió en 2 muertos, 34 heridos y muchos contusos: la de los sitiadores se cree de bastante consideracion,

Concluye el parte llamando la atencion del Gobierno sobre el triste estado de Gandesa, pues además del daño que causaron 347 tiros de cañon, la batería enemiga incendió las casas de campo y edificios situados estramuros, talando tambien los olivares y almendros, lo que importa mas de 30000 duros.

El 30 de mayo presentose el brigadier Nogueras al frente de Gandesa y ahuyentó con bizarría á la faccion.

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En la Gaceta del 6 de junio publicose el parte siguiente :

«Excmo. Sr.-El gobernador militar de Alcañiz me dice: El brigadier Nogueras, en carta particular fecha de ayer (31 de mayo) en Maella, me anuncia que el dia anterior á una hora antes de llegar á Gandesa batió á las facciones reunidas de Cabrera, Forcadell, Llangostera, Magí, Persiva y otros, arrollándolos á la bayoneta, en lo que le secundaron las cargas de caballería aunque en mal terreno. La faccion, que ha tenido mucha pérdida, fué perseguida basta Bot, y en ella dejó dicho Sr. Brigadier los víveres y municiones que llevaba.»

Cabrera tuvo que disculpar su vergonzosa fuga é bízolo con un ridículo cuento de vieja que pone en evidencia su lastimosa ignorancia. Hé aquí el estrambótico parte que dió al llamado ministro de la guerra de don Carlos:

Comandancia general de Aragon.-Excmo. Sr. - Pensé poner sitio á Gandesa, y lo formalicé el 21 de mayo, que sostuve basta ayer

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